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  mayo de 2015

Firmes ante el chantaje de las autoridades y los charros

Paro de la salud en Oaxaca:
En esta hora decisiva, ¡No claudicar!

En lucha por un servicio médico de primera para la población trabajadora


Personal médicao del Sistema de Salud de Oaxaca en paro denuncian al secretario por su suntuosa boda en Huatulco mientras los trabajadores viven en la pobreza, sin medicamentos y equipo para proveer servicio médico de alta calidad a la población trabajadora. (Foto: Excelsior TV)

OAXACA, OAX., 18 de mayo – Desde hace dos semanas, los valientes trabajadores de la salud en todo el estado de Oaxaca están en paro para lograr una mejora cualitativa en la atención médica y para superar las pésimas condiciones en que la patronal mantiene al sistema de salud. Luchan para brindar una atención médica digna y de alta calidad para los trabajadores, los indígenas y los pobres del campo y la ciudad. La lucha es contra una despiadada ofensiva patronal que hace cada vez más precaria la atención a los usuarios del sistema de salud. Al mismo tiempo las autoridades pretenden eliminar los derechos laborales de los trabajadores de la salud mediante con esquemas de contratación que garantizan salarios de miseria.

La falta de insumos médicos en los hospitales y clínicas públicas de Oaxaca es nada menos que escandalosa (faltan gasas, cubrebocas, vendas, guantes de látex, pero también medicamentos básicos y especializados, lo mismo que reactivos de laboratorio). Pero las jefes de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) están presionando para levantar el paro, fingiendo que han satisfecho cabalmente las demandas de los trabajadores. Estos, sin embargo, rechazan con desprecio esas mentiras. Los trabajadores del sector ya tienen experiencia en lo que toca a las “promesas” y acuerdos que el gobierno firma, pero que jamás cumple, como en el caso del Hospital Civil de la ciudad de Oaxaca (ver nuestro artículo enRevolución Permanente N°3, octubre de 2013).

Pero lo más insultante es que la burocracia “sindical” corporativista del Sindicato Nacional de Trabajadores de Salubridad y Asistencia (SNTSA) está cantando la misma tonada burlona y trata de convencer a sus agremiados de que el pliego petitorio está “resuelto al cien por ciento” y de que es momento de reiniciar labores, sin conseguirlo. Ante la negativa de las bases trabajadoras de deponer la movilización, la prensa burguesa (Noticias, 16 de mayo) vocifera indignada que el sindicato se ha “encaprichado”.

Desde luego no se refiere a la burocracia sindical de la Sección 35, sino al personal médico, de enfermería y de apoyo que por dos ocasiones ha derrotado las pretensiones de la dirigencia charra de entregar el movimiento a cambio simples promesas: cuando tras la primera semana de paro el Comité Ejecutivo Seccional (CES) pretendió dar por concluido el movimiento, las bases consiguieron que la decisión de levantar o no el paro se discutiera en el pleno de delegados, y lo vencieron; luego lograron que dicha discusión se “bajara” a las bases. Así que esta tercera semana será decisiva: por un lado la burocracia tratará de convencerles de que el abasto de insumos y medicamentos está garantizado y de que los trabajadores eventuales (concepto 02) serán basificados (concepto 07). Pero los trabajadores del gremio deben preguntarse a diario, “¿Cómo podemos dar servicio a los cientos de personas que llegan cada día si falta hasta lo más elemental?” En esta lucha, todo trabajador consciente debe decir ¡Niun paso atrás! ¡No podemos claudicar!

Hasta ahora el CES de la Sección 35 se ha cuidado de no verse rebasado por las bases, asumiendo en el discurso las sentidas demandas de los trabajadores que buscan prestar servicios médicos a la población más pauperizada del estado de Oaxaca, pero urgiendo a la par a los delegados incondicionales a levantar el paro a como dé lugar. De hecho, el paro actual fue convocado por los burócratas sindicales para ponerse a la cabeza del movimiento y poder controlarlo, tras una serie de paros impulsados por las bases en diversos hospitales y clínicas a lo largo y ancho de la entidad que no contaron con su consentimiento. Así, llamaron a instalar asambleas permanentes, es decir, llamaron a un “movimiento” pasivo que ha encerrado la protesta dentro de los muros de las instalaciones de salud, apostando al cansancio y a la desmovilización. De persistir la “intransigencia” de las bases, la burocracia no dudará en emplear mano dura para acabar con el descontento; incluso ya hay amenazas de quitar a los trabajadores  que se empeñan en mantener la lucha les los bonos sindicales (bono por vida cara, bono a cuenta de aguinaldo, canasta básica, entre otros).

El Grupo Internacionalista, sección mexicana de la Liga por la IV Internacional, saluda la disposición de los trabajadores por defender sus derechos laborales y por conseguir insumos, infraestructura y medicamentos para poder brindar servicios médicos a la población trabajadora, señaladamente al campesinado pobre, a las masas empobrecidas de la ciudad y a los trabajadores precarios que no cuentan con IMSS o Issste a causa de la reforma laboral aprobada los últimos días del sexenio de Felipe Calderón, implementada en el estado puntualmente por el gobierno de Gabino Cué que llegó al poder, no lo olvidemos, con el apoyo del burgués Partido de la Revolución Democrática en alianza con el PAN.

Instamos en este momento clave a no claudicar. Nos unimos a los trabajadores clasistas de la salud, insistiendo en que es preciso librar esta lucha con una perspectiva clasista, con una política obrera que saque las protestas de las clínicas y los hospitales para extenderla más allá de las instalaciones de los Servicios de Salud de Oaxaca, que sume a los trabajadores de la salud del IMSS y del Issste que laboran en condiciones similares. La lucha actual se debe generalizar en una rebelión de los trabajadores del estado en la que deben jugar un papel fundamental otros gremios, como electricistas, petroleros –también bajo ataque con miles de despedidos–, telefonistas, mineros, trabajadores al servicio del estado inconformes con su dirigencia por aceptar un raquítico aumento salarial y, desde luego, los trabajadores de la educación en pie de lucha contra la reforma laboral disfrazada de reforma educativa que pretende privatizar la educación.

Hoy más que nunca es indispensable unificar la lucha de la combativa Sección 22 con la lucha de los trabajadores de la salud que entran a su tercera semana de paro indefinido y, de manera conjunta, buscar la movilización con los petroleros que ven amenazados sus puestos de trabajo tras la reforma energética y cuyo contrato colectivo será mutilado para desaparecer los servicios de salud con los que contaba este gremio estratégico. Después de todo, el derecho a la salud fue una conquista proletaria ganada con duras jornadas de lucha por parte de los obreros textiles de Orizaba, Veracruz, que en 1923 estallaron huelgas masivas para exigir indemnizaciones a los patrones en caso de enfermedad y que sentaron las bases para la creación del IMSS, del Issste y de la Secretaría de Salud.

En último término, el empeño de movilizar el poder de la clase obrera en apoyo de las demandas de los trabajadores de la salud no es un capricho abstracto. Las lacerantes limitaciones con que médicos, enfermeras y personal de apoyo se enfrentan para cumplir con su trabajo son resultado directo de un ataque burgués contra los derechos de todos los explotados y oprimidos. La falta de insumos elementales, la supresión de derechos laborales y las extenuantes cargas de trabajo son resultado directo de una política burguesa –implementada por todos los partidos patronales– de privatización de la salud. El Seguro Popular ha causado estragos en Oaxaca y otros lugares, abriendo la vía para el desmantelamiento de la salud pública que corre en paralelo a la privatización de cada vez más servicios.

Por eso, la lucha de los trabajadores de la salud no enfrenta sólo a unos u otros políticos, sino a la patronal en su conjunto. En consecuencia, la única forma en que los trabajadores podrán prevalecer consiste en librar la lucha como lo que es: una lucha de clases. Como lo muestran hasta la saciedad experiencias recientes, no será presionando al congreso, al gobernador o al gobierno federal como se ganará. Al contrario, lo que hace falta es una movilización de un poder mayor que el del estado burgués. Este poder es el de la clase obrera, que puede parar en seco el funcionamiento del sistema capitalista en su conjunto.

Para hacer realidad esta perspectiva, es necesario construir una dirección revolucionaria de la clase obrera. En el caso de los trabajadores de la salud, dispersos en diversos sindicatos –todos corporativistas– se impone la necesidad de luchar por la más cabal independencia de clase. Esto implica no sólo romper con todos los partidos y políticos burgueses –incluidos no sólo el PRI y el PAN, sino también el PRD, Movimiento Ciudadano y Morena– sino también liberarse de la camisa de fuerza corporativista. Sólo se conseguirá una verdadera democracia sindical en la lucha revolucionaria contra el capitalismo.

Al igual que la educación, el acceso a la salud y la seguridad social representa un mero derecho democrático. Sin embargo, en la época de decadencia imperialista, la burguesía de un país de desarrollo capitalista tardío como México es completamente incapaz de satisfacer hasta estas elementales demandas. Es por ello que, como apunta la perspectiva de la revolución permanente de Trotsky, el verdadero acceso gratuito a un sistema de salud de la más alta calidad sólo será implementado por un gobierno obrero y campesino que expropie a la burguesía en este país y que extienda la revolución socialista a escala internacional. Para ellos es indispensable el vehículo de un partido obrero revolucionario, como el de los bolcheviques de Lenin, forjado al fragor de la lucha de clases. Esta es la perspectiva por la que lucha el Grupo Internacionalista.■