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marzo de 2016

Lexmark, Foxconn, Eaton y otras maquiladoras

Rebelión obrera en Cd. Juárez:
¡urge acción solidaria internacional!


Manifestación de los trabajadores de Commscope, Ciudad Juárez, 26 de octubre. Desde el verano pasado una oleada de luchas obreras sacude a la maquila en el que es el principal centro industrial de la frontera norte. 
(Foto: Frontera Norte Sur)

¡Forjar un partido obrero revolucionario en ambos lados de la frontera!

Desde hace algunos meses hay una agitada oleada de luchas obreras en Ciudad Juárez, Chihuahua, el más importante centro del cinturón de la industria maquiladora en la frontera norte del país. Como no se había visto desde hace dos décadas, los trabajadores de diversas industrias maquiladoras que producen predominantemente para el mercado norteamericano han desatado manifestaciones, plantones y huelgas. Exigen mejoras en las pésimas condiciones de trabajo y sus raquíticos salarios. Asimismo buscan el reconocimiento a un sindicato independiente formado en el curso de las movilizaciones. A pesar de los enormes obstáculos que enfrentan y de los reveses que han sufrido, los trabajadores no han cejado en su empeño.

Los patrones han respondido con despidos y amenazas. Las diversas instancias de gobierno han cumplido debidamente su papel de servidores de la patronal, hasta entregando los nombres de los sindicalistas para que sean echados de sus trabajos, y para elaborar listas negras para impedir la contratación de los activistas en otras empresas de la región. Por su parte, los medios de comunicación acusan a los sindicalistas y sus partidarios de desestabilizadores que ponen en riesgo el futuro mismo de la maquila en Juárez. La arrogancia, rudeza y magnitud de la ofensiva patronal reflejan su temor frente al enorme poder potencial que tienen las luchas obreras, especialmente en la frontera. Pero para realizar este potencial, no será suficiente un sindicalismo común y corriente: se necesita una estrategia y una dirección de lucha clasista e internacionalista.

Se precisa, en primer lugar, de una estrategia y una dirección de lucha clasista. Como ha probado la experiencia de los últimos diez meses de paros en Eaton Bussmann, Foxconn, Lexmark y otras empresas, la lucha por las más mínimas mejoras y hasta la formación de verdaderos sindicatos obreros implica un enfrentamiento directo con el estado capitalista. La legislación laboral corporativista de este país fue diseñada para imponer el control estatal sobre los trabajadores. Para vencer hace falta luchar por la completa independencia de clase con respecto a los gobiernos a todos los niveles, a sus juntas de conciliación y arbitraje, a los “sindicatos” charros que sirven de policías laborales del estado y la patronal, y a los partidos y políticos de la clase dominante, la burguesía –PRI, PAN, PRD, Morena, etc.

La dirección y la estrategia también deben ser internacionalistas. Parar los engranes de la producción capitalista en las maquiladoras tiene un impacto directo e inmediato no sólo en la economía mexicana, sino también –y de gran envergadura– en la de Estados Unidos. Esto apunta a la necesidad de unir la lucha de los trabajadores de Ciudad Juárez con los de los trabajadores de toda la industria maquiladora mexicana, de Tijuana al valle del Río Bravo, pero también y especialmente con los trabajadores al otro lado de la frontera, comenzando con los de El Paso, Texas. Una lucha obrera con movilizaciones en México y EE.UU. podría desencadenar una contraofensiva de los trabajadores contra los estragos que han dejado tres décadas de caída en picada de los niveles de vida de la clase obrera en ambos países.

Luchas obreras en Ciudad Juárez

Desde el verano pasado, la lucha de clases en las maquiladoras de la Ciudad Juárez ha renacido. El primer estallido de lucha obrera se dio en mayo en la fábrica de transformadores eléctricos Eaton Bussmann. Tras recibir un raquítico pago por reparto de utilidades de entre 800 y 900 pesos por trabajador –cuando el año anterior habían recibido unos 4 mil, y en otra planta de Eaton pagaron en este año 6 mil pesos cada uno – los obreros comenzaron a organizarse (El Mexicano [Cd. Juárez], 16 de junio de 2015). Exigieron mejoras en los salarios y en las condiciones de trabajo: pago de bonos, instalación de aire acondicionado en la planta, etc. La gerencia no dio respuesta.

Pero cuando los trabajadores comenzaron a hablar de la organización de un sindicato para poder iniciar una huelga en la planta, la patronal respondió el 9 de junio con el despido fulminante de 40 trabajadores. Esto no arredró a los trabajadores y el 12 de junio iniciaron un plantón frente a la planta que rápidamente se ganó la simpatía y el apoyo de sectores proletarios de Ciudad Juárez que llevaron comida, agua y refrescos para soportar el calor y el hambre. Desde entonces, los trabajadores de Eaton se han mantenido en pie de lucha, llegando a parar labores durante varios días a partir del 5 de noviembre. Están representados por la abogada Susana Prieto, que también defiende a los trabajadores de Foxconn y Lexmark.

Poco después, el 12 de agosto, alrededor de 150 trabajadores, la mayoría mujeres, de la planta Scientific Atlanta, filial de la taiwanesa Foxconn, organizaron una airada protesta frente a la planta. Foxconn es la empresa más grande de la maquila en la zona, con unos 22 mil trabajadores. Con dos mantas proclamando, “Scientific, alto al acoso sexual” y “Justicia a la clase obrera”, y coreando la consigna “¡Obreros unidos, jamás serán vencidos!” exigieron además aumento salarial, derechos laborales elementales (descansos para comer, cese al hostigamiento de los capataces), vacaciones pagadas y reconocimiento del derecho a organizar un sindicato. Dos días después, se anunció el despido de 125 de los trabajadores que participaron en la movilización.

Al comenzar el otoño las luchas continuaron. A principios de octubre, un par de cientos de trabajadores de Commscope, empresa norteamericana de infraestructura para redes como enlaces de fibra óptica, se manifestaron para denunciar las condiciones de trabajo y sobre todo los salarios de miseria, que en la zona rondan a los 100 pesos diarios, menos aún que lo que ganan jornaleros en el Valle de San Quintín. Nuevamente, la respuesta de la patronal consistió en un despido masivo cuando los trabajadores formaron un sindicato independiente el 16 de septiembre para luchar por sus derechos. Con 170 compañeros echados a la calle, los trabajadores de Commscope protestaron en el Puente Internacional de las Américas (Opción de Chihuahua, 27 de octubre).

Al mismo tiempo, los trabajadores de Lexmark, fabricante de impresoras y consumibles de impresión, iniciaron protestas para exigir mejoras salariales y acabar con el hostigamiento laboral y sexual que sufren por parte de los capataces de la compañía. Durante octubre y noviembre hubo diversas manifestaciones de cientos de trabajadores, hasta que el 7 de diciembre 700 trabajadores de Lexmark pararon operaciones. La huelga se libró en torno a la exigencia de un aumento salarial de seis pesos diarios (menos de 30 centavos de dólar), para que sus percepciones medias pasaran de $114 a $120.

Bajo amenazas de la patronal y del gobierno estatal, algunos trabajadores volvieron al trabajo. El 9 de diciembre los huelguistas entraron a las instalaciones para instar a los trabajadores a sumarse nuevamente al paro. La administración de Lexmark inició demandas penales contra varios de los trabajadores involucrados. Además, el 10 de diciembre se anunció el despido de 76 trabajadores, la totalidad de los cuales había firmado formatos en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje solicitando el reconocimiento de un sindicato independiente. La colusión entre las autoridades laborales y la patronal no podría ser ni más obvia ni más cínica.

De las luchas de Ciudad Juárez ha sido la de Lexmark la que más atención ha recibido en las últimas semanas. En contra de los despidos ha habido diversas manifestaciones de trabajadores no sólo en Juárez, sino también en la Ciudad de México, en El Paso, Texas, e incluso en la sede de Lexmark, en Lexington, Kentucky. Para derrotar a la patronal, estas medidas, aunque muy importantes, son insuficientes. Es necesario convertir la solidaridad declarativa en solidaridad activa, paralizando realmente la producción a escala regional, tanto en las plantas maquiladoras de Ciudad Juárez, como en la industria de El Paso y bien adentro de EE.UU. Las condiciones objetivas existen. Hace falta forjar, al fragor de la lucha, el factor que resuelva la ecuación a favor de los trabajadores: una dirección proletaria, revolucionaria e internacionalista.

La industria maquiladora: bisagra de las luchas obreras en México y EE.UU.


Campamento de trabajadores de la maquila en lucha, Ciudad Juárez, enero de 2016. Cada aspecto de la maquila refleja la doble opresión de la mujer trabajadora en el capitalismo. ¡Liberación de la mujer mediante la revolución socialista!  (Foto: Alana Semels/The Atlantic)

La región binacional del Paso del Norte tiene una población total de más de 2.7 millones de habitantes y es uno de los polos industriales más importantes de América del Norte. Con la instalación de las primeras maquiladoras en 1965 bajo el Programa de Industrialización de la Frontera Norte, Ciudad Juárez ha cobrado una importancia cada vez mayor, especialmente tras la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994. Hoy la maquila juarense emplea alrededor de 250 mil trabajadores en más de 320 plantas donde fabrican a diario 156 mil televisores, 9 mil refrigeradoras y 45 mil lavadoras y estufas. Pero los obreros que con su sudor producen tal bonanza perciben salarios de hambre que ni de lejos alcanzan para cubrir la canasta básica de necesidades básicas de una familia.

Las plantas que han sido epicentro de las recientes luchas en Juárez forman parte de grandes industrias trasnacionales. Foxconn es una enorme ensambladora que trabaja para Apple. Sus plantas de Ciudad Juárez producen iPhones, computadoras para Dell y otros aparatos de cómputo y comunicación para el mercado norteamericano. En 2012, Foxconn se convirtió en la segunda empresa más importante en México por el monto de sus exportaciones a EE.UU. tan sólo detrás de General Motors y por encima de Volkswagen, Chrysler y Ford. Lexmark, con 2,800 obreros en Ciudad Juárez, obtuvo en 2014 ganancias totales de 3.7 mil millones de dólares, de los que más de la mitad provienen de productos fabricados en esta ciudad fronteriza.

Una de las razones fundamentales por las que grandes compañías trasnacionales han establecido sus enormes plantas en Ciudad Juárez la representan los bajísimos salarios, 18% menores que en las otras ciudades maquiladoras de la frontera norte según un estudio del Hunt Institute for Global Competitiveness (citado por David Bacon en el artículo “The Maquiladora Workers of Juárez Find Their Voice” publicado en The Nation, 25 de noviembre de 2015). Otro gran incentivo (y parte de la explicación de los salarios tan bajos) es la ausencia total de sindicatos independientes con registro legal.

No es cierto, como sostienen algunos, que nunca ha habido sindicalismo independiente en Cd. Juárez. Hace 20 años hubo una huelga en plantas de la productora de televisores RCA Thomson, en la época la más grande y emblemática de las maquiladoras de la ciudad (pero que cerró sus puertas en 2001). Un motivo de la huelga fue la caída de los salarios reales de los trabajadores con la subida del dólar, lo que acontece hoy también, incidiendo incluso en el costo de la alimentación. La huelga hizo parar la producción en las fábricas estadounidenses de la empresa, y logró un aumento salarial de 20%, lo que desató paros en al menos 14 maquiladoras locales.1 También se logró con la movilización el reconocimiento oficial de su Coalición de Trabajadores.

La industria maquiladora se caracteriza en todos sus aspectos por la opresión de la mujer, siendo que trabajadoras representan más del 60% de la planta laboral. El acoso y discriminación sexuales son casi universales. Uno de los factores que azuzó las luchas obreras en Ciudad Juárez a principios de los años 1990 fue el nacimiento de más de un centenar de niños con anencefalia (sin cerebro), causada por el contacto con materiales altamente tóxicos por parte de las trabajadoras en la industria. En la segunda mitad de la década, sin embargo, la combatividad obrera decayó en virtud de una brutal militarización que el gobierno buscó justificar con el pretexto de la “guerra contra las drogas”.

Un aspecto de esa guerra fue el fenómeno ampliamente publicitado de los asesinatos de mujeres en la ciudad. Aunque se especuló incluso sobre cultos satánicos, en realidad el índice de asesinatos de mujeres en Juárez fue considerablemente inferior al asesinato de varones en el mismo período, además de que la proporción de mujeres entre los asesinados era menor que en muchas ciudades norteamericanas y de que en tres cuartos de los casos se trató de violencia doméstica.2 Un poco más del 10 por ciento de las mujeres asesinadas eran trabajadoras de la maquila.3 Lo que sí demuestran las estadísticas es un auge de violencia brutal azuzada por el estado capitalista y diversos bandos burgueses en disputa, que afecta a hombres y mujeres, y que fue utilizado por el gobierno y los medios como un mecanismo para aterrorizar a las trabajadoras.

Para luchar en contra del acoso sexual en las empresas, los salarios de miseria, la supresión del derecho de las trabajadoras de tener o no hijos, así como en contra de la violencia asesina, discriminación y hostigamiento en la vida diaria, una medida importante sería forjar sindicatos independientes y clasistas para que la mujer consiga el poder de defenderse en todos los ámbitos. Sometidas a la doble opresión de la explotación desenfrenada en la fábrica y la esclavitud en el hogar, las trabajadoras son blanco de la violencia machista que se asienta en la institución de la familia, encargada de la reproducción de la sociedad de clases. Para acabar con la base de esta opresión, la propiedad privada capitalista, se necesita una revolución socialista que socialice las tareas domésticas.

La formación de sindicatos independientes en la frontera norte no será nada fácil. Enfrentará el poder combinado del estado burgués y de todos los partidos y políticos capitalistas. Uno de los mayores obstáculos para la formación de verdaderos sindicatos es el de los gremios corporativistas heredados del régimen del PRI-gobierno. En Ciudad Juárez, estos seudo “sindicatos” charros han sido un pilar fundamental del dominio patronal. Los jefazos de la CTM, la CROC, la CROM y otras “centrales” corporativistas han cumplido cabalmente su papel de policías laborales al servicio de los patrones.

Los ejemplos sobran. En el 95, la CTM en contubernio con los dueños de RCA Thomson envió un ejército de 200 guaruras en contra de los y las huelguistas de la fábrica. Más recientemente, tras la fatídica noche de Iguala, Jorge Doroteo Zapata, secretario de la CTM en el estado de Chihuahua, llamó a los trabajadores a no participar en las manifestaciones para protestar por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa: “no debemos dejarnos ir por eventos que puedan trastocar la seguridad nacional, debemos seguir en torno al gobierno de Enrique Peña Nieto y apoyar sus reformas” (NorteDigital, 16 de noviembre de 2014).

Hoy, el jefe de la CTM de Ciudad Juárez, Jesús Díaz Monárrez, está cumpliendo las órdenes de sus patrones al azuzar una sucia campaña difamatoria contra la abogada Susana Prieto y otros defensores de los sindicalistas de Foxconn, Eaton y Lexmark, acusándolos de lucrar de los “conflictos laborales” cuando en realidad corren peligro por esa defensa valiente. Al mismo tiempo es clave entender que la táctica de acudir a las instancias gubernamentales, a las juntas y secretarías laborales, no ha favorecido para nada la lucha de los trabajadores. Se rechazó su pedido por el reconocimiento del sindicato por falta de un aparato financiero por manejar fondos que no tienen. Esas instancias sirven, pues, a los intereses de clase de la burguesía, y no son ni aliados ni elementos neutrales, sino enemigos de clase.

En estos días el papa Francisco visitó a Ciudad Juárez, donde se encontró con empresarios y mandos del sector de la maquila, con el secretario del Trabajo y Previsión Social, el gobernador, el presidente de la Coparmex y “tres mil representantes del mundo del trabajo” (La Jornada, 18 de febrero). Ahí apeló a la colaboración de clases, alegando que “todos estamos en el mismo barco”: tanto los patrones que ganan millones como los trabajadores que explotan. El trabajo ¿“una instancia de humanización”, sin esclavitud? No en la economía capitalista. Y en su homilía para la paz, después de agradecer a dios por “el don de las lágrimas” por la violencia y la injusticia, el jerarca de la iglesia romana aconsejó “implorar” al mismo su “misericordia”. Nosotros tenemos una mejor idea.

Sólo con la movilización clasista vamos lograr poner en pie combativos sindicatos obreros. Contra los esbirros “sindicales” de la patronal, contra los funcionarios “laborales” de las juntas de conciliación, contra los politicastros burgueses y sus partidos, contra el aparato del estado de los patrones, los trabajadores tienen una fuerza social mayor, capaz de derrotarlos de una vez por todas. El poder social de la clase obrera industrial radica en que ésta puede parar en seco la producción, el comercio y el transporte, es decir, en que puede detener al sistema capitalista mismo. La clave para despertar este enorme poder potencial radica en construir una vanguardia obrera clasista e internacionalista.

Actualmente los trabajadores rebeldes están apoyando la candidatura de la trabajadora despedida de la maquila Antonia Hinojos y una planilla de candidatos obreros en las elecciones locales. Defendemos su derecho de presentarse en los comicios, a la vez que subrayamos la imprescindible necesidad de romper con –y oponerse a– todos los partidos de la patronal. Contra los partidos burgueses del PRI, PAN, PRD, Morena y el resto de los que buscan administrar el estado capitalista, hay que cohesionar un partido obrero revolucionario basado en el programa de la revolución permanente, en ambos lados de la frontera. La lucha por los derechos de los trabajadores, sobre todo en la maquila, sólo puede librarse con éxito al plano internacional, enarbolando la consigna:

¡Revolución permanente en todo el continente, revolución socialista en el monstruo imperialista!


  1. 1. Ver el artículo “Labor Organizing in the Maquiladoras” (en inglés), en Workers Vanguard No. 620 y 621, 7 y 21 de abril de 1995, y su versión en español, “La organización obrera en las maquiladoras”, Espartaco n° 7, invierno de 1995-1996, en la época que estas publicaciones representaban el trotskismo revolucionario.
  2. 2. Ver Molly Molloy, “The Story of the Juarez Femicides is a ‘Myth’”, Texas Observer, 9 de enero de 2014.
  3. 2. El estudio de los antropólogos del CIESAS Patricia Ravelo Blancas y Sergio Sánchez Díaz, “Retroceso laboral, discriminación y riesgo en las maquiladoras. El caso de Ciudad Juárez, Chihuahua” (2005), indica que de las 279 mujeres asesinadas en la ciudad registradas 1993 y 2002, 30 eran trabajadoras de la maquila.