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enero de 2013 Xoxo
vive, la lucha sigue
La policía ataca a
los vecinos del fraccionamiento Indeco Xoxo
el 26 de diciembre, tratando de arrebatarles su
terreno comunal, que les fue concedido hace 40
años. (Foto: Revista Tucán)
¡Movilizar el poder de los
trabajadores contra los ataques de los perros
guardianes de la burguesía!
¡Romper con todos los partidos y políticos burgueses, PRI, PAN, PRD, MC, Morena! ¡Forjar un partido obrero revolucionario! OAXACA de JUÁREZ, Oaxaca – Aprovechando las últimas
sombras de la noche, una partida de
policías municipales de Santa Cruz
Xoxocotlán, el segundo municipio conurbado
más poblado de la capital oaxaqueña, tomó
en la madrugada del 26 de diciembre el
control de un predio que fue cedido a los
vecinos del fraccionamiento Riberas del
Atoyac hace 40 años. Debido a la
resistencia viva que este atropello
provocó, los acontecimientos llegaron a
ser noticia nacional. Por órdenes del alcalde José
Julio Antonio Aquino (PRD), los policías
rompieron chapas y candados para
apoderarse de las edificaciones que
los vecinos han construido ahí, entre
ellas la oficina de los comités directivo
y de agua y alcantarillado y un salón
donde se desarrollan actividades
culturales y recreativas. El propósito del
edil era inutilizar las instalaciones para
poder restablecer en el lugar un cuartel
policíaco e impedir la construcción de una
secundaria que los vecinos proponen
edificar. La población del
fraccionamiento, también conocido como
Indeco Xoxo, ya tuvo la experiencia amarga
de tener un cuartel de la policía estatal
en los mismos predios. Después de
establecerse se incrementaron los delitos.
Cuando tras las movilizaciones del 2006 se
retiró el cuartel, encontraron mochilas y
bolsas de la gente asaltada. Hay indicios
también de que sirvió como un centro de
tortura para los esbirros del gobernador
Ulises Ruiz Ortiz.
La arbitrariedad del asalto
en la madrugada indignó a los habitantes
del fraccionamiento. Con los primeros
rayos del sol, las campanas de la
comunidad empezaron a tañer. En las
afueras del predio, decenas de pobladores
enardecidos comenzaron a congregarse.
Jóvenes y viejos, hombres y mujeres
comenzaron a organizarse para retomar su
predio. Se reunieron alrededor unas 300
personas. Tras una primera refriega con
palos, piedras, cócteles molotov y
cohetones los vecinos lograron arrinconar
a los policías municipales. La comunidad
retuvo a tres funcionarios municipales
para poder
realizar una mesa de negociación con el
edil perredista. La mesa, que se realizó
más tarde, era una farsa. Un camarada del
Grupo Internacionalista, presente en el
lugar, informó: “Ahí cuestioné a la
representante de derechos humanos, quien
aceptó que no podía hacer nada para
resolver el conflicto. También cuestioné
al funcionario que supuestamente estaba
mediando, quien aceptó que no tenía
ninguna capacidad resolutiva. Asimismo
insistí a la secretaria municipal que
dijera claramente si iba a dar o no la
orden de retirada de la policía. Dijo que
no. “Entonces me dirigí a la
comisión negociadora y les dije que no
teníamos nada que hacer ahí, que se
trataba de una táctica dilatoria para
ganar tiempo, mientras la policía
solicitaba refuerzos. Dos o tres jóvenes
me secundaron y la comisión decidió
salirse.” Como predijo el camarada, el
presidente municipal ya había solicitado
el apoyo de la infame policía estatal. Los
efectivos estatales llegaron al
fraccionamiento y cerraron con granaderos
todos los accesos. Por otro flanco,
arribaron efectivos de “protección civil”
así como un grupo de choque al que en ese
momento disfrazaron de agentes de
tránsito. En una maniobra de tenazas
atacaron a los vecinos y los obligaron a
replegarse. La policía comenzó entonces
la caza correteando a la gente por todas
las calles Indeco Xoxo. Los vecinos
guarecían a los que corrían bajo el acoso
policíaco. En jaurías, la policía
municipal recorría las calles y en dos
lados trataron de abrir las casas para
apresar gente. Luego, la policía estatal
realizó rondines y levantó a vecinos que
iban a su casa para resguardarse. El saldo
de la andanada policíaca fue de siete
detenidos, entre ellos un simpatizante del
Frente Popular Revolucionario y un maestro
de la Sección XXII. A otras tres personas
se las reportó como desaparecidas, pues
aunque la policía las apresó no las
presentaron ante el Ministerio Público
sino hasta varias horas después. Recuerda los crímenes de la
policía oaxaqueña en 2006 La “caravana de
la muerte”, un convoy de policías y
guaruras armados, atacó a los vecinos
de Xoxo el 22 de agosto de 2006, pero
la población resistió con valentía. La brutal retoma policíaca
del predio y la ocupación de Indeco Xoxo
causaron gran indignación. Sin embargo,
los periódicos burgueses locales culparon
a los vecinos de haber emprendido una
“sangrienta agresión” contra los
“pobrecitos policías”, como declaró Noticias
de Oaxaca (29 de diciembre),
partidario del gobierno estatal de Gabino
Cué, del Movimiento Ciudadano, electo por
una coalición del PRD, PT, Convergencia y
el PAN. En el microcosmos de un
municipio oaxaqueño se puede apreciar el
papel de los cuerpos represivos del
capital, independientemente de que su
mando esté en manos del odiado
exgobernador asesino URO, del Partido
Revolucionario Institucional, o bajo las
órdenes de un alcalde del burgués Partido
de la Revolución Democrática, como en el
caso de Santa Cruz Xoxocotlán. El odio a la policía en
Oaxaca está arraigado en la dura
experiencia de 2006, y en Xoxo es aún más
vivo. Durante los seis meses en los cuales
los sicarios del capital fueron expulsados
de la ciudad de Oaxaca, la policía estatal
salía del predio en Indeco Xoxo para
realizar sus incursiones en la capital del
estado. La más mortífera de ellas fue la
“caravana de la muerte” que el 22 de
agosto de 2006 atacó a las estaciones de
radio bajo control de la Asamblea Popular
de los Pueblos de Oaxaca (APPO), y también
a pobladores de Xoxocotlán. Después de haber asesinado al
arquitecto Lorenzo San Pablo, cerca de las
tres de la madrugada del día 22, una parte
del convoy de policías y guaruras armados
intentó penetrar a la perrera y la
caballeriza municipales, ubicadas en la
colonia Santa Anita, Xoxocotlán. Ahí
fueron rodeados por integrantes de la
Sección XXII del SNTE-CNTE y de la APPO.
Los policías dispararon directamente
contra mujeres en una barricada a menos de
100 metros, pero en lugar de intimidarlas,
el resultado fue que más gente llegó a las
barricadas. Al calumniar vilmente a los
vecinos, acusándolos de una agresión
violenta contra los esbirros uniformados,
la prensa burguesa trae a la memoria esta
experiencia de 2006. Nuevamente, se
despierta la rebeldía de los trabajadores.
Pero para triunfar, y tan sólo para que
los pobladores de Indeco Xoxo logren
recuperar su predio y lo mantengan al
servicio de la comunidad, hace falta
comprender que el PRI, PAN, PRD,
Movimiento Ciudadano, PT e incluso Morena
no son aliados:
por encima de sus disputas todos
representan los intereses del capital. Hay que actuar con base en un
programa de movilización
de la clase obrera, independiente de
todos los sectores de la clase dominante.
De lo contrario, la justa indignación de
los colonos quedará ahogada en las sucias
aguas de la politiquería burguesa,
atrapada en un callejón sin salida al
buscar la “solución” en las instituciones
impartidoras de “justicia”. En Oaxaca,
como han recalcado nuestros camaradas, es
clave la participación del magisterio en
la lucha, y su rápida extensión a otros
gremios. En lugar de la impotente política
de presionar (suplicar) a los gobiernos
locales, lo que hace falta es la
perspectiva de una poderosa lucha de
clases. La política del garrote, el modus
operandi del munícipe de “izquierda” Policías arrestan
arbitrariamente a vecinos en
Xoxocatlán, el 26 de diciembre. (Fotos: Noticias [Oaxaca]) El enfrentamiento de los
colonos de Indeco Xoxo con la policía
municipal perredista fue, lejos de una
exhibición de “incapacidad política” del
alcalde –como sentenció la prensa local–,
una demostración más del talante represivo
de los políticos capitalistas de toda
calaña. Meses atrás, el 6 de marzo de
2012, la policía de José Julio Antonio
Aquino golpeó a los habitantes de la
colonia Lomas de San Javier, quienes
bloqueaban un crucero en la demarcación
para exigir a la autoridad municipal que
priorizara en dicho asentamiento la
introducción de agua potable y la
ampliación de la red de drenaje. Los
colonos de Lomas de San Javier habían
intentado tener una audiencia con el edil
perredista para darle a conocer sus
prioridades, pero éste nunca los recibió;
ante la política de “ni los veo ni los
oigo”, la asamblea de la colonia determinó
bloquear el crucero. En respuesta, el
“diálogo” que ofreció Antonio Aquino fue
el de los macanazos y gases lacrimógenos. Ese mismo día, el alcalde
perredista ordenó la detención de cinco
comuneros que protestaban frente al
palacio municipal en contra del
encarcelamiento de otros siete vecinos
apresados a causa de una disputa
territorial con el Instituto Nacional de
Antropología e Historia en los límites de
Monte Albán. Para cerrar la jornada, la
policía golpeo también a los reporteros
que tomaban nota de la protesta y de la
subsecuente represión. La Defensoría de
los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca
(DDHPO) emitió al respecto una
recomendación tras determinar: “Hubo violaciones a los
derechos humanos, a la legalidad y a la
seguridad jurídica por un uso ilegítimo de
la fuerza pública por parte de elementos
de la Policía Municipal. Utilizaron de
manera arbitraria gas lacrimógeno, toques
eléctricos, golpes con macanas, escudos y
piedras al tratar de disolver la
manifestación, detener a algunos
manifestantes y agredir a los
periodistas”. Luego, en octubre de 2012, el
Frente Popular Revolucionario (FPR)
–organización estalinista que promovió el
voto a favor del mismo político burgués
durante su campaña en 2010– también sufrió
la política del garrote del alcalde
Aquino. “Esa no es una actitud de la
izquierda que nosotros esperábamos de este
munícipe, quien por no dialogar recurre a
su policía”, declaró con inocencia
Francisco Martínez, vocero del FPR. Al
mismo tiempo exigía inútilmente la
desaparición de poderes municipales y la
renuncia del presidente municipal ante los
diputados. José Julio Antonio Aquino ha
mantenido a la cabeza de la policía
municipal a Pedro Arturo Vásquez Esteva y
Antonio Ambrosio Martínez, junto con otros
cuatros policías a quienes se les dictó
auto de formal prisión el 28 de diciembre
por causar lesiones y “abuso de
autoridad”. Fueron estos mismos y sus
jefes quienes dos días antes invadieron
los predios de los colonos de Indeco Xoxo
y luego los reprimieron. El alcalde
perredista, a quien le gusta pregonar que
“no negocia la ley”, pagó 80 mil pesos de
fianza para mantener libres a estos seis
matones. Por su parte, los habitantes
de Indeco tuvieron que depositar una
fianza de 42 mil pesos para poner en
libertad a tres colonos detenidos como
represalia tras el enfrentamiento, mismos
que fueron levantados, desaparecidos y
golpeados por la policía. Como en ocasiones anteriores,
Aquino justificó la represión al acusar de
“priistas” a los colonos inconformes con
el establecimiento del cuartel de policía.
Como el ladrón que grita “al ladrón, al
ladrón” para desviar la atención de su
persona, el alcalde perredista acusa de
“priistas” y “delincuentes” a quienes se
oponen a sus dictados. “¡No voy a negociar
ni a dialogar con delincuentes!” aseveró
enérgico tras reprimir a sus antiguos
aliados del FPR. De los jóvenes de Indeco
que se enfrentaron a su policía, dijo: son
“jóvenes financiados, ajenos al
fraccionamiento”. Tal es el modus
operandi del munícipe que se esconde
tras los escudos de sus policías. La policía no existe para
proteger a los trabajadores, sino para
reprimirlos
Tras los enfrentamientos del
día 26, un locutor de la radio local se
preguntaba “cómo era posible” que la gente
se opusiera a la instalación de un cuartel
de policía en la puerta de sus hogares: “A
menos que sean delincuentes, no me lo
explico”. Su “análisis” partía de la idea
equivocada de que la policía está para
“defender a los ciudadanos de la
delincuencia”. Nada más falso: como
explicaron Marx y Lenin, la policía existe
para mantener a raya a explotados y
oprimidos. La policía es, junto con el
ejército, la columna vertebral del estado
capitalista, un “aparato de coerción”, un
“aparato de violencia” de clase, para
asegurar los intereses capitalistas. Es el
ABC del marxismo, confirmado a diario por
los trabajadores en su vida cotidiana. Siendo así, apelar a la DDHPO
para que ponga freno a los atropellos del
alcalde es vana ilusión, sus
recomendaciones son más inútiles que las
llamadas a misa para un ateo. Organismos
de “derechos humanos” pueden denunciar un
atropello, o no
–en México parecería que cada instancia
gubernamental tiene su propia “comisión de
DD.HH.” cuya tarea es encubrir las
fechorías oficiales– pero nunca van a
contrarrestarlo. Pedir, asimismo, el apoyo
de Gabino Cué para sacar de los predios a
la policía municipal es, además de vana,
un peligrosa ilusión, dado que fue la
policía estatal la que llegó en refuerzo
de ésta y estableció de facto un estado de
sitio en el fraccionamiento, deteniendo a
tres personas, entre ellas un maestro a la
Sección XXII. Incluso el secretario general
de gobierno de Gabino Cué escribió en
Twitter: “La Policía Municipal de
Xoxocotlán ha tomado el control después de
la agresión de encapuchados. Se aplicará
todo el peso de la Ley a estos
delincuentes que le apuestan al encono y
la confrontación. Felicito a
@JoseJulioXoxo por su acción decidida y
responsable”. Como quedó demostrado una y
otra vez, no importa la filiación política
de los gobernantes, siempre que se trata
de reprimir los del PRI, PAN, PRD y demás
partidos burgueses hacen a un lado sus
supuestas diferencias y sacan a sus
policías de manera conjunta para golpear a
los inconformes, tal como sucedió
(notablemente en 2006, también antes y
después) en Atenco, Oaxaca, Michoacán y un
largo etcétera. Apostar, por otro lado, a que
las tribus perredistas le llamen la
atención a José Julio Antonio Aquino o
amenazarlo con un voto de castigo para que
no ocupe la diputación que ambiciona es de
una ingenuidad que desarma, toda vez que
el edil represor cuenta con el padrinazgo
de Marcelo Ebrard, ex alcalde perredista
de la Ciudad de México que “impuso su
sello de intolerancia a movimientos
sociales y de criminalización de la
juventud hasta el último minuto de su
gobierno” (Proceso, 11 de diciembre
de 2012). Agrega la revista: “Un largo
rosario de denuncias, testimonios y
recomendaciones de la CDHDF da cuenta de
la verdadera cara, la represiva, de quien
hace poco fue nombrado presidente de la
Red Global de Ciudades Seguras”. El levantamiento popular de
2006, y sobre todo su derrota, subrayan la
necesidad de luchar por un partido obrero
revolucionario. En aquella época, las
ilusiones en el PRD alimentaron el “voto
de castigo” contra el PRI, aunque el
gobierno federal panista envió a su PFP en
apoyo a URO y la fracción perredista en el
congreso estatal se sumó al pedido del
envío de los federales, que puso un
sangriento punto final a la sublevación.
Fue con base en las mismas ilusiones que
se eligió a Gabino Cué como gobernador y a
José Julio Antonio Aquino como alcalde.
Ahora los vecinos de Xoxocotlán están
cosechando los frutos amargos de esa
equivocación. Finalmente son los
trabajadores organizados y los colonos
agredidos los verdaderamente interesados
en poner un freno a la policía. Las
reformas laboral y educativa, y el aumento
al precio del pasaje del transporte urbano
en Oaxaca presagian protestas de los
trabajadores, jóvenes y otros sectores
populares, que tarde o temprano serán
asediados por las policías estatal y
municipales, como ha sucedido en otros
momentos. La solidaridad obrera con los
colonos de Indeco Xoxo para lograr echar a
la policía se vuelve un factor
indispensable a la resistencia contra esta
arremetida multifacética del capital. En vez de buscar la “ayuda”
de los políticos burgueses de tal o cual
partido o el cobijo de las instituciones
que imparten “justicia”, apelamos a la
clase trabajadora para que se movilice y
pare en seco al munícipe Aquino, quien
intenta emular la forma de gobernar de
URO, reprimiendo a diestra y siniestra a
los habitantes de Santa Cruz Xoxocotlán, y
sus asentamientos de trabajadoras y
trabajadores que carecen de servicios
básicos. Como comentó una vecina de
Indeco Xoxo: “antes yo criticaba a los
maestros, por ‘revoltosos’, pero ahora que
vivo en carne propia la represión y los
abusos de las autoridades, entiendo que
hay que luchar y organizarse”. Pero ¿cómo
y para qué? El Grupo Internacionalista
lucha desde la trinchera del marxismo
revolucionario por un gobierno obrero y
campesino que termine de una vez por todas
con la dictadura del capital. ■ |
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