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octubre de 2001 

La burguesía mexicana se alista 
en la guerra imperialista

Los presidentes George W. Bush y Vicente Fox Quesada en febrero de 2001, mientras el mandatario estadounidense anuncia golpes aéreos contra Irak. (Foto: AP)

Inmediatamente después del grito de guerra lanzado por la administración Bush de que “o bien se está con nosotros, o bien contra nosotros” en la nueva guerra por la reestructuración del mundo, el gobierno empresarial de Fox subrayó, de nueva cuenta, su fidelidad lacayuna a sus amos imperialistas. No sólo justificó los ataques del imperialismo norteamericano contra países semicoloniales, sino que ofreció a EE.UU. “todo el petróleo necesario” para sostener los bombardeos contra Afganistán y cualquier otro país que se fije como blanco de esta guerra imperialista. El canciller Jorge Castañeda ha repetido hasta la saciedad que el gobierno de Fox respalda las acciones militares de EE.UU., y se compromete a brindar toda la ayuda solicitada.

Esto no es una casualidad. Las ondas de choque de los ataques del 11 de septiembre han alcanzado al México capitalista, y su gobierno se prepara para secundar a los imperialistas en la guerra. Vale recordar que durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno mexicano no sólo se convirtió en un proveedor incondicional de materias primas y mano de obra para sus amos en Washington, sino que participó militarmente en la carnicería interimperialista enviando al Escuadrón 201 a participar en combates aéreos en el Pacífico Sur. Tras declarar la guerra contra las potencias del Eje, el gobierno de Ávila Camacho procedió a hacer arrestos de ciudadanos japoneses, especialmente en los estados del norte del país, donde incluso se construyeron campos de concentración. Esta es la verdadera cara del nacionalismo burgués mexicano, desde el PRI (y su engendro el PRD) hasta el PAN.

Hoy la historia se repite. En menos de un mes 81 inmigrantes de origen árabe han sido detenidos en México. Inmediatamente después del ataque contra el World Trade Center de Nueva York, el Instituto Nacional de Migración procedió a arrestar a 41 iraquíes. Desde entonces, han sido arrestados inmigrantes procedentes de Jordania, Pakistán, Yemen y Líbano, además de otros 14 iraquíes (La Jornada, 2 de octubre). Mientras los medios masivos reportan que el Grupo Beta cumple misiones humanitarias para ayudar a los que quieren cruzar la frontera repartiendo paquetes de salvamento, la verdad es que el estado mexicano cumple funciones de “policía fronteriza” al servicio de Estados Unidos. Año con año miles y miles de inmigrantes centroamericanos que van en tránsito hacia EE.UU. son arrestados y deportados a sus empobrecidos países de origen. En el colmo del cinismo, el titular del INM afirmó que “antes de los atentados [en EE.UU.] había simpatía de los mexicanos por el migrante y se tendía a protegerlo, pero después del 11 de septiembre esta actitud cambió”.

Con esto la burguesía mexicana pone su “granito de arena” en la tarea de azuzar la xenofobia antiárabe (que en EE.UU. va de la mano del racismo contra los inmigrantes latinoamericanos – entre los cuales ahora un número considerable se manifiesta conforme con la campaña patriotera imperialista). Tanto en México como en Estados Unidos, los marxistas revolucionarios exigimos ¡plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes! La disyuntiva que enfrentan los inmigrantes de origen árabe es la de pasar una larga temporada pudriéndose en las celdas del servicio migratorio mexicano o la de ser expulsados a sus países de origen donde también serán reprimidos. Es preciso exigir su inmediata liberación.

Al mismo tiempo que el gobierno de Estados Unidos asegura el “frente interno” lanzando un ataque generalizado contra los derechos democráticos e intensificando la represión contra las minorías étnicas, los inmigrantes, los trabajadores y los pobres en general, Fox convoca a la “unidad nacional” y promete mantener la “paz” en el país. Lo que esto significa es que la represión doméstica irá en crescendo. Desde antes de los atentados del 11 de septiembre en EE.UU., la burguesía mexicana había comenzado una cacería de brujas contra izquierdistas. Después del estallido de unos cohetes en tres sucursales de Banamex en la Ciudad de México que causaron daños leves, se lanzó una campaña bajo la rúbrica del “antiterrorismo” que culminó con la captura relámpago de cinco personas, de quienes se dijo que eran sospechosos de ser miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP), organización que se había adjudicado la responsabilidad de los ataques.

El gobierno “democrático” de Fox montó la escenografía adecuada para “probar” la infalibilidad del estado burgués y asegurar a los capitalistas nacionales e imperialistas que sus negocios están a buen resguardo. La supuesta ubicación de los responsables de los atentados se llevó a cabo tan rápidamente, que hasta los medios burgueses expresaron su escepticismo. Los detenidos son los hermanos Antonio, Héctor y Alejandro Cerezo Contreras, Pablo Alvarado y Sergio Galicia, quienes se encuentran ahora recluidos en el penal de máxima seguridad de La Palma, en Almoloya, Estado de México.

Infantes de marina de las FF.AA. mexicanas. (Foto: Proceso)

Estas víctimas de la lucha anti-“subversiva” del régimen, se suman a Erika Zamora, presa en el estado de Guerrero desde hace tres años, tras la matanza de campesinos y supuestos guerrilleros perpetrada por el ejército en la población de El Charco. El Grupo Internacionalista exige: ¡Libertad inmediata a los prisioneros de la represión burguesa! ¡Abajo todos los cargos contra los acusados de “terrorismo”! Es deber de la clase obrera movilizarse para realizar esta perspectiva, poniendo en práctica el viejo lema proletario de que “un golpe contra uno es un golpe contra todos”.

Puesto que los hermanos Cerezo Contreras son estudiantes de la UNAM, se inició una cacería de brujas contra estudiantes que participaron en la huelga estudiantil de 1999-2000. El gobierno anunció, por ejemplo, la realización de actividades de inteligencia en la Universidad, con el fin de “detectar” actividades que “pongan en riesgo la seguridad nacional”, es decir, el dominio de la burguesía. Esta cacería de brujas sigue en pleno, y se ha manifestado en varias ocasiones en los días recientes. Se reportó que el 2 de octubre, día en el que se realizó la marcha en conmemoración de la Masacre de Tlatelolco de 1968, más de cien estudiantes fueron arrestados. La policía capitalina a órdenes del perredista Andrés Manuel López Obrador, realizó actos de hostigamiento en diferentes escuelas, arrestando a decenas de estudiantes en Prepa 5 por el “delito” de estar parados en la banqueta afuera de la escuela. La policía también intentó detener a estudiantes que se transportaban a Tlatelolco en camiones públicos acusándolos de “secuestrar” autobuses a pesar de que habían pagado sus pasajes. Además, en los recientes mítines frente a la embajada de Estados Unidos para protestar contra la guerra imperialista, las vallas policíacas han estado compuestas de cientos de policías, que además “censan” a los asistentes exigiéndoles sus nombres, así como los volantes que se distribuyen.

No debe pasar inadvertido el hecho de que el blanco principal de la embestida represiva del gobierno foxista es la clase obrera. Desde el mismo 11 de septiembre, se anunció que miles de efectivos de la Policía Federal Preventiva serían destacados a la vigilancia de “instalaciones estratégicas” en el país. No sólo se “reforzó” la vigilancia en puestos fronterizos, sino que las instalaciones de PEMEX, la Compañía de Luz y Fuerza y la Comisión Federal de Electricidad estarán bajo resguardo de la policía. En todo caso, estas medidas en “previsión” de ataques terroristas pretenden en último término impedir el menor estallido entre la clase obrera, agobiada por la política hambreadora del régimen y la caída vertical de sus niveles de vida.

En México se han visto ya acciones de protesta contra la guerra imperialista, pero su perspectiva no ha rebasado los límites del nacionalismo burgués. Algunos mítines convocados por grupos de izquierda como el Partido Obrero Socialista (seguidores mexicanos del difunto caudillo seudotrotskista argentino, Nahuel Moreno) han azuzado un descarado nacionalismo, insistiendo en que “ésta no es una guerra de los mexicanos”. Al mismo tiempo, hacen llamados para remover a Jorge Castañeda de su puesto como canciller, mostrando que el fondo de su política es simplemente el de sugerir un cambio de rumbo a la administración burguesa de Fox. Ahora Juventud Revolución (grupo juvenil lambertista que consiste en verdaderos ultras del reformismo), llama por “la paz, la libertad y la democracia”, mientras realizan trámites para ser reconocidos como organización política nacional por el IFE, esperando así que su cretinismo parlamentario les proporcione algunas ventajas. Lo que esconden, es que la lucha contra la guerra imperialista exige una política clasista e internacionalista, lo que se opone al acendrado nacionalismo burgués al que capitulan (en particular cuando se trata del partido represor encabezado por el ingeniero Cárdenas).

En la época del imperialismo, las burguesías de los países de desarrollo capitalista tardío se caracterizan por su subordinación al imperialismo. Encontrándose entre sus exigentes amos imperialistas, por un lado, y un proletariado concentrado e inestable, se han visto obligadas a construir regímenes bonapartistas o semibonapartistas súbditos del imperialismo. Su tarea y su misión son las de exprimir la última gota de sudor y sangre de las masas obreras y campesinas. La única salida consiste en luchar contra el capitalismo, que únicamente significa guerras, racismo, opresión de la mujer y crisis económicas. Esto implica tomar la senda de la revolución obrera y su extensión al sur y al norte, más allá del Río Bravo, a los Estados Unidos. Esta perspectiva implica forjar al calor de la lucha secciones nacionales de una IV Internacional reforjada, el partido mundial de la revolución socialista. Es a esta perspectiva que el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional dedican sus esfuerzos. ¡Únetenos!



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