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abril de 2017

¡Defender a Siria!

¡Echar a los imperialistas
del Medio Oriente!


Contingente internacionalista en manifestación del 7 de abril en Nueva York denunciando el ataque norteamericano contra Siria.  (Foto: El Internacionalista)

Publicamos a continuación una traducción de un volante repartido por nuestros camaradas del Grupo Internacionalista/EE.UU. en protestas de emergencia en las ciudades de Nueva York, Los Angeles y Portland, Oregon en contra del ataque norteamericano contra Siria.

7 de ABRIL – Alrededor de las 4 de la madrugada del 7 de abril, hora de Medio Oriente (jueves por la noche en el Hemisferio Occidental), Estados Unidos realizó un ataque con misiles en contra de una base de la fuerza aérea siria. Este ataque, personalmente autorizado por el presidente Donald Trump, fue anunciado como represalia por un supuesto ataque sirio con armas químicas en el poblado de Khan Sheikun, en el que según informes habrían muerto hasta 100 personas el 4 de abril. No hay pruebas de que el gobierno sirio lanzara este ataque, y en cambio hay una cantidad considerable de evidencia circunstancial que sugiere fuertemente que no fue así. Funcionarios del Pentágono anuncian que están considerando realizar más acciones militares en contra de Siria.

El ataque con misiles de esta mañana es una descarada agresión imperialista y debe ser objeto de protestas alrededor del mundo. El Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional llaman a la movilización en defensa de Siria en contra de ataques norteamericanos y a echar a los imperialistas de EE.UU. y sus aliados de la OTAN del Medio Oriente. Los imperialistas norteamericanos son los mayores asesinos de masas en la faz del planeta, habiendo masacrado a más de tres millones de personas en Corea en los años 1950 y más de dos millones en Vietnam en los 1960 y 70, además de ser responsables de la muerte de más de un millón de iraquíes desde que invadieron y comenzaron la ocupación del país en 2003 (más otro millón en virtud de las sanciones de la “ONU” impuestas en los años 1990).

Es por medio de tales incidentes que los imperialistas suelen iniciar sus guerras: desde la explosión del USS Maine como pretexto para iniciar la invasión norteamericana de Cuba (1898) hasta el incidente del Golfo de Tonkín (1964), que fue empleado para justificar los bombardeos norteamericanos de Vietnam del Norte. Más recientemente se dio el timo de que los soldados iraquíes supuestamente estaban matando bebés en Kuwait, que fue utilizado para conseguir apoyo a favor de la Guerra del Golfo Pérsico en 1991, así como las inexistentes “armas de destrucción masiva” que se inventaron para vender la invasión de 2003 de Irak. En 2013 se empleó el mismo ardid, cuando se acusó al gobierno sirio de usar armas químicas en Damasco, aunque falló en esa ocasión debido al extendido rechazo público en EE.UU. e Inglaterra a ir a la guerra.

Ahora, el ataque ordenado por Donald Trump ha unido a demócratas y republicanos a favor de la agresión imperialista. Las quejas de los demócratas alegando interferencia rusa en las elecciones del año pasado serán acalladas por el redoble de los tambores de guerra. El jueves, la candidata demócrata Hillary Clinton, en una charla durante una cumbre de “Mujeres en el mundo” realizada en Nueva York para honrarla, llamó a destruir la fuerza aérea siria. Clinton es una sanguinaria guerrerista que representa a Wall Street, responsable de la destrucción de Libia, y ha estado presionando desde hace años para atacar a Siria y que se muere de ganas de iniciar una confrontación militar con Rusia.

El Grupo Internacionalista en Tijuana denuncia agresión imperialista en contra de Siria, septiembre de 2015. (Internationalist photo)

Previamente, el régimen de Trump había dicho que la remoción del presidente sirio Bashar Assad no le representaba una prioridad. Ahora, el racista, misógino, antiinmigrante y ultrachovinista estadounidense de la Casa Blanca dice estar moralmente indignado por las imágenes de niños muertos, y que EE.UU. está impulsando un “cambio de régimen” en Damasco. El miércoles, la embajadora de Trump ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, hizo amenazas de guerra en contra de Siria en la “cumbre” de mujeres. A la mañana siguiente, el Grupo Internacionalista y los Clubes Internacionalistas de la Universidad de la Ciudad de Nueva York protestaron con pancartas que, entre otras, decían: “La guerrerista Hillary y Nikky Haley, la representante de Trump: no son mis ‘hermanas’”.

La histeria de guerra en contra de Siria ha sido azuzada al unísono por los medios imperialistas, vendiendo propaganda de grupos yijadistas en Siria que luego es repetida por diversos políticos capitalistas demócratas y republicanos. Algunos liberales se encuentran “conflictuados”, pero no tardarán en alinearse. Sus compañeros de ruta en la izquierda socialdemócrata fingen hacer una distinción, llamando a los imperialistas a ayudar a los “rebeldes” sirios, pronunciándose inclusive por dotarles de armamento pesado y de misiles antiaéreos. Su “Revolución Siria” es un mito, que no consiste más que en asesinos islamistas sedientos de sangre. En este coro, los guerreristas imperialistas y sus lacayos son todos enemigos de los trabajadores y de los pueblos oprimidos.

Es muy pronto para decir con certeza qué ocurrió exactamente en Khan Sheikun el 4 de abril. Portavoces del imperialismo como el New York Times (7 de abril) dicen que “evidencia independiente sigue sugiriendo que el ejército sirio es culpable”. Sin embargo, no se ha presentado tal evidencia. Es más, no hace sentido ni política ni militarmente que el régimen sirio lanzara un ataque químico, estando bien consciente por su experiencia previa de que algo así podría conducir a un ataque imperialista a gran escala en su contra. Además, el ejército sirio está ganando la guerra en lo militar, habiendo recuperado Alepo y hecho replegarse tanto a los islamistas patrocinados por Occidente como al Estado Islámico en diversos frentes.

La versión norteamericana no es consistente y parece un montaje. La afirmación de que se usó gas sarín es muy poco plausible por diversas razones, incluido el color de los cuerpos de las víctimas y el hecho de que los “rescatistas” aparecen en las imágenes manipulándolos sin guantes (o siquiera mascarillas). Los cuerpos que aparecen en las fotografías habían sido previamente transportados desde algún otro lugar a la base de los Cascos Blancos sirios, que fueron quienes distribuyeron buena parte de las fotos. Objeto de adoración en los medios occidentales, esta organización (financiada por EE.UU. y otros gobiernos imperialistas) está directamente vinculada a Jabhat Fatah al-Sham, otrora conocido como el Frente Al-Nusra, la filial siria de Al Qaeda, que tiene esa población bajo su control.

Es preciso preguntar primero en estas poco claras circunstancias quién se beneficia (cui bono). Damasco entregó la totalidad de su arsenal químico en 2014 a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), que supervisó y certificó su remoción. Un ataque químico es lo último que querría el régimen sirio. Sin embargo, la oposición armada, que está militarmente debilitada, necesita desesperadamente incrementar el respaldo imperialista, lo que ahora ha conseguido. También vale la pena señalar que el ataque ocurrió precisamente cuando estaba a punto de comenzar otra ronda de pláticas de “paz” entre el gobierno sirio y la oposición, lo que ha llevado (como era de esperar) a su cancelación.

Hay varias explicaciones alternativas, incluida la de que se trató de una operación de “bandera falsa” como la de agosto de 2013, cuando islamistas lanzaron misiles con cabezas químicas en contra de un suburbio rebelde rival en Damasco para luego culpar al régimen de Assad, y así provocar un ataque norteamericano. Otra posibilidad, presentada por Rusia, es que el ataque aéreo en contra de un depósito de armas de Fatah al-Sham haya desencadenado la explosión de químicos precursores altamente tóxicos almacenados en el lugar. Los yijadistas han usado armas químicas en Siria en varias ocasiones, y el gobierno sirio ha enviado quejas oficiales ante la OPAQ por el hecho de que la oposición armada ha traído desde Turquía tales químicos.

La respuesta de los imperialistas a esto ha consistido en retratar al hombre fuerte sirio Assad como un ogro de historieta y como la personificación del mal, un Hitler moderno que se deleita asesinando bebés. En realidad, sin embargo, Assad es un gobernante burgués autoritario que ha logrado mantenerse en el poder tras seis años de un levantamiento patrocinado por los imperialistas debido al apoyo de su base alauita, de otras minorías étnicas y religiosas, así como de sectores de la burguesía musulmana sunita que teme el colapso de siria en el marco de una guerra civil sectaria. El GI y la LIVI están por la derrota de todos los bandos en este conflicto comunalista, llamando al mismo tiempo a derrotar a los imperialistas y a echarlos de Medio Oriente.

El Pentágono ha incrementado sus fuerzas militares en Siria, que ahora suman más de un millar de efectivos. EE.UU. está despachando escuadrones de la muerte, lanzando equipos de asalto en helicópteros y comandando una fuerza de tropas árabes y kurdas para cercar Raqqa, la capital del Estado Islámico. Al mismo tiempo que nos oponemos a los ultrarreaccionarios guerreros santos islamistas del Estado Islámico, reconocemos que todo golpe militar en contra de los merodeadores imperialistas juega en interés de los trabajadores del mundo. Llamamos por la defensa de Raqqa (y Mosul en Irak) en contra del ataque norteamericano y por la derrota de los atacantes del YPG kurdo que están actuando como tropas mercenarias de EE.UU. y la OTAN.

En Washington, el ataque contra Siria señala el predominio del establishment militar y de las agencias de espionaje, así como el de los dirigentes demócratas y republicanos en el Congreso que han estado impulsando desde hace años un enfrentamiento con Rusia en Siria. Espoleados por los sionistas israelíes, quieren echar a Assad para enfrentar a Irán y asegurar el dominio imperialista norteamericano en la región. Ahora que Trump se ha alineado, estos envejecidos combatientes de Guerra Fría tienen a los rusos en sus mirillas. El presidente ruso Vladimir Putin está intentando ganar tiempo, llamando por una “investigación objetiva” de las muertes en Khan Sheikun. Pero habiéndose convertido en el casus belli (la excusa para la guerra) que todas las facciones en Washington ahora quieren, cualquier investigación sólo sería una excusa para intensificar las acciones bélicas.

Entretanto, EE.UU. (que lanzó bombas atómicas contra Japón) está amenazando a Corea del Norte con una fuerza “arrolladora” en virtud de sus pruebas nucleares. Defendemos a Corea del Norte, lo mismo que a China y a los aún existentes estados obreros deformados, en contra del imperialismo y la contrarrevolución interna.

El Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional han insistido en que las guerras que se sobreponen en el embrollo sirio, el único resultado progresista para los oprimidos en esta región en que habitan interpenetrados una miríada de pueblos y comunidades étnicas/religiosas, es la lucha por la revolución proletaria en todo Medio Oriente. Las fuerzas fundamentales que pueden poner fin a la sangría intercomunitaria y expulsar a los invasores imperialistas se encuentra en los proletariados turco y egipcio, que con sus millones de trabajadores deben, en primer lugar, derribar a sus propios gobernantes capitalistas. La lucha por una república socialista unificada del Kurdistán y por un estado obrero árabe/hebreo en Palestina sólo podrá triunfar en el marco de una federación socialista del Medio Oriente.

Los trabajadores en los centros imperialistas tienen el papel fundamental de movilizar su poder para detener a los sangrientos guerreristas que pretenden iniciar una carnicería más en Medio Oriente. Para poner fin a las interminables guerras que han hecho jirones la región, es necesario aplastar al imperialismo mediante una revolución obrera internacional. Esto requiere, sobre todo, la dirección de partidos comunistas internacionalistas, construidos sobre la base del programa de los bolcheviques de Lenin y Trotsky, en una IV Internacional reforjada, que sería el verdadero partido mundial de la revolución socialista. ■