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junio de 2005 En
directo desde La Paz
La capital boliviana paralizada por
masivas protestas Decenas
de miles de obreros, campesinos y habitantes de los barrios pobres
convergen en la Plaza
San Francisco en La Paz, llamando a cerrar el corrupto parlamento y nacionalizar los hidrocarburos. (Foto:
El Internacionalista)
ULTIMA
HORA –22 hs.
– El presidente boliviano Carlos Mesa acaba de presentar su renuncia
ante las
masivas protestas. Sigue sin definirse quién será su
sucesor, asunto que
supuestamente resolverá mañana el congreso boliviano.
Mesa “gobernó” durante 19
meses después de ser instalado luego de la huida del presidente
anterior
Gonzalo Sánchez de Lozada. Este asesino de masas fue echado
mediante un
levantamiento obrero contra la sangrienta represión que
lanzó para intentar
aplastar las protestas contra sus acuerdos con un cártel del gas
“trasnacional”. Desde entonces, la crisis política, social y
económica se ha
intensificado. Hoy, una enorme manifestación de obreros,
campesinos y vecinos
de los barrios populares ocupó el centro de la capital, que se
encuentra
aislada por los bloqueos que impiden el acceso a la ciudad. La renuncia
de Mesa
es una muestra de la incapacidad de la clase dominante boliviana de
resolver
los problemas más elementales que enfrenta este empobrecido
país andino. Si se
nombra como su sucesor al derechista presidente del Congreso, la
indignación de
las masas se intensificará aún más. La amenaza de
un golpe militar es real. La
única solución: ¡Obreros al poder! LA
PAZ, 6
DE JUNIO – “Al parlamento hay que cerrarlo, a los corruptos hay que
colgarlos”,
coreaban indígenas aymaras en la enorme manifestación de
hoy. La suya era una
de las innumerables y enormes columnas
de manifestantes que bajaban desde las villas de El Alto a la capital
de
Bolivia. “Mesa y Goni, el mismo
engaño,
leyes malditas han firmado”, seguían cantando, al tono de un huayño
andino. Carlos Mesa, el presidente actual, es el sucesor de Gonzalo
Sánchez de
Lozada (“Goni”), quien lanzó una andanada de represión
masiva en un intento
fallido de aplastar el levantamiento de octubre de 2003. La
Plaza
San Francisco en el centro de La Paz se llenó hoy de enardecidos
obreros,
campesinos y habitantes de los barrios pobres. La radio informó
de que
“manifestaciones masivas y dinamitazos sacuden la capital”. Mineros y
trabajadores fabriles se unieron a campesinos del altiplano y las
Yungas,
maestros, desempleados y varias decenas de miles más para exigir
la
“nacionalización de los hidrocarburos”. “No
a la
autonomía de la oligarquía de Santa Cruz”, exigían
los manifestantes, coléricos
porque Mesa accedió a la realización del
referéndum sobre la “autonomía” exigida
por la élite de dicho
departamento oriental, junto con la de otras regiones ricas en gas,
como arma
contra los indígenas del altiplano occidental. Una pancarta
tachaba a la crema
y nata de Santa Cruz de “residuos de Pizarro”, el conquistador
español de los
Andes que simboliza a los siglos de pillaje que han dejado a la inmensa
mayoría
de la población boliviana sumida en la más abyecta
pobreza. El
estado
de ánimo de los manifestantes era radical e iracundo. Cientos de
manifestantes
llevaban pancartas en las que denunciaban a la clase dominante en los
términos
más explícitos: “Burgueses, los días están
contados”, “Muera la burguesía
boliviana” “Basta de maniobras burguesas parlamentarias”, se
leía en pancartas
escritas a mano. La
indignación de clase está en su punto de
ebullición: mujeres indígenas gritaban
a gente bien vestida que pasaba por ahí que se quitara las
corbatas. Armadas
con palos, algunos con clavos, mujeres vestidas con los tradicionales aguayos
y polleras, obligaron a las tiendas y a los vendedores callejeros a
cerrar. En
las colonias ricas del sur de La Paz, los usualmente arrogantes
miembros de la
clase alta se encogen de miedo tras sus portones metálicos. El
humo
producido por la quema de llantas se mezclaba con el gas
lacrimógeno lanzado
por la policía contra los manifestantes que intentaron una vez
más tomar la
Plaza Murillo, sede del gobierno nacional. Escasea combustible en la
ciudad
como resultado de los bloqueos de caminos por los campesinos y
organizaciones
sindicales en todo el país. La
Iglesia Católica exige que se ponga alto a las movilizaciones
como parte del
“diálogo” que frenéticamente intenta organizar. En sus
intentos de “mediación”
para detener la encarnizada lucha de clases que ha dejado al
país virtualmente
paralizado tras las recientes semanas de protestas, líderes
eclesiales se
reunieron hoy con Evo Morales, dirigente del Movimiento al Socialismo
(MAS).
Morales ha sido un apoyo decisivo del cada vez más aislado
gobierno de Mesa.
Hoy, el dirigente del MAS sembró más ilusiones en el
parlamento boliviano,
lanzando el llamado por la “recuperación plana” de las reservas
de
hidrocarburos remendando la ley de
hidrocarburos (ver “Bolivia estalla: encarnizada batalla de clases”,
suplemento
de El Internacionalista, 1° de junio). Mineros de la
históricamente combativa mina del estaño de Huanuni
marchan en La Paz el 6 de junio.
(Foto: El Internacionalista) Sin
embargo el desprecio por el congreso burgués expresado con
cólera por los
manifestantes que hoy paralizaron la Paz, refleja una extendida
repugnancia no
sólo por los aliados de Goni que controlan el parlamento, sino
por la
institución misma. En la manifestación de hoy, los
llamados por la
nacionalización fueron mucho más frecuentes que las
consignas a favor de la
“asamblea constituyente” que Morales ha exigido y que Mesa ha concedido
para
llevar a cabo nuevas maniobras con el propósito de poner fin a
las
movilizaciones de las masas. Sin
embargo, las nacionalizaciones burguesas no bastan para liberar a los
explotados de siglos de pobreza. La expropiación sin
compensación de las
compañías energéticas “multinacionales” debe
llevarse a cabo mediante la toma
de sus instalaciones por la clase obrera como parte de una lucha por
una
revolución que ponga el poder en manos de los explotados mismos,
es decir, una
revolución socialista. De
hecho,
manifestantes ya han tomado dos pozos petroleros en Camiri, ciudad en
el
oriente de Bolivia, conocida por haber sido el sitio en el que algunos
acompañantes del Che Guevara fueron sometidos a un tribunal
militar en 1967.
Hoy, manifestantes ocuparon las instalaciones de Transredes, que
embarca
150.000 barriles diarios. Más temprano, la refinería de
Cochabamba fue ocupada
por trabajadores. En las afueras de La Paz, se ha informado que
campesinos
taparon el río que abastece de agua a la
capital. Entretanto,
se intensifican los rumores de que el presidente podría usar al
ejército para
lanzar una represión masiva, o de que las fuerzas armadas puedan
emprenderla
por cuenta propia. Los palos de madera, e incluso los cachorros de
dinamita,
distan de ser suficientes para defender a los trabajadores contra esta
amenaza.
Hoy, en la Plaza de San Francisco, un minero retirado de Catavi-Siglo
XX compró
la separata de El Internacionalista y nos dijo: “Aquí,
la clase obrera
estaba armada. Quien terminó con esto fue el general
Barrientos”, quien dirigió
un golpe militar en 1964 y se valía de una demagogia populista,
dando inlusive
discursos en quechua en los que proclamaba un “pacto militar-campesino”
–
contra los obreros. La
necesidad de formar grupos de autodefensa, núcleos de milicias
obreras y
campesinas, es palpable. Junto con consejos de obreros y campesinos
como los
soviets de la Revolución Rusa, podrían ganar a las bases
plebeyas del ejército contra
el cuerpo de oficiales que ha llevado a cabo innumerables masacres
contra
mineros, trabajadores fabriles, campesinos y estudiantes. Sin embargo,
sectores
dirigentes de la COB, incluido su secretario general Jaime Solares,
siguen
lanzando llamados a los oficiales nacionalistas. Hoy
una asamblea
masiva aprobó resoluciones a favor de la nacionalización
de hidrocarburos y de
la toma de los campos petrolíferos y pozos de gas, así
como por un “gobierno
popular e indígena”, fórmula populista que
deliberadamente intenta apelar a
sectores de la burguesía y de las fuerzas armadas. Ésta
es una fórmula para la
derrota. La Liga por la IV Internacional, en contraste, llama por un
gobierno obrero, campesino e indígena para llevar a cabo una
revolución
socialista que ponga fin al sangriento dominio de la burguesía.
Es apremiante
la formación de consejos de obreros, campesinos y soldados sobre
los cuales
debe erigirse tal gobierno revolucionario. Sólo
el
poder de clase del proletariado, reuniendo a todos los
explotados y
oprimidos en torno a la bandera de la revolución obrera, da la
salida. La
ausencia de un partido genuinamente revolucionario – la crisis de la
dirección
proletaria – es la única razón por la cual la
burguesía boliviana no ha sido
barrida, como miles de manifestantes exigían hoy. En
la
Plaza de San Francisco, decenas de obreros y campesinos
indígenas nos hablaron
de su furia y de sus esperanzas y escucharon con apasionado
interés cuando les
hablamos de cómo una revolución en Bolivia podría
sacudir la región y ganar el
apoyo de la clase obrera más allá de las fronteras, y en
el mundo entero. “Los
burgueses nos tienen con hambre”, “Se han robado todo desde la
época de la
plata”, “Hay que echarlos”, decían los manifestantes. Debe
forjarse un partido
bolchevique como el de Lenin y Trotsky para dirigir esta lucha. Las movilizaciones seguirán mañana, día en que está programada una sesión del Congreso. n
Para contactar el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional, escribe: internationalistgroup@msn.com |
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