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octubre de 2018

Elecciones en Brasil:
En la segunda vuelta

El artículo que publicamos a continuación es una traducción de Vanguarda Operária n° 14, septiembre-octubre de 2018.

La urgente tarea que enfrentan los trabajadores con conciencia de clase y los revolucionarios sigue siendo la de movilizar poderosas acciones obreras contra el fraude electoral, el peligro militarista y los ataques de la burguesía entera contra los explotados y oprimidos. Los llamados a favor de formar un “frente democrático” y votar a favor de Haddad del Partido dos Trabalhadores (PT), el candidato del frente popular burgués, sólo sirven para socavar la necesaria respuesta proletaria y revolucionaria al peligro que representan Jair Bolsonaro y sus partidarios, que quieren imponer una salida militarista a la crisis brasileña.

Bolsonaro apunta, en la Feria Internacioanl de Defensa y Seguridad LAAD en Rio de Janeiro, abril de 2017. Durante la campaña electoral, el ex capitán amenazó con que “vamos a fusilar la petralhada [militancia petista].” ¿Un “chiste,” como dictaminó el Tribunal Electoral?  (Foto: Flickr)

Apenas terminó la primera vuelta, tras verificarse la gran votación a favor del candidato ultraderechista a la presidencia, se extendió un pánico generalizado entre las huestes de izquierda en todos sus matices. El ex capitán, defensor de la tortura y de la dictadura militar, que no escondió al electorado su homofobia, su machismo y sus prejuicios antiindígenas y antinegros, consiguió el 46 por ciento de los votos. El candidato del PT, Fernando Haddad, recibió apenas el 29 por ciento. Contra ambas candidaturas, burguesas las dos, defendemos el voto nulo en la segunda ronda.

Los operadores electorales de Bolsonaro visten como uniforme camisas verdes con amarillo que traen a la memoria a los camisas negras del fascismo italiano de Benito Mussolini y a los camisas pardas de los nazis de Hitler. El nacionalismo xenófobo y racista del candidato de la bancada militarista y de su compañero de fórmula para la vicepresidencia, el general Hamilton Mourão, incitan acciones de violencia mortífera. El mismo día de las elecciones, fue asesinado en la ciudad de Salvador (en el estado de Bahía) el Mestre Moa de Katendê (Romualdo Rosário da Costa). El Mestre Moa, fundador del bloque Afoxé Badauê, que era uno de los principales maestros de capoeira en Brasil, recibió 12 puñaladas a manos de un partidario del candidato militarista por haber criticado a Bolsonaro y defendido a Haddad.

Los ataques continúan. La Agência Pública (10 de octubre) contabilizó al menos 50 agresiones físicas perpetradas por partidarios de Bolsonaro durante los primeros diez días de octubre. El peligro no se limita tampoco a la seguridad personal. Se está preparando una intervención militar a gran escala en el país. En vísperas de la primera vuelta, arribaron 94 vehículos blindados de combate al puerto de Paranaguá, donados (¡!) por el Pentágono norteamericano (infodefensa.com, 5 de octubre). ¿Para qué servirían? ¿Para atacar a Venezuela? ¿Para defender la “República de Curitiba” [sede de la “investigación” judicial Lava Jato]? Lo cierto es que serían usados para la represión interna. De la entrega anterior de 50 vehículos M113, ocurrida en 2015, varios fueron usados para tomar por asalto el vecindario Complexo do Salgueiro en São Gonçalo (en el estado de Rio de Janeiro).

Militarización en curso: unos 94 vehículos de combate blindados donados por el Pentágono arribaron en el puerto de Paranaguá a principios de octubre. En abril, el Ejército Brasileño recibió otros 52 tanques donados por EE.UU.  ¿Para qué objetivo?  (Foto: Ejército Brasileño)

La verdad es que estamos presenciando una ofensiva militarista internacional. Para enfrentar y derrotar esta embestida, se necesita movilizar una fuerza superior: la de la clase obrera internacional. Son los trabajadores los verdaderos blancos del ataque capitalista, como era el caso también con el impeachment de la presidenta Dilma Rousseff. El propósito fundamental de las maniobras políticas de los últimos años es imponer por la fuerza las “reformas” libremercadistas que están exigiendo la Bovespa (la Bolsa de Valores de São Paulo) y los banqueros imperialistas. Pretender que se puede resistir haciendo las paces con sectores del “centrão” (el bloque derechista que dominó la política brasileña durante 12 años a partir de 1988) y votar a favor de un candidato petista aún más moderado es una ilusión peligrosa.

Haddad encabeza una alianza de frente popular, como hicieron anteriormente Lula y Dilma: una coalición de colaboración de clases que encadena a los trabajadores, la izquierda, los negros, indígenas, mujeres, gays, lesbianas, transexuales y todos los oprimidos a un sector de la clase dominante. El propósito de este frente bicéfalo (Frente Brasil Popular y Frente do Povo Sem Medo [frente del pueblo sin miedo]) es impedir la radicalización de la oposición al ataque capitalista y desviar el justificado temor frente al avance de la ultraderecha militarizada hacia los canales electorales que ya en la primera vuelta se revelaron como un callejón sin salida.

¿Una victoria de Haddad en las urnas? Claro que el número de votos anulados, en blanco y las abstenciones suman millones. ¿Pero después de pasar por el enorme esfuerzo para echar a la presidenta petista del palacio de Planalto y para asegurar que el jefe histórico del PT no fuera candidato en 2018, sería que los dueños del país permitirían que un candidato petista conquiste nuevamente la presidencia? La única manera de combatir y derrotar la amenaza de un estado fuerte bonapartista, basado en los aparatos represivos (militar, policíaco y judicial), es mediante acciones contundentes de lucha clasista.

Sectores decisivos de la burguesía quieren aplastar al Partido dos Trabalhadores precisamente porque es un partido obrero reformista, no importa cuán derechista, entreguista y partidario de la colaboración de clases sea. Entretanto, la dirección de este partido también quiere despojarse de su contenido de clase. La candidatura de Haddad es la de un frente popular burgués, como él mismo confirma a diario. En su programa de televisión (12 de octubre) afirmó que su campaña “no es de un partido, es de todos los que quieren cambiar al país”.

Ese “todos” abarca a toda una gama de sectores y políticos burgueses que apenas ayer eran denunciados como “golpistas” Ya antes de la primera vuelta, Haddad visualizó el apoyo del PSDB (el principal partido conservador) a su candidatura sobre la base de una “agenda republicana”. Después del 7 de octubre, se deshizo de la propuesta de una asamblea constituyente. Ya no habla más de revocar las “reformas” antiobreras del “presidente” Temer. De ser elegido, Haddad atacaría los derechos de los trabajadores, como hicieron también Lula y Dilma.

Hoy, la izquierda brasileña, sumida en el pánico, defiende casi al unísono, votar a favor de Haddad. Además del PCdoB y el PCB, la totalidad de las corrientes del PSOL (Unidade Socialista, Resistência, Insurgência, MES, CST, LSR, EM, etc.), diversos pequeños grupos trotskoides, y hasta el grupo de la izquierda “coxinha” (es decir, que se sumó a la campaña derechista a favor del impeachment contra Dilma y del encarcelamiento de Lula), el PSTU, defienden votar a favor del PT en la segunda vuelta. Mención aparte merece el Movimento Revolucionário de Trabalhadores (MRT, grupo brasileño de la Fracción Trotskista) que antes insistía en que nunca había votado por el PT y que ahora se encuentra “votando críticamente a favor de Haddad” (“Declaração do MRT”, 10 de octubre).

Todavía más expresiva es la justificación de estos centristas: dicen que con su voto a favor del candidato petista “acompañamos el odio y la voluntad de lucha contra Bolsonaro”. Se trata de seguidismo puro. Incluso pretendiendo que con esto no dan “ningún apoyo a la política del PT”, están dando apoyo político al PT mismo, así como al frente popular que encabeza. Con esto demuestra que, al verse en apuros, toda la verborrea de estos seudotrotskistas sobre la independencia de clase se evapora.

No es un caso aislado. Cuando ocurrió el apuñalamiento de Bolsonaro, la principal candidata del MRT declaró, en cuestión de minutos, que “Repudiamos el ataque en contra del candidato Bolsonaro” porque más allá de las diferencias políticas “somos contrarios a los atentados como método de lucha política”. Aún si en los días siguientes publicaron un extenso artículo citando a Trotsky sobre el terrorismo, con ese repudio el MRT se unió al resto de los candidatos de izquierda que juran obediencia al estado burgués.

¡Por un gobierno obrero y campesino!

Los trotskistas revolucionarios somos contrarios a la violencia dentro de la izquierda y no defendemos el método de los atentados, entre otros aspectos porque no puede resolver la opresión violenta de todo el sistema de explotación y con frecuencia es contraproducente, como en este caso; sin embargo, no vamos a solidarizarnos en lo absoluto con el criminal Bolsonaro ni a sembrar ilusiones en la “democracia” burguesa que condena a millones a la miseria impuesta por los fusiles de la policía y el ejército.

Aún cuando el MRT, lo mismo que otras organizaciones oportunistas, habla de organizar “comités de autodefensa” para “hacer frente al avance del autoritarismo y de la extrema derecha”, no les confiere un carácter clasista: podrían ser el núcleo de comités del frente popular, aglutinando a diversas fuerzas políticas, incluso burguesas. Los trotskistas revolucionarios, por el contrario, defendemos la formación de grupos de autodefensa obrera, basados en las organizaciones de masas de los trabajadores, principalmente los sindicatos.

La historia nos enseña que no se puede derrotar a fuerzas bonapartistas, e incluso fascistas, haciendo alianzas con sectores supuestamente “democráticos” de la burguesía. La experiencia desde la Guerra Civil Española de los años 1930 hasta la Unidad Popular de Salvador Allende en Chile a inicios de los años 1970, da pruebas más que suficientes de que los frentes populares llevan a la derrota, de una forma o de otra. La tarea urgente para defender a los oprimidos es romper con la burguesía, formar organismos de poder proletario y construir el núcleo de un partido obrero revolucionario leninista y trotskista.

–Liga Quarta-Internacionalista do Brasil, 14 de octubre de 2018