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septiembre de 2021

La perspectiva revolucionaria contra la reacción burguesa en EE.UU.
y el resto del mundo

Biden intensifica planes de guerra contra China


El presidente norteamericano Joe Biden junto al premier australiano Scott Morrison (izquierda) y el primer ministro británico Boris Johnson anuncian el acuerdo que provee a Australia de submarinos nucleares, cuyo único propósito sería atacar a China.. (Foto: Brendan Smialowski / AFP)

Presentamos a continuación la traducción de una versión abreviada, editada para su publicación, de un informe presentado en una reunión reciente del Internationalist Group, sección norteamericana de la Liga por la IV Internacional.

Las repercusiones de la impresionante derrota de la ocupación estadounidense de Afganistán han reverberado en todo el mundo. La imagen de personal extraído por vía aérea de la embajada de EE.UU. inevitablemente hizo recordar la precipitada salida de Saigón en abril de 1975 aunque, como hemos dicho, la situación es diferente. En ambos casos se trata de derrotas para los imperialistas, pero Vietnam fue una victoria para los obreros del mundo, en tanto que los nuevos gobernantes en Kabul son enemigos reaccionarios de la clase obrera y los oprimidos, empezando con las mujeres y las minorías nacionales. Habíamos luchado en contra de la invasión y ocupación imperialistas de Afganistán, Irak y Siria y llamamos por la derrota de los imperialistas, sin dar ningún apoyo político a los fundamentalistas islámicos.

A esa imagen siguió rápidamente el indescriptible caos de miles que estaban asociados de alguna manera con los ocupantes imperialistas que se precipitaban al aeropuerto de Kabul, desesperados por escapar. Luego aparecieron las imágenes de algunos de ellos cayendo hacia la muerte desde el tren de aterrizaje de un avión norteamericano después de que éste despegara con su cargamento de colaboradores. Ahora tenemos la confirmación de que un ataque con dron que lanzó EE.UU. como represalia mató a un empleado de larga data de un grupo de ayuda norteamericano y asesinó a otros nueve civiles, incluidos siete niños. La imagen del monstruo imperialista huyendo con la cola entre las patas tendrá un impacto duradero. El mito de la invencibilidad militar del imperialismo norteamericano se pinchó y explotó frente a los ojos de todo mundo.

Es bien sabido que Estados Unidos dispone de una abotagada maquinaria militar. Según un conteo, hay 750 bases militares norteamericanas de importancia distribuidas a lo largo y ancho del globo, así como cientos más de instalaciones más pequeñas. Hay cerca de 200 mil soldados estacionados fuera de territorio norteamericano, y esta cantidad ni siquiera incluye a los cientos de miles de “contratistas” – más precisamente, mercenarios – que trabajan para el Pentágono, entre los cuales hay tanto ciudadanos norteamericanos como de otras nacionalidades: veteranos del ejército colombiano, gurjas nepaleses y otros. Este monstruoso aparato militar está abotagado, pero no exactamente hipertrofiado, puesto que cumple una función: permitir que EE.UU. actúe como gendarme global, como la policía del mundo, desde América Latina hasta África, desde Medio Oriente hasta el sur de Asia y lo que ahora denominan el teatro Indo-Pacífico. Como en teatro de operaciones de guerra.


Bases e instalaciones militares norteamericanas fuera de Estados Unidos, 2015.  (Mapa: David Devine / Politico)

Esta maquinaria de guerra que se extiende por el mundo entero no es únicamente un resabio de la Guerra Fría antisoviética, aunque quienes la manejan hoy en día son viejos guerreros de la Guerra Fría. En realidad, EE.UU. ha expandido su alcance desde que George Bush Primero proclamó un Nuevo Orden Mundial unipolar dominado por EE.UU. en 1990-1991. Como hemos señalado en numerosas ocasiones, el vasto alcance militar norteamericano refleja la decadencia económica de EE.UU., que ha exportado buena parte de su base manufacturera a países con salaries más bajos, como México, Bangladesh, China y otros. Así, mientras el capitalismo norteamericano se pudre, sus gobernantes imperialistas han tenido que resaltar mucho más su poderío militar. Un poco como en el caso del Imperio Romano en su decadencia terminal, aunque obviamente en un mundo bien distinto. Pero incluso esta maquinaria militar que se extiende por el mundo no es suficiente para funcionar como policía en todos lados al mismo tiempo, de modo que necesita intimidar al resto del planeta para sojuzgarlo. Así que, para el poderío militar norteamericano, la ignominiosa huida de EE.UU. de Afganistán es un completo desastre.

Los altos mandos del Pentágono, que tácitamente respaldaron a Joe Biden en contra del intento de Donald Trump de mantenerse en la presidencia, se opusieron al retiro total de Afganistán y sin duda están resentidos con el demócrata en la Casa Blanca. Pero entretanto, Biden avanza a toda marcha, en esta ocasión mediante el financiamiento de una flota de submarinos nucleares para Australia. Esto haría de Australia el segundo país con que EE.UU. comparte su tecnología nuclear (el otro es Inglaterra). La Casa Blanca ha proclamado una nueva alianza tripartita – o quizás un Eje, como el conformado por Alemania, Japón e Italia en la Segunda Guerra Mundial – llamado AUKUS. Pienso que se pronuncia parecido a ostrich [avestruz]. Esta movida enojó considerablemente a Emmanuel Macron, el presidente francés aspirante a Júpiter Olímpico, pero también a los aliados imperialistas europeos de EE.UU. en general. Aunque estos imperialistas se sumaron a la ocupación de Afganistán, Biden no consultó con ellos la súbita retirada. Y ahora se prepara para la guerra contra China, cuando sus “aliados” de la OTAN no la desean para nada. Preferirían un “compromiso” con China y no una guerra a tiros en su contra.


Submarino de ataque clase Virginia que será entregado a Australia em virtud del acuerdo con EE.UU. Aunque se ha dicho que estos submarinos estarán armados con misiles crucero, pueden portar armas nucleares W76-2 de bajo poder (“tácticas”), como armas de “primer ataque” para la “disuasión regional”. Blanco probable: instalaciones militares chinas en el Mar de la China Meridional. (Foto: U.S. Navy)

Y una guerra a tiros es exactamente lo que esos submarinos nucleares significan. Hemos advertido en cada uno de los números recientes de nuestro periódico que EE.UU. se alista para un conflicto militar a gran escala con el burocráticamente deformado estado obrero chino. Literalmente está ocurriendo ante nuestros ojos, y ésta es otra prueba. Los submarinos convencionales que Francia estaba construyendo, antes de que el contrato les fuera arrebatado subrepticiamente por Biden, no son “obsoletos”, como ahora dice EE.UU. Eran submarinos de punta, pero su propósito primario era patrullar las costas de Australia y quizás de Indonesia y del estrecho de Malaca, a través del cual pasa cada año alrededor del 60 por ciento de todo el comercio y del petróleo del mundo. Pero los submarinos nucleares tienen un solo propósito: atacar a China. Estarán armados con misiles crucero, por supuesto, pero no hay nada que les impida portar armas nucleares pequeñas. Puede que las califiquen como armas tácticas, pero de todos modos serán misiles nucleares.1

Este es el anuncio de una próxima guerra de EE.UU. contra China. En dicho conflicto, y en el período previo, la Liga por la IV Internacional ha sido única en llamar por la defensa de China en contra del imperialismo y la contrarrevolución. La izquierda oportunista, de manera casi unánime, se ha alineado con el imperialismo en contra de China – como hicieron en contra de la Unión Soviética con respecto a Afganistán y luego a Polonia – e impulsa activamente la contrarrevolución al respaldar, por ejemplo, los motines anticomunistas de Hong Kong.

El acuerdo con Australia para los submarinos tendrá también un importante impacto en Europa, cuyos gobernantes se han dado cuenta poco a poco de que lo que EE.UU. realmente tiene en mente es lanzar una guerra con China. Hay considerable vacilación y oposición a esto, de modo que Macron y otros impulsan ahora, como lo han hecho desde hace tiempo ya, que Europa desarrolle su propio poderío militar. No es claro qué tan lejos van a llegar con esto, pero habrá presión en esa dirección, lo que también podría impactar sus relaciones con Rusia.

Hemos señalado antes que hay un emparejamiento interesante de las capacidades de la ahora capitalista Rusia, una superpotencia regional con armamento nuclear, y Europa, que es fuerte en lo económico, pero que es militarmente débil. Es concebible, en consecuencia, que haya movidas para separarse hasta cierto punto de EE.UU. y para tener una relación menos contenciosa con Rusia. Si eso ocurriera, es probable que los socialdemócratas alemanes jueguen un papel clave. Por ahora, es pura especulación hacia el futuro. Hay, sin embargo, una cuestión importante que todos los estrategas militares tienen siempre en cuenta, y es que cuando se ve la situación en el mundo, o en una región en particular, no sólo se debe considerar las intenciones declaradas, sino que sobre todo se debe tomar en cuenta las capacidades.

Dentro de Estados Unidos hay un escenario político burgués bastante polarizado, que no se ha tornado menos beligerante desde el inicio del gobierno de Biden con su programa electoral de supuesta cordialidad, “mediación”, reconciliación y todo eso. En cambio, las fuerzas de Trump han mantenido sus esfuerzos para lograr que la base republicana siga movilizada. Esto se ha visto reflejado en dos episodios recientes. El primero es la campaña contra la “Teoría Crítica de la Raza”, que por supuesto no tiene nada que ver con dicha teoría. Se trata de una campaña para impedir cualquier tipo de educación, o incluso de discusión en las escuelas, acerca del racismo que es parte integral del capitalismo norteamericano y que se refleja año con año en los asesinatos policíacos perpetrados por doquier y en la doble y triple opresión de la población afroamericana, la población latina, los nativos americanos, los inmigrantes y otros. Lo que se pretende es ilegalizar toda discusión al respecto.

Haz clic en la imagen para acceder a los artículos.

Recientemente hemos publicado varios artículos sobre esta cuestión que aparecieron originalmente en el sitio web de Class Struggle Education Workers (y que están disponibles ahora en nuestro sitio web, www.internationalist.org, en los que adoptamos una posición muy diferente de la de buena parte de la izquierda. Ésta básicamente se tragó la política del denominado “Proyecto 1619”, que ubica el origen del racismo en un generalizado supremacismo blanco, y no en el racista capitalismo norteamericano. Es interesante la manera en que estas leyes contrarias a la Teoría Crítica de la Raza han sido redactadas. Confieren poder a individuos para demandar a distritos escolares, escuelas o incluso maestros individuales, así como para lanzar una cacería de brujas focalizada en cualquier momento. El propósito que tiene todo esto, y que fue abiertamente planteado, consiste en mantener el tema ante la mirada de los electores hasta las elecciones de 2022.

El segundo acontecimiento es que ahora Texas ha aprobado una ley draconiana en contra del aborto. Prácticamente proscribe todos los abortos, porque después de seis semanas [desde la última menstruación] será ilegal practicar un aborto. Es en ese momento cuando muchas mujeres descubren que están embarazadas, de modo que, en la práctica, el efecto es la ilegalización de todos los abortos. Los autores de esta ley también argumentaron en un escrito amicus curiae (“amigo de la corte”), que la Suprema Corte debe revertir el fallo Roe vs. Wade que declaró al aborto constitucional sobre la base del derecho de la mujer a la privacidad. Esto llevó al establecimiento de clínicas de aborto en todo el país. Ahora la ley texana ha legalizado esencialmente a cazarrecompensas, de modo que cualquier individuo pueda perseguir a doctores y enfermeras que practiquen abortos, a conductores de Uber o lo que sea, y ganar una recompensa de 10 mil dólares, más costos legales. De nueva cuenta, el propósito es mantener movilizada a dicha base.

De modo que es probable que haya el tipo de movilizaciones que tuvieron lugar desde 2017 hasta las elecciones de 2020 y el ataque contra el Capitolio de EE.UU. del 6 de enero, con fuerzas de extrema derecha (la llamada “derecha alternativa”, grupos fascistoides y fuerzas abiertamente fascistas) que actúan como la punta de lanza de una movilización de la derecha dura que apoya a Trump. Es muy posible que esto pueda intensificarse. No sería sorprendente que haya intentos de asesinato dirigidos contra trabajadores de la salud que practican abortos, como ha ocurrido en numerosas ocasiones en el pasado. También es posible que haya confrontaciones en las manifestaciones. Es probable que este escenario se mantenga y tenemos que estar muy alertas y preparados para ello. Nuestra perspectiva es la de la movilización obrera de masas, independiente del Partido Demócrata, en contra de la amenaza de fuerzas fascistas y fascistoides.


Miles de inmigrantes, haitianos en su inmensa mayoría, mantenidos bajo condiciones horripilantes bajo el puente internacional en Del Rio, Texas. La respuesta de Biden ha consistido en lanza la mayor campaña de deportaciones en décadas, enviándolos de vuelta al devastado Haití. Pero no hay protestas. (Foto: Andress Latif / Reuters)

Encima de esto, ahora vemos espectaculares escenas que reflejan la decadencia del capitalismo norteamericano y la total sumisión de la izquierda al Partido Demócrata. En los últimos días tuvimos la grotesca escena de 9 mil inmigrantes [más tarde sobrepasaron los 15 mil] que fueron obligados a permanecer bajo el Puente Internacional en Del Rio, Texas, con un total de 22 excusados portátiles. La Patrulla Fronteriza no sólo los tortura, exponiéndolos a las inclemencias del clima, mientras la temperatura ha alcanzado los 37 grados centígrados, o más, sino que se trata de una emergencia sanitaria a punto de estallar.

El nuevo número de Revolution, la publicación de la Juventud Internacionalista Revolucionaria (JIR), tiene en la portada un artículo sobre cómo la experiencia del último año y medio – una mortífera pandemia (más de 650 mil personas han muerto en EE.UU.), un desenfrenado número de asesinatos perpetrados por la policía, una creciente crisis de desalojos – muestra que el capitalismo es incapaz de satisfacer siquiera las más elementales necesidades de la población. Muchos jóvenes están diciendo “esta experiencia realmente me abrió los ojos”, y el encabezado extrae la conclusión: “Por qué necesitamos una revolución socialista”. Esto podría parecer obvio a los socialistas, pero no es así. En Estados Unidos las protestas con respecto a prácticamente todo han sido canceladas: sean con respecto a los fascistas en las calles, los asesinatos policíacos, las deportaciones, las acciones militares de EE.UU. No ha habido absolutamente nada; no ha habido ninguna protesta de ningún tamaño, mientras que en 2018 y 2020 las calles estaban llenas día tras día, noche tras noche. En esos años hubo elecciones, y aunque los manifestantes estaban sinceramente protestando en contra del encierro de niños inmigrantes en jaulas o en contra de los racistas asesinatos de George Floyd, Breonna Taylor y otros a manos de la policía, los objetivos de muchos de los organizadores de las manifestaciones era que los demócratas ganaran las elecciones.

El Internationalist Group, la JIR y los grupos de trabajadores e inmigrantes clasistas aliados fraternalmente con nosotros representan la única tendencia que hoy en día en las calles lucha en contra de los esfuerzos de canalizar la justificada ira en apoyo al Partido Demócrata, insistiendo por el contrario que la clase obrera ejerza su poder. Fuimos los únicos en desenmascarar el fraude de “definanciar a la policía”. También fuimos los únicos en decir “libérenlos y déjenlos quedarse” con respecto a los inmigrantes, notablemente los haitianos. Ahora el gobierno de Biden responde a la emergencia en la frontera mediante la organización de vuelos para deportar a esta gente desesperada de vuelta al desastre de Haití, donde no hay servicios públicos, buena parte del país quedó destruida en el más reciente temblor, al que siguió un huracán, y en donde las calles están controladas por las pandillas. Biden realiza deportaciones y expulsiones (casi 600 mil en sus primeros seis meses) a un ritmo aún mayor que Trump, valiéndose además de las leyes antiinmigrantes de su predecesor (como el Título 42).2 Sin embargo, no hay protestas en contra de esto – lo que constituye una prueba más de que toda la izquierda oportunista es efectivamente un apéndice del Partido Demócrata. Y no se trata sólo de DSA (Democratic Socialists of America).

En lo que respecta a DSA, todo mundo sabe del ardid publicitario de Alexandria Ocasio-Cortez en la Gala del Met la otra noche, lo que fue muy revelador. Apareció con su vestido de cola (la cual era llevada por un asistente) con el siguiente mensaje inscrito en él: “Cobrar impuestos a los ricos”. Como explica un artículo en el nuevo número de The Internationalist, ésta no es una reivindicación radical, para nada, sino que es una reivindicación de un sector del Partido Demócrata. En cualquier caso, no se trata para nada de una protesta en contra del capitalismo, sino que se trata tan sólo de que Alexandra Ocasio-Cortez se estaba codeando con el “uno por ciento”. Con todas estas espeluznantes catástrofes en el mundo, lo que pasa por ser una protesta de “la izquierda” es esta escena publicitaria.

La situación pide a gritos una dirección revolucionaria. Hay tres países en el mundo en los que hay cantidades significativas de gente que dice ser trotskista. Uno es Brasil, donde el gobierno de Jair Bolsonaro ha amenazado con realizar acciones militares. Primero, estas amenazas estuvieron dirigidas en contra del Congreso, con el propósito de intimidar a los legisladores para que aprobaran una enmienda constitucional, y luego las amenazas estuvieron dirigidas en contra Tribunal Supremo Federal – todo esto apuntando a un “autogolpe” [como el realizado por el entonces presidente peruano Alberto Fujimori en 1990]. Bolsonaro ha dado marcha atrás hasta cierto punto, tras movilizar varios cientos de miles de sus partidarios el 7 de septiembre, pero las amenazas siguen ahí, con un gobierno que ya está saturado de generales.

¿Y qué hace la izquierda? La izquierda oportunista tiene un solo modo en Brasil, que consiste en intentar empujar al Partido dos Trabalhadores (PT) hacia la izquierda. Excepto que el PT intenta asiduamente conformar una coalición con los conservadores tradiciones para apoyar al expresidente Lula en las próximas elecciones. No está interesado en lo más mínimo en ser empujado a la izquierda, y como resultado todo el espectro político a la izquierda del PT, conformado en su mayoría por seudotrotskistas, está esencialmente paralizado. No hacen más que actos rutinarios en espera de las elecciones de 2022 en una situación en la que hay una movilización activa a favor de lo que muy bien podría ser un golpe de estado.

En el caso de Francia, la izquierda seudotrotskista está esencialmente a la cola de los antivacunas. En Francia hay un gobierno muy autoritario, un presidente que piensa que es Júpiter cabalgando a espolazos sobre la población, que experimenta considerables dificultades económicas debido a la pandemia y los confinamientos. Lo que la izquierda hace no es presentar un programa de lucha de clases, sino que se pone a la cola de las protestas iniciadas por populistas de derecha como los Chalecos Amarillos en contra de la vacunación obligatoria.

Finalmente, en Argentina acaba de haber elecciones primarias. El gobierno peronista perdió mucho de su apoyo, con buena parte del descontento capitalizado por la derecha. Sin embargo, la coalición de partidos de izquierda, el FIT-U (Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad], una coalición electoral conformada por grupos que dicen ser trotskistas, consiguió un millón de votos y junto con otros seudotrotskistas consiguieron 1.6 millones de votos. Fue un voto significativo, pero en una situación en la que la población enfrenta una crisis económica como no se había visto desde 2001, en la que el salario mínimo es uno de los más bajos de América Latina (82 dólares al mes, más bajo aún que en Bolivia) con un desempleo considerable, la izquierda sólo se está movilizando electoralmente.

De modo que, en cada uno de estos países, Brasil, Francia y Argentina, hay varios miles de personas que se consideran trotskistas. Sin embargo, sus diferentes tendencias están fundamentalmente ocupadas en la realización de impotentes actividades electorales, o poniéndose a la cola de fuerzas de clases totalmente ajenas. El PSTU en Brasil es un ejemplo descarado de lo que hemos llamado “socialismo del Departamento de Estado”, pues apoya todo lo que el imperialismo norteamericano respalda, desde Siria y Egipto, hasta Cuba hoy en día. Y por supuesto, la mayor parte de la izquierda está apoyando, en una u otra medida, las protestas respaldadas por Estados Unidos y dirigidos por anticomunistas en Cuba. Mientras que los seudotrotskistas se ponen a la cola de cualquier cosa que sea popular, nuestra lucha para dirigir las luchas sobre la base del genuino trotskismo es clave para la construcción de un partido mundial de la revolución socialista. ■


  1. 1. Véase “High Speed, Low-Yield: A U.S. Dual-Use Hypersonic Weapon”, War on the Rocks, 17 de septiembre de 2020.
  2. 2. Véase www.BidenStopDeportations.com y los reportes mensuales de la Patrulla Fronteriza en https://www.cbp.gov/newsroom/stats/cbp-enforcement-statistics/title-8-and-title-42-statistics