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mayo de 2012 ¡Plenos derechos de
ciudadanía para todos los inmigrantes! Elecciones y
deportaciones en EE.UU.:
¡por un partido obrero revolucionario! Contingente
internacionalista en la marcha del Primero de Mayo
de 2011 en Nueva York.
(Foto: The Internationalist) ¡No a “Comunidades Seguras”! ¡Fuera ICE! Demócratas y republicanos: enemigos de los inmigrantes El
Primero de Mayo, día internacional de los
trabajadores, millones de personas alrededor del
mundo toman las calles para manifestarse a favor
de la causa obrera. En los Estados Unidos, desde
las masivas marchas que tuvieron lugar en 2006, el
Primero de Mayo ha sido también el
día de los trabajadores inmigrantes. El
1° de mayo de 2008, cuando los estibadores
hicieron historia al paralizar todos los puertos
en la Costa del Pacífico de EE.UU. para
poner alto a la guerra de Irak e
Afganistán, también llamaron a
defender los derechos de los inmigrantes. Hoy en
día, los inmigrantes están bajo
ataque mientras la Corte Suprema prepara su
dictamen sobre si la ley cazamigrantes de Arizona
es consistente con la Constitución,
mientras las redadas y deportaciones siguen a todo
vapor. La
más reciente redada a escala nacional,
llamada Cross-Check (Chequeo Cruzado), se
realizó en la última semana de marzo
e involucró a 2 mil agentes de la ICE
(Agencia de Control de Aduanas e
Inmigración) con el respaldo de otras
agencias federales y con policías estatales
y municipales. Los policías vestidos con
uniforme negros, llegaban sigilosamente en horas
de la madrugada para irrumpir violentamente en los
hogares de miles de inmigrantes, supuestamente en
busca de personas que aparecían en una
lista de “criminales”. En realidad detuvieron a
toda persona que ahí encontraron: 3 mil 200
en total fueron arrestados y declarados material
deportable. Para
el Primero de Mayo de 2012, la campaña
electoral para la presidencia norteamericana
marcha a toda velocidad. En las primarias del
Partido Republicano, cada candidato intentó
adoptar posiciones más reaccionarias que
los demás, y eso en torno a cualquier
asunto: al amenazar con bombardear Irán,
con la promesa de más exenciones
tributarias para los ricos y más recortes
de servicios sociales para los pobres, de atacar a
los sindicatos del sector público mientras
vituperan contra el aborto y truenan contra los
“inmigrantes ilegales”. El virtual candidato
republicano, con el sustento financiero de grandes
sumas de los banqueros de Wall Street, es Mitt
Romney, quien ha instado a los migrantes a que se
“autodeporten”. Mientras
tanto,
el presidente demócrata Barack Obama busca
aventajar a los republicanos en materia de guerra
imperialista en el exterior y de represión
policíaca al interior. Atascado en una
depresión capitalista que seguirá
durante varios años, se conformó con
recortes drásticos en los programas de
ayuda social en aras de reducir los
déficits presupuestarios. Obama ha tomado
la delantera en una arremetida bipartidista contra
los maestros y la educación pública.
Atacó frontalmente las libertades civiles e
hizo del asesinato una de las principales armas de
la “guerra contra el terrorismo”, emitiendo
decretos secretos que autorizan el asesinato en
cualquier lugar incluso de ciudadanos
norteamericanos. Al
arrojar algunas migajas al movimiento Ocupa Wall
Street que irrumpió en la escena
pública en el otoño del año
pasado, Obama pronuncia huecas frases populistas
contra la desigualdad. Sin embargo, su
política económica está en
manos de banqueros de Wall Street, y su “reforma
de la salud”, que se anunció con bombo y
platillo, entregará miles de millones de
dólares a las aseguradoras. Al mismo tiempo
que solicita los votos de los hispanos al prometer
una vez más que hará de la reforma
migratoria una prioridad después de
la reelección, Obama ha deportado unos 400
mil inmigrantes cada año, un récord
que sobrepasa con creces el número de
deportados alcanzado por su antecesor, George W.
Bush. Obama
merece el título de “Mr. Deportation”, como
remarcó un camarada trabajador inmigrante
del Grupo Internacionalista en un taller sobre
“Los inmigrantes y el movimiento Ocupa” en el
marco del Foro de la Izquierda celebrado en marzo
en Nueva York. Sin embargo, no obstante las
redadas y la masiva militarización de la
frontera con México realizada por su
administración, los líderes de las
principales organizaciones hispanas y de
inmigrantes siguen apoyando al Partido
Demócrata. Hasta los dirigentes del Grupo
de Trabajo de Ocupar Wall Street por la Justicia
para los Trabajadores Inmigrantes que organizaron
el taller, instaron a los asistentes a dar a Obama
“el beneficio de la duda”. La
“esperanza” que proclamó Obama en 2008 fue
falsa desde el inicio. Su compromiso de
campaña de promulgar una reforma migratoria
“significativa” durante su primer año en
funciones se archivó sin más. A
diferencia de los liberales y de varios grupos de
izquierda reformista que refrendaron o promovieron
su candidatura, el Grupo Internacionalista
advirtió que tanto Demócratas como
Republicanos son enemigos de los inmigrantes y de
todos los trabajadores. Llamamos en ese entonces,
como hacemos hoy también, a movilizarnos
por poner alto a las redadas y deportaciones, a
luchar por plenos derechos de ciudadanía, y
a construir un partido obrero revolucionario. La
bipartidista ofensiva antiinmigrante
Policías del ICE, la odiada
“migra”, vigilan manifestación en Miami.
En
los debates realizados durante las primarias
republicanas, los candidatos compitieron para ver
quién era el más feroz
antiinmigrante. En un debate realizado en
septiembre pasado, el gobernador de Texas, Rick
Perry, exigió que más
policías y miembros de la Guardia Nacional
“resguarden la frontera”. La congresista Michelle
Bachman de Minnesota exigió la
construcción de un muro impenetrable a lo
largo de la frontera con México, diciendo
que enfrentamos “narcoterroristas”. ¿Y
qué son entonces los norteamericanos que
contrabandean armas hacia México? Herman
Cain se pronunció a favor de la
construcción de una malla eléctrica
con el suficiente voltaje para matar a quien la
toque. Romney,
el republicano que encabeza las preferencias (y
cuyo padre nació en México)
presentó cínicamente su llamado por
la “autodeportación” como una alternativa
más amable que la de arrestar a la gente.
Los inmigrantes volverían a casa
simplemente “porque no pueden encontrar trabajo
aquí”. ¿Y eso cómo se
conseguiría? Estableciendo una credencial
de identidad a los trabajadores “legales” – una
tarjeta de identidad nacional y un sistema
computarizado de verificación laboral que
sería utilizado para estrechar el control
policíaco sobre toda la población.
Además, Romney ha venido respaldando la
pila de leyes estatales que pretenden fortalecer
la represión policíaca para hacer
intolerable la vida de los inmigrantes. En
Arizona, ha habido un flujo constante de racistas
leyes antiinmigrantes desde que se aprobó
en 2002 la ley “English only” (sólo se
habla inglés). El sheriff del condado de
Maricopa, Joe Arpaio, se jacta de que cuenta con
una fuerza aérea privada de 30 aviones para
rastrear inmigrantes en el desierto y con una
partida de voluntarios cazamigrantes. Grupos
fascistas de cazadores de humanos, como los del
Minuteman Project y grupos paramilitares neonazis,
han montado patrullas armadas a lo largo de la
frontera entre Arizona y Sonora, y han asesinado a
varios inmigrantes; ahora, una nueva ley en
Arizona (la SB 1083) ha autorizado la
formación de grupos paramilitares
voluntarios. Entretanto,
se
ordenó a las escuelas de Tucson el
año pasado que cancelaran un programa de
estudios mexicano-americanos por violar la ley
estatal (HB 2281) que prohíbe la
realización de estudios étnicos que
“promuevan el derrocamiento del gobierno
norteamericano”. Luego, al implementar la medida,
el distrito expurgó los salones de clase de
cualquier libro que tuviera “como temas centrales
cuestiones de raza, etnicidad y opresión”.
Entre los libros prohibidos en Tucson se encuentra
House on Mango Street de Sandra Cisneros y
La tempestad de Shakespeare (¡!).
Cisneros se sumó a la caravana
Librotraficante que partió de Houston para
introducir nuevamente y de contrabando los libros
prohibidos a Tucson. Leyes
similares a la SB 1070 de Arizona (aprobada en
2010), han sido promulgadas en Alabama, Georgia,
Indiana, Carolina del Sur y Utah. Estas leyes
convierten en delito el que los trabajadores
indocumentados busquen trabajo o carezcan de
documentos migratorios, y exigen que la
policía detenga a quienquiera de quien
tenga la “sospecha razonable” de que no es un
residente legal. Con esto no sólo se
promueven los “perfiles raciales” contra los que
“parecen mexicanos”, sino que realmente traen a la
mente a la Alemania nazi en la que la gente era
detenida en la calle porque “parecía
judía” o a la Sudáfrica del apartheid
con sus leyes de pases. Después
de
que se aprobó la ley en Georgia, miles de
trabajadores agrícolas abandonaron el
estado. Los rancheros se quejaron de que los
cacahuates, duraznos, moras y otros productos se
estaban pudriendo en los campos por falta de
trabajadores que los cosecharan. La ley de Alabama
fue aún más lejos, al ordenar a las
escuelas que investigaran el estatus migratorio de
los padres de los estudiantes. El temor
sacudió a las comunidades como la de
Albertville, localidad en la que se encuentran
plantas procesadoras de aves de corral. Cuando un
juez federal respaldó la ley en septiembre
pasado, familias aterrorizadas subieron sus
pertenencias a sus automóviles y huyeron.
En unos días, casi 2 mil estudiantes
latinos tuvieron que abandonar la escuela. Los
reaccionarios antiinmigrantes se vanagloriaron con
el éxodo. Sin embargo, los aterrorizados
trabajadores de Alabama y Georgia no se dirigieron
hacia la frontera, sino a estados cercanos como
Carolina del Norte, donde los intereses
empresariales han puesto las leyes cazamigrantes
en la congeladora (por querer la mano de obra
barata). Y no son sólo los estados
gobernados por republicanos derechistas en el Sur
los que están aterrorizando a las familias
inmigrantes y bloqueando toda posibilidad de
conseguir la ciudadanía. Una iniciativa
para establecer una ley estatal “DREAM”
pereció recientemente en la legislatura de
Nueva York, haciendo trizas las esperanzas de
muchos estudiantes indocumentados.[1] Sin
embargo, la mayor amenaza contra los inmigrantes
–y por mucho– es la que representa el gobierno
federal. Barack Obama utiliza leyes y programas
reaccionarios como “E-Verify” y “Comunidades
Seguras” para echar a los trabajadores
indocumentados de sus empleos y hacer que la
policía local los entregue a la ICE para
que sean deportados cuando son detenidos por
cualquier razón. También está
dando unas ganancias jugosas a la industria
penitenciaria privada, que posee y administra
muchos de los 961 locales utilizados en el
país para mantener a los detenidos,
incluyendo campos de concentración en los
que se mantiene a miles de inmigrantes. Obama
deporta a 400 mil migrantes por año, Hay 961 instalaciones para la detención de inmigrantes en EE.UU., y decenas de miles de detenidos. Varios
estados, incluyendo Nueva York el año
pasado, han optado formalmente por salir del
programa “Comunidades Seguras”. Pero de hecho, el
intercambio de información con la ICE sigue
como antes. Como resultado se ha generado una
crisis nacional entre las familias inmigrantes,
debido a que cuando los padres son deportados se
quedan en el país sus hijos nacidos en
EE.UU. Un informe reciente de la ICE reveló
que en la primera mitad de 2011, 46,486 padres de
niños que son ciudadanos norteamericanos
han sido obligados a abandonar el país. Y
estas cifras no incluyen a los muchos más
que se encuentran detenidos en espera de ser
deportados. La
dimensión de este espeluznante ataque
gubernamental es enorme. Un informe de 2010 del
Pew Hispanic Center estimaba que hay al menos 4
millones de hijos con ciudadanía de
más de 11 millones de inmigrantes
indocumentados que viven en EE.UU. Se trata de una
población mayor que la de varios
países europeos, y todos se encuentran en
riesgo de caer víctimas de las operaciones
de rapto orquestadas por la migra. Un informe del
Applied Research Center, Shattered Families ([familias
destrozadas], noviembre de 2001), reveló
que aproximadamente 5 mil niños se
encuentran temporalmente bajo custodia del
Departamento de Seguridad de la Patria (DHS, por
sus siglas en inglés). El
gobierno de Obama está realizando una
monstruosa operación de tráfico de
menores. Cuando los padres son detenidos, se
los mantiene en centros de detención,
usualmente distantes de sus hogares. Los
niños que se quedan sin guardián
legal son colocados en hogares adoptivos. Si los
padres son deportados o mantenidos en
detención durante meses, las agencias de
seguridad infantil acuden a los tribunales para
cancelar sus derechos de patria potestad por
“negligencia”. Los niños son luego puestos
en adopción, o dados a familias de acogida.
Sus padres no tienen derecho a recuperarlos
incluso si finalmente logran salir del control de
la ICE. Esto
se ha tornado tan notorio que los padres en
Arizona, Alabama y otros estados con leyes
draconianas, han acudido por miles con abogados
para formalizar documentos que garanticen la
custodia de sus hijos en caso de ser detenidos.
Por su vil y gratuita crueldad, esto recuerda a la
dictadura militar argentina en los años
1970, que robaba los hijos de los izquierdistas a
los que asesinaba. Un país en el que los
políticos regularmente hacen prédica
de falsos “valores familiares” para justificar
políticas reaccionarias, está
separando a maridos y esposas, a hijos de sus
padres y devastando a miles de familias. Proletarios
del
mundo, ¡uníos! El
racismo antiinmigrante no es privativo de Estados
Unidos. En Europa, los fascistas griegos han hecho
de los inmigrantes africanos y de Europa Oriental
blanco de ataques asesinos. En las elecciones
presidenciales francesas, el presidente Nicolas
Sarkozy declaró que había
“demasiados extranjeros” en el país,
azuzando la xenofobia para conseguir el apoyo
electoral de la base de Marine Le Pen del Frente
Nacional fascista. En Noruega, el terrorista
antiinmigrante Anders Behring Breivik
asesinó a 77 personas en una orgía
de sangre mediante una bomba y balazos en agosto
pasado, al despotricar en contra de la
“colonización islámica”,
haciéndose eco de la retórica contra
el “multiculturalismo” azuzada por diversos
políticos convencionales. Continuamente
los
gobernantes capitalistas se valen del chovinismo
nacionalista para movilizar a los elementos
más atrasados de la sociedad en contra de
lo que perciben como amenazas a su opresivo
dominio. La actual ofensiva antiinmigrante en
Estados Unidos es particularmente notoria en un
país construido sobre la base de la
migración masiva, en el que
prácticamente todo mundo proviene
originalmente de algún otro país,
con la excepción de la población
indígena norteamericana que fue
prácticamente eliminada mediante un
genocidio. Desde la Primera Guerra Mundial (con la
deportación de los “rojos” italianos),
pasando por la Segunda Guerra Mundial (con la
retención en campos de concentración
de norteamericanos de origen japonés) hasta
la actualidad (con soldados norteamericanos que
profanan los cadáveres de afganos que han
asesinado) las carnicerías imperialistas se
alimentan del racismo y los inmigrantes han sido
presentados como el “enemigo interno”. En el
pasado, los inmigrantes han albergado la esperanza
de que en algún momento podrán
legalizar su situación, tal como otros han
hecho en el pasado. Durante algún tiempo,
los demócratas liberales y los
izquierdistas reformistas han hablado de una
“amnistía”, como la de la “reforma”
migratoria de 1986, en virtud de la cual los
inmigrantes tuvieron que pagar enormes multas y
cargos para obtener la residencia y eventualmente
la ciudadanía. El Grupo Internacionalista
ha insistido en que los inmigrantes no son
criminales, y en consecuencia no necesitan ser
amnistiados ni perdonados. Coreamos la consigna,
“No rogamos, exigimos, plenos derechos de
ciudadanía”. Puesto
que ahora la arremetida antiinmigrante ha
eliminado toda posibilidad de conseguir una
amnistía, los demócratas tienen poco
que ofrecer. La última propuesta de Obama
fue que los inmigrantes indocumentados que
solicitan la residencia por concepto de
reunificación de la familia para obtener un
“permiso provisional” para estar en EE.UU.,
teniendo que sin embargo volver a su “país
de origen” para obtener una “green card”.
En esto no hay más realidad que en los
engaños de Romney de una
“autodeportación”. ¿Qué
inmigrante se arriesgaría a separarse de su
familia con la esperanza de que un consulado
norteamericano le otorgue un visado sin tomarle el
pelo con la imposición de cargos
estratosféricos y de mantenerlo como
rehén durante años, como ahora
ocurre? Hoy
en día, dada la falta de algo que tenga el
menor parecido con una reforma migratoria por
parte de los partidos capitalistas, algunos en la
izquierda han abandonado sus vanos llamados a
favor de una amnistía, y hablan de “plenos
derechos para todos los inmigrantes”, como en el
caso de la Coalición 1º de Mayo en
Nueva York, sin precisar exactamente de qué
derechos se trata. Esto constituye una
versión suavizada del programa que hemos
defendido por años de plenos derechos
de ciudadanía para todos los inmigrantes.
El movimiento obrero tiene un interés vital
en que todos los que viven aquí tengan
derechos iguales, de modo que los patrones no
puedan utilizar la falta de estatus legal para
disminuir los salarios y dividirnos. Al reconocer
esto, este año la marcha del Primero de
Mayo de Portland, Oregon, se pronuncia por “plenos
derechos de ciudadanía para todos”. Debe
enfatizarse también que esta exigencia no
será voluntariamente concedida por
ningún sector de la clase dominante. Es
necesario romper con el Partido Demócrata y
con los demás partidos capitalistas para
construir un partido obrero revolucionario. Tal
partido conectaría la lucha por derechos
para los inmigrantes con una lucha de clases
más amplia para derrotar la guerra
imperialista, para abolir la racista pena de
muerte, por la liberación de las mujeres y
la liberación de los negros mediante la
revolución socialista. Debe también
llamar por la movilización del poder del
movimiento obrero para defender a los inmigrantes,
a los afroamericanos, a los latinos y los
asiáticos en contra de los racistas ataques
de la policía y los cazadores de humanos. Una
clase obrera dotada de una dirección
revolucionaria que comprenda a cabalidad que “un
ataque contra uno es un ataque contra todos”
podrá hacer realidad la promesa de la
Comuna de Paris de 1871 y de la Revolución
Rusa de 1917 de otorgar ciudadanía a todos
los trabajadores y revolucionarios cuando tome el
poder bajo el lema del Manifiesto Comunista: proletarios
del mundo, ¡uníos! ■ [1]
Nos hemos opuesto a la ley federal DREAM
(Development, Relief and Education for Alien
Minors [Desarrollo, alivio y educación
para menores extranjeros]) en la que una
provisión central otorgaría
residencia legal a cambio de servicio en el
ejército. En virtud de este soborno, el
Pentágono pretendía superar las
tasas decrecientes de alistamiento en el
ejército, y reclutar carne de
cañón para ir a matar y morir en
Irak, Afganistán y otros sitios.
Véase nuestro artículo “The
DREAM Act Swindle” en Revolution No.
8, abril de 2011, el periódico de los
Clubes Internacionalistas de la Universidad de
la Ciudad de Nueva York; Véase
también “DREAMS of Citizenship,
Nightmare of War” en Class Struggle
Education Workers Newsletter No. 2,
octubre-diciembre de 2010. La ley DREAM del
estado de Nueva York no incluía esta
cláusula de reclutamiento militar y era
una reforma que, si bien limitada,
podría ser apoyada al otorgar a los
estudiantes indocumentados que se graduaran en
las preparatorias neoyorquinas cuotas
más bajas en las universidades
públicas. Sin embargo, tras obtener sus
grados, estos estudiantes no podrían,
de todas maneras, conseguir empleos legales.
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