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noviembre de 2009 El “diálogo” con los golpistas y sus patrones
yanquis, una trampa
El Acuerdo de San
José-Tegucigalpa: El Consejo Cívico
de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH)
calificó de
tramposo el Acuerdo San José-Tegucigalpa. Foto: Indymedia Honduras ¡Luchar por un
gobierno obrero y campesino! 1. El Acuerdo de San
José-Tegucigalpa, supuestamente
resultado del Diálogo Guaymuras (antiguo nombre
español para Honduras)
entre representantes del presidente de la república Manuel
Zelaya y del
“presidente” títere del régimen golpista Roberto
Micheletti, es en realidad un diktat imperialista. Se
produjo luego de
la llegada al país centroamericano del subsecretario de estado
norteamericano
encargado de asuntos latinoamericanos Thomas Shannon, y fue firmado
bajo la
supervisión directa de Shannon y el embajador estadounidense, el
gusano cubano Hugo Llorens. Este
acuerdo no significa la restauración
del “orden constitucional” ni mucho menos una victoria para la
“democracia”, sino
que es el triunfo de los sanguinarios golpistas. 2. El Sr. Shannon es el mismo
siniestro
funcionario que se reunió con Micheletti, el general Romeo
Vásquez y Velásquez
y demás conspiradores durante la semana previa al golpe de
estado del 28 de
junio cuando estaban tramando su intentona. En ese entonces, a nombre
de la
secretaria de estado Hillary Clinton, la madrina del putsch,
aconsejó a los conjurados sobre la forma de deshacerse por la
vía “legal” del mandatario democráticamente elegido.
Ahora los ha orientado para
que acepten una “restitución” hueca de Zelaya, dejando la
decisión en manos de la
legislatura controlada el Partido Nacional y el Partido Liberal (los
hermanos
gemelos que rigen el país en común), a cambio de privarle
a éste de todos sus
poderes y de garantizar el reconocimiento por la “comunidad
internacional” de
las fraudulentas “elecciones” que los golpistas pretenden celebrar el
29 de
noviembre. 3. La mafia que se
apoderó de
la cúpula del estado hondureño, aunque súbdita del
imperialismo yanqui (muchos
de sus integrantes cuentan con residencia permanente en EE.UU.), tiene
sus
propios intereses como burguesía semicolonial. Como siempre ha
hecho a lo largo
de los últimos cuatro meses, busca ganar tiempo para prolongar
su dictadura.
Actualmente, el Congreso golpista se rehúsa a “retrotraer la
titularidad del
Poder Ejecutivo” hasta tener una opinión de la igualmente
golpista Suprema
Corte de Justica. Lo mismo hizo en julio respecto al “diálogo”
pactado en San
José. Ante su negativa más reciente, el Sr. Shannon dice
que el retorno de
Zelaya es solo “una posibilidad”, y que Washington dará su aval
a las
elecciones ficticias aún si el presidente constitucional no es
restituido. En esta
posición vergonzante, Zelaya pide “clarificación”. 4. Los partidarios de Zelaya
aclamaron
la firma del Acuerdo como una victoria. Hubo júbilo en las
calles de
Tegucigalpa en previsión del retorno de Zelaya, actualmente
confinado en la
Embajada de Brasil. Se trata de una gran equivocación, aunque
resulta congruente
con su política de orientar su lucha a la restitución de
Zelaya. Uno de los
voceros de la resistencia contra el golpe, el dirigente sindical Juan
Barahona,
renunció al cuerpo de asesores del presidente destituido una
semana antes de la
firma del Acuerdo, afirmando que no estaba dispuesto a abandonar la
reivindicación de una asamblea constituyente. Sin embargo, el
Frente Nacional
Contra el Golpe de Estado (FNCGE), en su Comunicado N° 32 fechado
el 30 de
octubre, celebra el Acuerdo y lo califica como “una victoria popular
sobre los
intereses mezquinos de la oligarquía golpista”. 5. La firma del Acuerdo de San
José-Tegucigalpa no sólo abandona la
reivindicación de una Asamblea
Constituyente, uno de los detonantes del golpe para la estrecha
burguesía
hondureña, que percibió en ella una amenaza a su control
irrestricto del
aparato estatal que le sirve de fuente de prebendas, y de las fuerzas
armadas,
garantía de su dominio sobre las empobrecidas masas trabajadores
que explotan
sin misericordia. Ahí dice textualmente que los firmantes se
abstienen “de
hacer llamamientos a la convocatoria a una Asamblea Nacional
Constituyente, de
modo directo o indirecto, y renunciando también a promover o
apoyar cualquier
consulta popular” con el fin de “modificar la forma de Gobierno o
contravenir
cualquiera de los artículos irreformables de nuestra Carta
Fundamental”. 6. Así se compromete a
aceptar
el mito golpista de que hay artículos “pétreos” de la
Constitución que no se
puede modificar, estipulación inherentemente
antidemocrática. Es más, el
Acuerdo ordena la formación de un gobierno “de unidad y
reconciliación
nacional” que incluiría a ministros del criminal régimen
de facto; adopta el
presupuesto impuesto por los golpistas; y obliga a los firmantes a
repudiar “todo
tipo de manifestaciones que se opongan a las elecciones o a su
resultado, o
promuevan la insurrección, ... la desobediencia civil u otros
actos que
pudieren producir confrontaciones violentas o transgresiones a la ley”.
Así Zelaya se compromete a condenar a los que llaman al boicot
de las elecciones que sirven para
aderezar al régimen golpista, y a quienes se sustentan en el
artículo 3 de la
Constitución hondureña, que declara: “Nadie debe obediencia a un
gobierno usurpador ni a quienes asuman funciones o empleos
públicos por la
fuerza de las armas (...) El pueblo tiene derecho a recurrir a la
insurrección
en defensa del orden constitucional.” 7. Mientras el grueso de las
fuerzas de resistencia al golpe han avalado el Acuerdo San
José-Tegucigalpa
como una necesidad amarga, algunos grupos de izquierda rechazan este
pacto
ignominioso y hablan de una “traición” por parte de Zelaya. Sin
embargo,
Zelaya, como político burgués, siempre proclamó su
deseo de “dialogar” con los
asesinos que hasta hacía poco eran sus compañeros de
partido. Ya desde su
comparecencia ante las Naciones Unidas a principios de julio
había aceptado
retornar con sus poderes recortados, y renunció a la asamblea
constituyente. El
hecho es que los dirigentes del frente popular de resistencia
alimentaron las
ilusiones en Zelaya, gritando “Mel, amigo, el pueblo está
contigo”. Pretender
luchar por una constituyente y al mismo tiempo declarar al Acuerdo
malogrado
una victoria, en lugar a llamar a oponerse a esta camisa de fuerza, es
obnubilar a las masas y así hacerse corresponsable de una
derrota espantosa. 8. La Liga por la IV
Internacional, que desde el primer día ha llamado a derrotar
al golpe cívico-militar al lado de los zelayistas que lo
resistieron, ha insistido también en la necesidad de movilizar a
los
trabajadores sobre una base independiente de lucha clasista. No
gritamos la engañosa
consigna frentepopulista de que “el pueblo unido jamás
será vencido”, cuando la
experiencia de la Unidad Popular chilena que acuñó este
lema mostró todo el
contrario. Tampoco proclamamos como meta la restitución del
presidente burgués.
Hemos hecho hincapié en que una constituyente revolucionaria
sólo podría darse tras
una insurrección victoriosa que establezca un régimen
basado en consejos de
obreros y campesinos. Asimismo luchamos para que este gobierno
obrero y campesino expropie a la clase dominante
capitalista y extienda la revolución hacia la formación
de una federación centroamericana de
repúblicas
obreras. Consecuente con esta política bolchevique,
repudiamos este Acuerdo
que codificaría el triunfo del golpismo. 9. También
oficializaría la
condición de Honduras como semicolonia de Estados Unidos, con el
Acuerdo y los
comicios bajo la supervisión de una Comisión de
Verificación presidida por la
Secretaria del Trabajo del gobierno de Obama, Hilda Solis, y por el ex
presidente chileno Ricardo Lagos, un incondicional de EE.UU. Desde el
primer
momento advertimos contra todo pedido por la intervención
norteamericana,
exigiendo “¡Imperialismo yanqui, manos fuera!” Sin embargo, los
partidarios
burgueses y reformistas de Zelaya, y el mismo presidente depuesto,
solicitaron
insistentemente a Washington su respaldo. El presidente venezolano Hugo
Chávez
rogó, “Obama, haga algo”. En EE.UU., el International Action
Center lanzó el 23
de septiembre una petición al gobierno de Obama a “insistir que
el régimen
militar ... restituya el presidente
Zelaya en su cargo”, y pidió llamadas a la Casa Blanca y al
Departamento de
Estado para “exigir el cese del fraudulento gobierno de Micheletti”.
Tales
llamados peligrosos a los imperialistas –¡a los mismos padrinos
del golpe!– pidiendo
su intervención en nombre de la democracia, dieron como
resultado el fatal
Acuerdo del 30 de octubre. 10. Participar o no en
elecciones constituye con frecuencia una cuestión táctica
para los
revolucionarios. Siempre recalcamos que el ritual de acudir a las urnas
una vez
cada tantos años para depositar una papeleta con la
ilusión de escoger cuál de
los políticos burgueses contendientes será que encabece
el estado capitalista –
cuyos soldados y policías, sus cortes, cárceles y
congresos forman todo un
aparato para reprimir a los explotados y oprimidos – no representa el
dominio
del “pueblo” (demos). Si presentamos
candidatos o damos un apoyo crítico a otros, es para desvelar el
fraude de las elecciones burguesas, y con plena conciencia que
estamos dando batalla en un terreno enemigo que no es nada neutral. Si
no hay ninguna
candidatura que represente un rechazo clasista al capitalismo, podemos
llamar a
la abstención. Sin embargo, en este
caso,
las elecciones amañadas del 29 de noviembre son una farsa que no
daría expresión
a la masiva resistencia de las masas hondureñas y que
sólo serviría para
maquillar lo que en el fondo es una dictadura bonapartista. 11. El frente popular de la
resistencia al golpe ata a las masas de trabajadores a sectores menores
de la
burguesía, en particular los Liberales en Resistencia (cuyas
banderas
rojo-blanco-rojas son muy visibles en las manifestaciones), el Partido
Unificación Democrática (UD), sectores del Partido
Innovación y Unidad (PINU),
y sobre todo al presidente Manuel Zelaya mismo. UD es producto de la
fusión de
varios grupos con raíces en la lucha armada en los años
80, y así se asemeja
(en mucho menor escala) al FMLN salvadoreño y el FSLN
nicaragüense, que se han
convertido de grupos guerrilleros en partidos burgueses electorales.
Además hay una
candidatura encabezado por Carlos H. Reyes, presidente del Sindicato de
Trabajadores de la Industria de la Bebida (STIBYS), que aunque
formalmente
independiente ha estado políticamente aliado con los zelayistas.
La alianza con
estos partidos y candidaturas sirve para limitar las acciones de las
masas trabajadoras
en resistencia al marco de la política burguesa. Los
trotskistas, en cambio,
luchamos por romper con el frente popular burgués y formar un partido obrero revolucionario. 12. En concreto en este
momento, es preciso desenmascarar la farsa electoral del régimen
golpista. Los
partidos y candidaturas ligados al FNCGE han tomado posiciones ambiguas
acerca
de su posible participación en las elecciones,
limitándose a declarar que no lo
harán si el presidente constitucional no ha sido restituido. Con
las tácticas
dilatorias de Micheletti y Cía., es posible que se vean
obligados a retirarse,
aún bajo la amenaza de cuatro a seis años de
cárcel anunciada por la dictadura
para los candidatos que se retiran. Pero en todo caso, aún si
mantienen sus
candidaturas, los revolucionarios y todo trabajador con conciencia
clasista
deben oponerse a este plebiscito dictatorial. En la medida de lo
posible, sería
apropiado llamar al boicot activo
para impedir la farsa electoral; o si
no hay condiciones, a votar nulo o a mutilar el voto. 13. Sea cual sea el desenlace
de las actuales maniobras frenéticas en torno al reaccionario
Acuerdo San
José-Tegucigalpa, urge intensificar la lucha por movilizar a la
clase obrera.
Una huelga general en este país que
cuenta con un movimiento obrero combativo sería el arma
más poderosa en contra
del régimen golpista basado en el empresariado. Pero
tendría que ir de la mano
con los preparativos para piquetes de autodefensa
obrera y campesina. Al nivel internacional, la lucha por el apoyo
sindical
activo sigue siendo prioritaria, incluyendo el boicot sindical de
cargamentos
hondureños por parte de los sindicatos del transporte. 14. Una tarea primordial,
particularmente en el exterior, es la defensa de los luchadores frente
a una
represión mortífera. Honduras hoy en día
está bajo un estado de sitio, como lo
ha estado desde el 29 de junio. Los escuadrones de la muerte han sido
reactivados. Incluso se ha utilizado a los estadios deportivos como
cárceles,
recordando al pinochetazo en Chile en
aquel fatídico 11 de septiembre de 1973. Al menos 12
sindicalistas hondureños han
sido asesinados, en primera línea profesores (maestros);
dirigentes de la
resistencia como Carlos Reyes han sido seriamente heridos, mientras
otros han
recibido amenazas de muerte. Ya antes del golpe se dieron intentos de
asesinato
contra dirigentes sindicales y populares. En abril del año
pasado fue ultimada Rosa
Altragracia Fuentes, secretaria general de la Confederación de
Trabajadores de
Honduras (CTH), una de las tres centrales obreras del país. Hay
que montar una
defensa clasista de los miles de detenidos y proporcionar ayuda
material a las
organizaciones obreras en lucha. ¡Por
la movilización obrera para derrotar el primer golpe del
gobierno de Obama y
salirle al paso de los otros que ya se están tramando! Liga por la IV Internacional 1 Ver “Honduras:
el primer golpe de
estado del gobierno de Obama”, El
Internacionalista, agosto de 2009 |
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