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octubre de 2003   

Huye el asesino “Goni” ante la llegada de los mineros

Se instala Mesa, fantoche del FMI y las FF.AA.,
con la traición de los dirigentes de la COB y el MAS

Bolivia: Levantamiento obrero apuñalado, los trabajadores todavía en pie de lucha

Manifestación en La Paz, 17.10.03
La Plaza de San Francisco en La Paz colmada, el 17 de octubre, llena
de mineros y otros trabajadores que exigían la renuncia del
presidente
Sánchez de Lozada. 
(Foto: Sebastian Hacher/Indymedia Bolivia)
  • La consigna sigue vigente: ¡Obreros al poder!
  • ¡Construir el núcleo de un genuino partido bolchevique trotskista!
26 DE OCTUBRE – Después de semanas de movilizaciones masivas y cada vez más combativas, el 17 de octubre el presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada huyó del país, dejando a su vicepresidente Carlos Mesa en el poder. Lo que desató el conflicto fue el plan de “Goni” de llevar a cabo un nuevo pillaje de los recursos naturales de Bolivia mediante un contrato leonino con un consorcio imperialista. Para complacer sus amos en Washington, el presidente asesino regó de sangre al país, con un saldo de 140 muertos y unos 500 heridos, según cálculos de la Central Obrera Boliviana (COB). La represión fue coordinada con mandos militares de Estados Unidos. “Goni, o te vas, o te matamos” escribieron manifestantes enfurecidos en las paredes del centro de La Paz. Al día siguiente, en la plaza de San Francisco de la capital boliviana, decenas de miles de obreros y campesinos festejaron la huida del tirano sanguinario.

Manifestante en La Paz, 16.10.03 Manifestante en La Paz pinta su mensaje contundente, 16 de octubre. Al otro día el presidente asesino se fue. (Foto: Nacho Calonge/AP)

Fueron los mineros que determinaron la huida de Sánchez de Lozada. Cuando lograron pasar el retén militar en Patacamaya – donde tres de sus compañeros habían muerto a manos del ejército – se inició el último día del presidente. Su suerte estaba decidida con la llegada de más de 10.000 mineros al centro de La Paz la mañana del viernes 17. En la ciudad de El Alto, la urbe más pobre del continente con unos 600.000 habitantes, se gritó constantemente a favor de la “guerra civil”. Sin embargo, al dar un “cuarto intermedio” al sucesor de 
“Goni”, los dirigentes de la COB, junto con los del Movimiento al Socialismo (MAS) y el movimiento indígena, traicionaron a los trabajadores que tan heroicamente lucharon contra el régimen títere en la “guerra del gas”. Apuñalaron al levantamiento obrero que estaba en pleno desarrollo; en realidad, lo temían tanto como la burguesía.

Muchos seudoizquierdistas lanzan vítores por la “victoria”, pero tumbar al odiado presidente para poner en su lugar a su delfín no es una victoria. La Liga por la IV Internacional, en cambio, denuncia la traición de los falsos dirigentes obreros y campesinos – incluso de los que se hacen pasar por revolucionarios – al dar una “tregua” al nuevo presidente. Mesa es un fantoche de las fuerzas armadas y del imperialismo, que goza del aval de la Casa Blanca, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Advertimos que el presidente flamante está aferrado al mismo programa de privatización, miseria y saqueo del país por parte de las “transnacionales” que su padrino “Goni”. Mas el resultado final aún está por determinarse. Los trabajadores siguen a la expectativa, dispuestos a movilizarse de nuevo. Subrayamos que sigue vigente la consigna, “¡Obreros al poder!” La tarea urgente sigue siendo la construcción del núcleo de un genuino partido bolchevique trotskista.

“Operación Rescate” de la burguesía y ausencia de una dirección revolucionaria

En el enfrentamiento de Patacamaya, donde los militares enviaron dos tanques y una avioneta contra la muchedumbre, los militares al fin cedieron el paso después de que varios miles de mineros evadieron el cerco. Junto con universitarios orureños, los marchistas se dirigían a La Paz para unirse a miles de trabajadores, campesinos, estudiantes y vecinos de barrios pobres en medio de la huelga general que logró paralizar el país. Las radioemisoras trasmitían la posición contundente de vecinos de la ciudad de El Alto: “el que dialoga traiciona, ha llegado el momento de tomar el poder” (Pulso, 17 de octubre). Con una fuerte presencia obrera y de campesinos indígenas aymara, El Alto fue el epicentro del levantamiento. Según los reportajes, la asociación vecinal FEJUVE señalaba la necesidad de conformar grupos de autodefensa contra la embestida represora.

Tanque en Patacamaya, 16.10.03
Patacamaya, el 16 de octubre. Inicio del fin de “Goni”, los mineros lograron pasar el retén militar (en la foto) para llegar a la capital. (Foto: Nacho Calonge/AP)

Ante la creciente radicalización, el procónsul norteamericano Greenlee sentenció: “Es hora de dar vuelta a la página”. El nuevo “mandatario” nombró un gabinete “no político”, tecnócrata, de personajes “intachables”. En realidad, este gabinete sin políticos es una fachada para esconder el poder decisivo que está en manos de los militares. No se ha tocado a los altos mandos militar y policial. El ministro de defensa es un general y el ministro de agricultura es uno de los grandes exportadores de la soya. Los compromisos con el FMI serán cumplidos al pie de la letra. El Congreso sigue en manos de los partidos de la coalición de Sánchez Lozada. El nuevo gobierno es, precisamente, el “gonismo sin Goni”.

Esta operación rescate por parte de la clase dominante ha tenido éxito por el momento debido a la ausencia de una dirección revolucionaria y la traición de los dirigentes reformistas y nacionalistas que se encuentran aún a la cabeza de las organizaciones de las masas trabajadoras.

La maniobra de la burguesía criolla y el imperialismo recibió el aval de los partidos de “oposición”. Se trata en primer lugar del MAS, encabezado por el dirigente de los campesinos cocaleros Evo Morales, y el Movimiento Indígena Pachacuti (MIP) encabezado por su rival en el movimiento campesino, Felipe Quispe. Morales proclamó: “Le daremos un respiro al presidente Carlos Mesa, una tregua, para que se organice y cumpla sus promesas al país.” “El Mallku” Quispe dijo: “Seremos vigilantes para que se puedan realizar los cambios económicos y políticos necesarios” e incluso acompañó a Mesa durante una concentración de campesinos en La Paz el día 20.

Fue la misma historia con los dirigentes obreros. Tras la huida de Goni y habiendo entrado su vicepresidente al Palacio Quemado, los dirigentes sindicales le dieron su apoyo: “Hemos indicado que Mesa va a tener el respaldo siempre que pelee enérgicamente contra la corrupción”, dijo el secretario ejecutivo de la COB, Jaime Solares, tras una visita personal a Mesa el sábado 18. Esto permitiría al segundo de Sánchez de Lozada continuar en el poder al hacer simplemente una irrisoria “investigación” de los millones que se llevaron “Goni” y su ministro de defensa Carlos Sánchez Berzaín. Pero Solares no dio su aval sólo después de un hecho consumado. Ya antes de que el Congreso sesionara y de que Mesa asumiera la presidencia, éste llamó a Solares para pedirle garantías; y el jefe de la COB se las dió.

Los mismos dirigentes vendidos lo confesan. Según un reportaje de Econoticias Bolivia (19 de octubre) sobre el Ampliado Nacional de la COB del día anterior, “sacaron una conclusión principal: los obreros, campesinos, naciones oprimidas y clases medias empobrecidas no le arrebataron el poder a la ‘clase dominante’ porque ‘no cuentan’ aún con un ‘partido revolucionario’”. En la reunión, el secretario ejecutivo de la COB Jaime Solares reconoció que “ningún líder ni ningún partido político dirigió este levantamiento popular.... Este conflicto, lamentablemente, no tuvo una dirección unitaria. Los trabajadores bolivianos, desde abajo, fueron los que echaron a patadas del poder al asesino ‘Goni’.”

Manifestación en La Paz, 16.10.03 Manifestación multitudinaria en La Paz, 16 de octubre. El enorme poder de las masas trabajadoras, traicionado por falsos dirigentes reformistas y nacionalistas. (Foto: Jorge Sáez/AP)

El dirigente minero Miguel Zuvieta admitió que “Ningún sindicato ni partido de izquierda se imaginó la magnitud del conflicto que se venía.... La masacre de El Alto (el 12 de octubre) fue el detonante que hizo estallar la guerra contra el gobierno y el imperialismo. De ahí para adelante, el conflicto se nos escapó de las manos. Fue incontrolable.” Entonces, al no poder controlar ni contener el estallido de furia de las masas trabajadoras, los dirigentes decidieron terminar la huelga general indefinida, levantar los bloqueos de carreteras y dar un plazo de 90 días a Mesa. El dirigente de la Central Obrera Departamental de Oruro, David Rojas, hablaba de “esperar los resultados de la gestión del nuevo presidente de la República” (La Patria [Oruro], 19 de octubre).

Por su parte, el Partido “Comunista” de Bolivia, protagonista de mil traiciones estalinistas, pide que Mesa adopte un plan de emergencia, advirtiendo que la ausencia de éste “es una amenaza a la estabilidad del nuevo gobierno”, que está siendo “cuestionado por sectores ultraizquierdistas y radicales que creen, irresponsablemente, llegado el momento del cambio revolucionario” (comunicado del PCB, 22 de octubre).

Uno de los dirigentes más populares y con apoyo casi unánime entre la “izquierda” es Roberto de la Cruz de la COR de El Alto, organismo cuya combatividad refleja la presencia en la ciudad de muchos ex mineros “relocalizados” por el cierre de las minas estatales mediante el odiado Decreto 21060. Tras la huida de Sánchez de Lozada, De la Cruz anunció: “Es el triunfo de los pobres, de los obreros y de los campesinos.” Durante el mitin del día 18 en la Plaza de San Francisco, el dirigente obrero alteño pidió a los trabajadores “que juren solemnemente no traicionar el movimiento social boliviano y pelear incansablemente hasta que los pobres accedan al poder”, según informó El Diario (19 de octubre). Pero los dirigentes,
incluido él mismo, ya habían traicionado la lucha de los trabajadores. “Por su parte,” reportó el mismo periódico, “el secretario ejecutivo de la Central Obrera Regional de El Alto, Roberto de la Cruz, dijo que se dará un tiempo para que el nuevo Jefe de Estado organice su gabinete para que comience a reanudar las negociaciones referidas a la atención de las demandas laborales.”

Posteriormente, De la Cruz ha endurecido su retórica contra el gobierno de Mesa, aunque dirige sus ataques sobre todo a ministros y asesores. A la vez, promueve el veneno chilenofóbico, reflejo de los peores aspectos del nacionalismo burgués, que ha marcado sobre todo el discurso del MAS en la “guerra del gas”. Así el dirigente de la COR alteña sostiene acerca del nuevo presidente que “sabemos que está rodeado por una logia chilenófila”.

Después de la masacre de El Alto, la COR emitió un “Mensaje instructivo a los valientes trabajadores de la ciudad de El Alto que resisten al gobierno servil al imperialismo yanqui Sánchez de Lozada” bajo el título “No pararemos hasta derrocar al gobierno fascista y asesino”. Pero a pesar de su lenguaje rimbombante, termina apelando a los parlamentarios de la ciudad regida por el gobiernista MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que se originó como partido de la izquierda “moderada” para luego aliarse con el dictador Hugo Bánzer) a “identificarse con el movimiento popular de los trabajadores”, y “a la inteligencia de la Policía Nacional, a resguardar los intereses del pueblo de Bolivia”.

Pedir a los verdugos policíacos que defiendan los “intereses del pueblo” es sembrar ilusiones suicidas. Muchos grupos de izquierda han alentado ilusiones en el papel de la policía en Bolivia, tanto en febrero como hoy. Pero mostrar una bandera blanca y dejar pasar a los manifestantes no es lo mismo que pasar al lado de las masas insurrectas, como sostienen los oportunistas. Los policías son represores profesionales, especializados en ataques antiobreros. En el caso del ejército, hemos llamado a la formación de consejos de los soldados obreros y campesinos conscriptos contra sus oficiales burgueses. Al contrario de los seudoizquierdistas, los revolucionarios decimos la verdad, que la policía y la oficialidad militar constituyen el brazo armado de la burguesía, la columna vertebral del estado capitalista.

Es falsa la afirmación de los dirigentes sindicales, campesinos y de los partidos de “oposición” de que sólo han emprendido un “repliegue táctico”. Han sostenido en el momento crucial la opción de recambio de la burguesía. Proclaman abiertamente la colaboración de clases con este hombre de Goni, a quien se ha calificado con completa razón como un “cachorro de la burguesía”, representante de la misma política y de la misma clase capitalista. Después de afirmar que no querían el mismo régimen “con otra pollera”, es exactamente esto lo que están respaldando. ¡No es para eso que sacrificaron la vida unos 140 obreros y campesinos, no es por eso que cayeron heridos más de 500 trabajadores, jóvenes y vecinos de barrios pobres!

Abajo la contrarrevolución “democratizante”  –  ¡Obreros al poder!

Uno de los fenómenos más llamativos de los últimos días ha sido el esfuerzo de la burguesía boliviana y sus amos imperialistas para canalizar la ira de las masas hacia una falsa salida “democrática”. Para este propósito han contado con la ayuda de casi toda la gama de la izquierda oportunista, desde las bancadas de la “oposición” parlamentaria hasta la supuesta extrema izquierda, incluso aquélla que se proclama trotskista.

Pulso, tapa, 13.10.03 Incluso sectores liberales se unieron a la exigencia de renuncia de
“Goni” (ver tapa de la edición extra del semanario Pulso), presentando la cuestión como una de democracia (burguesa). Los marxistas luchamos por un programa clasista revolucionario.

Desde hace tiempo, el MAS de Evo Morales ha pedido la convocatoria de una asamblea constituyente para “refundar el país” a través de una nueva constitución. A la zaga van varias organizaciones de izquierda, entre ellas la pequeña Liga Obrera Revolucionaria–Cuarta Internacional (afiliada a la Fracción Trotskista encabezada por el Partido de Trabajadores por el Socialismo argentino). La carta de presentación programática de la LOR-CI ha sido la exigencia de una asamblea constituyente, a la que agregan el adjetivo “revolucionaria”. Pero esta política no tiene nada de revolucionario, y es descaradamente seguidista. En un suplemento de su periódico Lucha Obrera (29 de septiembre) escriben: “El MAS y Evo Morales han hablado en diversas ocasiones de Asamblea Constituyente ¡que pasen de las palabras a los hechos y la inscriban en el programa de la movilización, pues es ahora cuando se trata de luchar por imponerla!” De esta manera, igual que las organizaciones abiertamente reformistas, presentan la cuestión como si se tratara fundamentalmente de un problema democrático.

Ahora, el nuevo presidente Carlos Mesa ha hecho suya la consigna de la asamblea constituyente. En su primer discurso como presidente, prometió “refundar” el país mediante la convocatoria de una constituyente. Para tal propósito cuenta con el apoyo entusiasta nada más ni menos que del Banco Mundial. Afirma este cártel de banqueros imperialistas chupasangre: “Para cuidar las inversiones se necesita de paz social, obviamente pensamos que con los diálogos que van a tener en el referéndum [sobre la venta del gas] y la constituyente va a ayudar” (Bolpress, 22 de octubre). Como escribimos acerca de la “asamblea constituyente” en nuestro artículo, “Arde Bolivia: La guerra del gas, ¡Obreros al poder!” (14 de octubre), “En boca de los politiqueros burgueses y pequeñoburgueses, esta consigna es una medida para impedir que la lucha escape de los límites de la ‘democracia’ capitalista; para grupos de izquierda, es una política para evadir la necesidad de luchar de a de veras por la revolución obrera, una suerte de ‘programa mínimo’.”

Jaime Solares y otros dirigentes de la COB blanden la amenaza de que si el gobierno de Mesa no rinde los frutos que sean de su agrado, podrían convocar una “Asamblea Popular”. Desde 1971, cuando se estableció la Asamblea Popular bajo la sombra del general J.J. Torres, su restablecimiento ha sido el sueño dorado de la principal organización seudotrotskista de Bolivia, el Partido Obrero Revolucionario (POR) de Guillermo Lora. En realidad, dicha asamblea ató a los obreros a sectores burgueses, y su incapacidad para organizar una resistencia al golpe del general Bánzer fue seguida por la conformación de un frente popular en el exilio con el mismo Torres.

Ni Asamblea Constituyente ni Asamblea Popular, sino el programa bolchevique de poder para consejos de obreros, campesinos y soldados, como los soviets que tomaron el poder en la Revolución Rusa de octubre de 1917: éste debe ser el programa de los auténticos revolucionarios en Bolivia hoy. En los meses anteriores a la Revolución de Octubre, los partidos oportunistas les dijeron a los campesinos que una “asamblea constituyente” les daría la tierra y pondría fin a la guerra imperialista. El Partido Bolchevique, dirigido por V.I. Lenin y León Trotsky, les instó a que tomaran las tierras con sus propias manos. A los obreros y soldados les dijo que tomaran, junto con sus hermanos campesinos, todo el poder, extendiendo la revolución a los países vecinos y al poderoso proletariado de los países imperialistas.

En Bolivia desde tiempos de la colonia los indígenas han estado sometidos a una brutal opresión y exclusión. En este país, donde desde la rebelión de Túpac Katari en 1781 la burguesía vive atemorizada por el espectro de un cerco indígena a La Paz, llamamos a luchar por un gobierno obrero-campesino-indígena, que será la dictadura del proletariado contra la dictadura del capital. Enfatizamos que la base del programa revolucionario es el internacionalismo proletario, que es lo contrario del nacionalismo antichileno que sólo obstaculiza la necesaria unificación con los trabajadores de Chile, Perú y toda América Latina. Una revolución obrera en Bolivia tendrá que extenderse a toda la región, buscando formar una federación andina de repúblicas obreras como componente de los Estados Unidos Socialistas de América Latina. Es crucial que se extienda también al proletariado de Estados Unidos en una lucha para derrotar de una vez para siempre al imperialismo y todos sus “cachorros” burgueses de las semicolonias.

A pesar de la “tregua” decretada por las cúpulas, en la base la lucha sigue. Los campesinos han tomado las tierras de la familia Sánchez de Lozada. Se ha planteado la consigna de ocupar las minas de Goni, y que los mineros mismos deben imponer la expropiación de todas las minas y el control obrero de la producción. En la región del Chapare sigue la represión contra los campesinos que reivindican el libre cultivo y comercialización de la coca y se oponen a los programas imperialistas de erradicación. Se informa que hace un año, cuando el presidente boliviano visitó la Casa Blanca, le dijo al presidente Bush que si siguiera con este programa de erradicación, “Dentro de un año yo podría estar aquí de vuelta pidiendo asilo político” (New York Times, 23 de octubre). En efecto, así fue.

Defendemos la lucha de los campesinos cocaleros de Bolivia, donde el uso de la hoja de coca es tradicional desde tiempos inmemoriales. Subrayamos que para liberarse de la garra del imperialismo yanqui hay que enfrentarse a la “guerra contra la droga” desatada por Washington. En realidad se trata de una guerra contra los oprimidos de Latinoamérica y en contra de los ghettos negros y barrios latinos pobres de los EE.UU. Los marxistas nos oponemos a la ilegalización de las drogas (como también nos oponemos a leyes contra el alcohol).

En el curso de las movilizaciones, se han planteado muchas exigencias y reivindicaciones de indudable importancia, entre ellas la derogación del Decreto 21060 y de la Ley de Hidrocarburos; fuera tropas y asesores imperialistas; salario mínimo vital con escala móvil contra la amenaza de inflación; anulación inmediata de todas las órdenes de aprehensión, y otras. Para luchar por estas consignas lo fundamental es enarbolar la estrategia y perspectiva de la revolución permanente, para una lucha clasista consecuente, capaz de arrancar de las manos de la clase dominante y su estado las necesidades apremiantes de las masas trabajadoras.

En cada viraje decisivo de la lucha de clases, los dirigentes traidores han entregado el poder a la burguesía. Así fue en abril de 1952, cuando Juan Lechín y sus seguidores le dieron el poder en bandeja de plata a Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Zuazo. Así fue en 1970-71, cuando el Comando Político de la COB fungió de edecán para el general J.J. Torres. Así fue en 1982, cuando cayó la dictadura militar y entró el frente popular burgués de Siles Zuazo, Jaime Paz Zamora y el PCB, gobierno que preparó el escenario para la vuelta del jefe emenerrista Paz Estenssoro para que cerrara las minas y echara a la calle a miles de mineros. Y así es hoy, cuando Solares y la COB entregaron el poder a Mesa, con la aprobación del MAS, el MIP y el resto de los partidos de la “oposición”.

Hay que extraer las lecciones políticas de esta historia utilizándolas para forjar el núcleo de una nueva dirección que esté a la altura del enorme heroísmo y voluntad de lucha de los trabajadores bolivianos. “Cuando tengan problemas, nos llaman nomás”, dijo un minero de Huanuni al salir de La Paz (El Potosí, 19 de octubre). Otros mineros fueron más explícitos: “Si hay que derrocar, nos llaman.” Hay que preparar el derrocamiento definitivo no sólo de uno que otro politiquero burgués, ni tan sólo de un “modelo neoliberal” sino del sistema capitalista de explotación y muerte. Tal como señaló León Trotsky en La revolución permanente (1930):
“Con respecto a los países de desarrollo burgués retrasado, y en particular de los coloniales y semicoloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la resolución íntegra y efectiva de sus fines democráticos y de su emancipación nacional tan sólo puede concebirse por medio de la dictadura del proletariado, empuñando éste el poder como dirigente de la nación oprimida y, ante todo, de sus masas campesinas....
“El triunfo de la revolución socialista es inconcebible dentro de las fronteras nacionales de un país.... La revolución socialista empieza en la palestra nacional, se desarrolla en la internacional y llega a su término y remate en la mundial. Por lo tanto, la revolución socialista se convierte en permanente en un sentido nuevo y más amplio de la palabra: en el sentido de que sólo se consuma con la victoria definitiva de la nueva sociedad en todo el planeta.”
Este debe ser el programa de un futuro partido bolchevique trotskista en Bolivia. n

¡Volveremos!
“Si hay que derrocar, nos llaman”, dicen los mineros. Hay que preparar el derrocamiento definitivo del sistema capitalista de explotación y muerte.
Mineros salen de El Alto, 18.10.03
Los mineros, saliendo de La Paz, pasan por El Alto, el 18 de octubre.
(Foto: Dado Galdieri/AP)


Con los mineros rumbo a La Paz
“Lo más importante es que no hay un partido revolucionario”

Publicamos a continuación el relato de una universitaria orureña que participó de una de las marchas a La Paz.

Hemos partido en una marcha desde Oruro rumbo a la ciudad de La Paz. Los oficialistas habían manejado una serie de mentiras, llevaron a gente para decir muchas cosas, incluso había militantes del MNR [Movimiento Nacionalista Revolucionario, partido de Sánchez de Lozada] que se pusieron a llorar diciendo “No vayan, jóvenes”. A pesar de todo eso, los universitarios nos fuimos a La Paz.

Enfrentamiento en Patacamaya, 16.10.03 Enfrentamiento entre marchistas y el ejército en Patacamaya, 16 de octubre. (Foto: Nacho Calonge/AP)

Rumbo a La Paz pasamos por Patacamaya. Estaban mineros cooperativistas de Huanuni y Colquiri, y estaban los comerciantes minoristas. Sobrepasaban los cinco mil. Un día antes, desde un avión habían disparado a los mineros. Había tres muertos que estaban velando allí. Había militares en Patacamaya que impedían el paso de los mineros a La Paz. Entonces, nosotros llegamos, por lo menos mil estudiantes o más de Oruro, llegamos en la tarde. Allí nos informaron que había militares y que no podíamos pasar. Al día siguiente, nos dejaron salir, porque vimos que eran pocos y se podría rebasar. De Patacamaya a La Paz no había más obstáculos. Llegamos a La Paz el día viernes cuando Sánchez de Lozada ya había renunciado. Nos recibió un comité de movilización allá.

En varios lugares ha habido la consigna de “Obreros al poder”. Incluso en el último ampliado de la COD de Oruro, se gritaba la consigna “Obreros al poder”. Sin embargo, creemos que si no hay una respuesta clara puede revertirse porque la burocracia y las camarillas utilizan doble discurso. Han estado en este movimiento, pero para debilitarlo.

En La Paz había varias personas que estaban inconformes con lo de Carlos Mesa, y que decían que se podía haber avanzado mucho más de eso. La gente en El Alto, el recibimiento a los universitarios y los demás sectores, era radical, más radical de hecho que en la ciudad de La Paz. Nos recibieron con vivas, “muera Goni” entonces. Era llamativa la solidaridad de los campesinos en toda la trayectoria, de gente muy humilde, en toda la caminata.

La gente va a darse cuenta de que Carlos Mesa representa sectores de la clase dominante y no dará respuestas al pliego de reivindicaciones. Pero si no se da una posición clara, se podría fortalecer a los oportunistas. El estalinismo, por ejemplo, ha jugado un papel muy traidor respecto a este movimiento, al querer pacificarlo. Lo más importante es que no hay una verdadera dirección, no hay un partido revolucionario.

English version: Bolivian Workers Uprising Knifed 
Ver también:   Arde Bolivia: ¡Obreros al poder! 


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