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octubre de 2014

Guerrero: Contra la matanza perredista de normalistas en Iguala, forjemos un partido obrero revolucionario

¡Movilización total de maestros y estudiantes en defensa de Ayotzinapa!


Manifestantes en la marcha para conmemorar la masacre de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968 llevan manta exigiendo que se devuelvan vivos los estudiantes secuestrados de la Normal Rural de Ayotzinapa el pasado 26 de septiembre.  (Foto: Cuartoscuro)

Urge una huelga nacional de las normales y la UPN

1º de OCTUBRE – En varias acciones realizadas en la noche y la madrugada del 26 al 27 de septiembre, la policía municipal de Iguala, bajo las órdenes del alcalde perredista José Luis Abarca, asesinó al menos a seis personas, tres de las cuales eran estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa. Hasta este momento siguen desaparecidos 43 normalistas. Hay abundante evidencia de que al menos la mitad de los desaparecidos fueron arrestados por policías municipales de Iguala. El saldo de esta sangrienta jornada incluye también a dos decenas de heridos, uno de los cuales, según se ha informado, tiene muerte cerebral.

Portada de El Sur de Acapulco del 27 de septiembre informando de la matanza de estudiantes en Iguala. 

El ataque comenzó cuando después de una jornada de boteo para recaudar fondos para asistir a la marcha del 2 de octubre en la Ciudad de México y para sufragar prácticas de campo, unos 120 normalistas pactaron con los choferes de tres camiones de pasajeros que los transportaran de regreso a la Normal, ubicada en Tixtla, a poco más de 120 km. de distancia. Los municipales adujeron que las unidades de transporte habían sido “secuestradas”, por lo que iniciaron una persecución en la que rafaguearon con rifles de asalto los camiones. En este ataque resultó muerto Daniel Solís Gallardo, normalista oriundo de Zihuatanejo.

Más tarde, un comando presuntamente conformado por policías municipales y sicarios, atacó otro camión de pasajeros que transportaba a jóvenes que tomaron por normalistas, pero que en realidad eran jugadores del equipo de futbol Los Avispones, que regresaban a Chilpancingo. En este ataque murieron un futbolista de quince años, el chofer del autobús y una mujer que viajaba en un taxi.

A medianoche, cuando los normalistas daban una conferencia de prensa en la calle para denunciar el primer ataque, un grupo de encapuchados volvió a dispararles frente a los periodistas. En este ataque fue asesinado Yosivani Guerrero de la localidad de Omepa. A la mañana siguiente, el estudiante Julio César Mondragón fue encontrado con el rostro desollado, a un costado de la carretera.

Este sanguinario ataque es responsabilidad directa del alcalde perredista, socio menor de varios de los políticos de este partido que ocupan altas magistraturas en el estado, entre ellos el propio gobernador Ángel Aguirre. El 12 de diciembre de 2011, la policía estatal de Guerrero, ya bajo el mando de Aguirre, asesinó a dos estudiantes de Ayotzinapa en la Autopista del Sol.

Estudiantes de Ayotzinapa en protesta por la matanza de sus compañeros por la policía estatal y federal en diciembre de 2011. (Foto: Lenin Ocampo/Jornada)

Pero no es su responsabilidad exclusiva. Detrás se encuentra el empeño de los gobiernos federales de Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto de desmantelar el sistema de escuelas normales rurales. En octubre de 2012, a unos cuantos días de abandonar la presidencia, Felipe Calderón ordenó un brutal ataque contra las normales rurales de Tiripetío, Cherán y Paracho en Michoacán. El saldo de ese ataque fue de 176 normalistas presos. Es urgente una movilización nacional de estudiantes y trabajadores para encontrar a los normalistas desaparecidos. Es preciso luchar por una huelga nacional de las normales del país.

Guerrero se ha visto convulsionado durante décadas por masivas luchas de los campesinos pobres. La respuesta burguesa a la combatividad de sus luchas ha sido la guerra sucia y las masacres. Desde las matanzas de copreros en los años 1960, el exterminio de las guerrillas izquierdistas en los años 1970, hasta la masacre de Aguas Blancas en 1995 de militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, los asesinatos de campesinos que se defienden contra los talamontes en Petatlán a lo largo de los últimos tres lustros y el hostigamiento de comunidades indígenas a manos de grandes consorcios mineros, el signo de la sanguinaria represión burguesa ha sido constante.

Cuando el hartazgo de la población hizo que la burguesía optara por sustituir al PRI por el PRD, esta situación no cambió para nada: viejos priístas ahora en el PRD, lo mismo que otrora “luchadores sociales izquierdistas”, se han unido para mantener la “paz de los cementerios” en este agitado estado. Es preciso iniciar la lucha por un partido obrero revolucionario que, a la cabeza de los explotados y oprimidos del campo y la ciudad, abra una vía para salir de este interminable ciclo de matanzas y represión. Un papel clave es el que pueden jugar los combativos maestros de la CETEG, que el año pasado iniciaron una valiente lucha contra la arremetida burguesa contra el magisterio.

Para que todo esto sea posible, es necesario librar una dura lucha de clases contra el gobierno y los partidos de los patrones, no sólo del PRI y el PAN, sino también del PRD y Morena. En vísperas de la conmemoración del 46 aniversario de la masacre de Tlatelolco a manos del ejército mexicano, el rostro asesino del capitalismo mexicano sigue mostrando sus fauces. Es urgentemente necesario luchar por un gobierno obrero y campesino que vengue a los caídos y extienda la revolución socialista a escala internacional.