Para ganar, ¡darle duro a la patronal!


Don’t Let Writers Stand Alone – All Media Workers Should Join the WGA on Strike!
(December 2007). 
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charleston five
Militant Protest Against Racist Cop
Attack on Bay Area Longshore Workers (October 2007).

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febrero de 2008  

¡Defender la Federación de Maestros de Puerto Rico!

Un caso de colonialismo sindical: 
  AFL-CIO y Change to Win vs. la FMPR


Cientos de miembros de la Federación de Maestros de Puerto Rico en protesta contra “audiencias”
convocadas por la American Federation of Teachers mientras la AFT preparaba una demanda contra
la FMPR en los tribunales coloniales federales. 
(Photo: Carlos Quirós/LaborNet)

En estos momentos en que la Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR) se prepara para ir a huelga en contra del gobernador fuertemente antisindical Aníbal Acevedo Vilá, del Partido Popular Democrático (PPD), en abierto desafío a una ley draconiana que prohíbe la huelga (la Ley 45), tanto la AFL-CIO como la federación Change to Win (CTW), se han alineado vergonzosamente con los patronos. Esto no puede sorprender a los que saben algo de la sórdida historia de la burocracia sindical norteamericana en esta colonia caribeña de EE.UU. y como cómplice de las maquinaciones imperialistas en toda América Latina (y el resto del mundo). Sin embargo, lo que estos falsos dirigentes sindicales están preparando es una traición fundamental a los trabajadores puertorriqueños. Se está preparando una prueba que el movimiento obrero entero no puede eludir. ¿De qué lado estás?

El de enero, Dennis Rivera, vicepresidente del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU) –el principal componente de la CTW– y Aida Díaz, jefa de la “Asociación de Maestros de Puerto Rico” (AMPR), anunciaron que han iniciado “un proceso de afiliación con el propósito de obtener un triunfo en las elecciones del Departamento de Educación” (AP, 1º de enero). A primera vista, esto podría parecer una redada sindical al viejo estilo en contra de la FMPR. Pero es algo bastante peor: el SEIU, la CTW y la AMPR están trabajando mano a mano con el secretario de educación Rafael Aragunde, quien por más de dos años se ha rehusado a negociar con los dirigentes de la Federación de Maestros, y en enero consiguió que la Comisión de Relaciones Laborales del Servicio Público descertificara a la FMPR. Como reportó el periódico neoyorquino El Diario-La Prensa (3 de febrero):

Todo eso en el marco de las vísperas de una esperada huelga de maestros que amenaza con paralizar el sistema público y ante la cual Change to Win (Unidos para el Cambio) se perfila como aliado estratégico del gobierno autonomista para sacar del medio a la Federación.

La AMPR ni siquiera es una organización de trabajadores, sino un organismo “profesional” que incluye a supervisores e, incluso, a la portavoz de Aragunde, quien profiere sus amenazas de romper la huelga. Dado que no está registrada como grupo sindical, la Asociación ha formado un fantasmal “sindicato de maestros” cuya primera actividad será ofrecer sus servicios como rompehuelgas. Sus miembros “intentarán trabajar en los salones de clase” en caso de que haya una huelga, según dijo un portavoz, mientras alega que procurarán “evitar confrontaciones” (Primera Hora, 4 de febrero). Todo sindicalista experimentado sabe qué significa esto: se están preparando para provocar violencia en la línea de piquete. Sin embargo, cuando el secretario de educación Aragunde pide a maestros retirados que den clases durante la huelga y el gobernador se prepara para usar la Fuerza de Choque de la policía puertorriqueña –e incluso a la Guardia Nacional– contra la FMPR en su intento de mantener las escuelas abiertas, portavoces de los maestros retirados prometieron que no actuarán como rompehuelgas.

Caras del ignominio: los burócratas vendidos José Rodríguez Báez de la FT, Fernando Juarbe (UAW), y Roberto Pagán (SPT-SEIU 1996) mientras vituperaban contra la anunciada huelga de la FMPR, el 18 de enero. También participaban en esta apuñalada por la espalda representantes del SPU, UFCW, SEIU 1199 y CWA. (Foto: Coordinadora Sindical)

Por su parte, la AFL-CIO, a través de su filial, la Federación de Trabajadores de Puerto Rico (FT), se unió a las filiales puertorriqueñas del SEIU, el Sindicato Puertorriqueño de Trabajadores (SPT) y la Unión General de Trabajadores (UGT) para denunciar el llamado a huelga de la Federación de Maestros. Mientras dice defender en abstracto el derecho a huelga, en una conferencia de prensa celebrada poco después de la descertificación del sindicato magisterial, José Rodríguez Báez, dirigente de la FT dijo que “estamos en contra de su llamado a huelga”. Rodríguez Báez sostuvo que la Ley 45 ha permitido que 100,000 empleados estatales disfruten de los beneficios de un contrato colectivo (Vocero de Puerto Rico, 19 de enero). Pero cuando el gobernador Acevedo Vilá decretó un paro patronal para 95,000 trabajadores públicos durante dos semanas en mayo de 2006, quedaron paralizados por la misma Ley 45. Aunque tienen muchas siglas, cada una de las “federaciones” sindicales afiliadas a las centrales norteamericanas tiene menos miembros que la FMPR, el mayor sindicato de Puerto Rico. Y ahora están a punto de apuñalar a los maestros por la espalda en lo que es una batalla de clase crucial.

Partidarios del Internationalist Group en los sindicatos magisteriales del área de Nueva York  – la United Federation of Teachers (UFT), que representa a los empleados de las escuelas públicas, así como el Professional Staff Congress (PSC), que representa al profesorado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) – han apelado a ellos para emprender acciones concretas en defensa de la Federación de Maestros de Puerto Rico. Instamos a los sindicalistas con conciencia de clase en todo Estados Unidos a sumarse a la lucha por acciones obreras concretas de solidaridad con la FMPR en contra de las vergonzosas acciones antihuelgas de los burócratas de la AFL-CIO y de la CTW en colaboración con el gobierno rompe sindicatos.  Si la colaboración de clases de estos traidores se concreta en la forma de acciones rompehuelgas concretas en el curso de una huelga, no sólo deben los rompehuelgas recibir el trato tradicional que se merecen por cruzar líneas de piquete – las líneas de batalla de la lucha de clases – sino que los proveedores de rompehuelgas en la burocracia sindical deben ser denunciados enérgicamente en dondequiera que se presenten.

AFT/AFL-CIO/CTW: Una historia de traiciones a los trabajadores puertorriqueños

Las acciones traidoras de la burocracia de “Change to Win” constituyen una prueba más de que no son ni un poquito más combativos que los dirigentes vendidos de la AFL-CIO. Desde la época en que apuñalaron la huelga de los controladores del tráfico aéreo de PATCO en 1981, los burócratas han sido responsables de la caída en picada del número de trabajadores sindicalizados que hoy apenas alcanza el 12 por ciento del total de la fuerza laboral. En torno a la escisión de 2005, el presidente del SEIU Andy Stern, dijo que estaban construyendo “una organización sindical nueva y más fuerte”. Pero aunque usara tácticas publicitarias espectaculares en la campaña de “justicia para los conserjes”, la esencia de los “esfuerzos de Stern para modernizar el funcionamiento de los sindicatos”, como lo señaló la revista empresarial Fortune (10 de octubre de 2006), consiste en “cooperar” con los patronos. “Los empresarios y los trabajadores deben actuar de manera conjunta en lo que toca al seguro médico”, anunció, para luego formar una “alianza” con los rompe sindicatos de Wal-Mart, cuyos empleados carecen aún en su inmensa mayoría de seguro médico. En lo que toca al ex dirigente de la Sección 1199 y ahora vicepresidente del SEIU, Dennis Rivera, su marca registrada de oportunismo sindical queda resumida con su alianza política con el gobernador republicano del estado de Nueva York, George Pataki.

La colaboración de la AFL-CIO con los patronos y su gobierno es tristemente célebre en Puerto Rico. En la época de la dura huelga de los telefonistas de 1998 que se convirtió en una huelga general de dos días en Puerto Rico, el dirigente de la FT declaró que no tenía sentido alguno ir a huelga en contra de la privatización de la compañía telefónica (ver nuestro artículo “Huelga general en Puerto Rico: ¡Forjar un partido obrero revolucionario!”, julio de 1998). En 2003, el jefe de la FT, Rodríguez Báez, provocó una ola de repudio por haber escrito una carta privada al entonces gobernador Sila Calderón para denunciar a “algunos ‘dirigentes sindicales’” que habían propuesto que un incremento salarial de 150 dólares mensuales se extienda a todos los empleados gubernamentales (Bandera Roja, 18 de junio de 2003).

Pero el caso clave de colaboración traicionera de los burócratas sindicales norteamericanos con el gobierno de Puerto Rico en contra de sus empleados, atañe a la FMPR misma. Desde poco después de su formación en 1966, la Federación de Maestros de Puerto Rico estuvo afiliada a la American Federation of Teachers (AFT), que durante décadas ha sido dirigida por la UFT neoyorquina. En años recientes, hubo un creciente descontento en la isla ante las prepotentes acciones de los jefazos de la AFT, y por los pobres beneficios obtenidos por los maestros a cambio de los 2.8 millones de dólares pagados anualmente por concepto de cuotas a la AFT en Washington. Esto llegó a su punto culminante en 2003, cuando el plan de seguro médico de la FMPR quebró debido al hurto de 43 millones de dólares cuando estuvo bajo la administración del hombre de la AFT en San Juan, Félix Rodríguez. En mayo de ese año, Rodríguez fue derrotado y remplazado por Rafael Feliciano y su grupo Compromiso, Democracia, Militancia (CODEMI). CODEMI realizó su campaña sobre la base de la propuesta de desafiliarse de la AFT, y en septiembre de 2004 una asamblea de la FMPR aprobó con una votación de más del 60 por ciento (793 a 393) separarse del sindicato norteamericano.

Los burócratas de la AFT reaccionaron con un esfuerzo cada vez más intenso para tomar el control de la FMPR y destituir a su dirección elegida. Primero, dijeron que la votación había sido ilegal, aún cuando sus propios partidarios habían estado en el comité que contó los votos del escrutinio y ratificó con su firma el resultado. Más tarde, en su convención de julio de 2004, la AFT presentó una serie de enmiendas a su constitución en las cláusulas tocantes a la puesta de sus locales bajo sindicatura por el sindicato nacional. Era claro que todo esto estaba dirigido en contra de la FMPR. Entonces procedieron a reunir firmas de sus miembros para justificar el someter a la Federación a una administración nombrada por la AFT. Pero aunque estaban obligados a presentar 11,000 firmas (correspondientes al 30 por ciento de la membresía), apenas lograron juntar unas 650, muchas de las cuales eran de empleados escolares que no eran miembros del sindicato. En junio de 2005, la AFT realizó audiencias en San Juan para “investigar” a la dirección de la FMPR, ante las cuales protestaron centenares de maestros. Finalmente, el 6 de julio, exactamente a las 4 de la tarde, el consejo ejecutivo de la AFT anunció que había nombrado un administrador para la FMPR.

Aunque decían que habían encontrado “irregularidades financieras” en la FMPR (“Administratorship in Puerto Rico”, American Teacher, septiembre de 2005) no se mencionó que el administrador nombrado, Félix Rodríguez, había estado a cargo del fondo de seguro médico cuando se dio el fraude en virtud del cual 43 millones de dólares habían desaparecido misteriosamente. Los jefes de la AFT tampoco mencionaron que dos minutos antes de su decisión de imponer a un administrador, a las 3 de la tarde con 58 minutos, habían acudido al Tribunal Federal para conseguir un “recurso jurídico” para destituir al dirigente Rafael Feliciano (Luis Ángel Torres, “La hora de los hornos”, Bandera Roja, 29 de julio de 2005). Así, tras esta pantomima en el comité ejecutivo de la AFT, en realidad recurrieron a los tribunales coloniales para intentar imponer su golpe de estado en contra de la dirección elegida del sindicato magisterial. (Ya lo habían intentado antes en un tribunal puertorriqueño, pero sin éxito). Al día siguiente en Washington, miembros de la FMPR protestaron afuera de las oficinas de la AFT con pancartas de denuncia en contra de los chupacuotas. Feliciano descalificó la idea que tiene la AFT de la democracia sindical como “poco menos que medieval” y dijo que “su imposición de una administración tiene tanta sustancia como el viento” (Educational Intelligence Agency, 18 de julio de 2005).

Más tarde, un juez federal desechó la demanda de la AFT sobre la base de que los maestros puertorriqueños no están sujetos a las leyes federales en materia laboral de Estados Unidos (fundamentalmente la Ley Taft-Hartley). La FMPR reaccionó mediante un referendo entre sus miembros realizado el 18 de agosto, sobre la cuestión de la desafiliación de la AFT: 19,421 votaron a favor de la desafiliación (el 76 por ciento), en tanto que 5,882 votaron a favor de mantener la afiliación, con una votación total del 82 por ciento de los miembros del sindicato. No cupo duda de la posición que tomaron los maestros puertorriqueños en el ejercicio de sus derechos.

El apelar a los tribunales capitalistas para que intervengan en los asuntos del movimiento obrero constituye una traición elemental a la democracia obrera. Los obreros con conciencia de clase se oponen a toda intervención judicial en los asuntos del sindicato. Tanto más en el caso de una colonia, como Puerto Rico, donde los tribunales, lo mismo que la policía y la Guardia Nacional, son órganos directos de la dominación imperialista. La acción de los jefes de la AFT fue un vil caso de colonialismo sindical que todo sindicalista digno y los que se oponen al dominio colonial deben denunciar.

Los trotskistas defendimos a Jimmy Hoffa en contra de la vendetta que lanzó el gobierno en su contra. Sabíamos, como lo sabía también cualquier persona informada, que la razón por la que el demócrata Robert Kennedy lanzó una persecución en contra de este dirigente de los Teamsters con tanto ímpetu no era porque el gobierno de Estados Unidos estuviera a favor de la democracia obrera, sino porque temía la posibilidad de que hubiera una poderosa huelga de los camioneros a escala nacional. De hecho, las investigaciones contra los Teamsters comenzaron poco después de que se firmara el primer contrato nacional de carga (Master Freight Agreement). También denunciamos la traición de los dizque izquierdistas de Teamsters for Democracy (TDU), respaldados por los socialdemócratas de International Socialist y Solidarity, que apelaron al Departamento del Trabajo de Ronald Reagan para supuestamente democratizar al sindicato de los camioneros. Después de que el candidato de TDU Ron Carey fuera elegido en unas elecciones manejadas por el gobierno en 1991, perdió la oportunidad de reelegirse en 1997 por desvío de fondos sindicales. Los fondos de pensiones y seguro médico de los Teamsters que el gobierno entregó a una administración “profesional” de “expertos” financieros, sufrió pérdidas masivas durante el crack bursátil de 2000-2001, en tanto que los fondos regionales que el gobierno federal no alcanzó a incautar gozan de salud financiera (¡gracias a inversiones en Las Vegas!).

En el caso de Puerto Rico, el apelar a los tribunales federales significa pedir la intervención de los amos coloniales estadounidenses, que a lo largo de más de un siglo, desde 1898, han usado Puerto Rico como base militar para el control del Caribe. Es apelar al gobierno que ha pisoteado los derechos de decenas de miles de puertorriqueños mediante el espionaje, particularmente aquellos que pelean por la independencia. Las carpetas de la policía se hicieron públicas en los años 80, causando gran revuelo. Después de que el representante demócrata del Bronx, José Serrano, cuestionó al director del FBI durante una sesión del subcomité de apropiaciones del Congreso en 2001, éste admitió que los archivos constan de 1.8 millones de páginas, copias de las cuales están ahora reunidas en el Centro de Estudios Puertorriqueños de Hunter College en Nueva York. Estos archivos documentan cada movimiento del dirigente independentista Pedro Albizu Campos cuando agonizaba en una prisión federal, además de voluminosos informes reunidos como parte del infame programa de espionaje y provocación conocido como COINTELPRO, acerca de “manifestaciones estudiantiles y huelgas obreras” en la isla (New York Times, 28 de noviembre de 2003).

La AFL-CIA en América Latina

Éste es el aparato gubernamental colonial al que apeló la American Federation of Teachers para expulsar a la dirección del sindicato magisterial puertorriqueño. Más tarde, para justificar su traición, los dirigentes de la AFT han recurrido a las clásicas tácticas anticomunistas de caza a los “rojos”, argumentando que la actual dirección de la FMPR tiene una agenda política, que está a favor de la independencia de Puerto Rico y que es socialista. Feliciano y otros en la dirección de la Federación y en el CODEMI son partidarios del Movimiento Socialista de Trabajadores (MST) ¿Y qué? Sin embargo, que la AFT recurra a estas repulsivas tácticas de la Guerra Fría no es ninguna casualidad. Durante décadas bajo la dirección de Albert Shanker y sus herederos de los Social Democrats U.S.A. (SDUSA), la AFT llevó a cabo operaciones anticomunistas rompe sindicatos financiadas por la CIA, en toda América Latina, bajo la cubierta del Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (IADSL). Esta historia está documentada en el folleto de George Schmidt, The American Federation of Teachers and the CIA (1978). Shanker y sus colaboradores canalizaron también dólares norteamericanos al seudosindicato Solidarność en Polonia que, bajo la guisa de promover “sindicatos libres”, actuó como punta de lanza de la contrarrevolución capitalista en el bloque soviético.

Hoy en día el dinero de la Compañía” (la CIA) es enviado a través de conductos como la National Endowment for Democracy, manejada por el mismo personal de los SDUSA que otrora se encargara del IADSL. En la AFL-CIO, el Departamento Internacional ha sido remplazado con un “Centro de Solidaridad”, cuyas operaciones latinoamericanas usaban a sus esbirros puertorriqueños y a siniestros gusanos cubanos, veteranos de Playa Girón (como el ex agente de la CIA que recientemente golpeó a ex gobernador Pedro Roselló en el ojo por criticar la guerra en Irak). Y ahora están recurriendo de nuevo a sus viejos “trucos sucios” imperialistas. El Diario-La Prensa (14 de enero) informa que tiene pruebas documentales de la identidad de “un propagandista a sueldo del gobierno de Puerto Rico que ha participado en al menos uno de los intentos de las federaciones sindicales norteamericanas para retomar el control  de la Federación de Maestros”, en la misma época del intento de la AFT de imponer una sindicatura, y que ahora “está directamente vinculado con el gobernador Aníbal Acevedo Vilá”. Entretanto, Wilda Rodríguez, ex secretaria de prensa del jefe Dennis Rivera, escribe columnas en El Nuevo Día (24 de enero) en las que dice que los huelguistas “provocan enfrentamientos” en el contexto de una “acción civil concertada contra la huelga”. Cabe preguntar: ¿quién está provocando aquí?

Hace un siglo, el socialista norteamericano Daniel de León acuñó la elocuente frase que califica a los burócratas sindicales de “lugartenientes sindicales de la clase capitalista”. Esto describe con precisión el actuar de toda una capa de la burocracia sindical cuyo trabajo, en un sentido amplio, consiste en controlar a las bases con el propósito de preservar al capitalismo. A nivel internacional, la AFL-CIO, la AFT y el SEIU/Change to Win van más allá y actúan como agentes directos de la represión imperialista. Agentes sindicales de la AFL-CIO contribuyeron en los preparativos del sangriento golpe de estado de Pinochet en contra del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende en Chile en 1973, por ejemplo, al organizar “huelgas” de los dueños de los camiones. Más recientemente, estos operativos sindicales han estado activos en la Venezuela de Hugo Chávez en el curso del golpe contrarrevolucionario de 2002, disfrazado como una “huelga”, cuando de lo que en realidad se trataba era de un paro patronal. Ahora los vemos trabajando nuevamente en el Caribe, que Washington considera un “lago norteamericano”, así como trata al resto de América Latina como su “patio trasero”.

¡Independencia para Puerto Rico y todas las colonias! ¡Por la revolución socialista internacional!

Estos descarados agentes del imperialismo no representan sino el ariete de una burocracia sindical pro capitalista más amplia. En tanto que los agentes directos del gobierno deben ser simplemente echados de las organizaciones obreras, en el caso de EE.UU., los sindicalistas con conciencia de clase deben luchar dentro de la AFL-CIO, Change to Win y otros sindicatos para derrotar y expulsar a los falsos dirigentes sindicales que encadena a los trabajadores a los partidos capitalistas, especialmente a los demócratas – aunque no exclusivamente a ellos, como muestra el ejemplo de Dennis Rivera con los republicanos. Muchos izquierdistas que critican el trabajo sucio de la “AFL-CIA” en América Latina se dan la vuelta y apoyan a burócratas liberales favorables al Partido Demócrata en Estados Unidos e, incluso, interponen demandas contra los sindicatos en los tribunales patronales (como en los casos de los Teamsters, los mineros, los trabajadores del transporte y en otros sindicatos). De esta manera, usan las mismas tácticas que los dirigentes de la AFT en contra de la FMPR. Debido a que no reconocen que hay una línea de clase que separa al proletariado de la burguesía, se ven inexorablemente conducidos a formar parte de “frentes populares” con los partidos capitalistas supuestamente más “progresistas” (como la UP de Allende en Chile).

Hace 90 años, en medio de la Primera Guerra Mundial, V.I. Lenin explicó el hecho de que la mayor parte de los socialdemócratas terminaran apoyando a “su propia” burguesía en la matanza imperialista al señalar el papel jugado por la “aristocracia obrera”. Esta capa social es comprada con migajas de la mesa imperialista –las oficinas afelpadas, las excursiones a ultramar, los salarios altos, etc.– para encadenar a los trabajadores a sus enemigos de clase. Hoy, escribió Lenin, “cada ‘gran’ potencia imperialista puede sobornar y soborna a capas más reducidas (que en Inglaterra entre 1848 y 1868) de la ‘aristocracia obrera’. Anteriormente, como dice con extraordinaria profundidad Engels, sólo en un país podía constituirse un ‘partido obrero burgués’, porque sólo un país disponía del monopolio… Ahora, el ‘partido obrero burgués’ es inevitable y típico en todos los países imperialistas.” El dirigente bolchevique continúa: “Lo importante es que, desde el punto de vista económico, ha madurado y se ha consumado el paso de la aristocracia obrera a la burguesía; este hecho económico, este desplazamiento en las relaciones entre las clases, encontrará sin gran ‘dificultad’ una u otra forma política” (“El imperialismo y la escisión del socialismo”, octubre de 1916).

La conclusión de Lenin era que resultaba necesario expulsar a esta capa social que mantiene a las organizaciones obreras sometidas a la burguesía. Pero eso exige una lucha política no sólo en contra de los “social chovinistas” que abiertamente apoyaron a los gobernantes imperialistas en la guerra (como la AFT, la AFL-CIO y CTW han hecho desde tiempo atrás), sino también en contra de los “social pacifistas” que quieren cuando mucho un cambio en la política bélica, sin desafiar al sistema imperialista. En tanto que los social pacifistas como Karl Kautsky hablaban de la “paz”, los bolcheviques luchaban por “convertir la guerra imperialista en guerra civil” mediante la movilización de los obreros en lucha de clases en contra del imperialismo. Hoy, cuando las diversas coaliciones por la “paz” con plataformas políticas prácticamente idénticas disputan entre sí en torno a cuestiones esencialmente organizativas, compitiendo para atraer a unos políticos demócratas a sus tribunas, el Grupo Internacionalista ha sido la única organización en luchar por huelgas obreras contra la guerra, por que la clase obrera se rehúse a transportar material bélico y por la derrota de la guerra imperialista en el extranjero y de la guerra contra los trabajadores, las minorías oprimidas y los inmigrantes en el propio país. Luchamos en los sindicatos para remplazar a la burocracia vendida con una dirección clasista, que rompa con los demócratas y forje un partido obrero revolucionario.

El GI y la Liga por la IV Internacional, de la que es la sección estadounidense, ha luchado desde hace mucho por la independencia de Puerto Rico, así como por la formación de una federación socialista voluntaria en el Caribe. Tal y como insistió la Internacional Comunista desde el principio, es deber elemental de los revolucionarios en los países imperialistas apoyar la libertad de todas las colonias (ver nuestro artículo “La LCI renuncia a la lucha por la independencia de Puerto Rico”, 1998). Al mismo tiempo, luchamos políticamente en contra de las ilusiones que generan los nacionalistas burgueses, como los del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), o los diversos nacionalistas pequeñoburgueses que sólo buscan una patria (capitalista) independiente. Desde la época del Manifiesto Comunista es un axioma que, al librar una lucha internacionalista en contra del capitalismo y del imperialismo, los obreros no tienen patria. Como subrayó León Trotsky en su teoría y programa de la revolución permanente, en la época imperialista, la liberación nacional no es posible sin romper las cadenas del imperialismo mediante una revolución socialista internacional.

Que los sindicatos en las colonias sigan formando parte o no de los sindicatos estadounidenses, es una cuestión táctica que debe ser resuelta por los revolucionarios en los países coloniales. Ciertamente, al haber sido víctimas de un desfalco y sujetos a dictados que resuenan de arrogancia colonial/imperialista, los sindicalistas puertorriqueños están plenamente justificados para romper la afiliación organizativa con semejantes sindicatos. Sin embargo, formar parte de los sindicatos que organizan a trabajadores en todo EE.UU. puede ampliar la capacidad de intervenir directamente en el corazón del imperialismo. El hecho es que la más grande concentración de puertorriqueños está en el área metropolitana de Nueva York, el centro del capital financiero internacional. En cualquier caso, los internacionalistas proletarios procuran la más estrecha colaboración entre los obreros de las colonias, los de los países semicoloniales y los de las metrópolis imperialistas. Ésta es una razón fundamental porque la que hay que dar el más amplio apoyo a los maestros puertorriqueños hoy cuando luchan en contra de sus gobernantes coloniales y de los “lugartenientes sindicales del imperialismo”.


La asamblea de la Federación de Maestros de Puerto Rico que votó por autorizar una huelga, el 11
de noviembre de 2007. Debido a este voto democrático, el gobierno descertificó a la FMPR.
(Foto: Coordinadora Sindical)

Ver también: Puerto Rico: ¡Todos a la calle en defensa del magisterio en lucha (14 de febrero de 2008)


Para contactar el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional, escribe a: internationalistgroup@msn.com

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