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septiembre de 2019

A un lustro de la Masacre de Iguala
y de la desaparición de los 43 normalistas

Ayotzinapa: fue el estado capitalista

marcha del quinto aniversario Ayotzinapa en nueva
              york
Contingente de Trabajadores Internacionales Clasistas y del Internationalist Group en Nueva York en el quinto aniversario de la masacre, el 26 de septiembre. (Foto: Internationalist Group)

Presentamos a continuación una versión ligeramente editada de la charla que dio nuestra camarada Lucrecia Roth el 29 de septiembre en Berlín, en el círculo de estudios marxistas del Internationalistischen Gruppe, sección alemana de la Liga por la IV Internacional.

Soy militante de la Liga por la IV Internacional. Vengo de México. Una de mis principales experiencias políticas fue la de las enormes movilizaciones que ocurrieron en mi país en el otoño e invierno de 2014-2015 para encontrar a los estudiantes normalistas secuestrados por la policía municipal de Iguala, bajo el ojo vigilante de la Policía Federal y el Ejército, el 26 de septiembre de 2014.

Ante esta enorme atrocidad, la situación en México se galvanizó. Estudiantes en todos los niveles salieron por miles a las calles. Organizaron paros en sus escuelas. Salieron a las plazas para colocar las fotografías de los compañeros desaparecidos. Se subieron al transporte público para cantar, recitar o arengar en nombre de los jóvenes campesinos, muchos indígenas, de 20 o 21 años que la policía (es decir, el brazo armado del estado capitalista) secuestró y desapareció.

Este brutal crimen se tornó un símbolo tristemente célebre a escala internacional de la carnicería que se ha vivido en México desde hace 13 años: más de 250 mil personas han sido asesinadas, más que las que han muerto violentamente en Siria y Afganistán juntas. En Estados Unidos, nuestros camaradas del Internationalist Group convocaron las primeras protestas por Ayotzinapa, y siguen haciéndolo. Hubo una protesta en Nueva York el jueves y una manifestación mucho más grande en la Ciudad de México de alrededor de 20 mil personas. Aquí tenemos algunas fotografías de la manifestación en Nueva York.

El gobierno mexicano intentó responsabilizar del crimen a unos narcotraficantes y a unos cuantos políticos y policías locales corruptos, realizando una falsa “investigación” que supuestamente probaba esta “verdad histórica”. Pero nadie la creyó. Debido a la exigencia popular, expertos forenses argentinos fueron convocados, quienes después de investigar cuidadosamente llegaron a la conclusión de que la versión gubernamental era imposible.

En las manifestaciones que siguieron a la terrible “Noche de Iguala”, cientos de miles gritaban “fue el estado”. Y estaban en lo correcto. Con ello querían decir que la responsabilidad era del gobierno de Enrique Peña Nieto del Partido Revolucionario Institucional, lo que también era cierto, ya fuera que los narcotraficantes estuvieran involucrados o no. Pero ahora hay un nuevo gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador, quien es un populista burgués, y de su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional, y mucha gente abriga fuertes ilusiones en él.

López Obrador dice que está en contra de la violencia estatal dirigida contra la población, que quiere llegar al fondo de lo ocurrido con los estudiantes de Ayotzinapa, etc. Pero lo que AMLO ha hecho es muy distinto a lo que ha dicho. El nivel de violencia estatal en contra de la población es el mismo de siempre. Además, López Obrador ha creado un nuevo cuerpo militar, la Guardia Nacional, que actúa como guardia al servicio de Donald Trump para impedir que los refugiados lleguen a Estados Unidos … además de que más de la mitad de los arrestados por la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa han sido liberados.

Ayotzinapa quinto aniversario marcha nyc right
              floating pictureFrente al consulado mexicano en NY.

¿Qué explica esto? Que no era tan sólo el gobierno de Peña Nieto el responsable, o su partido, el PRI, sino que se trató del estado, del estado capitalista. Masacres de este tipo ocurren regularmente en México, desde mucho tiempo antes de Ayotzinapa, y van a seguir ocurriendo hasta que este asesino estado semicolonial sea derribado mediante una revolución, una revolución socialista. Es esto lo que me propongo explicar hoy.

En esa lucha, como en tantas otras, la pregunta clave es qué hacer. Esta pregunta sólo puede responderse sobre la base de la comprensión marxista de la realidad que prevalece en México. Es preciso entender las verdaderas causas de este horrible crimen en el que el estado capitalista asesinó a 4 estudiantes normalistas y desapareció a 43 de sus compañeros en Iguala. Para nosotros, saber cómo derrotar a la ofensiva capitalista que encarcela, tortura y asesina trabajadores, maestros y estudiantes para regimentar y privatizar la educación pública en un país semicolonial como México, es literalmente, una cuestión de vida o muerte. Sólo el programa trotskista de la revolución permanente puede encauzar el enorme deseo de los explotados y oprimidos hacia el logro de una genuina victoria de la clase obrera.

México es un caso de libro de texto que muestra la validez de la perspectiva teórico-programática de la revolución permanente. La “desaparición” y asesinato de jóvenes que estudiaban para convertirse en maestros en comunidades campesinas e indígenas que a un siglo de la Revolución Mexicana siguen sumidas en la miseria, deja bien en claro en qué consiste el capitalismo en un país neocolonial. A pesar de haber pasado por no menos de tres revoluciones democrático-burguesas, en México los derechos democráticos son, para los explotados y los oprimidos, tinta sobre papel. Los campesinos, aún si formalmente son dueños de tierras, están condenados a morir de hambre o a migrar al norte, a emplearse como peones en las nuevas haciendas agroindustriales. Los pueblos indígenas, sin control sobre sus recursos naturales, sin ninguna autonomía real, en muchos casos están amenazadas de extinción.

El secuestro de los 43 de Ayotzinapa es un episodio más en la represión gubernamental en contra de las luchas en defensa de la educación pública, que ha estado bajo ataque en el país por órdenes de los organismos financieros internacionales. También lo es la represión de las huelgas magisteriales que desembocaron en otra masacre, en Nochixtlán, en el estado de Oaxaca, en junio de 2016, en donde nuestros camaradas fueron parte de la resistencia.

Una burguesía débil como la mexicana requiere de la represión sangrienta para mantener a raya a una enorme población trabajadora que podría luchar por desembarazarse de ella y derrotarla con relativa facilidad. Durante 70 años, el PRI realizó esta tarea primero mediante un régimen corporativista, y luego semicorporativista, mediante el cual el estado ejercía un control estrecho de todo aspecto de la sociedad, todo esto salpicado con masacres. Sin embargo, tras su caída por la presión del imperialismo a finales del siglo pasado, se requirió otro mecanismo para ejercer el control social: la represión sangrienta y en masa.

Mientras la burguesía persista, no habrá derechos democráticos genuinos para toda la población. Desde el inicio de las movilizaciones por Ayotzinapa, en México, hemos subrayado que el verdadero motivo del abominable crimen de Iguala va mucho más allá de la corrupción de un gobierno asesino. Sustituir a un político burgués por otro no cambia nada cuando es el sistema el culpable. Esto muestra a las claras que, hasta para hacer realidad las más elementales reivindicaciones democráticas, hace falta trascender el marco del capitalismo y luchar por un gobierno obrero y campesino (y en lugares como Guerrero y Oaxaca, por un gobierno obrero, campesino e indígena) que extienda la revolución socialista a escala internacional. No es ninguna abstracción teórica. Es la más acuciosa necesidad del momento.

En la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre la policía municipal, bajo las órdenes del alcalde José Luis Abarca, asesinó al menos a 7 personas, 4 de las cuales eran estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa ubicada en el estado de Guerrero, y secuestró a 43 de sus compañeros. Hasta este momento siguen desaparecidos los 43 normalistas, que pertenecían Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, organización que sostiene un programa estalinista. Los municipales adujeron que las unidades de transporte habían sido “secuestradas”, por lo que iniciaron una persecución en la que dispararon ráfagas de sus rifles de asalto contra los camiones. En este ataque resultó muerto un normalista. A la mañana siguiente, el estudiante Julio César Mondragón fue encontrado con el rostro desollado a un costado de la carretera.

Guerra contra la educación pública, guerra contra el narco =
guerra contra los trabajadores y los pobres

Este hecho no es aislado. En todo el mundo hay una campaña generalizada para privatizar la educación mediante contrarreformas y se ha intensificado en años recientes. Esta campaña es auspiciada por instituciones imperialistas como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano y otras. Quienes han opuesto resistencia a estos planes han sido blanco de brutales ataques.

Durante años, los gobiernos mexicanos han intentado cerrar las normales rurales, incluso enviando al ejército a ocuparlas. Los medios burgueses no se cansan de repetir que son semilleros de grupos guerrilleros debido al vínculo entre las normales rurales y las luchas campesinas e indígenas. En particular, Guerrero ha sido el escenario de combativas movilizaciones campesinas y de trabajadores de la educación, en contra de las reformas laboral y educativa, del hostigamiento de comunidades indígenas a manos de grandes consorcios mineros y de un ciclo infernal de masacres, guerra sucia para exterminar a las guerrillas izquierdistas.

El control militar del estado fortaleció a los caciques y sus bandas paramilitares. En varias zonas el ejército permitió la siembra en gran escala de mariguana y amapola, lo que generó una suerte de “base social” contrainsurgente ligada al narcotráfico. La “guerra contra el narco” iniciada por Felipe Calderón Hinojosa en realidad ha profundizado la militarización del país. Como ya mencioné, más de 250 mil personas han sido asesinadas en acciones violentas relacionadas con el narcotráfico. Aunque este programa de militarización masiva no ha intimidado a los cárteles del narcotráfico (pues éstos operan con la connivencia y la colaboración de las agencias represivas del estado capitalista), ha tenido el deseado efecto de involucrar de manera cada vez más abierta al ejército en labores policíacas. La llamada “guerra contra las drogas” no es más que un disfraz con el que se pretende ocultar la guerra contra los pobres y los trabajadores. En años recientes, los pueblos indígenas han sido acechados también por los talamontes y bandas asesinas del narcotráfico, una constante desde los años 1970. De hecho, el presidente municipal de Iguala y su esposa, uno de los tantos autores individuales de la desaparición de los 43, tienen fuertes lazos con la banda de narcotraficantes “Guerreros Unidos”.

Hasta la fecha el estado ha intentado culpar al narcotráfico de la terrible represión de los estudiantes de Ayotzinapa como si ésta se tratara de un suceso extraordinario. Nosotros decimos que el responsable es el estado capitalista, que ha sembrado de muertos el territorio mexicano. Y detrás de él, está la sanguinaria mano del imperialismo con sus interminables guerras contra los oprimidos y explotados. Como defensores acérrimos de los derechos democráticos, los marxistas revolucionarios nos oponemos a toda ley contra la producción, comercio y consumo de drogas, rutinariamente usadas para reprimir izquierdistas, trabajadores y sectores empobrecidos de la población. Asimismo, la persistencia de las masacres en México refleja la subordinación de los gobiernos burgueses mexicanos al imperialismo yanqui, en sus nefastas guerras contrainsurgentes en América Latina desde los años 1960.

Al final de las movilizaciones por los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, al igual que miles más, contamos “uno, dos, tres” y así hasta 43. Tras llegar a ese número la gente lanza un grito profundo de “justicia”. Cabe preguntar ¿cómo obtener justicia y vengar a los caídos de Ayotzinapa? Ciertamente, la justicia no vendrá del estado burgués semicolonial mexicano que administra lo que el imperialismo yanqui considera su “patio trasero”. De modo que cuando terminamos de contar 43, gritamos “¡Revolución!” O, como dicen nuestros camaradas del Internationalist Group y de la Juventud Internacionalista Revolucionaria en Estados Unidos en las protestas contra los asesinatos policíacos de afronorteamericanos: “Sólo la revolución hará justicia”.

Hace apenas unos días el estado mexicano liberó a 24 policías municipales presuntamente implicados en el caso Ayotzinapa, así como a líderes del cártel de los Guerreros Unidos. ¿Cuál fue la respuesta del gobierno de AMLO? El funcionario a cargo de investigar lo ocurrido con los normalistas de Ayotzinapa, un ex dirigente del Partido Comunista de México, por cierto, dijo que esto era un escándalo. Pero AMLO no hizo nada al respecto, pues se trata del estado capitalista, que administra y defiende.

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              floating picture

Por otro lado, ha quedado de manifiesto a lo largo de los primeros meses de su gobierno que AMLO está al servicio de la burguesía mexicana y de sus socios mayores imperialistas. Con respecto al gobierno imperialista de Estados Unidos encabezado por el racista Donald Trump, AMLO y su equipo están colaborando en la implementación de la política migratoria norteamericana. Ofrecen la zanahoria de las estancias legales en el México a los migrantes, pero de manera creciente también el garrote de la persecución policíaca. Buscan mantener a los desposeídos migrantes centroamericanos en el sur de México, bien lejos de la frontera con EE.UU. Nosotros, como Grupo Internacionalista decimos, en México y en Alemania, así como en Estados Unidos, Italia y Brasil con respecto a los migrantes y refugiados ¡Déjenlos entrar! ¡Asilo para los refugiados! ¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes! ¡Movilización obrera para defender a los migrantes contra ataques racistas!

A pesar de sus pretensiones de “gobernar para todos”, AMLO representa el más reciente intento de la débil burguesía mexicana de mantener la paz social en un país industrializado, con un poderoso proletariado, que podría despertar y movilizar su fuerza volcánica. La guerra a gran escala contra la población empobrecida no ha funcionado, de modo que ahora, con López Obrador, la burguesía pretende incrementar la militarización, pero con un rostro amigable. Como les gusta decir a nuestros camaradas en Portland, en EE.UU.: es como ponerle colorete a un puerco.

Las luchas de los explotados y oprimidos que están estallando (y que seguirán haciéndolo) sólo podrán conseguir la victoria a condición de que se libren con la más completa independencia de clase con respecto a la burguesía, sus políticos, sus partidos y su estado. No son pocos los izquierdistas que están profundamente entusiasmados con el nuevo gobierno. Profesionales de la colaboración de clases, creen que, de alguna manera, el triunfo de Morena representa una suerte de triunfo democrático en el país. Esta caracterización es falsa hasta la médula: el gobierno populista burgués de AMLO es un instrumento de la burguesía.

Después de la desaparición de los 43, los militantes de la Liga por la IV Internacional organizamos manifestaciones en nuestras secciones a nivel internacional. El Grupo Internacionalista, en México, publicó un volante con el título “Masacre en Iguala exige movilización y revolución obrera” Pancartas y mantas hacían llamados a favor de una huelga nacional en el sector educativo, por la autodefensa obrera y declaraban que “La revolución socialista vengará a los estudiantes de Ayotzinapa”.

México es un país de desarrollo capitalista tardío, una semicolonia de Estados Unidos. A pesar de haber tenido a lo largo de su historia al menos tres revoluciones democrático-burguesas, las tareas democráticas siguen sin haber sido plenamente realizadas. La Revolución Mexicana que estalló en 1910 fue abortada y sus reivindicaciones como la liberación de las oprimidas masas campesinas, la independencia nacional y la realización de los derechos democráticos fueron traicionadas. Como señaló el gran revolucionario ruso León Trotsky con su perspectiva teórico-programático de revolución permanente, y como probó la Revolución Bolchevique de 1917, la única manera que existe en la época de la decadencia imperialista para que un país capitalista atrasado haga realidad estas reivindicaciones consiste en que la clase obrera tome el poder, establezca un gobierno obrero y campesino sobre la base de la expropiación de la propiedad burguesa y extienda la revolución socialista a escala internacional.

Frente a un enemigo tan poderoso e implacable, sólo hay un recurso: apelar a la movilización revolucionaria de la clase obrera. He aquí la verdadera “verdad histórica” del crimen de Iguala.  ■