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febrero de 2001 



Contingente del Grupo Internacionalista en marcha del 18 de febrero en Brooklyn.

Carta Abierta del Grupo Internacionalista

Alianza con policías = traición a los trabajadores 

El siguiente volante fue distribuido el 21 de febrero en Nueva York por el Grupo Internacionalista.

El 18 de febrero, en Brooklyn, se realizó una “Marcha por los derechos de los trabajadores inmigrantes” convocada por el Comité Organizador por los Derechos de los Trabajadores (CODT). Los anuncios de la marcha denunciaban, entre otras cosas, “la explotación, discriminación racial, acoso policial, arrestos a los trabajadores jornaleros en Williamsburg por el simple hecho de estar parados en la esquina esperando que los contraten para hacer algún trabajo”. 

Sin embargo, cuando la marcha llegó al local del Proyecto de Trabajadores Latinoamericanos (que integra el CODT junto con el Centro de Solidaridad de los Trabajadores de la Costura, New York Workers Committee, Se Hace el Camino al Andar y otros), se anunció desde la tribuna que se contaba con el “apoyo” de la Asociación de Oficiales Latinos, representada por un candidato a Consejo Municipal que resulta ser sargento de la División de Narcóticos de la policía de Nueva York.

Contra esto, el contingente del Grupo Internacionalista gritó “¡Policías no – policías fuera!”. Denunciando la traición y la trampa para los explotados que representa el juntarse con policías, salimos airados del mitin mientras el vocero del Proyecto de Trabajadores Latinoamericanos defendía furioso el lazo con los policías “buenos” que existen supuestamente en la “comunidad” y desde el micrófono se pronunciaban frases acerca de la “unidad”. La mera presencia de representantes de esta criminal fuerza represiva, que asesinó a Amadou Diallo, fue una amenaza contra los trabajadores e inmigrantes presentes en el acto. ¿Qué sigue? ¿Invitar a agentes de la migra?

El Grupo Internacionalista figuró prominentemente en la cobertura de la marcha. Newsday (19 de febrero) publicó fotos de nuestras pancartas y manta con las consignas “¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes! ¡Forjar un partido obrero revolucionario!” Hoy (19 de febrero), uno de los principales diarios hispanos de Nueva York, reportó nuestro retiro del mitin por el anuncio del “apoyo” de la Asociación de Oficiales Latinos. El artículo citó a militantes del GI: “La policía es uno de los enemigos de los inmigrantes.”

Hoy 21 de febrero, el CODT ha convocado una reunión para discutir planes para el Primero de Mayo. Mas alrededor del mundo, se conmemora en ese día a los Mártires de Chicago, ahorcados por haber organizado el gran mitin obrero del 4 de mayo de 1886, que fue reprimido brutalmente por la policía con un saldo de varios trabajadores muertos y 200 heridos. El mitin fue convocado para protestar contra la masacre policíaca de obreros de la fábrica McCormick’s, llevada a cabo dos días antes frente a la oleada de huelgas y manifestaciones que exigían la jornada laboral de ocho horas. La convocatoria denunciaba: “Los amos mandaron a sus sabuesos, los policías; estos asesinaron a seis de vuestros hermanos en McCormick’s” y llamaba a los obreros a resistir la embestida represiva. La lección ineludible del Primero de Mayo es la necesidad de la lucha proletaria, internacional y revolucionaria, contra la clase capitalista, sus políticos y sus policías.

La “unidad” con policías significa pisotear la memoria de Anthony Báez, Patrick Dorismond, Yong Xin Huang, Gideon Busch y tantas otras víctimas del terror racista de la NYPD (Departamento de Policía de Nueva York). Unirse a los profesionales de la represión antiobrera y racista se contrapone por el vértice a la defensa de los intereses más elementales de la clase obrera. La policía es el brazo armado de la burguesía, la clase explotadora que utiliza sus matones uniformados para reprimir, encarcelar, golpear y matar a los trabajadores, los negros, los hispanos y asiáticos, para romper huelgas y deportar a inmigrantes. La policía, junto con las fuerzas armadas, los tribunales y las cárceles, integra el estado capitalista – los “destacamentos especiales de hombres armados” que según la famosa definición de Friedrich Engels, existen para defender la propiedad y el poder de la clase dominante, reprimiéndonos a nosotros, los trabajadores y oprimidos. No, la represión no es cuestión de algunos oficiales “malos”: es la función y labor cotidiana de la policía como tal

Hoy, uno de los lemas centrales de esta represión es precisamente la “guerra contra las drogas”, pretexto para la ocupación policíaca de ghettos y barrios, el encarcelamiento y privación de derechos a millones de jóvenes negros y latinos, así como la agresión imperialista del Plan Colombia y la intervención estadounidense en toda América Latina. En Ecuador – donde la base militar estadounidense en Manta es una pieza clave del Plan Colombia – los dirigentes reformistas llevaron a los indígenas y trabajadores a la trampa de una “alianza” con un sector de las fuerzas armadas. Esto llevó directamente a la instalación del actual gobierno Made in U.S.A., hambreador y dolarizador de Gustavo Noboa, cuyas fuerzas represivas acaban de matar a tres indígenas y herir a muchos más en las últimas protestas. La prédica de que hay represores “buenos” es expresión nítida de la colaboración de clases y de la confianza reformista en el estado capitalista, que conduce a las peores derrotas para los trabajadores.

En México, la represión policíaca es pan de cada día de todos los gobiernos burgueses, sean del Partido Revolucionario Institucional que gobernó el país por siete décadas, del Partido Acción Nacional del nuevo presidente Vicente Fox o del Partido de la Revolución Democrática de Cuauhtémoc Cárdenas, que gobierna el Distrito Federal. Hace un año, el gobernador priísta del estado de Hidalgo quiso imitar la invasión policíaca que acababa de romper la huelga de la Universidad Nacional (UNAM): mandó detener a 900 estudiantes y tomar por asalto a la Escuela Normal Rural de El Mexe. Pero la población se levantó valiente en rebelión, capturó a decenas de los represores uniformados, los desarmó y los mantuvo presos hasta canjearlos por los estudiantes presos (El Internacionalista, marzo de 2000).

En Estados Unidos desde los años 60, nacionalistas negros y latinos, junto con muchos políticos burgueses del Partido Demócrata, han alegado que las cosas cambian cuando el que viste el uniforme azul es negro o latino. Nada más falso. El joven Aníbal Carrasquillo Jr.: asesinado por el oficial Marco Calderón en Brooklyn, en enero de 1995; el cocinero Librado Sánchez: asesinado por el oficial Richard Soto en febrero de 1997 mientras trabajaba en el restaurante El Caribe en Queens – estos son apenas dos de los innumerables ejemplos que desmienten esto. En Los Angeles, son tristemente célebres los policías latinos de la división de narcóticos de Ramparts que dejaron paralizado a un joven hispano como parte de su reino de terror en los barrios. Mientras tanto, el nuevo jefe del Caucus Hispano del Congreso es Silvestre Reyes, demócrata de Texas que era alto oficial de la policía fronteriza y creador de la racista Operation Hold the Line contra los inmigrantes “ilegales”.

“Peligro: policías en el área” – protesta contra el veredicto racista que absolvió a los policías que asesinaron a Amadou Diallo, febrero de 2000.

En la guerra sucia del gobierno para exterminar a dirigentes y activistas del Partido Pantera Negra en los años 60, uno de los casos más famosos fue el asesinato a sangre fría de Fred Hampton – que tenía apenas 16 años – en Chicago, a manos de un policía negro armado con escopeta. Hoy, hay muchos agentes latinos y negros entre los carceleros que mantienen en cautiverio a millones de jóvenes negros e hispanos – y de presos de la guerra de clases como Mumia Abu-Jamal, periodista negro radical condenado a muerte en Pennsylvania, y el activista indígena norteamericano Leonard Peltier. Como señaló Mumia cuando nuestros camaradas brasileños enfrentaron la represión estatal en su campaña para expulsar policías del sindicato de trabajadores municipales de Volta Redonda, “a lo largo de la historia, la policía ha protegido el statu quo”, son “agentes de las clases ricas y propietarias” (“Policia: ¿parte, o enemiga, del movimiento obrero?”, 31 de marzo de 1996). Desde Brasil hasta Estados Unidos, luchamos por echar a los policías, de todo tipo, de toda organización obrera. El Grupo Internacionalista insta a los que protestan contra la explotación y la discriminación racista a exigir de forma tajante: ¡policías fuera!

Para derrotar a la migra y los patrones, urge la movilización clasista del proletariado a la cabeza de todos los oprimidos. Esto exige una lucha contra todo el sistema capitalista de terror policíaco, explotación, racismo y guerra – la lucha por la revolución socialista. Hay que construir un partido obrero multirracial, revolucionario e internacionalista, que se forjará en la lucha contra toda forma de colaboración de clases y toda “alianza” con los explotadores y sus profesionales de la represión.

Grupo Internacionalista/Liga por la IV Internacional
21 de febrero de 2001


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