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junio de 2005  

En directo desde La Paz 

La capital boliviana paralizada por masivas protestas

La Paz, manifestación, 6 de junio de 2006
Decenas de miles de obreros, campesinos y habitantes de los barrios pobres convergen en la Plaza
San Francisco en La Paz, llamando a cerrar el corrupto parlamento y nacionalizar los hidrocarburos.
(Foto: El Internacionalista)

ULTIMA HORA –22 hs. – El presidente boliviano Carlos Mesa acaba de presentar su renuncia ante las masivas protestas. Sigue sin definirse quién será su sucesor, asunto que supuestamente resolverá mañana el congreso boliviano. Mesa “gobernó” durante 19 meses después de ser instalado luego de la huida del presidente anterior Gonzalo Sánchez de Lozada. Este asesino de masas fue echado mediante un levantamiento obrero contra la sangrienta represión que lanzó para intentar aplastar las protestas contra sus acuerdos con un cártel del gas “trasnacional”. Desde entonces, la crisis política, social y económica se ha intensificado. Hoy, una enorme manifestación de obreros, campesinos y vecinos de los barrios populares ocupó el centro de la capital, que se encuentra aislada por los bloqueos que impiden el acceso a la ciudad. La renuncia de Mesa es una muestra de la incapacidad de la clase dominante boliviana de resolver los problemas más elementales que enfrenta este empobrecido país andino. Si se nombra como su sucesor al derechista presidente del Congreso, la indignación de las masas se intensificará aún más. La amenaza de un golpe militar es real. La única solución: ¡Obreros al poder!

LA PAZ, 6 DE JUNIO – “Al parlamento hay que cerrarlo, a los corruptos hay que colgarlos”, coreaban indígenas aymaras en la enorme manifestación de hoy. La suya era una de las innumerables y enormes columnas de manifestantes que bajaban desde las villas de El Alto a la capital de Bolivia.  “Mesa y Goni, el mismo engaño, leyes malditas han firmado”, seguían cantando, al tono de un huayño andino. Carlos Mesa, el presidente actual, es el sucesor de Gonzalo Sánchez de Lozada (“Goni”), quien lanzó una andanada de represión masiva en un intento fallido de aplastar el levantamiento de octubre de 2003.

La Plaza San Francisco en el centro de La Paz se llenó hoy de enardecidos obreros, campesinos y habitantes de los barrios pobres. La radio informó de que “manifestaciones masivas y dinamitazos sacuden la capital”. Mineros y trabajadores fabriles se unieron a campesinos del altiplano y las Yungas, maestros, desempleados y varias decenas de miles más para exigir la “nacionalización de los hidrocarburos”.

“No a la autonomía de la oligarquía de Santa Cruz”, exigían los manifestantes, coléricos porque Mesa accedió a la realización del referéndum sobre la “autonomía” exigida por la élite de dicho departamento oriental, junto con la de otras regiones ricas en gas, como arma contra los indígenas del altiplano occidental. Una pancarta tachaba a la crema y nata de Santa Cruz de “residuos de Pizarro”, el conquistador español de los Andes que simboliza a los siglos de pillaje que han dejado a la inmensa mayoría de la población boliviana sumida en la más abyecta pobreza.

El estado de ánimo de los manifestantes era radical e iracundo. Cientos de manifestantes llevaban pancartas en las que denunciaban a la clase dominante en los términos más explícitos: “Burgueses, los días están contados”, “Muera la burguesía boliviana” “Basta de maniobras burguesas parlamentarias”, se leía en pancartas escritas a mano.

La indignación de clase está en su punto de ebullición: mujeres indígenas gritaban a gente bien vestida que pasaba por ahí que se quitara las corbatas. Armadas con palos, algunos con clavos, mujeres vestidas con los tradicionales aguayos y polleras, obligaron a las tiendas y a los vendedores callejeros a cerrar. En las colonias ricas del sur de La Paz, los usualmente arrogantes miembros de la clase alta se encogen de miedo tras sus portones metálicos.

El humo producido por la quema de llantas se mezclaba con el gas lacrimógeno lanzado por la policía contra los manifestantes que intentaron una vez más tomar la Plaza Murillo, sede del gobierno nacional. Escasea combustible en la ciudad como resultado de los bloqueos de caminos por los campesinos y organizaciones sindicales en todo el país.

La Iglesia Católica exige que se ponga alto a las movilizaciones como parte del “diálogo” que frenéticamente intenta organizar. En sus intentos de “mediación” para detener la encarnizada lucha de clases que ha dejado al país virtualmente paralizado tras las recientes semanas de protestas, líderes eclesiales se reunieron hoy con Evo Morales, dirigente del Movimiento al Socialismo (MAS). Morales ha sido un apoyo decisivo del cada vez más aislado gobierno de Mesa. Hoy, el dirigente del MAS sembró más ilusiones en el parlamento boliviano, lanzando el llamado por la “recuperación plana” de las reservas de hidrocarburos remendando la ley de hidrocarburos (ver “Bolivia estalla: encarnizada batalla de clases”, suplemento de El Internacionalista, 1° de junio).

Mineros de Huanuni, 6 de junio de 2005Mineros de la históricamente combativa mina del estaño de Huanuni marchan en La Paz el 6 de junio.
(Foto: El Internacionalista)

Sin embargo el desprecio por el congreso burgués expresado con cólera por los manifestantes que hoy paralizaron la Paz, refleja una extendida repugnancia no sólo por los aliados de Goni que controlan el parlamento, sino por la institución misma. En la manifestación de hoy, los llamados por la nacionalización fueron mucho más frecuentes que las consignas a favor de la “asamblea constituyente” que Morales ha exigido y que Mesa ha concedido para llevar a cabo nuevas maniobras con el propósito de poner fin a las movilizaciones de las masas.

Sin embargo, las nacionalizaciones burguesas no bastan para liberar a los explotados de siglos de pobreza. La expropiación sin compensación de las compañías energéticas “multinacionales” debe llevarse a cabo mediante la toma de sus instalaciones por la clase obrera como parte de una lucha por una revolución que ponga el poder en manos de los explotados mismos, es decir, una revolución socialista.

De hecho, manifestantes ya han tomado dos pozos petroleros en Camiri, ciudad en el oriente de Bolivia, conocida por haber sido el sitio en el que algunos acompañantes del Che Guevara fueron sometidos a un tribunal militar en 1967. Hoy, manifestantes ocuparon las instalaciones de Transredes, que embarca 150.000 barriles diarios. Más temprano, la refinería de Cochabamba fue ocupada por trabajadores. En las afueras de La Paz, se ha informado que campesinos taparon el río que abastece de agua a la capital.

Entretanto, se intensifican los rumores de que el presidente podría usar al ejército para lanzar una represión masiva, o de que las fuerzas armadas puedan emprenderla por cuenta propia. Los palos de madera, e incluso los cachorros de dinamita, distan de ser suficientes para defender a los trabajadores contra esta amenaza. Hoy, en la Plaza de San Francisco, un minero retirado de Catavi-Siglo XX compró la separata de El Internacionalista y nos dijo: “Aquí, la clase obrera estaba armada. Quien terminó con esto fue el general Barrientos”, quien dirigió un golpe militar en 1964 y se valía de una demagogia populista, dando inlusive discursos en quechua en los que proclamaba un “pacto militar-campesino” – contra los obreros.

La necesidad de formar grupos de autodefensa, núcleos de milicias obreras y campesinas, es palpable. Junto con consejos de obreros y campesinos como los soviets de la Revolución Rusa, podrían ganar a las bases plebeyas del ejército contra el cuerpo de oficiales que ha llevado a cabo innumerables masacres contra mineros, trabajadores fabriles, campesinos y estudiantes. Sin embargo, sectores dirigentes de la COB, incluido su secretario general Jaime Solares, siguen lanzando llamados a los oficiales nacionalistas.

Hoy una asamblea masiva aprobó resoluciones a favor de la nacionalización de hidrocarburos y de la toma de los campos petrolíferos y pozos de gas, así como por un “gobierno popular e indígena”, fórmula populista que deliberadamente intenta apelar a sectores de la burguesía y de las fuerzas armadas. Ésta es una fórmula para la derrota. La Liga por la IV Internacional, en contraste, llama por un gobierno obrero, campesino e indígena para llevar a cabo una revolución socialista que ponga fin al sangriento dominio de la burguesía. Es apremiante la formación de consejos de obreros, campesinos y soldados sobre los cuales debe erigirse tal gobierno revolucionario.

Sólo el poder de clase del proletariado, reuniendo a todos los explotados y oprimidos en torno a la bandera de la revolución obrera, da la salida. La ausencia de un partido genuinamente revolucionario – la crisis de la dirección proletaria – es la única razón por la cual la burguesía boliviana no ha sido barrida, como miles de manifestantes exigían hoy.

En la Plaza de San Francisco, decenas de obreros y campesinos indígenas nos hablaron de su furia y de sus esperanzas y escucharon con apasionado interés cuando les hablamos de cómo una revolución en Bolivia podría sacudir la región y ganar el apoyo de la clase obrera más allá de las fronteras, y en el mundo entero. “Los burgueses nos tienen con hambre”, “Se han robado todo desde la época de la plata”, “Hay que echarlos”, decían los manifestantes. Debe forjarse un partido bolchevique como el de Lenin y Trotsky para dirigir esta lucha.

Las movilizaciones seguirán mañana, día en que está programada una sesión del Congreso.  n



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