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mayo de 2004 Rebelión en Irak
¡Movilizar a los trabajadores
del mundo
para echar los imperialistas de Irak! 27 DE ABRIL – Desde comienzos de abril, Irak se
ha visto convulsionado por una rebelión que ha alcanzado casi todas
las ciudades del centro y sur del país. En un primer momento, las
tropas imperialistas fueron echadas de Fallujah, Ramadi, Najaf, Kut, Nasiriya
y la vasta Ciudad al-Sadr en Bagdad mismo. Hubo ataques contra comisarías
de la policía colonial en Basora en el extremo sur y Mosul en el norte.
Superando divisiones históricas que han sido atizadas por los imperialistas
desde tiempos del coloniaje británico, los musulmanes de credo sunnita
y chiíta se han aproximado para luchar en contra del enemigo común:
los invasores encabezados por los EE.UU., con sus aliados imperialistas de
segundo y tercer rango (Gran Bretaña, España, Italia, Holanda)
y regímenes serviles que dependen de Washington. Durante este mes
han muerto más de cien soldados imperialistas y decenas de sus mercenarios
“privados”, causando zozobra en los mismos Estados Unidos. Hoy, tropas estadounidenses
siguen cercando a Najaf y Fallujah, donde los rebeldes han rechazado cada
incursión. Empantanado, el comando norteamericano está preparando
una matanza de proporciones horrorosas en Fallujah, donde ya ha asesinado
a alrededor de mil iraquíes, en gran parte mujeres y niños,
según las autoridades hospitalarias locales. La Liga por la IV Internacional ha llamado desde
antes del comienzo de la invasión imperialista por la defensa de Irak
y la derrota de las fuerzas de ocupación, como hizo también
en el caso de Afganistán, el blanco anterior de los EE.UU. en su terrorista
“guerra contra el terror”. La LIVI ha subrayado que cada golpe asestado
por el pueblo iraquí contra sus sanguinarios amos coloniales y los
ejércitos de ocupación es un golpe a favor de los explotados
y oprimidos del mundo (ver “¡Hundir al imperialismo en las arenas
movedizas de Medio Oriente!”). Al mismo tiempo hacemos hincapié en
que la lucha contra esta guerra no debe limitarse a quines sean los blancos
inmediatos de la agresión, sino que es deber de los obreros con conciencia
de clase y de los que se oponen al imperialismo en el mundo entero movilizar
su fuerza para parar en seco la maquinaria bélica del Pentágono.
Luchamos por el boicot obrero del transporte de material de guerra, y por
paros y huelgas contra la guerra y la ocupación. Todos los explotados
y oprimidos están bajo fuego; para derrotar la guerra imperialista
hay que desatar una poderosa guerra de clases internacional. La rebelión en curso contra la ocupación
de Irak no puede sino alentar la lucha contra los patrones, contra la opresión
racial, contra las crecientes medidas de estado policíaco, y contra
la dominación imperialista alrededor del globo. Saludamos a los que
tienen la valentía a combatir al ejército norteamericano en
la ciudad mártir de Fallujah enfrentando un poder de fuego sin igual,
desafiando a los mandos militares imperialistas que imitan a los nazis con
sus criminales matanzas indiscriminadas. Los gobernantes en Washington y la obediente prensa
burguesa norteamericana se dicen horrorizados por las escenas de unos asesinos
a sueldo asesinados en las afueras de Fallujah. Pero no se horrorizan por
las niñas asesinadas en sus dormitorios por misiles norteamericanos
en Fallujah. Detrás de su fingido espanto está el temor de
que la población de Estados Unidos y del resto del mundo pueda ver
con sus propios ojos la crueldad de la guerra sucia que EE.UU. libra contra
el pueblo iraquí. Incluso se ha prohibido tomar fotografías
de los ataúdes de los soldados que arriban a la base aérea
de Dover cubiertos con la bandera de barras y estrellas, porque quieren esconder
el costo en vidas de su invasión y ocupación colonial. De los
miles y miles de iraquíes asesinados por los invasores, ni una sola
imagen. Al mismo tiempo que expresan un profundo odio por
los crímenes imperialistas, los revolucionarios proletarios también
deben analizar correctamente la naturaleza de la batalla para poder vencer
a un enemigo que carece de escrúpulos y que quiere someter el mundo
a sus dictados. Entre la izquierda oportunista, se han hecho análisis
simplones que pretenden que la invasión de Irak no es sino una guerra
por el petróleo. Así se quiere responder a los cínicos
y cambiantes argumentos de los artífices de la guerra (inventada conexión
con los terroristas del 11 de septiembre de 2001, búsqueda de inexistentes
armas de destrucción masiva, y finalmente una lucha falaz por liberar
al pueblo iraquí de la dictadura de Saddam Hussein, ex hombre de la
CIA y antiguo aliado de EE.UU.) subrayando los bajos móviles de los
guerreristas. Pero no es sólo una guerra por el lucro. La LIVI ha
explicado que el interés del imperialismo norteamericano por el petróleo,
que es bien real, no radica en que quiera importar el oro negro, que recibe
de Venezuela, México, Nigeria y Angola, sino en tener el control de
la llave que determina el suministro de este vital recurso a sus “aliados”
y rivales imperialistas de Europa y Japón. Hemos señalado que
la guerra “sin fin” que se está librando contra Afganistán
e Irak es precursora de una nueva guerra mundial entre las potencias imperialistas.
Buscar el apoyo de los imperialistas franceses y
alemanes que no querían avalar la invasión (pero que sí
quieren aprovecharse de la rapiña de Irak) es imitar a los liberales
y reformistas que pidieron en vano la intervención de los imperialistas
“democráticos” en las guerras de España y Etiopía en
los años 30. Es correcto dirigir el fuego político en primer
lugar contra el imperialismo predominante, el yanqui, pero a la vez es imprescindible
oponerse firmemente a todos los imperialistas, que participaron en las dos
guerras contra Yugoslavia (1995 y 1999) y ahora patrullan Afganistán.
Un ejemplo notable: el ataque de bomba contra un tren suburbano lleno de
trabajadores españoles e inmigrantes en Madrid el 11 de marzo llevó
al triunfo electoral del Partido Socialista Obrero Español, en particular
cuando se vio que el gobierno del “ex” franquista Aznar mintió al
culpar a los nacionalistas vascos de ETA por el criminal bombazo. El nuevo
primer ministro del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, decretó
el retiro de las tropas españolas de Irak. Pero Rodríguez Zapatero,
ahora jefe del imperialista estado español, promete aumentar la participación
española en la ocupación de Afganistán, y sigue la guerra
contra los nacionalistas vascos que reclaman el derecho elemental a la autodeterminación.
En los Estados Unidos, la oposición a la
guerra está siendo canalizada al Partido Demócrata y su candidato
virtual a la presidencia, John Kerry. Ese es el sentido de las referencias
a “la guerra de Bush”. En realidad, la mayoría de los congresistas
demócratas aprobaron la guerra y durante las elecciones primarias,
ninguno de los precandidatos demócratas llamó a retirar las
tropas norteamericanas de Irak. Propusieron, como máximo, pedir la
ayuda de las Naciones Unidas para sustituir a las tropas estadounidenses.
Ahora que la fuerza expedicionaria norteamericana está empantanada,
hasta Bush pide la intervención de la ONU para decidir sobre un “gobierno
provisional” al que pueda traspasar una “soberanía” ficticia el 30
de junio (mientras permanecen en el país más de 150 mil soldados
y mercenarios imperialistas). Y el demócrata Kerry, que como joven
oficial del ejército norteamericano en Vietnam finalmente se opuso
a esa guerra (después de cometer “atrocidades”, según admitió
entonces, pero que niega hoy), votó a favor de la invasión
a Irak y afirma que va a perseverar y “mantener el curso” (stay the course).
Como escribió el Grupo Internacionalista, sección estadounidense
de la LIVI, en una edición especial para la marcha “antiguerra” del
20 de marzo: “Sin embargo, la dura realidad es que tanto los demócratas como los republicanos son partidos de la guerra imperialista, el desempleo y el racismo. Los demócratas instigaron la participación de EE.UU. en la primera y la segunda guerras mundiales y desataron la guerra de Corea, la invasión de Playa Girón contra Cuba, la guerra de Vietnam, la primera guerra contra Afganistán y dos guerras contra Yugoslavia.” Uno de los argumentos espurios que utilizan los
gobernantes estadounidenses para martillar la oposición interna contra
la guerra es que, más allá de lo justificado o injustificado
de la invasión, si EE.UU. sale ahora va a desencadenar una guerra
civil entre sunnitas y chiítas. Es un mito que las dos ramas principales
del Islam han estado constantemente enfrentadas políticamente en Irak.
En realidad, los chiítas del sur se contaban entre los principales
nacionalistas iraquíes y animaban la resistencia contra la ocupación
colonial por Inglaterra en los años 20. El historiador marxista iraquí
Hanna Batatu escribió de la rebelión de 1920: “Por primera vez en muchos siglos, los chiítas se unieron políticamente a los sunnitas, y los ciudadanos de Bagdad hicieron causa común con las tribus del río Éufrates. Hoy en día, cuando las tropas norteamericanas
lanzan su ataque contra Ciudad al-Sadr en Bagdad, un centro de la empobrecida
población chiíta, se informa que fueron repartidos volantes
de los sunnitas de Fallujah diciendo, “Les apoyamos, hermanos, en vuestra
lucha.” Cuando pocos días después comenzó la arremetida
contra Fallujah y se mostraron en la televisión árabe escenas
de la matanza allá, cientos de chiítas fueron a centros de
la Media Luna Roja (equivalente a la Cruz Roja) para donar sangre. Caravanas
conjuntas de sunnitas y chiítas de Bagdad viajaron hacia Fallujah
para llevar comida y medicamentos al adolorido pueblo en rebelión
y combatientes chiítas se unieron a los de Fallujah. El conocido periodista
británico Robert Fisk comentó con ironía: “Los ingleses
tardaron tres años en convertir tanto a sunnitas como chiítas
en sus enemigos en 1920. Los norteamericanos han logrado eso en menos de
un año” (Independent [Londres], 6 de abril). Precisamente el
9 de abril, el primer aniversario de la entrada de las tropas imperialistas
a la capital iraquí, unos 200.000 musulmanes, muchos de ellos chiítas,
fueron a la principal mezquita sunnita de Bagdad en una imponente manifestación
de unidad contra la ocupación. Entre los políticos imperialistas “mayoritarios”
en los EE.UU., se oyen ahora voces que pronuncian la temida palabra “quagmire”
(pantano), e incluso en el Congreso norteamericano los senadores demócratas
Kennedy, Byrd y Biden y hasta el republicano McCain, están comparando
la guerra de Irak con la guerra de Vietnam. La administración niega
con vehemencia que “Irak sea el Vietnam de Bush”, como sostiene Kennedy (cuyo
hermano John lanzó la guerra de Vietnam). Algunos comentaristas sionistas
dicen que Irak no tiene nada que ver con Vietnam, pero sí se parece
mucho a la situación que prevaleció en el Líbano después
de la invasión israelí de 1982. Aunque Israel tuvo una abrumadora
ventaja militar, después de lograr la expulsión de la Organización
para la Liberación de Palestina, no pudo salir de la ciénaga
de riñas y luchas intestinas entre las diversas comunidades libanesas
y una década más tarde fue obligado a retirarse. Otros, como
el ex consejero de seguridad nacional del presidente demócrata Jimmy
Carter, Zbigniew Brzezinski, sostienen que la guerra de Irak se asemeja más
a la guerra de independencia de Argelia contra su amo colonial, Francia. Evidentemente, hay diferencias notables entre todas
estas guerras. En el caso de Vietnam, hubo además de una lucha de
liberación nacional una revolución social en curso que liberó
a los campesinos y obreros del yugo capitalista, llevando a la instauración
de un estado obrero, aunque burocráticamente deformado bajo el régimen
estalinista. Esto indujo en los combatientes del Viet Cong un espíritu
de solidaridad y lucha común impensable en una guerra capitalista.
También había una nación ya formada, en lugar del estado
fragmentado de Irak, además del significativo (aunque limitado) apoyo
militar de la Unión Soviética. Pero Vietnam, el Líbano
y Argelia tienen en común que un pueblo militarmente superado con
creces por las fuerzas imperialistas o sionistas pudo, no obstante, vencer.
Pero precisamente por su debilidad militar, en todos estos casos la derrota
final de las fuerzas de ocupación se debía en parte a la extensión
internacional de la lucha. En el caso de Irak, aunque los combatientes en
Fallujah pueden inspirar a la resistencia, una lucha final contra las fuerzas
imperialistas tendrá que librarse en todas las grandes ciudades, sobre
todo en la capital, donde tendrá la forma de una verdadera insurrección
de masas. La cuestión clave, es qué carácter tendría
tal insurrección. Se ha hablado mucho en días recientes de
un levantamiento conjunto de sunnitas y chiítas, sin embargo, lo que
ha habido hasta ahora es más bien una rebelión de distintas
fuerzas de resistencia con amplia simpatía popular, que ha originado
una tendencia a la aproximación entre comunidades otrora dispares
y hasta hostiles en un lucha contra un enemigo común. Podría
resultar en una lucha nacional como en los años 20, o no, según
las circunstancias. Pero en todo caso, los revolucionarios proletarios deben
tener presente que todas esas fuerzas son hostiles a la liberación
de los trabajadores y los sectores oprimidos. Los islamistas chiítas
han atacado a comerciantes de licores cristianos en las zonas del Sur. Y
sobre todo, las mujeres han sido el blanco de hostigamiento y ataques mortales
si se atreven a andar sin el velo islámico. Claro está, los
trabajadores tienen que luchar contra las fuerzas de ocupación. Aunque
sería necesario coordinar los golpes contra los invasores, la
independencia política de la clase obrera es cuestión de vida
o muerte: hay que organizarse independientemente de los fanáticos
religiosos de ambos bandos y estar preparados para defenderse contra éstos.
Los obreros deben utilizar el poder que se deriva de su fuerza económica
y del hecho de constituir la sola fuerza social integrada, que incluye a
todas las comunidades étnico-religiosas del país. Por eso, con una dirección revolucionaria
e internacionalista, podrían ser el polo de cohesión de una
lucha verdaderamente anticolonial y antiimperialista. Esto es todo lo contrario
de lo que hacen hoy los principales partidos iraquíes que se reclaman
del comunismo. El Partido Comunista de Irak hasta forma parte del seudo Consejo
Gobernante que sirve de pantalla para los colonialistas norteamericanos y
británicos. Se trata de verdaderos colaboradores como los quislings
de la Europa ocupada por los nazis en la IIa Guerra Mundial. El
Partido Comunista Obrero de Irak (WCPI) tiene una postura ligeramente distinta:
critica a las fuerzas de ocupación y llama por su retiro (pero sólo
para ser sustituidas por fuerzas de la ONU). Sin embargo, frente a la actual
rebelión ha asumido la vergonzosa posición de no tomar partido
por ningún lado, llamando por un mítico “tercer campo”. En
realidad, tal campo no existe en una guerra, y en Nasiriya cuando estalló
la lucha contra las tropas italianas, ¡el WCPI exigió que los
combatientes anticoloniales se retiraran de una fábrica y hasta pidieron
la custodio de las autoridades coloniales (Forward, 15 de abril)!
Fuera de Irak, sobre todo en América Latina,
entre corrientes “tercermundistas” que se reclaman del marxismo y hasta del
trotskismo, hay un entusiasmo acrítico para lo que pintan como un
levantamiento de todo Irak contra las fuerzas de ocupación. Es el
caso, por ejemplo, del Partido de Trabajadores por el Socialismo (PTS) argentino
y su organización internacional, la Fracción Trotskista, que
ve en la lucha actual “un salto involucrando una creciente insurgencia, que
mezcla acciones guerrilleras y levantamientos populares” y que supuestamente
sienta las bases para una unidad de las distintas comunidades a partir de
la lucha armada (La Verdad Obrera, 15 de abril). Pero aunque se habla
de la unidad entre sunnitas y chiítas, no hay sino una mínima
referencia al papel de la clase obrera, en la que se limitan a repetir verdades
eternas sin dar ningún sentido de una intervención independiente
de la clase obrera, tanto en Irak como alrededor del mundo, de acción
proletaria contra el imperialismo. En México, esta línea nacionalista
pequeñoburguesa es representada por la Liga de Trabajadores por el
Socialismo. En cambio, una corriente que durante largo tiempo
representó la continuidad del trotskismo revolucionario, la Liga Comunista
Internacional, cuyo afiliado en México es el Grupo Espartaquista,
hoy día ha abandonado no sólo la demanda, sino la política,
del derrotismo revolucionario respecto a los imperialistas en una guerra
colonial. La Spartacist League de EE.UU. renegó de la consigna elemental
a favor de la derrota de “su propia” burguesía imperialista en la
guerra contra Irak, así como en la invasión a Afganistán
en 2001. De hecho, en forma escandalosa acusa al Grupo Internacionalista
y a la Liga por la IV Internacional de conciliar con el “antiamericanismo”
de los fundamentalistas islámicos y nacionalistas precisamente porque
continuamos la política revolucionaria de Lenin y Trotsky en medio
de la guerra imperialista. Ahora, en medio de una tumultuosa rebelión
iraquí, la SL habla de la masacre de Fallujah y hace una reverencia
obligada a la defensa de golpes contra los imperialistas, pero trata a las
masas trabajadores iraquíes como si no fueran nada más que
un conglomerado de tribalistas islámicos. Luego en una frase que es
el colmo del cinismo, proclaman: “Los marxistas buscan movilizar las masas oprimidas tras el poder del proletariado en lucha contra las ocupaciones coloniales, utilizando movilizaciones obreras (huelgas, boicot obrero de pertrechos militares y transportes de tropas) en el servicio de una perspectiva revolucionaria en contra de las fuerzas imperialistas de ocupación así como la burguesía local.” Lo único que se puede objetar a esta declaración
es que no representa, en ningún aspecto, la política real de
la LCI, ni de su sección matriz, la SL/U.S. Ni en los EE.UU. ni en
otra parte, la LCI ha llamado por huelgas o boicots obreros de cargamentos
militares o de transporte de tropas, ni mucho menos trató de organizarlos
durante las invasiones a Afganistán e Irak. En realidad, la LCI abandonó
sus llamados anteriores al boicot laboral de cargamentos militares
precisamente cuando, en octubre de 2002, el sindicato de estibadores de la
Costa Oeste estadounidense estaba luchando contra un cierre patronal y fue
amenazado con la represión federal del gobierno de Bush que temía
una interrupción en su cadena de aprovisionamiento militar para la
guerra en ciernes. Es la Liga por la IV Internacional la que continúa
la lucha por el trotskismo auténtico en medio de la guerra; la que
no sólo sigue llamando por la acción obrera y huelgas contra
la guerra sino que intenta iniciar tales acciones; la que frente a los nacionalistas
pequeñoburgueses y corrientes islámicas y religiosas de diversa
índole lucha por la revolución proletaria tanto en Irak como
en América Latina y en los centros imperialistas (ver “Carniceros
Bush y Blair bombardean Bagdad – ¡Movilizar el poder de la clase obrera
para derrotar la sangrienta agresión imperialista!” y otros artículos
de El Internacionalista N° 3, mayo de 2003). Los verdaderos comunistas deben ser los mejores combatientes contra los invasores imperialistas, insistiendo en que para conquistar los derechos democráticos para las mujeres y para todas las comunidades étnico-religiosas minoritarias (kurdos, turcomanos, cristianos, etc.), para liberar a los campesinos hambrientos y los pobres de la ciudad de la miseria, no hay otra vía que la de la revolución permanente, dirigida por un partido bolchevique como el que construyeron Lenin y Trotsky en la Rusia zarista. Hoy en día, hay una serie de intentos de reagrupamientos oportunistas que pretenden “refundar” o “reconstruir” la IV Internacional, que en realidad no hacen más que recomponer los diversos restos de las corrientes seudotrotskistas del pasado que han estallados debido a sus contradictorias políticas seguidistas. La prueba de Irak indica nuevamente, en forma tajante, que en lugar de las recombinaciones organizativas, es urgente una lucha programática para reforjar una IV Internacional auténticamente trotskista. n
Para contactar el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional, escribe: internationalistgroup@msn.com |
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