13 DE FEBRERO – En la mañana del viernes, 10 de febrero, una fuerza de tarea del FBI (sigla en inglés del Buró Federal de Investigaciones) lanzó un operativo para invadir apartamentos y oficinas en seis distintos puntos de Puerto Rico. Con un helicóptero del Departamento de Seguridad Patria sobrevolando el escenario, los policías federales, vestidos con uniformes militares y algunos hasta con pasamontañas para ocultar sus rostros, desplegaron armas de alto poder mientras sacaban a la gente de sus hogares. Agentes del FBI rastrearon en los archivos y se llevaron sus computadoras. Ésta es la secuela del asesinato en septiembre pasado, a manos de un escuadrón de la muerte del FBI, del independentista puertorriqueño Filiberto Ojeda Ríos, dirigente del Ejército Popular Boricua (Los Macheteros). En esta ocasión, en la mira de los federales estaban varios independentistas que han participado activamente en las protestas contra dicho acto de terror estatal colonial. Entre ellos, se encuentran conocidos activistas sindicales, incluida la profesora de sociología Liliana Laboy, así como Norberto Cintrón Fiallo, quien organizó el funeral de Ojeda Ríos.

Las redadas del FBI representan un acto brutal de represión estatal por parte de los imperialistas, quienes por más de un siglo han sojuzgado a la isleña nación puertorriqueña, la que durante largo tiempo ha sido la mayor colonia restante en el mundo entero. Hoy, los gobernantes norteamericanos también están llevando a cabo una brutal ocupación colonial tanto en Afganistán como en Irak. Su campaña para aterrorizar al mundo (así como a la población de Estados Unidos) para someterlo en nombre de la “guerra contra el terrorismo”, no sólo afecta a los militantes independentistas, sino también al movimiento obrero como tal, así como los derechos y libertades de todos. Cuando los periodistas estaban cubriendo las redadas en San Juan, la capital, un oficial del FBI los insultó y roció gas pimienta directamente en la cara de varios fotógrafos y camarógrafos. Cuando los policías se retiraron del lugar, jóvenes empezaron a gritar “abusadores”, a golpear y patear  los vehículos y a lanzar piedras contra el convoy en retirada.

Cuando el FBI asesinó a sangre fría a Ojeda Ríos, desatando una lluvia de balas y luego dejándolo por casi 24 horas para que se desangrara hasta morir, el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional denunciamos este acto de terrorismo de estado e instamos al movimiento obrero y a todos los que defienden los derechos democráticos a protestar en contra de este crimen. Señalamos que se trataba de una deliberada provocación imperialista, realizada en el aniversario del Grito de Lares de 1868, que dio inicio a la primera lucha armada de los puertorriqueños por su independencia de España. Ojeda Ríos fue asesinado por los mismos carniceros imperialistas cuyos perros de guardia del ejército y matones de la CIA torturan y asesinan prisioneros en Abu Ghraib en Irak, en la base naval de Guantánamo robada a Cuba, en Afganistán y en otras partes del mundo. El gobierno de Washington, que envió a estos asesinos profesionales del FBI a Puerto Rico, es el mismo que abandonó a más de 100.000 residentes pobres, negros y trabajadores de Nueva Orleáns para que murieran en las inundaciones que dejó el huracán Katrina. Los gobernantes norteamericanos son los verdaderos terroristas.

Las recientes redadas del FBI son una particular amenaza contra el movimiento obrero. Representanta una probadita de lo que este gobierno tiene reservado para los sindicalistas en Puerto Rico y en todo Estados Unidos. Ya en agosto de 2004, un escuadrón de la policiá federal realizó un a redada en las oficinas de la Unión Independiente Auténtica (UIA), tras acusarla de planear protestas en el aeropuerto de San Juan, lo que bajo la Ley U.S.A. PATRIOT ahora serían etiquetadas como acto “terrorista”. La UIA protestaba contra los intentos de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados, entidad del gobierno puertorriqueño, para desmantelar el fondo de salud del sindicato. Cuando el sindicato se fue a huelga para luchar contra este ataque, los federales golpearon de nuevo, el 22 de octubre [de 2004]. Entonces, el FBI dijo que estaba investigando un supuesto acto de “corrupción” sindical y acusó a la UIA de planear el “sabotaje” del abastecimiento de agua de la isla. Los agentes federales acordonaron el edificio sindical durante 15 horas, manteniendo como rehenes a los funcionarios sindicales, y confiscaron cajas de documentos.

El FBI ha participado durante décadas en trampas incriminatorias, sabotaje y trastornos contra el movimiento sindical puertorriqueño. Ahora intensifica la represión en la medida en que las luchas de los trabajadores se intensifican, incluidas las de los poderosos y combativos sindicatos de electricistas (UTIER) y de maestros (FMPR). Las recientes redadas fueron descritas en el diario Primera Hora (11 de febrero) como un “Golpe Preventivo”. Hacemos un llamado a todo el movimiento obrero a que se una a las protestas contra este ataque a los derechos más elementales.

El ataque gubernamental estuvo dirigido en contra de los nacionalistas puertorriqueños, que desde siempre han sido el blanco de la provocación del FBI y de la policía, como en el tristemente célebre caso de los asesinatos del Cerro Maravilla y las carpetas (dossiers policíacos) que incluyen a más de 100.000 puertorriqueños. Exigimos que todas las tropas norteamericanas, unidades de inteligencia y otras agencias, incluyendo al FBI, la CIA, la DEA y el resto de los represores coloniales, salgan inmediatamente de Puerto Rico. Exigimos también que todos los independentistas presos sean liberados de prisión. El Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional están a favor de la incondicional e inmediata independencia de Puerto Rico. No obstante, y en contraste con muchos independentistas que buscan construir un estado puertorriqueño a imagen y semejanza de los diversos mini estados burgueses caribeños, nosotros como internacionalistas proletarios luchamos por la formación de una federación socialista voluntaria del Caribe, en conjunción con la lucha por la revolución obrera en la fortaleza imperialista.  n