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septiembre de 2001 


Obreros, campesinos, estudiantes – ¡Ofensiva clasista!

¡Derrotemos a los amos de México S.A.!


Obreros de la fábrica de Volkswagen en Puebla, México en el primer 
día de su huelga. (Foto: Rafael García Otero/La Jornada)

¡Triunfo a la huelga de la Volkswagen!
¡Forjar un partido obrero revolucionario!
Al llegar al primer informe de gobierno de Vicente Fox, el mandatario del estado capitalista que se jacta de ser presidente de la empresa México S.A. suelta la carga: “liberación” del sector eléctrico para los inversionistas privados (en particular los saqueadores imperialistas de Wall Street), puesta en marcha del Plan Puebla-Panamá para la maquilización del sureste mexicano y el istmo centroamericano, “flexibilización” de las relaciones laborales en aras de la “competitividad internacional”. En suma: un ataque frontal contra la clase obrera y todos los oprimidos.

Fuera de la ópera bufa en el recinto de San Lázaro, las dirigencias sindicales y agrarias amenazan con tomar unas cuantas casetas de peaje y armar un pequeño alboroto en la capital, con el fin de presionar al “hombre de las botas” y obtener unas concesiones menores. No obstante, la presencia en las calles y carreteras de miles de obreros y campesinos, que son los verdaderos blancos de la arremetida patronal, será un indicio de que el “nuevo régimen” se ve enfrentado con la “vieja” lucha de clases. Su punto álgido hoy es la huelga de más de 12 mil trabajadores de la Volkswagen, que ya entra su tercera semana. El Grupo Internacionalista advierte: para ganar esta primera batalla obrera dura del sexenio y derrotar la ofensiva burguesa hace falta sobre todo una dirección revolucionaria que luche por forjar un partido obrero revolucionario e internacionalista.

Hasta ahora, el ejecutivo que se hizo elegir como abanderado del “cambio” no ha realizado ni una sola de sus espurias promesas de campaña. Con su característica demagogia populachera, Fox prometió que cada mexicano tendría su “vocho y changarro” [auto VW y empleo]. La realidad es que los poblanos van a pie o enjaulaudos en las vanes de coyotes hacia los talleres del sudor “al otro lado”. 

En lugar de dar “solución” al alzamiento zapatista en Chiapas “en 15 minutos”, sus correligionarios del Partido Acción Nacional (PAN) hicieron causa común con los dinosaurios del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sectores del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para imponer una “reforma” indígena, promulgada el pasado 14 de agosto, que no hace sino intensificar la opresión secular de los indios. En vísperas de la tercera reunión de los dos rancheros Fox y George W. Bush, la ilusión de un acuerdo migratorio con EE.UU. se desvanece. 

En materia económica, el prometido 7 por ciento de crecimiento anual se convirtió en un 0.7 por ciento; en lugar del millón de empleos a crear, se perdió medio millón de empleos en los primeros seis meses de su gobierno. Los financieros internacionales se apoderan de bancos mexicanos con los miles de millones de dólares del Fobaproa/ IPAB [el fondo de “rescate” de los banqueros en quiebra que compraron a precios irrisorios los bancos desnacionalizados por el gobierno de Carlos Salinas]. Y ahora el principal fabricante de papel en México, el Grupo Industrial Durango, después de un paro patronal de cuatro meses liquida a más de 650 trabajadores, para luego recontratarlos con un nuevo contrato “base cero” acordado con el “sindicato” charro de la industria papelera. [A finales de los años 40 el régimen impuso a fuerza militar un líder espurio, apodado "El charro" (vaquero), al combativo sindicato ferroviario, sellando la transformación de los sindicatos de la CTM en organizaciones corporativistas del PRI-gobierno.] A pesar de los mensajes sonrientes de la Oficina de Imagen y Opinión Pública de la Presidencia, la mercadotecnia cocacolera [Fox era anteriormente presidente de la empresa Coca-Cola en México] del ministerio de propaganda foxista no puede ocultar indefinidamente el verdadero rostro de este gobierno ferozmente antiobrero, anticampesino y antiindígena.

Después de la euforia de la “luna de miel” resultado del ocaso del viejo régimen del PRI-gobierno, el descontento se extiende. En semanas recientes, el gobierno y la prensa burguesa han hecho gran alharaca sobre las múltiples guerrillas en el país. Con el pretexto de unos vidrios rotos en un par de sucursales de Banamex (recién comprada por Citibank), lanzan una cacería de brujas contra la Universidad Nacional, supuesto “semillero de guerrilleros” según el procurador federal. La intención obvia es robustecer el Cisen y otras policías políticas. El Grupo Internacionalista exige la liberación inmediata de todas las víctimas de la represión anti-“subversiva” del estado.

Desde junio la ciudad de México ha presenciado varias protestas de cañeros exigiendo pago del consorcio Escorpión; el día del informe estarán de nuevo en el DF. El 8 de agosto, el día del natalicio de Emiliano Zapata, hubo una multitudinaria marcha de campesinos en denuncia de la miseria que padecen. El campo mexicano se ve sacudido por la cólera de campesinos arruinados: tras la firma del Tratado de Libre Comercio, la producción agrícola en el país ha caído en picada y hoy en día representa apenas una tercera parte de su volumen en 1986 (La Jornada, 12 de junio). Los dirigentes agrarios (de la CCI, CCC y hasta el CAP y el CNC*, sector campesino del PRI) hablan de un “foco rojo frente al riesgo de ingobernabilidad y anarquía por un posible estallido social”. Si resulta de todo esto un supuesto Partido Campesino Popular será para servir como dique de contención. Mientras tanto, están brotando nuevas organizaciones campesinas, sobre todo en Oaxaca y Guerrero, y a finales del mes hubo invasiones a una docena de haciendas en la Huasteca potosina, que luego fueron desalojadas con la fuerza policial. 


                                                                             Foto: Proceso

Huelga en Volkswagen

El descontento social no se reduce al empobrecido campo mexicano. Se han dado ya las primeras muestras de efervescencia entre los obreros industriales. El 18 de agosto comenzó una huelga en la planta de Volkswagen en Puebla, que cumple ya 15 días. Desde entonces, los 12,500 trabajadores afiliados al Sindicato Independiente de Trabajadores de Volkswagen (SITIAVW) han parado por completo la cadena de producción en exigencia de aumento salarial.  En la asamblea del martes pasado, abuchearon en varias ocasiones a José Luis Rodríguez, secretario general del SITIAVW, mientras éste intentaba dorarles la píldora hablando de sus reuniones amistosas con el secretario federal de trabajo, el ultraderechista Carlos Abascal, antiguo jefe de la Coparmex e hijo de uno de los principales líderes sinarquistas [organización mexicana fascista de los años 30]. (Es también un machista furibundo que reprocha a las trabajadoras el no dedicarse a ser “corazón de la familia”.)

Cuando Rodríguez informó a los trabajadores que la propuesta patronal era de un irrisorio 8.5 por ciento, miles de voces gritaron “¡Huelga, huelga!” rechazando con abrumadora mayoría esta “oferta” insultante. También hicieron caso omiso de Francisco Hernández Juárez, secretario de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), quien ahora habla de tomas de carreteras para enmascarar sus intentos de entregar la huelga. Hernández Juárez llegó a la presidencia del sindicato telefonista a finales de los años 70 ostentándose como independiente, pero pronto se reveló como “neocharro” en la presidencia del Congreso del Trabajo. Este priísta de siempre llegó a ser el sindicalista favorito de Carlos Salinas de Gortari, enriqueciéndose en el sexenio salinista gracias a un negocio de acciones en la privatización de Telmex. Jugó también un papel nefasto en la huelga de la Volkswagen en 1992. 

En ese entonces, el comité ejecutivo del SITIAVW firmó un convenio secreto que daba a la administración completa libertad para redefinir las reglas del trabajo. Luego de una rebelión de las bases encabezada por los delegados departamentales, la empresa cerró la planta. Con el beneplácito de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCyA), la VW abrogó el CCT [Contrato Colectivo de Trabajo] y despidió a la totalidad de los trabajadores. Después de un tiempo, recontrató selectivamente a la mayoría bajo un “contrato” que incrementó drásticamente las prerrogativas de la administración para controlar el proceso de producción. Fue el mismo procedimiento que utilizó la Ford en Cuautitlán en 1987, lo que preparó el terreno para la confrontación de 1990 en la que Cleto Nigno fue asesinado por los pistoleros de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). 

Para negociar y hacer adoptar este nuevo “contrato” vergonzoso, el papel clave lo jugó Hernández Juárez. Como reconocimiento de esta prueba de su confiabilidad para la burguesía, el gobierno federal lo premió con el reconocimiento de su Federación de Sindicatos de Empresas de Bienes y Servicios (FESEBES), la cual llevaba dos años pidiendo su registro (ver el artículo de José Othón Quiroz y Luis Méndez “El conflicto en Volkswagen: crónica de una muerte inesperada” [El Cotidiano, No. 51, noviembre-diciembre de 1992]). 

El SITIAVW tiene una larga historia de agudas luchas. Habiéndose escapado del control corporativista de la CTM en 1972, durante los siguientes 15 años efectuó 14 huelgas. Por eso se ha ganado el oprobio de todos los enemigos de los obreros. Uno de ellos, el profesor de la UNAM y artífice del proyecto del PAN de reforma a la Ley Federal de Trabajo (LFT), Néstor del Buen, publicó recientemente un artículo criticando la huelga de la Volkswagen. Ahí denunció a la huelga de 1987 como una “trampa”. En realidad, la huelga del 87, que duró 57 días, resultó en un sustancial aumento de salario (frente al anuncio de la empresa de una reducción de 15 por ciento) y se evitó los despidos masivos dictados por la patronal. No por casualidad, este mismo ilustrado experto se opuso ferozmente a la huelga estudiantil de la UNAM en 1999-2000 a favor de la educación gratuita, la que fue salvajemente reprimida por la burguesía en su conjunto. Así los enemigos de los trabajadores también lo son de los estudiantes.

Un factor importante en la huelga del 87 fue el apoyo que ganó entre la población de Puebla, donde mucha de la actividad económica está relacionada con la Volkswagen. En los últimos años, la empresa ha tratado de menguar la fuerza del sindicato al contratar la producción de muchas piezas a otros proveedores, muchos de ellos ubicados en un parque industrial continguo. Para ganar la huelga actual, el sindicato debe emprender una campaña por sindicalizar todas las plantas aledañas. Sobre todo, la clave para la victoria en el 87 fue la solidaridad internacional: obreros de VW en la fábrica de Kassel (Alemania) se negaron a trabajar un tercer turno para producir las piezas faltantes por la huelga en México. Hoy la administración de la empresa trata de imponer un nuevo reglamento en sus plantas alemanas para aumentar la semana laboral a 42 horas sin pagar horas extras. Los trabajadores mexicanos de la Volkswagen pueden ayudar a sus compañeros alemanes a resistir esta medida antiobrera al ganar esta huelga.

La huelga de 1987 mostró el potencial de lucha de la clase obrera y, al mismo tiempo, dejó al descubierto los mecanismos mediante los cuales la burguesía trata de mantener a raya al movimiento obrero. Para ello, la empresa y el gobierno utilizaron todos los recursos a su alcance, desde abiertas corruptelas para comprar a los dirigentes sindicales hasta el uso abierto de la fuerza del estado para reprimir a los trabajadores. Sin embargo, lo que ha probado ser más efectivo es la subordinación de la clase obrera llevada a cabo mediante sus dirigentes. Hernández Juárez ha repetido una y otra vez que los trabajadores deben plegarse a los dictados de la LFT, que establece el papel “tutelar” del estado como máximo árbitro en asuntos laborales. Pero esta ley así como la JFCyA y la Secretaría del Trabajo son instrumentos del enemigo de clase. Cabe recordar cómo el año pasado José Luis Rodríguez aceptó el dictamen de la Junta de Conciliación y Arbitraje según el cual la huelga iniciada era “inexistente” porque los trabajadores izaron las banderas rojinegras ¡un minuto después de lo que la ley establece! 

El gobierno, la ley, la policía, los tribunales no son “neutrales” – todos forman parte del estado burgués cuyo propósito es defender los intereses de los capitalistas, tanto nacionales como imperialistas. Contra las ilusiones que siembran los burócratas sindicales en la burguesía y sus mecanismos de control laboral, nosotros decimos que jugar con las reglas de los patrones sólo puede llevar a la derrota. Esto subraya la urgente necesidad de luchar por una dirección genuinamente clasista que lleve a los obreros de Volkswagen a la victoria. 

Tras el colapso del desgastado régimen priísta, los “sindicatos” corporativistas (como la CTM, CT, CROC, CROM y otros) que incorporaron y subordinaron a los trabajadores en el enorme aparato del PRI-gobierno están en crisis.  Pero los burócratas de la UNT y de los sindicatos “independientes” (del PRI, pero no del sometimiento político a la burguesía) también venden sus servicios a la patronal. Como señalamos en nuestro artículo “De Río Bravo a Morelos trabajadoras enfrentan matones y fusiles” (El Internacionalista [edición México] No. 1, mayo de 2001), Roberto Borja, vicepresidente de la UNT, participó en el “equipo de transición” de Fox. 

Asimismo, la UNT firmó a principios de este año un acuerdo de “trabajo conjunto” con el PRD de Cuauhtémoc Cárdenas. Este partido nacionalista burgués hoy gobierna en coalición con el derechista PAN en Chiapas, Tlaxcala y otros estados. Su anteproyecto de reforma a la LFT apoya la “flexibilización” de las relaciones laborales, o sea, una embestida contra las condiciones y prestaciones de los trabajadores. Y se ha hecho tristemente célebre por haberse unido al PRI y al PAN en la represión contra los estudiantes en huelga de la UNAM, así como por lanzar a los granaderos del DF en múltiples ocasiones contra trabajadores, colonos y estudiantes. 

El PRD burgués ha sido el punto focal de un frente popular, una alianza de colaboración de clases que ha tenido como propósito desviar el descontento de los explotados y oprimidos a los canales estériles del parlamentarismo burgués. Es por eso necesario no sólo luchar contra el viejo “sindicalismo” corporativista en el que se apoyó el régimen del PRI durante siete décadas y el “sindicalismo blanco” (patronal) del PAN, sino también contra los dirigentes supuestamente “democráticos” que cumplen con la función de mantener atado al proletariado al marco burgués, es decir, al marco de la explotación, el hambre y la miseria continua. 

Hoy en día, la condición de la victoria para los trabajadores de Volkswagen, así como para el proletariado en general, es su independencia política como clase con respecto a la burguesía, sus partidos y su estado. Esta independencia sólo podrá conseguirse en la lucha por forjar una genuina dirección revolucionaria de la clase obrera que luche por su emancipación y la de todos los oprimidos. Asimismo, la lucha de los trabajadores de VW evidencia el carácter internacional de la lucha de los explotados en todo el mundo. Los obreros que laboran en las grandes plantas de Volkswagen en Alemania, Brasil y Sudáfrica son explotados por los mismos patrones, y lo que hace falta es una lucha internacionalista para derrotar a estos explotadores y toda la clase burguesa. 

Trabajadores del sindicato Teamsters en el estado de Delaware (EE.UU.)  muestran su apoyo a la huelga de Volkswagen de México. ¡Transformar este gesto en acción poderosa, paralizando labores en solidardad con los huelguistas de Puebla! (Foto: IBT)

La planta de Volkswagen en Puebla no sólo produce automóviles para el mercado nacional, sino que también es un bastión clave en la producción para el todo el TLC. Por lo tanto se ve directamente afectada por la crisis de la industria del automóvil en los EE.UU. Los trabajadores norteamericanos deben buscar la forma de dar un apoyo efectivo a sus compañeros de clase mexicanos. En la ciudad de Wilmington (estado de Delaware), la Sección 326 del sindicato Teamsters mandó un mensaje oficial de apoyo a la huelga de Puebla. Miembros del sindicato que también trabajan por la Volkswagen están llevando pegatinas con el símbolo rojinegro para mostrar su solidaridad con los huelguistas poblanos. Los militantes clasistas deben luchar para transformar estos gestos en acción, paralizando labores para apoyar directamente a sus hermanos y hermanas en la planta de Puebla. Mientras tanto en Brasil, desde el día 31 de agosto los 15,000 trabajadores de la fábrica de VW en São Bernardo (cerca de São Paulo), están realizando paros diarios en pro de sus reivindicaciones. 

En otro hemisferio, los trabajadores de Volkswagen en Sudáfrica se lanzaron a la huelga el año pasado, pero fueron traicionados por sus propios dirigentes de la COSATU (principal central sindical sudafricana) y del Partido Comunista (en realidad reformista). Éstos participan en un frente popular nacionalista junto con el gobierno burgués del Congreso Nacional Africano (ANC), que después de dos semanas de huelga dictó un ultimátum para la vuelta al trabajo de estos trabajadores quienes fueron uno de los baluartes de la lucha contra la esclavitud del apartheid. Sin embargo, 1,300 trabajadores se negaron a acatar esta orden y fueron despedidos. Los huelguistas en Puebla deben exigir también la reinstalación de sus compañeros sudafricanos, víctimas de la soberbia de esta empresa imperialista paraestatal entre cuyos directivos hay muchos socialdemócratas.

Aunque las burocracias reformistas y nacionalistas buscan reducir las acciones a protestas tibias, y dividen a los trabajadores sobre líneas nacionales, la naturaleza internacional de la industria automotriz exige a gritos una dirección revolucionaria de los obreros que ponga en práctica el lema “Obreros del mundo, uníos”.

¡Forjar un partido obrero revolucionario!

Una organización que ha querido hacerse presente en la huelga de VW es la Unidad Obrera y Socialista (UNIOS). Como sucursal del Gobierno de la Ciudad de México encabezado por el PRD, estos seudosocialistas lanzan súplicas a este partido burgués para que defienda los intereses de los trabajadores. En una carta al PRD de febrero de 1999, dicen que se suman a todas las actividades, protestas y manifestaciones organizadas por ellos en un “Frente Unico” para “defender la soberanía, la independencia nacional y una gran conquista de todo el pueblo mexicano”. Esta verborrea nacionalista reviste el viejo programa de la colaboración de clases: formar un “frente único” con la burguesía contra los trabajadores. De ahí su apoyo a los burócratas sindicales perredistas y priístas en la huelga actual.

Un grupo supuestamente trotskista que se presenta como muy radical es la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS). Lejos de luchar por el genuino marxismo revolucionario, estos paladines del vanguardismo estudiantil simplemente quieren colocarse como el ala izquierda del movimiento que esté en boga en un momento dado. Su apoyo al movimiento “antiglobalización” indica claramente que su programa no es el del internacionalismo proletario, sino el del nacionalismo frentepopulista. Los “globalifóbicos” (como les gusta llamarse en México, aceptando el epíteto del ex presidente Zedillo) colocan como su principal divisa la “soberanía nacional”, es decir, una relativa independencia por parte de su “propia” burguesía con respecto a los bloques imperialistas. Sin embargo, la única solución verdadera a los problemas que hoy aquejan a la inmensa mayoría de la población consiste en barrer al imperialismo mediante la revolución socialista internacional.

El Grupo Internacionalista ha presentado su programa revolucionario de forma sistemática a los huelguistas de la VW. En contraste (y a pesar las advertencias macartistas de la prensa burguesa), la casi totalidad de la izquierda ha brillado por su ausencia. Para el Grupo Espartaquista de México (GEM), esto se ha convertido en norma. Para ellos, esto puede ser lógico puesto que tras su degeneración centrista se dedican a defender a la CTM, diciendo que este aparato corporativista es supuestamente un verdadero sindicato y organización proletaria.

Fueron muchos los que sembraron ilusiones en que la salida del PRI del gobierno implicaría, automáticamente, una mejora sustiancial para los de abajo. Durante décadas esta ilusión fue alimentada por la propia izquierda, que alegaba que una “revolución democrática” en el país equivaldría a la derrota del PRI. Hoy se puede ver de manera perfectamente clara, que la única forma de realizar las aspiraciones de la clase obrera y los oprimidos no consiste en la sustitución de un modo de dominio burgués por otro, sino en la destrucción del dominio de unos cuantos explotadores sobre los millones de explotados. Lo que esto significa es que lo que está en el orden del día en México, no es una supuesta “revolución democrática” o una nueva edición de la Revolución Mexicana como pretenden los zapatistas, que llevaría a otro sector de la burguesía al gobierno, sino una revolución socialista internacional. 

En México hoy en día, al emprender una lucha clasista, los obreros tienen que ponerse a la cabeza de todos los oprimidos, en primer lugar los campesinos e indígenas que están en la calle luchando contra los mismos explotadores. Mientras que la secretaria de la Reforma Agraria, Teresa Herrera Tello, confía la solución de los problemas del campo a “la gracia divina” (Milenio 31 de agosto), lo cierto es que la milenaria pobreza de los campesinos mexicanos sólo podrá ser eliminada desde la raíz por un gobierno obrero y campesino que luche por la extensión de la revolución socialista hacia el resto de América Latina y también hacia el Norte, a las entrañas mismas del monstruo imperialista. Esta perspectiva es la de la revolución permanente. 

Este es el único programa capaz de dar un futuro a la juventud, y desarraigar para siempre la opresión de la mujer que es una de las condiciones y aspectos fundamentales de la sociedad burguesa. El instrumento necesario para llevar a cabo estas tareas es un partido obrero revolucionario internacional. Los trotskistas del Grupo Internacionalista luchamos por construir tal partido en una IV Internacional reforjada, el partido mundial de la revolución socialista. n

*Central Campesina Independiente, Central Campesina Cardenista, Congreso Agrario Permanente, Confederación Nacional Campesina



Para contactar el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional, escribe: internationalistgroup@msn.com

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