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noviembre de 2006   
 

Tanqueta “Cobra” fue incendiada por defensores de la UABJO, Oaxaca, el 2 de noviembre. (Foto: Reforma)

¡Abajo con el PRI, PAN y PRD! ¡Romper con AMLO y su frente popular! ¡Formar comités de defensa obrera!

10 de NOVIEMBRE – A 170 días de su inicio, la combativa huelga y rebelión de masas que ha convulsionado Oaxaca, y ahora sacude todo México, ha entrado en su fase decisiva. La violenta invasión del estado por parte de la Policía Federal Preventiva y las fuerzas armadas desató una ola de repudio que se extiende por el territorio nacional y repercute a escala internacional. Es claro para todos que el despliegue militar no ha tenido – para nada – el deseado efecto intimidatorio. Los huelguistas oaxaqueños están resistiendo heroicamente a la embestida del gobierno federal con el mismo tesón que han mostrado a lo largo de más de cinco meses de combate contra el sanguinario y odiado gobernador Ulises Ruiz Ortiz. Desde el momento en que arribaron al estado, las fuerzas federales se han encontrado con la resistencia de aguerridos luchadores sociales que no se rinden.

En la batalla campal que duró siete horas en torno a la UABJO (Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca), acontecida el 2 de noviembre, se asestó un golpe contundente a la PFP y a los efectivos del ejército disfrazados de policías. A la derrota que sufrió la tropa de asalto conformada por miles de policías estatales en su fracasado intento de desalojar el masivo plantón magisterial el pasado 14 de junio, se suma ahora la inocultable derrota del 2 de noviembre de la policía federal. Su humillante huida ha tenido un fuerte impacto desmoralizador entre los uniformados, muchos de los cuales son de origen indígena igual que los que reprimen. Para los trabajadores y oprimidos del país entero, en cambio, la combativa movilización de masas contra el intento de cerrar Radio Universidad, y así silenciar la voz y organizadora de la resistencia, ha tenido un efecto electrizante.

El domingo, 5 de noviembre, tuvo lugar la sexta megamarcha de Oaxaca con una masiva afluencia de decenas de miles de participantes. Los manifestantes tardaron varias horas en recorrer la ruta de 12 kilómetros. En la vanguardia marcharon familiares de los asesinados, desaparecidos y prisioneros políticos, seguidos por miles de maestros de Valles Centrales del sindicato magisterial, Sección XXII del SNTE-CNTE. Insistieron en que, en contra del acuerdo del dirigente de la Sección XXII, Enrique Rueda Pacheco, con Gobernación de volver al trabajo, ellos habían decidido “seguir de frente en la lucha” hasta la caída de Ruiz Ortiz y la salida de la PFP. “¡Con Rueda o sin Rueda, Ulises va pa’ fuera!” gritaron. Frente a la represión, la protesta se extiende. Por primera vez hubo presencia de comunidades de la Sierra de Juárez del norte de Oaxaca. Pero mientras los huelguistas vitorean –con razón– el triunfo temporal, manteniéndose siempre en alerta máxima, las fuerzas represivas están preparando una respuesta sangrienta.

La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) ha decretado el paso a la ofensiva general. Sin duda alguna, es el momento de darles duro a los gobiernos del asesino gobernador Ruiz Ortiz y del nefasto presidente derechista Vicente Fox Quesada. ¿Pero cómo vencer? Los insurrectos oaxaqueños ya han mostrado una valentía y resolución incomparables. ¡No deben estar solos! En esta lucha, el desenlace no depende únicamente de las masas trabajadoras de este asediado estado, uno de los más pobres del país. Urge una movilización obrera a escala nacional y acciones a nivel internacional que exija: PFP y fuerzas armadas, ¡fuera de Oaxaca! Los maestros del país entero deben iniciar una huelga ya. A los plantones y barricadas del magisterio oaxaqueño y sus aliados debería añadirse la fuerza de los electricistas del SME, telefonistas del STRM, mineros de Cananea, petroleros, trabajadores universitarios y trabajadores de la maquila. Desde hace más de cinco meses, el Grupo Internacionalista ha llamado por una huelga nacional contra el gobierno asesino. Hoy es más urgente que nunca hacer realidad este llamado.

También es preciso subrayar la importancia de la lucha internacional contra la represión en México. Durante meses, la lucha en Oaxaca pasó prácticamente inadvertida fuera del país. Sin embargo, el asesinato del periodista norteamericano de la prensa alternativa de izquierda, Brad Will, el 27 de octubre, desató ondas de choque alrededor del mundo. Ha habido airadas protestas en decenas de países y en más de 50 ciudades en Estados Unidos. El embajador norteamericano, Tony Garza, imaginándose como un procónsul del imperio, dio la orden de reprimir, alegando que la muerte de Will “destaca la necesidad de que se retorne al imperio de la ley y el orden en Oaxaca”. El presidente Fox, quien hasta entonces había vacilado, despachó de inmediato a la PFP. Amigos del activista asesinado en Nueva York llevaron una manta exigiendo, “No a la violencia estatal en nombre de Brad – Fuerzas del gobierno fuera de Oaxaca”. Hubo 12 arrestos ese día, y las protestas siguen. Nuestros camaradas del Grupo Internacionalista organizaron varios piquetes en Nueva York contra la represión en Oaxaca. Sus pancartas proclamaban, “Tlatelolco ’68, Oaxaca, 2006: Masacres en México, Made in U.S.A.” Y entre las consignas que lanzaron, recordaron al maestro oaxaqueño asesinado ese mismo día: “¡Emilio Alonso, Brad Will – La lucha continúa!”

Como en cualquier otro caso, es preciso librar esta batalla de clase políticamente. Por sus acciones represivas en Oaxaca ya son ampliamente odiados los partidos Revolucionario Institucional de Ruiz Ortiz y Acción Nacional de Fox. Ahora el Partido de la Revolución Democrática y su abanderado Andrés Manuel López Obrador están intentando copar la lucha oaxaqueña. Han querido sumarla a las protestas masivas “en defensa del voto” tras la elección del 2 de julio, y en vísperas de la investidura, el 20 de noviembre próximo, de AMLO como “presidente legítimo” de un “gobierno itinerante”. Advertimos que igual que el PAN y el PRI, el PRD –partido populista y nacionalista burgués– no es un aliado sino un enemigo de clase de los maestros, trabajadores e indígenas oaxaqueños y del resto del país. En cada una de las recientes masacres (de obreros acereros de SICARTSA en Lázaro Cárdenas, Michoacán en abril, de campesinos y pobladores de San Salvador Atenco, Edomex en mayo y maestros en Oaxaca de Juárez en junio), autoridades y legisladores perredistas han participado plenamente en la represión. Así pues, para combatir la arremetida capitalista, hay que luchar por formar el núcleo de un partido obrero revolucionario.

De la rebelión popular a la revolución obrera:
I – ¡Romper con el frente popular!

Luego de la batalla entre obreros de SICARTSA y policías en Lázaro Cárdenas, Michoacán, 20 de abril. Los huelguistas lograron repulsar a los uniformados y mantener su ocupación de la siderúrgica. El gobernador perredista Cárdenas Batel envió policías estatales contra ellos, junto con federales y municipales.
(Foto:Arnulfo Moro/Quadratín.com)

Los grupos de izquierda que hablan hoy de una Comuna de Oaxaca pretenden que existe una virtual situación revolucionaria en el estado, si no es que en el país entero. Un caso ejemplar de ello es el del grupo Militante, que se proclama “tendencia marxista” ¡del burgués Partido de la Revolución Democrática! El principal dirigente de esta corriente, Alan Woods, escribió un artículo extenso sobre “El despertar revolucionario de México” (13 de septiembre) donde afirma que “las asambleas populares ... son soviets en todo menos en el nombre”, que al nivel nacional “los elementos de doble poder ya están comenzando a existir”, y que todos los aspectos de una situación revolucionaria existen en México, menos el partido revolucionario. Woods y su Tendencia Marxista Internacional escriben constantemente comentarios jadeantes de la misma índole, habiendo descubierto revoluciones en curso en Venezuela (¡donde asesoran al presidente populista castrense Hugo Chávez en materia de trotskismo!) y Bolivia (donde el levantamiento obrero de junio 2005 resultó en la elección del presidente populista burgués Evo Morales). Tales afirmaciones demuestran, por un lado, que los autores viven en el mundo imaginario de los sueños, resultado de la pérdida de confianza en la capacidad revolucionaria del proletariado real; y, por otro, que han llevado a cabo una redefinición (es decir, una revisión) de las metas revolucionarias para hacerlas consistentes con la perspectiva de una revolución “democrática” (burguesa).

Aún si existiera una situación plenamente revolucionaria o una “Comuna” en Oaxaca, el programa que sostienen estos señores no sería el que propondría un auténtico partido trotskista. “¡Todo el poder a la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca!” proclama en voz estentórea Militante. “Por un gobierno provisional de la APPO y las organizaciones obreras, campesinas y populares en lucha” dice la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS); en otra fórmula, esta misma organización llama por “un gobierno obrero y popular de la APPO”. En lugar de luchar por una organización de las masas trabajadoras que establecería el marco para una revolución obrera, apelan al actual organismo cupular. Y no es la primera vez que lo hacen. En Bolivia el año pasado, los mismos grupos vitoreaban la “Asamblea Popular Nacional Originaria”, alegando que ésta era el equivalente o al menos el “embrión” de un soviet en las revoluciones rusas de 1905 y 1917. La Liga por la IV Internacional, en cambio, llamó a formar consejos de obreros y campesinos (soviets) a la vez que demostramos, en un reportaje en directo desde Bolivia, que la “APNO” nació muerta y que no era más que un cártel de dirigentes oportunistas. Los oportunistas se daban aires revolucionarios para esconder sus propias traiciones: en medio del levantamiento, los dirigentes de la APNO abrieron paso a un nuevo gobierno burgués en lugar de luchar por el poder obrero (ver “Mito y realidad: El Alto y la ‘Asamblea Popular’”, junio de 2005).

En México hoy, la LTS llama por que la APPO “se transforme en un organismo basado en delegados electos en las comunas, barrios y centros de trabajo”. Militante-TMI llama por “órganos democráticos de lucha revolucionaria con una base amplia, que el día después de la victoria de la insurrección se puedan transformar en órganos de democracia revolucionaria directa” (Woods, 13 de septiembre). Pero aún si hubiera “órganos democráticos de lucha revolucionaria” o si “se desarrollan tendencias a la autoorganización” de las masas, eso no daría a la APPO un carácter de clase proletario. Toda la historia muestra que las organizaciones de campesinos e indígenas empobrecidos, por muy democráticas que sean, en ausencia de consejos obreros basados en los grandes centros industriales, no pueden dirigir una revolución. El campesinado (una capa pequeñoburguesa contradictoria) y los pueblos indígenas (categoría étnica) no tienen el poder social ni el interés de clase consistente que caracterizan a la burguesía y el proletariado. Como otros estratos intermedios, tenderían a seguir a una u otra de las clases fundamentales. Ciertamente, muchos de los actuales componentes de la APPO podrían formar parte de consejos de obreros y campesinos a escala nacional, pero éstos no serían una simple extensión de la actual organización oaxaqueña.

La LTS llama a que la APPO “abra el camino a una verdadera insurrección de los explotados y oprimidos y el establecimiento de un real poder obrero y popular en Oaxaca”. Intentar una insurrección en el solo estado de Oaxaca sería una aventura reformista condenada al fracaso: para arrebatar el poder a la burguesía y establecer el dominio proletario será necesaria una lucha a nivel nacional. Una verdadera –y no imaginaria– Comuna de Oaxaca no podría perdurar aislada. Sólo a nivel nacional es que se podría iniciar una revolución social, erigiendo un gobierno obrero y campesino que expropie a la burguesía y extienda la revolución internacionalmente, sobre todo hacia los Estados Unidos. En otra parte, la LTS llama a varias de las organizaciones sindicales “independientes” como la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), junto con la “Otra Campaña” de los zapatistas, a “convocar a un paro nacional en solidaridad y a una gran movilización en el Distrito Federal” (Estrategia Obrera, 21 de octubre). Eso no sería otra cosa que el “paro cívico” al que llaman la APPO, el EZLN y algunos sindicatos pro perredistas, es decir, una movilización burguesa que es cualitativamente distinta de una huelga nacional obrera, por la que aboga el Grupo Internacionalista.

Pancartas del Internationalist Group en la protesta del 30 de octubre frente al consulado de México en Nueva York. (Foto: The Internationalist)

La clave para que los maestros oaxaqueños y sus aliados abran la vía para un levantamiento revolucionario de los obreros, campesinos y todos los explotados y oprimidos contra la burguesía es luchar por la independencia proletaria con respecto a todos los partidos y políticos burgueses. Hay que preguntarse, ¿cómo es posible que la lucha magisterial y la rebelión popular en Oaxaca no hayan repercutido a nivel nacional? ¿Dónde están las huelgas obreras de solidaridad, las marchas de cientos de miles en el DF. por apoyar la lucha oaxaqueña? No las ha habido. Y esto no es por casualidad: es resultado directo del papel que juega el frente popular alrededor del PRD de López Obrador. Siendo que AMLO ha convocado reiteradas movilizaciones de hasta 2 millones de personas en el Zócalo en contra del gobierno foxista por el desafuero y luego en denuncia del fraude electoral; en vista de que el PRD paralizó las calles y avenidas del centro de la capital desde principios de agosto hasta mediados de septiembre, es evidente que podría haber movilizado masivamente a sus simpatizantes a favor de los maestros de Oaxaca. Obviamente, no lo ha hecho porque el PRD es un partido burgués, que defiende los interesas del capital en contra de los trabajadores. No quiere mezclarse con una lucha que se podría escapar del control de la clase dominante. Mediante el frente popular lópezobradorista en torno al PRD, los sindicatos dizque “independientes” están atados a este sector de la burguesía.

Durante todo este tiempo es también notable que los zapatistas no hayan movido un dedo por los maestros oaxaqueños. Mientras López Obrador hacía campaña en las elecciones para el gobierno estatal en Tabasco, el subcomandante Marcos seguía su gira de la “Otra Campaña” en el norte del país. El mismo día en que se informó que Fox decidiría si enviar o no fuerzas federales a Oaxaca, el ahora Delegado Zero decía que se limitaba a “ver y aprender” de la lucha oaxaqueña pero que “nuestro apoyo no va más allá”. ¿Por qué? Porque, primero, “es un movimiento de por sí complejo”, y segundo por no darle apertura a la derecha para acusar a los maestros de estar ligados con grupos armados (La Jornada, 27 de septiembre). Sólo después de la represión hizo un llamado por solidaridad activa con la lucha oaxaqueña. Mientras tanto, los grupos de izquierda que marchan a la cola del PRD y “la Otra” tampoco se movilizaron para oponerse a la represión en Oaxaca. Se trata de la unidad en la inacción del cretinismo parlamentario y antiparlamentario. Si ahora, luego de la invasión por la PFP y las fuerzas armadas, y sobre todo debido a la heroica resistencia de los trabajadores y jóvenes oaxaqueños, llaman por un paro o una megamarcha nacional, es tan sólo para tratar de recuperar el control de un movimiento que amenaza con salirse del control burgués (PRD) o del reformismo mediáticamente armado del EZ.

En la lucha en Oaxaca, la segunda consigna más popular (luego de “ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó”) es la de “el pueblo unido jamás será vencido”. La verdad es más bien la contraria – en la medida en que los explotados y oprimidos siguen atados a sectores de los explotadores y opresores en nombre de la unidad del pueblo, serán vencidos una y otra vez. “El pueblo unido...” fue, después de todo, la consigna de la Unidad Popular chilena (cuyo himno ha sido adoptado y modificado por la APPO), que preparó el camino para la dictadura de Augusto Pinochet. Éste fue designado como ministro de defensa por Salvador Allende, y pocos meses antes del sangriento golpe del 11 de septiembre de 1973 pasó revista a sus tropas en compañía de Fidel Castro. Desde los años 30 del siglo pasado el frentepopulismo ha conducido al desastre a los trabajadores: en España durante la Guerra Civil, llevando a la dictadura del general Franco; en Francia en la misma época, llevando a la dictadura del mariscal Pétain; en Grecia, Italia y Francia a finales de la II Guerra Mundial, evitando sendas revoluciones obreras; en Indonesia en 1965, llevando a la dictadura del general Suharto, y así en adelante. Como escribió Trotsky en el Programa de Transición:

“Bajo el signo de la revolución de octubre, la política conservadora de los ‘Frentes Populares’ conduce a la clase obrera a la impotencia y abre el camino al fascismo.

“Los ‘Frentes Populares’ por una parte, el fascismo por otra, son los últimos recursos políticos del imperialismo en la lucha contra la revolución proletaria.”

Los que sostienen que ya existe una situación revolucionaria en México, y no una potencialmente revolucionaria, notablemente el grupo Militante y la LTS, se basan en una simple operación aritmética: suman la rebelión que ha paralizado Oaxaca y la movilización “en defensa del voto” en el DF. y concluyen que todo el país está a punto de estallar. Así confunden una fulminante huelga de masas dirigida por fuerzas pequeñoburguesas radicales (la APPO) que se ha enfrentado con el poder estatal capitalista, resistiendo con todo lo que tiene a la mano la embestida de fuerzas represivas asesinas y rechazando varios intentos de sus dirigentes de venderla, con una movilización más que pacífica convocada y bajo el estricto control de uno de los principales partidos burgueses (el PRD), cuyo propósito era ejercer presión sobre las instituciones electorales y que AMLO desmanteló sin más una vez cumplido su propósito. No sólo son cantidades disímiles, sino contrapuestas: la dirección perredista es un enemigo de clase de los trabajadores oaxaqueños, que busca acabar con su huelga. He aquí la matemática del frente popular. Como escribió Trotsky sobre “la teoría del Frente Popular” en tiempos de la Guerra Civil Española:

“Los teóricos del Frente Popular no van más allá de la primera regla de la aritmética: la suma. La suma de comunistas, de socialistas, de anarquistas y de liberales, es mayor que cada uno de sus términos. Sin embargo la aritmética no basta, hace falta cuando menos conocimientos de la mecánica. La ley del paralelogramo de fuerzas se verifica incluso en la política. La resultante es, como se sabe, tanto más pequeña cuanto más divergentes sean las fuerzas entre sí. Cuando los aliados políticos tiran en direcciones opuestas, la resultante es cero. El bloque de las diferentes agrupaciones políticas de la clase obrera es absolutamente necesario para resolver las tareas comunes. En ciertas circunstancias históricas, un bloque de este tipo, es capaz de arrastrar a las masas pequeñoburguesas oprimidas, cuyos intereses están próximos a los del proletariado, ya que la fuerza común de este bloque resulta mucho mayor que las resultantes de las fuerzas que lo constituyen. Por el contrario, la alianza del proletariado con la burguesía, cuyos intereses, actualmente, en las cuestiones fundamentales, forman un ángulo de 180°, no puede, en términos generales, sino paralizar la fuerza reivindicativa del proletariado.”

–León Trotsky, “Lección de España: última advertencia” (diciembre de 1937)

Esta ley ya se ha verificado en los hechos. A pesar de la gran combatividad del sindicato magisterial oaxaqueño, la Sección XXII, y sus aliados de la APPO, sus dirigentes están o han estado ligados al PRD. Para el 2 de julio llamaron a favor de un “voto de castigo” contra el PRI y el PAN – o sea, a favor del PRD. Enrique Rueda Pacheco es perredista, como también lo son los esquiroles del Comité Central de Lucha (CCL), cuyo “líder moral” es Humberto Alcalá Betanzos, actual secretario general del comité estatal de PRD. Flavio Sosa, el vocero más visible de la APPO en la actualidad, era del PRD y hasta se pronunció en las elecciones del año 2000 por el “voto útil” a favor de Fox. En la asamblea estatal, los legisladores perredistas aprobaron antes del 14 de junio el uso de la “fuerza pública” contra los maestros; apoyaron el plan de “transparencia” del gobernador; votaron a favor de extender el período de la legislatura; y se unieron al PRI y al PAN para pedir la intervención de fuerzas policíacas federales en contra de los huelguistas. El PRD es corresponsable de la violencia estatal asesina desatada contra los maestros oaxaqueños, como lo es también de los ataques sangrientos contra campesinos y pobladores de Atenco y contra los trabajadores siderúrgicos en Lázaro Cárdenas, Michoacán (ver “México: elecciones burguesas y sangre obrera”, El Internacionalista/Edición México No. 2, agosto de 2006).

El Grupo Internacionalista ha insistido en la necesidad de romper con el frente popular en torno al PRD y Andrés Manuel López Obrador, como antes advertimos en contra de la influencia nefasta del frente popular cardenista al mantener atado el poder potencial de la clase obrera a sectores capitalistas. A los trabajadores oaxaqueños, y de todo México, les instamos a romper el grillete corporativista de las centrales como la CTM, el CT, la CROC y los seudo sindicatos como el SNTE nacional que forman parte del aparato estatal – y que por ello actúan como verdaderos policías laborales al servicio de los capitalistas, tal como hacen también los “sindicatos” blancos patronales en el norte –­ que en el caso de Oaxaca organizan el esquirolaje contra la huelga magisterial y hasta han montado escuadrones de la muerte para matar huelguistas. Al mismo tiempo, es urgente romper las cadenas políticas que atan a los sindicatos “independientes” y a sectores importantes de la clase obrera a fuerzas burguesas como el PRD. Para que triunfe la insurgencia magisterial, para barrer con la represión desatada contra la rebelión oaxaqueña y que acecha a la totalidad de los trabajadores mexicanos, hay que luchar para construir un partido obrero revolucionario e internacionalista, basado en el programa trotskista de la revolución permanente.

II – Luchar por la revolución permanente

Por su extensión y dureza, es evidente que la lucha magisterial en Oaxaca se enfrenta con algo más que un gobernador asesino. El hecho de que Ruiz Ortiz haya podido resistir tanto tiempo, no cediendo a las presiones de los otros partidos burgueses y hasta del mismo PRI, que pueda usar los métodos más nefastos con aparente impunidad, es indicio de que hay importantes fuerzas que lo apoyan. De hecho, “URO” se ha aferrado al poder con tanta obstinación que hace pensar que hay intereses oscuros que se verían seriamente afectados si perdiera el control del poder ejecutivo del estado. Están, por una parte, los contratos millonarios otorgados a la empresa constructora de su hermano, Víctor Hugo Ruiz Ortiz, para la construcción o remodelación de decenas de alcaldías en la entidad, además de la casa de gobierno en Santa María Coyotepec y el Palacio Legislativo en San Raymundo Jalpan. Hay informes periodísticos según los cuales el gobernador se ha “‘amafiado’ con el zar del narcotráfico en Oaxaca, Pedro Díaz Parada”, quien “lo tiene controlado a tal grado, que logró que el cuartel de la Policía Preventiva del Estado fuera ubicado en un terreno del municipio de Santa María Coyotepec, presuntamente propiedad de Díaz Parada” (Universal, 29 de octubre). Sin embargo, tales casos de corrupción existen en casi todos los estados del país.

Más importante es el hecho de que Ulises Ruiz Ortiz cuenta con el apoyo de una cerrada capa burguesa que se siente amenazada por la lucha magisterial y de la APPO. El abuelo del gobernador, Odilón Ruiz, era un cacique del distrito de Chalcatongo, en la Mixteca Alta, donde “la gente le tenía que besar la mano” según un oficial local – “y los pies” agregó otro (La Jornada, 24 de septiembre). Hay una verdadera estructura oligárquica en el estado que reproduce relaciones casi coloniales entre una élite blanca y la población trabajadora de origen indígena. Se asemeja a las condiciones que imperan en Chiapas, donde los “coletos” de San Cristóbal añoran los viejos tiempos en que avasallaban a los indígenas, hasta que éstos se levantaron inesperadamente el 1o. de enero de 1994. En la actual rebelión en Oaxaca, la demanda específica de autonomía indígena ha jugado un papel subordinado, pues el punto focal de las consignas ha sido echar al actual gobierno asesino. Los trotskistas insistimos en que ni el reconocimiento jurídico de los derechos indígenas ni la sustitución del personal gobernante, por muy justificadas que sean estas demandas, va a producir un cambio radical en las míseras condiciones de vida de los trabajadores e indígenas pobres. Liberar a los pueblos originarios del yugo capitalista requiere una lucha por un gobierno obrero, campesino e indígena en Oaxaca en el marco de una revolución obrera nacional e internacional (ver “La “otra guerra” contra los indígenas de Oaxaca”, página 12).

Pistoleros priístas durante el ataque contra las barricadas de los huelguistas cuando asesinaron al periodista-activista norteamericano Bradley Will. (Foto: El Universal)

Uno de los pocos puntos programáticos concretos de la campaña presidencial perredista de López Obrador fue la revisión o renegociación del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio con los EE.UU., particularmente con respecto al maíz y el frijol, que ha devastado el campo oaxaqueño. Los revolucionarios marxistas nos oponemos al TLC de América del Norte en su totalidad, por atentar éste contra el sustento de los trabajadores de los tres países en beneficio de los grandes capitalistas. Sin embargo, no lo hacemos desde una postura nacionalista o patriotera, sino como internacionalistas proletarios que buscan la unidad de los obreros del mundo entero, y particularmente con nuestros hermanos y hermanas de clase norteamericanos, en lucha contra el imperialismo. Contra los estragos de la “globalización” capitalista no oponemos un imposible retorno a un estrecho mercado nacional, sino la lucha por una economía socializada y planificada a nivel mundial.

Uno de los efectos del TLC ha sido un incremento enorme en el flujo de migrantes oaxaqueños a Estados Unidos, a un grado tal que en gran parte del campo están ausentes los hombres y los jóvenes, pues casi todos “se fueron pa’l norte”. Son tantos los que ahora residen en el área cercana a la ciudad de Fresno, California, que se ha denominado a dicha región Oaxacalifornia. El 10 por ciento de los mexicanos vive hoy en territorio estadounidense, gran parte del cual fue robado a México en las guerras del siglo XIX. Los trotskistas luchamos por que un México revolucionario forme parte de unos Estados Unidos Socialistas de América Latina en conjunción con la formación de una alianza de estados obreros norteamericanos que incluiría a México, EE.UU., Canadá y Québec. Sólo así será derribado el muro de la muerte que se está construyendo en la frontera entre EE.UU. y México y que separa cruelmente a las familias de los trabajadores.

La participación de trabajadores mexicanos en los EE.UU. en las protestas contra el gobierno de Ulises Ruiz ha sido un aspecto notable de esta lucha. Más importante aún habría sido la extensión de la huelga a la capital mexicana y a los sectores industriales clave, porque la represión que sufren los oaxaqueños no es una particularidad debida a la personalidad de URO o a los modos del PRI, sino que es parte integral de una arremetida lanzada conjuntamente por los principales partidos capitalistas en contra de los trabajadores del país. Para lograr esa extensión nacional, además de romper con el frente popular de AMLO y del PRD, hay que presentar un programa revolucionario de reivindicaciones transitorias en defensa de los trabajadores de todo el país.

Para combatir al desempleo masivo que impulsa a la migración, luchamos por una escala móvil de salarios y horas de trabajo, para repartir el trabajo entre todos los trabajadores sin pérdida de salario y proteger la paga contra la inflación. Proponemos una huelga nacional contra todo intento de privatización de la industria energética (electricidad, petróleo), y para imponer el control obrero en dichas industrias para contrarrestar el sabotaje por parte del gobierno patronal.

En medio de la ofensiva capitalista contra los trabajadores de Oaxaca y todo el país, es candente la necesidad de preparar la autodefensa obrera. Son llamativas las fotos de jóvenes oaxaqueños resistiendo a la PFP con resorteras y piedras, pero los policías no van a responder siempre con sus propias resorteras y canicas. Eso era, como dijeron comentaristas sedientos de sangre obrera como Ricardo Alemán (en El Universal, 7 de noviembre), “de caricatura”. Los “cócteles” molotov son sólo defensivos y tienen una efectividad limitada. Los huelguistas oaxaqueños han sabido responder con creatividad e inteligencia a las múltiples provocaciones y agresiones del gobierno, sus policías, porros y guaruras. Pero la próxima vez, será en serio.

Entonces, ¿cómo preparar la defensa? Por medio de la formación de comités de defensa obrera, bajo el mando de las organizaciones de masas de los trabajadores, que se pertrechen lo mejor posible para proteger a las masas en lucha ante la amenaza (y en Oaxaca, ante la realidad) de la represión generalizada. Tales comités de defensa obrera podrían servir como el núcleo de futuras milicias obreras, siempre y cuando mantengan su independencia con respecto al estado y  los partidos burgueses. No llamamos por la formación de organizaciones “político-militares” separadas del movimiento obrero, sino por que los huelguistas mismos organicen la defensa, con el máximo apoyo sindical.

No es un secreto para nadie que en Oaxaca abundan grupos armados, lo que es una consecuencia directa de los represivos regímenes priístas. Están el Ejército Popular Revolucionario (EPR), el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP) y otros. Desde 1994, el gobierno ha tratado de aterrorizar al campo oaxaqueño, particularmente la zona de los Loxchica y la Mixteca, con sus campañas de contrainsurgencia. Ulises Ruiz Ortiz y su rabiosa procuradora Lizbeth Caña despotrican contra la huelga magisterial intentando ligarla a los grupos guerrilleros, para justificar así la represión militar.

Hasta ahora los principales grupos guerrilleros han mantenido su distancia de la huelga magisterial y la APPO. El 6 de noviembre, un conglomerado de pequeños grupos guerrilleros escindidos del EPR respondió a la represión en Oaxaca haciendo estallar artefactos en distintos puntos de la capital. Los partidarios de URO aprovecharon esto como pretexto para desatar la represión de mano dura en Oaxaca. La APPO pronto se deslindó de estos actos. Pero más allá del efecto negativo que pueden tener tales acciones para la lucha magisterial, y de las diferencias tácticas entre los distintos grupos guerrilleros, hay una cuestión programática esencial: todos estos grupos luchan por una democracia “popular”, o cuando mucho “revolucionaria”, no por la revolución socialista. Con el programa estalinista de la revolución “por etapas” que estas organizaciones tienen en común, aceptan el marco capitalista. Es el frentepopulismo armado.

Elementos sensatos de la burguesía mexicana temen que, dada la amplitud de la movilización oaxaqueña, un baño de sangre como tienen en mente Ulises Ruiz y los suyos podría producir una guerrilla masiva. Defendemos a los grupos guerrilleros de izquierda frente a la represión, y al magisterio frente a los sandeces de constituir una “guerrilla urbana”. Sin embargo, los trotskistas vamos por otro camino: en lugar de la guerrilla campesina, luchamos por la movilización obrera sobre la base del programa trotskista de la revolución permanente.

Analizando la Revolución Rusa de 1905, León Trotsky concluyó que en los países semicoloniales y donde perduran formas de producción precapitalistas, la burguesía ya no puede realizar las tareas de las grandes revoluciones democráticas de siglos anteriores. Sólo bajo la dirección de la clase obrera es posible conquistar la democracia y realizar la revolución agraria y la liberación nacional con respecto al yugo imperialista, al establecer la dictadura del proletariado, apoyada por el campesinado, y extender la revolución. Éste fue el programa de la victoriosa Revolución de Octubre de 1917 del Partido Bolchevique, dirigida por Lenin y Trotsky, que proclamó el inicio de la revolución socialista internacional.

Hay un consenso entre sectores perredistas y varios grupos seudosocialistas en llamar hoy por una nueva asamblea constituyente en México. Que “la APPO promueva la instalación de una Junta de Gobierno Popular” y “un Congreso Constituyente que promueva una nueva Constitución” para Oaxaca, dice el foro sobre gobernabilidad donde hubo una fuerte presencia del PRD. La LTS aboga por “un gobierno obrero y popular de la APPO” para “convocar a una Asamblea Constituyente Revolucionaria en el estado”, añadiéndole un poco de salsa picante a la consigna perredista. Por su parte, el Partido Comunista de México (marxista-leninista) reivindica “un Gobierno Provisional Revolucionario” que convoque  “una Asamblea Nacional Constituyente Democrática y Popular de donde emane una Nueva Constitución”.

Si bien la liturgia difiere levemente entre una y otra confesión, es evidente que todos cantan del mismo misal. Todos están pronunciándose a favor de un nuevo gobierno que forme parte de un régimen democrático burgués. Una constituyente democrática, llámese revolucionaria o no, no sobrepasa los límites del capitalismo. Ahora, es cierto que las masas oaxaqueñas están luchando por metas democráticas al oponerse al régimen despótico de Ulises Ruiz. Sin embargo, el deber de todo revolucionario marxista es explicar a estos luchadores valientes, que la democracia para los obreros, campesinos e indígenas no se puede lograr sin una revolución socialista que derroque el sistema de explotación capitalista.

Eso es precisamente lo que dijo el vocero del Grupo Internacionalista en el foro nacional convocado por la APPO en agosto: “La realidad es que en todos los países donde existe el capitalismo, la democracia no existe. La democracia para los jefes, para los ricos, para los poderosos sí, pero no la democracia para los pobres, los colonos, los obreros, los campesinos pobres, los indígenas, los homosexuales, mujeres – no existe la democracia para nosotros.” Por lo tanto, insistió, hay que forjar un partido obrero basado en el programa de la revolución permanente.

Los grupos seudotrotskisas como la LTS y Militante ni siquiera mencionan la revolución permanente. Luchan por la democracia bajo el capitalismo, al igual que los estalinistas, quienes tienen la ventaja de que sus consignas “democráticas” son coherentes con su “teoría” de la revolución por etapas. En lugar de las propuestas de asambleas constituyentes democráticas, revolucionarias y/o populares, o de una “convención nacional democrática y revolucionaria” (versión de Militante, que anhela que la CND de AMLO tome el poder), los trotskistas del Grupo Internacionalista luchamos por un gobierno obrero y campesino que establezca el dominio de los trabajadores (o sea, la dictadura del proletariado). Sólo así se podrá realizar las tareas democráticas revolucionarias al expropiar a los capitalistas, extender la revolución internacionalmente y así dar inicio a la construcción del socialismo.

La lucha del Grupo Internacionalista por la movilización obrera...

La huelga de masas en Oaxaca, ya en su sexto mes, representa el más alto nivel de lucha de los trabajadores mexicanos en varias décadas. Se inscribe en una serie de luchas obreras latinoamericanas de los últimos años, entre ellas los levantamientos de obreros y campesinos en Bolivia en 2003 y 2005 y las anteriores luchas de los piqueteros argentinos. En México se dio la lucha de los trabajadores del IMSS en 2004, cuando cercaron al Senado tratando de impedir la aprobación de la “reforma” de sus jubilaciones; y luego la huelga de los obreros de SICARTSA, que terminó en una victoria rotunda a finales de agosto.

El Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional se han esforzado por intervenir en torno a la lucha de Oaxaca para propagandizar el programa trotskista por la conformación de una dirección proletaria revolucionaria, y para realizar acciones de solidaridad obrera.

El día mismo del violento desalojo del Zócalo de Oaxaca, el 14 de junio, nuestros camaradas del Internationalist Group en EE.UU. convocaron a un piquete de protesta frente al consulado mexicano de Nueva York, como lo hicieron nuevamente el día siguiente, esta vez con la participación de todo un contingente del sindicato de profesores de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY). Al mismo tiempo, camaradas del Grupo Internacionalista viajaron a Oaxaca, donde estuvieron constantemente durante dos meses.

Las secciones norteamericana y brasileña de la LIVI se movilizaron nuevamente el 21 de septiembre, al iniciar una manifestación de unas 150 personas en Nueva York, incluyendo muchos maestros y profesores universitarios, en defensa de los huelguistas oaxaqueños; y en Rio de Janeiro, Brasil marcharon el mismo día maestros con una manta anunciando que la sección sindical del SEPE de la ciudad de Volta Redonda llama por huelgas obreras en solidaridad con los maestros de Oaxaca.

La LIVI produjo un DVD, “Batallas de clase en México”, en inglés y español, enfocado en la lucha oaxaqueña, que se ha mostrado en asambleas de estudiantes y maestros en EE.UU., México y Brasil, y ha sido transmitido por televisión de cable en NY. Con la invasión de Oaxaca por la PFP y militares, el Internationalist Group convocó a un piquete de emergencia frente al consulado mexicano en la tarde del mismo sábado, 28 de octubre y también el día 30, participando en una tercera protesta el 31.

En México, el Grupo Internacionalista ha realizado una actividad intensa durante los meses septiembre y octubre en torno a la lucha de Oaxaca. El GI fue a varias reuniones de las secciones 9 y 10 del SNTE-CNTE, instando a que el magisterio del Distrito Federal inicie una huelga contra la (entonces) amenaza de represión masiva en Oaxaca. Iniciamos una asamblea el 13 de septiembre en el Colegio de Ciencias y Humanidades, Plantel Sur sobre Oaxaca, contando con la presencia de estudiantes de la UABJO. El 22 de septiembre fuimos a una reunión de la APPO-DF. en la Sección 9 para informar de las protestas en Nueva York y Rio de Janeiro y pelear por la perspectiva de iniciar una huelga basada en la clase obrera para poner alto a la maquinaria represiva de los capitalistas.

Contingente del Grupo Internacionalista marchan con los maestros oaxaqueños cuando llegan a la Ciudad de México, 9 de octubre. (Foto: El Internacionalista)

El GI marchó con los maestros oaxaqueños durante los últimos tres días de la marcha de la APPO que llegó a la capital el 9 de octubre. Ahí portamos una manta que proclamó: “¡Solidaridad proletaria con los maestros de Oaxaca! ¡Huelga nacional contra el gobierno asesino! ¡Formar comités de defensa obrera! ¡Abajo el PAN, el PRI y el PRD! ¡Forjar un partido obrero revolucionario!”

En protesta contra la invasión de la PFP, el GI inició – junto con otros activistas estudiantiles del plantel, esencialmente anarquistas – un paro exitoso del CCH-Sur el jueves 26 de octubre. El mismo día, varios de nuestros camaradas jugaron un papel activo en el estallido de un paro en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional. El día 31, durante un segundo paro del CCH-Sur, estudiantes del GI dirigieron una marcha de 150 personas del plantel al plantón de los maestros oaxaqueños frente al Senado. Estos fueron los principales paros en la Ciudad de México, además de un paro en el CCH-Naucalpan, donde pocos días antes un estudiante fue muerto a tiros y cuatro más heridos de bala por porros.

Al mismo tiempo, el Grupo Internacionalista ha ido a sindicatos importantes en el DF., instándoles a entrar en huelga contra la represión. El 5 de octubre, el GI llevó una brigada de estudiantes del CCH-Sur a plantas eléctricas para hablar con los trabajadores acerca de la necesidad de movilizar su enorme poder social para defender a los maestros de Oaxaca. En el marco de los paros estudiantiles contra la invasión de la PFP, llevamos un contingente de 50 estudiantes a la sede del Sindicato Mexicano de Electricistas el día 31 para hablar de la necesidad de acción obrera en apoyo a los huelguistas oaxaqueños bajo ataque.

Passeata SEPE-RJ, 23 setembro 2006. Foto: CLCMaestros brasileños marchan en Rio de Janeiro, 21 de septiembre, con manta que dice “SEPE [sindicato magisterial] de Volta Redonda llama a la clase obrera a ir a huelga en solidaridad con maestros de Oaxaca en México.” Comitê de Luta Classista, corriente sindical de la Liga Quarta-Internacionalista do Brasil, encabezó lucha por la solidaridad obrera. (Foto: CLC)

El 26 de octubre, un vocero del GI y varios estudiantes paristas fueron al Consejo General de Huelga del Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM), donde pidieron la palabra para hablar del caso urgente de Oaxaca. Nuestro camarada expresó que “lo que ahora ocurre en Oaxaca forma parte de la larga serie de ataques de la burguesía en contra de los trabajadores que se ha extendido a lo largo de la recta final del sexenio foxista”. Si la huelga de los maestros oaxaqueños y sus aliados es derrotada, dijo, “eso implicará recortes salariales y embestidas antisindicales en otros gremios, incluidos fundamentalmente los sectores energético y educativo” que han estado bajo la mira del gobierno desde hace varios años.

Los paros estudiantiles, prosiguió, aunque importantes, “distan de ser suficientes” para parar la represión. Los trabajadores de la UNAM tienen todo interés en defender a sus hermanos y hermanas de clase en Oaxaca, y por lo tanto deben ir a huelga, “no sólo en defensa de sus empleos y salarios, sino también para parar en seco la máquina represiva del gobierno. Lo que hace falta es una huelga nacional contra el gobierno asesino. El STUNAM podría jugar un papel clave en el estallido de una lucha de la envergadura necesaria”. El discurso de nuestro camarada tuvo una buena recepción: nos informaron después delegados ahí presentes que “les movió el tapete a los trabajadores” sobre la necesidad de actuar contra de la represión en Oaxaca.

En otro gremio universitario, el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM), militantes y simpatizantes del Grupo Internacionalista pertenecientes al sindicato hablaron en el Consejo General de Delegados el 8 de noviembre. Un camarada hizo una intervención enérgica, señalando que “el SITUAM se ha pronunciado una y otra vez a favor de realizar acciones en solidaridad con la lucha de los maestros en Oaxaca y contra la represión. Ha llegado el momento de pasar de las palabras a los hechos. Y lo que hace falta no es sólo parar este viernes, sino preparar una huelga nacional contra la represión”. Enfatizó que “los trabajadores deben entender que si hay una ‘solución final’ con toda la fuerza del estado, los ataques asesinos contra las luchas de los trabajadores se extenderán a más y más lugares”.

No prosperó la moción que presentamos, pero al día siguiente en el plantel de Iztapalapa de la UAM, se tuvo una recepción muy positiva entre los trabajadores, que votaron a favor de reproducir un periódico mural preparado por el GI sobre la lucha en Oaxaca. Aunque esto no sea del agrado de los burócratas sindicales, no pueden escapar a la lucha de clases y es posible que se vean sorprendidos un buen día al descubrir que ese gigante atado que es el proletariado mexicano ha roto las cadenas que lo sujetan y se levanta. Todo depende de los embates de la burguesía y la capacidad de los revolucionarios.

Citamos las actividades del Grupo Internacionalista y de la Liga por la IV Internacional para indicar cómo debe responder un pequeño núcleo comunista a una lucha clasista de envergadura. No siempre dan resultado inmediato nuestros esfuerzos, pero como muestran los paros estudiantiles que impulsamos, sí pueden tener efecto. Cabe recordar que durante la huelga de la UNAM de 1999-2000, el GI insistió en la necesidad de formar guardias obrero-estudiantiles hasta que, el día mismo en que el ejército iba a “tomar” Ciudad Universitaria, llegó un numeroso contingente del SME para formar las primeras guardias obreras (con cientos de integrantes) aparecidas en América Latina en mucho tiempo.

... y por forjar una dirección revolucionaria

Las necesarias actividades de solidaridad y movilización sólo constituyen una parte de las tareas de los revolucionarios. Lo imprescindible es la lucha por conformar el núcleo de un partido comunista de vanguardia para resolver la acuciante crisis de dirección proletaria.

No va a haber, repetimos una y otra vez, ejemplo mayor de audacia, tenacidad y valentía entre los trabajadores que lo que hemos visto en Oaxaca. Ya están conscientes de la necesidad de romper el grillete del corporativismo burgués del SNTE nacional, la CTM, CROC y otras centrales charras. “¡Contra el charrismo y neocharrismo sindical!” dice su manta, mostrando un grado de conciencia mayor que el de algunos oportunistas, como los del Grupo Espartaquista de México, organización que considera a esos cuerpos policíacos laborales del régimen como auténticos sindicatos obreros.

La figura de León Trotsky, pintada por Iuri Annenkov, expuesta por última vez en la Biennale de Venezia en 1924.

No obstante, hacemos hincapié en que la combatividad no es suficiente para ganar su lucha. En la medida en que los huelguistas oaxaqueños sigan encadenados políticamente a sectores capitalistas, su admirable espíritu de lucha será sacrificado, sujetado al chante en aras de mantener una supuesta “alianza” con los burgueses dizque “progresistas” – en este caso Andrés Manuel López Obrador y su Partido de la Revolución Democrática.

Hoy por hoy, el frente popular alrededor de AMLO y el PRD es el mayor impedimento para que la huelga de masas en Oaxaca tenga un eco contundente en el resto del país. Por eso es necesario romper con esta coalición de colaboración de clases y luchar por un partido obrero revolucionario.

Tiene que ser un partido leninista-trotskista, porque sin la organización férrea y el programa intransigente de los bolcheviques, no va a poder superar la enorme presión de la burguesía. Tal partido tiene que actuar también como “tribuno del pueblo”, defensor de todos los oprimidos, por la emancipación y liberación de la mujer, incluyendo el derecho al aborto libre y gratuito; por la defensa de los homosexuales, exigiendo también la abolición de toda ley en su contra. Estas demandas encontrarán una despiadada oposición por parte de la iglesia católica y sus representantes políticos, incluso los dirigentes “comunitarios” que enarbolan a la Virgen de Guadalupe para combatir a los sindicatos y cegar a los trabajadores en cuanto a sus intereses de clase.

Un partido obrero revolucionario tiene que ser también el abanderado de los campesinos e indígenas pobres en la lucha contra su explotación y opresión secular, a la vez que mantiene su independencia de clase frente a los que al enarbolar la bandera del zapatismo quieren reeditar las fracasadas revoluciones burguesas del pasado. México ya ha tenido tres revoluciones “democráticas” – la de la Independencia, de 1810-1822; la de la Reforma, de 1855-1861; y la Revolución Mexicana de 1910-1917. Todas tienen sus monumentos y varias avenidas en la capital llevan sus nombres, pero sus dirigentes fueron asesinados y los obreros y campesinos mexicanos siguen atascados en la miseria. El Grupo Internacionalista insiste: La próxima revolución mexicana será una revolución obrera, o no será.

El partido que precisamos para ganar esta guerra de clases tiene que ser internacionalista hasta la médula. La bandera tricolor es de la burguesía, no de los indígenas masacrados tanto en la colonia como bajo la república; tampoco es de los campesinos, usados como carne de cañón de los ejércitos burgueses, incluso para matar a sus hermanos como ahora en Oaxaca. La nuestra es la bandera roja de la clase obrera del mundo entero, engalanada con la hoz, el martillo y el 4 de la IV Internacional. Al contrario de los que quieren competir con el PRI y el PRD agitando los símbolos patrios, los trotskistas luchamos por iniciar una revolución socialista internacional.

Sólo al extender la lucha al Gran Norte, a los centros imperialistas, se podrá movilizar los recursos necesarios para superar el asfixiante atraso económico que sufren países semicoloniales como México. Precisamente a causa de la depredación del imperialismo, hoy millones de trabajadores mexicanos son ya elementos indispensables de la máquina productiva estadounidense, tanto los que viven “en las entrañas del monstruo” como los cientos de miles que trabajan en las maquiladoras de este lado de La Línea, hecha cada vez más artificial por el avance de la economía capitalista mundial.

Por unos días, México tendrá tres presidentes burgueses (AMLO, Fecal y Fox), todos enemigos de los trabajadores. Pero mientras los de arriba se disputan la posesión de Los Pinos, temen que un nuevo sexenio que comience con baño de sangre en Oaxaca estaría condenado a la perdición. Además, sus padrinos en Washington, los que se sienten amos del planeta, habiéndose empantanado en Irak, están bien conscientes que un mal cálculo en México tendrá repercusiones dentro de Estados Unidos. El desenlace de la lucha de los maestros oaxaqueños se decidirá en los ámbitos nacional e internacional, donde los trotskistas luchamos por la revolución obrera en toda América.n

¡Forjar un partido obrero revolucionario!
¡Luchar por un gobierno obrero y campesino!

Léase también:

La batalla de la UABJO (10 de noviembre de 2006) 
La “otra guerra” contra los indígenas de Oaxaca (10 de noviembre de 2006) 
¿Una comuna de Oaxaca? (10 de noviembre de 2006) 


Para contactar el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional, escribe: internationalistgroup@msn.com

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