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mayo de 2014

Organicemos comités de defensa obrera de las favelas, de las protestas y los movimientos sociales

¡No a la Copa de la represión
en Rio de Janeiro!


Fuertes contingentes de la policía invaden la favela da Maré en Rio de Janeiro, el 27 de marzo de 2014. En preparación de la celebración de la Copa Mundial de futbol, el gobierno del frente popular encabezado por Dilma Rousseff del Partido dos Trabalhadores ha impuesto un estado de sitio selectivo en las favelas.  (Foto: Reuters)

El frente popular lanza una guerra contra las favelas

El artículo que publicamos a continuación ha sido traducido de un suplemento a Vanguarda Operária (mayo de 2014) publicado por nuestros camaradas de la Liga Quarta-Internacionalista do Brasil.

ANIVERSARIO DEL GOLPE MILITAR – El 31 de marzo marcó el 50 aniversario del golpe de estado cívico-militar que derrocó al gobierno de Jango Goulart e instauró 21 años de sanguinaria dictadura militar, de tortura, de desapariciones, de represión contra los trabajadores y los pobres. Manifestaciones en las calles con los retratos de las víctimas proclaman “Nunca más”. Coloquios, debates y proyecciones de películas en las universidades se ocupan de la “transición democrática”. Pero también, un diputado de la legislatura federal y un profesor de la USP elogian el golpe. La Folha de S. Paulo (30 de marzo), que apoyó fervorosamente la toma del poder por parte de los generales y que en 2009 causó un escándalo al referirse a la “dictablanda” brasileña, publicó un editorial en que se pretendía justificar diciendo que “las opciones de entonces” eran “bastante más adversas” y resaltando el crecimiento económico alcanzado bajo al régimen castrense, debido al cual, sostiene increíblemente, “todas las capas sociales progresaron” (¡!).

¿“NUNCA MÁS”? Tras diez años del gobierno del Frente Popular de Lula y Dilma, del PT y de los partidos reformistas y de los burgueses aliados, la tortura y los asesinatos siguen siendo prácticas comunes de múltiples instancias policíacas. También las matanzas de los habitantes de las favelas y de campesinos, y en el aniversario mismo del golpe de estado de 1964, una invasión policíaco-militar de las favelas del Complexo da Maré en Rio de Janeiro. Participan más de mil 500 militares, entre ellos policías militares del BOPE (Batallón de Operaciones Policíacas Especiales), la BOE (Brigada de Operaciones Especiales) y fusileros de la Marina con 21 vehículos blindados. Inmediatamente cayó el primer joven baleado por los invasores. Seis días después, un segundo golpe: una nueva ocupación de la Maré, con 2 mil 700 efectivos del ejército. Una semana después, el 11 de abril, se realizó la brutal desocupación de la “favela de Telerj” en terrenos de la empresa Oi en Engenho Novo, mediante la utilización de gas y balas de goma, lo que despertó una resistencia feroz de sus habitantes. Más recientemente, dos moradores de la Maré fueron asesinados a tiros en tres días por la policía.

COPA DEL MUNDO – Esta verdadera guerra contra la población de las zonas más empobrecidas está íntimamente ligada a los preparativos para la Copa Mundial de futbol, que comenzará el 12 de junio, cuando los gobiernos municipal, estatal y federal, y la burguesía del país en su conjunto, quieren exhibir en vitrina a la “Ciudad Maravillosa”. El complejo de la Maré está estratégicamente situado entre tres autopistas (las líneas amarilla y roja, y Avenida Brasil) y el punto de acceso al aeropuerto Galeão. Disturbios en este lugar podrían impactar fuertemente el desarrollo de la Copa: un embotellamiento de tráfico como el que hubo durante la visita del Papa el año pasado sería un desastre. Así, con la expectativa de tener en Brasil a grandes personalidades del mundo del futbol y a “ilustres” autoridades políticas de varios países, la clase capitalista brasileña decidió imponer una dictadura militar a los 130 mil habitantes de la Maré y a los más de medio millón de los que viven en otras favelas y morros de Rio.

El movimiento obrero debe movilizar su fuerza ya para defender a nuestros hermanos y hermanas de clase. Por ello, el Comitê de Luta Classista, corriente de oposición sindical ligada a la Liga Quarta-Internacionalista do Brasil, presentó una moción en las asambleas del SEPE-RJ (de los trabajadores de la educación) y el SINDSPREV-RJ (de los trabajadores de la salud) que propone: “Expulsar las tropas de ocupación pro imperialistas de Haití, de las favelas y de los movimientos sociales”. Las mociones, que fueron aprobadas por la red estatal del SEPE y por el SINDSPREV, llaman por la movilización de los sindicatos contra los ataques de la policía y por la formación de comités de defensa obrera basados en los sindicatos para proteger las favelas y las protestas. Como decía una pancarta que apareció después de la matanza en la Maré en medio de las jornadas de junio del año pasado, “La policía que reprime en las avenidas es la misma que mata en las favelas”. Hagamos de este Primero de Mayo el punto de arranque de esta lucha de clases contra la Copa de la represión burguesa.

Mientras que la clase dominante se imagina posibles actos terroristas contra los distinguidos visitantes, las favelas cariocas ya viven bajo el terror del estado. Desde hace algún tiempo, el complejo de la Maré está rodeado por murallas de acero, hay pelotones de soldados fuertemente armados en las entradas, y ahora en su interior hay miles de efectivos militares que se van a quedar hasta después del Mundial. Para los racistas capitalistas, las favelas son una enorme mancha negra, una fracción carioca y fluminense de la masa de los oprimidos y explotados que producen sus riquezas, pero que al mismo tiempo constituyen un peligro para su dominio de clase. La élite burguesa blanca en sus opulentas casas y mansiones bajo los brazos del Cristo Redentor insiste en mantener bajo su látigo a los descendientes de los esclavos. Para ella, la frase del Manifiesto Comunista de que el proletariado será el sepulturero de la burguesía es una pesadilla constante, porque los potenciales enterradores viven ahí arriba, y sólo necesitan bajar de los morros, de Rocinha a Leblon, de Cidade de Deus a Tijuca, etc.

La pesadilla de la clase dominante no es nueva, y su “remedio” tampoco. Pocos meses después de que la monarquía decretara en 1888 la “Ley Áurea” que abolía finalmente la esclavitud, unos golpistas ex propietarios de esclavos proclamaron la república como venganza, y militarizaron los cuerpos policíacos. Los dueños de la Vieja República mantuvieron su dominio de clase usando una y otra vez los métodos de antaño (véase “El Brasil de Lula: tierra de masacres”, El Internacionalista No. 5, mayo de 2006). Como dicen los versos de la canción “O Almirante Negro” de Aldir Blanc y João Bosco, “rojas cascadas chorreaban de las espaldas de los negros, entre cantos y latigazos”. No obstante, en 1910 los señores en sus nobles residencias diseñadas según el estilo Belle Époque de la arquitectura francesa, temblaban cuando veían en la Bahía de Guanabara los mástiles de los barcos ocupados por los marineros dirigidos por el Almirante Negro João Cândido en la Revolta da Chibata (revuelta del látigo) que obligó a abandonar el uso de este remanente de la esclavitud.

La actual ocupación militar de las favelas cariocas, particularmente la del Complexo da Maré, con cerca de tres mil militares con equipamiento bélico moderno, semejante al que se usa en una guerra convencional, es dirigida esta vez por los gobiernos del frente popular. El ahora ex gobernador Sérgio Cabral (del PMDB – Partido do Movimento Democrático Brasileiro) agradeció el apoyo “primordial” de su aliada Dilma Vana Rousseff (del PT – Partido dos Trabalhadores) en la “histórica” acción militar (O Dia, 31 de marzo). Así dan pruebas de que el racismo es cuestión de estado, es institucional y parte orgánica del dominio burgués en esta tierra del Palo de Brasil, que todos deben cumplir: tanto gobiernos de derecha, como gobiernos de “izquierda”. Los críticos liberales, reformistas y centristas de todo tipo gritan: “¡Esto es fascismo! ¿Dónde quedó la democracia?”

La respuesta puede encontrarse leyendo la historia de la masacre de los Canudos, de la Revolta da Chibata, de las masacres de Eldorado dos Carajás, Candelária, Carandiru, y de la brutal desocupación el año pasado de la Aldeia Maracanã, el asentamiento que establecieron grupos de indígenas en la inmediaciones del famoso estadio de futbol. O simplemente consideremos la horripilante suerte de Cláudia Silva Ferreira, auxiliar de limpieza, que el 16 de marzo, siete meses después de la desaparición de Amarildo a manos de la policía de las UPP (Unidades de la Policía Pacificadoras) de Rocinha, fue alcanzada por un tiro durante un operativo policíaco en el Morro da Congonha, en la zona norte de Rio. Fue transportada en el maletero de una camioneta de la Policía Militar y acabó cayéndose del vehículo. Debido a que quedó prendida por la ropa, fue arrastrada cerca de 250 metros. Ésta es uno de las muchas estampas siniestras y macabras que confirman una vez más que nuestra República y nuestra Democracia nacieron bañadas de sangre de los negros, los indígenas y los pobres.

No, no es fascismo, por más que algunos de los elementos represivos empleados en las acciones policíacas sean fascistoides; es la democracia misma, como había sido idealizada en su cuna, en la Grecia antigua, donde los de abajo (esclavos, mujeres, extranjeros, los que no eran propietarios de tierras) fueron excluidos de las decisiones tomadas por la élite. En el caso de Rio de Janeiro, y de su versión de la democracia, tiene todo un toque especial, con un gobierno dirigido por una alianza entre liberales burgueses (PMDB), socialdemócratas (PCdoB) y el “gobierno de los trabajadores” (PT), que busca inspiración en el formato y en los peores métodos represivos de los gorilas golpistas cívico-militares de 1964. Hoy, algunos de los que fueron víctimas de la dictadura militar, como la ex guerrillera y actual presidenta Dilma, ordenan a los militares que instauren una dictadura policíaca en el Complexo da Maré y otras favelas. Así es la democracia maravillosa que vive la ciudad de Rio.

En el caso de la Maré utilizaron como pretexto la “guerra contra las drogas”. Esto raya en el ridículo, pues es como matar un mosquito con un cañón. Los capitalistas marginales que se dedican a la venta de drogas, controladas por las “milicias” dirigidas por policías y bomberos militares, son muy pobres en comparación con los Eike Baptista, Benjamin Steinbruch y otros grandes capitalistas monopolistas que apoyan a los gobiernos frentepopulistas. ¿Desde cuándo vender y consumir drogas puede ser considerado como “terrorismo”? Ciertamente los capitalistas de las drogas sólo quieren vender sus “mercancías”, igual que hacen los capitalistas de otras drogas (cigarros, bebidas alcohólicas…) y capitalistas en general. Lo mismo que los capitalistas de la Copa del Mundo, ¡lo único que quieren es lucrar!

Por eso, lo más sensato y racional sería liberar la mariguana y eliminar las leyes contra la droga, para así acabar con el tráfico criminal, y en su caso dar tratamiento adecuado a los que quisieran abandonar su uso. Entonces se podría enfrentar la realidad de que el uso de drogas ha crecido en muchos de los casos por una presión de la opresión que sufre la juventud con cada vez menores perspectivas y sin empleo en un capitalismo en avanzado estado de putrefacción, que da prueba todos los días de que no quiere ni puede resolver los inmensos problemas sociales. El estado burgués tiene otra “solución”: implantar una dictadura sectorizada ahí donde la mayoría de los habitantes son negros, la fuerza de trabajo que mueve la ciudad, pero que vive bajo masacres cotidianas perpetradas por fuerzas policíacas tanto en uniforme como vestidas de paisano. Y así, hasta que los “esclavos asalariados” nos rebelemos.

En el caso de la Favela de Telerj, que apenas tenía una semana de existencia, no se podía utilizar el pretexto del tráfico de drogas. En consecuencia, la justificación fue la supuesta “inviolabilidad de la propiedad privada” (en este caso de la empresa Oi, que la obtuvo regalada gracias al robo que fue la privatización de Telebrás). Naturalmente, el estado capitalista violó masivamente los derechos de propiedad de los pobres para realizar las obras del Mundial y las Olimpíadas. Esto apunta hacia otro de los grandes problemas que enfrenta la población en esta sociedad capitalista en descomposición: la falta de vivienda para los trabajadores. En parte, debido al boom de la especulación y construcción por el Mundial, las rentas en Rio han subido estrepitosamente y hay una tremenda escasez de vivienda. Las 5 mil personas sin techo, trabajadores, que organizaron la favela, buscaban una solución mediante la ocupación de un terreno abandonado desde años atrás: a ojos de la burguesía, vivir ahí constituyó un crimen bárbaro. El eslogan “Mi casa, mi vida” de la presidenta Dilma es demagogia pura.

El mismo Friedrich Engels escribió una serie de artículos en su Contribución al problema de la vivienda en 1872 cuando el capitalismo aún se encontraba en su fase ascendente. Ya en aquel entonces, Engels explicó que construir casas adecuadas para los trabajadores era imposible en una economía guiada por la búsqueda de ganancias. Describe la forma en que la burguesía “resuelve” el problema, destruyendo las viviendas de los trabajadores como hizo Haussmann en París para construir grandes avenidas de lujo, y como hacen hoy en día las grandes constructoras como Odebrecht para edificar enormes estadios a la carrera, con el costo de numerosas muertes de trabajadores de la construcción. Engels concluye en su obra: “mientras exista el modo de producción capitalista, será absurdo querer resolver aisladamente la cuestión de la vivienda o cualquier otra cuestión social que afecte la suerte del obrero. La solución reside únicamente en la abolición del modo de producción capitalista, en la apropiación por la clase obrera misma de todos los medios de subsistencia y de trabajo”.

Entonces, para luchar contra la desenfrenada militarización impulsada para la gloria de Brasil S.A., se requiere de una estrategia para la revolución socialista. Debemos movilizar la fuerza de la clase obrera con la masa de pobres en la construcción de comités de defensa obrera para unir la favela con la fábrica y las protestas callejeras. Frente a las ametralladoras del BOPE, la BOE y el ejército, luchemos con nuestros métodos, que son mucho más poderosos: contra el abuso policíaco y militar, hay que paralizar la ciudad mediante la acción obrera. Aislar el aeropuerto, parar el transporte público, hacer huelgas en las siderúrgicas y refinerías, llevar a los profesores y estudiantes a la calle. Al mismo tiempo, los trabajadores deben luchar para eliminar el desempleo masivo al crear millones de empleos nuevos mediante la reducción de la jornada de trabajo sin disminución en el salario. Se debe imponer el control obrero y revindicar la expropiación de los tiburones de la construcción para construir millones de viviendas para los trabajadores.

Esta lucha exige rebasar el economicismo sindical para entablar una lucha de clase. Los marxistas deben actuar, como insistió Lenin, como un tribuno del pueblo, denunciando todo ataque contra los oprimidos. Luchamos contra la secular opresión de la mujer, por el derecho al aborto libre y gratuito, por guarderías disponibles las 24 horas, por pago igual por trabajo igual y por poner fin a la violencia de género. Luchamos por el integracionismo revolucionario, por la integración interétnica de blancos, negros e indígenas, partes constitutivas de la clase obrera y de la gran masa de los oprimidos. El combate contra el racismo no es exclusivamente “asunto de los negros”, sino de todos nosotros. Cuando las personas de otras etnias dirijan su mirada hacia las favelas de Rio, ya sea desde Haití o desde el Harlem, deben recordar la inmortal frase del principal maestro del socialismo: “El trabajador de piel blanca no podrá emanciparse allí donde se hierra al trabajador de piel negra” (Karl Marx).

En este 50 aniversario del golpe cívico-militar de 1964, debemos emprender una lucha revolucionaria, comunista e internacionalista en contra del imperialismo. Desde el primer momento del gobierno de Lula, subrayamos que el PT en el poder servía de sheriff del imperialismo yanqui en América Latina, particularmente con el envío de policías militares y soldados como mercenarios para imponer la ocupación imperialista de Haití. Señalamos que las tácticas de contrainsurgencia que han sido utilizadas en Haití son también usadas contra los negros y pobres de las favelas y en la periferia de São Paulo. Por ello, exigimos movilizar la fuerza obrera para expulsar a los soldados y los policías de Haití y de las favelas. Una huelga en las fábricas de Embraer y de otras empresas militares en São José dos Campos contra la ocupación de Haití tendría un impacto mucho mayor que centenares de protestas callejeras.

Unimos nuestra lucha a la de nuestros camaradas del Grupo Internacionalista, sección norteamericana de nuestra Liga por la IV Internacional. Además, buscamos crear un partido obrero revolucionario que luche por un gobierno obrero y campesino que inicie la revolución socialista en Brasil, en el continente y en las entrañas mismas del imperio. ¡Por una federación de estados obreros de América Latina! ¡Fuera los hijos de los milicos golpistas de 1964!

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Reproducimos aquí la moción introducida por el Comitê de Luta Classista y aprobada por la asamblea de la red estatal del SEPE-RJ el 10 de abril:

Movilizar el poder de la clase obrera para expulsar las tropas de ocupación pro imperialistas de Haití, de las favelas y de los movimientos sociales

RIO DE JANEIRO, abril de 2014 – Tropas de las Fuerzas Armadas brasileñas, del Ejército, la Marina y la Aviación, con refuerzos de la Policía Federal, las Unidades de Policía Pacificadoras, Policía Militar, Policía Civil, X9 y P2 e inclusive de la Guarda Municipal, en un contingente de más de tres mil hombres y mujeres pertrechados con modernos armamentos de guerra convencional, invaden la favela del Complexo da Maré con el pretexto de “combatir las drogas” y proteger la Copa del Mundo.

Entre tanto, durante los dos mandatos del ex gobernador Sérgio Cabral, fueron cerradas 374 escuelas, 157 de las cuales fueron clausuradas entre 2010 y 2014 (según el sitio web del SEPE). También las UPP comienzan a ocupar escuelas, según la moción de repudio en el sitio del SEPE, del 31 de marzo de 2014, que dice lo siguiente:

“El Sindicato dos Profissionais da Educação –SEPE-RJ– repudia la presencia de unidades de apoyo de la UPP dentro del terreno de la escuela estatal CAIC Theophilo de Souza Pinto, localizada en la comunidad de Nova Brasília, en el Complexo do Alemão. La presencia ostensiva de policías fuertemente armados en la entrada y al interior de la escuela pone en riesgo a toda la comunidad escolar, violenta los principios pedagógicos y limita considerablemente el desarrollo de la actividad educativa”.

“Conmemorando” los 50 años del golpe cívico-militar, el Frente Popular y su triunvirato, Eduardo Paes, Cabral-Pezão, Dilma en el palacio presidencial de Planalto y la derecha ¡pone a Rio de Janeiro en estado de sitio! ¡Las favelas han sido transformadas en territorios ocupados en donde los militares atacan a los negros y los pobres!

La “democracia” de los frentepopulistas burgueses pro imperialistas hace intercambios de tropas policíaco-militares entre las favelas de Haití y las cariocas, con un abierto sello racista.

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