Labor's Gotta Play Hardball to Win!


Showdown on West Coast Docks: The Battle of Longview
(November 2011). 
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Chicago Plant Occupation Electrifies Labor
(December 2008). 
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May Day Strike Against the War Shuts Down
U.S. West Coast Ports

(May 2008)

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  junio de 2020

Trabajadores de las empacadoras de fruta pelean por hacer valer sus derechos

Huelgas de Yakima:
la batalla apenas comienza


Huelguistas de la empacadora Columbia Reach en Yakima, estado de Washington, el 3 de junio. (Evan Abell / Yakima Herald-Republic)

El 28 de mayo, tras 22 días de huelga, los trabajadores de la empacadora Allan Bros de Naches, Washington, llegaron a un acuerdo con la compañía y regresaron a laborar el lunes 1º de junio. Cuando el comité de trabajadores regresaba de las negociaciones con la compañía con un documento firmado, los huelguistas realizaron una reunión de oración que terminó con la consigna de “¡Sí se pudo!” Se alcanzó un acuerdo similar en Monson Fruit en la vecina Selah el 22 de mayo. El viernes 5 de junio, Matson Fruit, también en Selah, llegó a un acuerdo, dejando a Columbia Reach en Yakima como la única huelga en curso. Pero como muchos huelguistas comentaron a El Internacionalista, la lucha apenas ha comenzado.

En el curso del movimiento huelguístico que estalló el 7 de mayo en Allan Brothers y que se extendió a ocho empacadoras en la región, muchas personas comentaban que nada como esto se había visto en décadas en el valle de Yakima. Los huelguistas exigían equipo de protección y limpieza de las instalaciones, además de un pago extra por trabajo peligroso de 100 dólares a la semana y una jornada de 40 horas. La administración entregó mascarillas y desinfectante, con algún espaciamiento en la línea de empacado, pero sólo aceptó reconocer al comité de trabajadores y comenzar negociaciones con éste con respecto a un aumento salarial. Pero para los huelguistas, que comenzaron sin nada, el hecho de que su lucha haya logrado algunas conquistas puede ser un primer paso en la vía para afianzar un sindicato.

Al comienzo del año, ¿podían siquiera imaginar los arrogantes patrones dueños del valle que “sus” trabajadores se atreverían a desafiarlos con un paro de labores –¡en plena pandemia!– para obligarlos a sentarse en la mesa de negociaciones? Ahora, en lugar de mantener a los trabajadores a raya por medio de una jerarquía de managers, han sido obligados a negociar formalmente con los representantes de los trabajadores, fortalecidos con tres semanas en huelga. Los trabajadores enfatizaron que lograron un acuerdo y regresaron sin represalias. Como comentó Angelina L., “En 35 años, nadie había hecho jamás ningún cambio en ninguna compañía, de modo que para nosotros es una gran victoria”. Ahora vienen las negociaciones en torno al aumento salarial.


Huelguistas, principalmente trabajadoras, en la empacadora Columbia Reach en Yakima, el 3 de junio.
(Evan Abell / Yakima Herald-Republic)

La inmensa mayoría de los trabajadores de las empacadoras son mujeres, lo mismo de las huelguistas que se mantuvieron firmes ante los intentos de la patronal de intimidarlas. Se presentó una queja por prácticas laborales injustas en contra de Allan Bros ante la Junta de Relaciones Laborales (NLRB). “Estoy muy orgullosa de lo que logramos” a pesar de “toda la humillación y la represalia”, dijo Felícitas R. “Que todos unidos podemos”, dijo. Y añadió: “ Y aunque no estemos unidos, podemos hacer valer nuestros derechos. Que no se rindan”. María Cecilia G. dijo que la lucha fue vital “por todas las personas que vienen desde jovencitos y dejan su vida, toda una vida en Estados Unidos, y luego tenemos tropiezos.”

Desde el comienzo, los patrones recurrieron a tácticas despiadadas. En Hansen Fruit, la patronal desgastó la huelga hasta que sólo quedó un trabajador resistiendo. Los huelguistas se reunieron para celebrar en Frosty Packing el 22 de mayo, votando para regresar al trabajo tan sólo para descubrir en seguida que no había acuerdo. Los patrones de Columbia Reach todavía no se han reunido con los trabajadores y se han rehusado a satisfacer la exigencia de los trabajadores de un dólar extra la hora por riesgo laboral. Pero en un movimiento que se extendió por todo el valle, los acuerdos –o la falta de acuerdos– son sólo un resultado preliminar. El hecho de que cientos de trabajadores combativos se hayan puesto en pie de lucha y se hayan mantenido firmes durante huelgas de dura lucha, es un acontecimiento de enorme importancia. Y los patrones lo saben.

El resultado no lo determinarán ficciones legales como la “buena fe” de los patrones” o los “buenos oficios” del gobernador, ni las regulaciones de varias agencias estatales y locales, desde la NLRB, hasta el departamento de salud del condado de Yakima, que rápidamente concedió a las empacadoras un certificado de salubridad, después de que los trabajadores pararon labores para protestar en contra de las condiciones insalubres. luchas de clase. Ponen a prueba el poder de la clase obrera en contra del poder del capital. Los patrones tienen el dinero y la propiedad. Son dueños de la fruta que los obreros piscan y empacan. El gobierno y su perros guardianes armados están a su servicio. Quienquiera que cuestione esta situación, se las verá con el sheriff.

El poder obrero radica en su organización y conciencia. Los trabajadores de las empacadoras de fruta de Yakima están en proceso de organizarse. El pequeño sindicato de trabajadores agrícolas del noroeste de Washington, Familias Unidas por la Justicia, fue invitado por los huelguistas para dar orientación y apoyo, y ha estado diariamente en el lugar. Pero como escribimos en nuestro volante de mayo, “Aunque la producción en algunas plantas ha disminuido su ritmo, no se ha detenido. Camiones y esquiroles entran a las plantas sin problema.” Esto ha seguido siendo el caso, y sus consecuencias afectan considerablemente a los trabajadores que han seguido resistiendo día tras día.

El despliegue de todo el movimiento obrero es crucial para lograr una victoria en Yakima. La representante de la AFL-CIO en el valle de Yakima, Dulce Gutiérrez, ha estado en las líneas de piquete, pero por primera vez tras tres semanas de huelga la burocracia de la AFL-CIO del estado de Washington finalmente se animó. El sábado, 30 de mayo, una caravana de automóviles llegó a Yakima desde Seattle y otras localidades. Unos 80 automóviles de asalariados sindicales y algunos sindicalistas procedió a lo largo de dos horas de un fin de semana tranquilo de una planta a otra. Hicieron sonar sus cláxones, salieron de sus coches un ratito en cada lugar para aplaudirse entre sí, mientras la palabra “solidaridad” fluía libremente de sus labios, y por ahí de la 1 de la tarde el evento llegó a su fin con un banquete de tacos en un parque de la ciudad.

Pero el poder de la clase obrera organizada han no ha sido movilizado para que las huelgas logren vencer. Los trabajadores de los supermercados organizados en el United Food and Commercial Workers Union (UFCW) podrían negarse a tocar la fruta que provenga de las empacadoras en huelga. Los camioneros del sindicato de los Teamsters y los choferes de UPS podrían negarse a cruzar líneas de piquete. Los trabajadores de la planta de procesamiento de frutas Del Monte cuentan con la representación sindical de los Teamsters y podrían parar labores. Hay cientos de trabajadores de la construcción sindicalizados que luchan por la implementación de medidas de seguridad en la limpieza del cercano campo nuclear de Hanford. La Asociación de Maestros hizo huelga en todo el estado hace dos años. Para que los trabajadores de Yakima consigan cualquier conquista perdurable es preciso movilizar este poder.

La huelga de los trabajadores de las empacadoras ya ha avivado el espíritu de rebeldía en el valle. Para disgusto de los gobernantes locales, ha habido varias manifestaciones de Black Lives Matter (las vidas de los negros cuentan) en la ciudad para protestar en contra del racista asesinato policíaco de George Floyd en Minneapolis. Una protesta realizada el 31 de mayo reunió a cientos de manifestantes en una larga caravana. A la patronal le preocupa que una campaña de sindicalización pueda extenderse a los piscadores de fruta en los ranchos. La huelga podría también socavar el reino de terror impuesto por la policía del ICE, cuyos agentes infestan la región, mientras que vuelos regulares de deportación salen del aeropuerto de Yakima.

La huelga de los empacadores de fruta de Yakima puede servir como ejemplo para los trabajadores en las empacadoras en todo el país –en su inmensa mayoría afroamericanos, latinos e inmigrantes–que han sido infestadas por el coronavirus gracias al desprecio de los patrones por la salud y seguridad de los trabajadores. Cuando la pandemia estalló, se descubrió que estos trabajadores eran esenciales, aunque siguen siendo oprimidos y tratados como dispensables. El condado de Yakima tiene ahora 4 mil casos confirmados de COVID-19, lo que representa la tasa más alta de infección en toda la costa del Pacífico estadounidense. Esta semana los huelguistas honraron la memoria de David Cruz, un trabajador en Allan Bros que participó en la huelga hasta que se enfermó, y más tarde murió, por el virus.


Trabajadores de las empacadoras de frutas se manifestaron el 4 de junio frente a las oficinas del Departamento de Trabajo del estado de Washington (arriba), viajando luego al Distrito de Salud de Yakima, para homenajear a su compañero David Cruz, huelgusta que murió del coronavirus. La pancarta dice: “¿Cuántas muertes de COVID-19 son necesarias?”  (Evan Abell / Yakima Herald-Republic)

Para poner alto a la devastación causada por el virus y sacar de la pobreza a las decenas de miles de trabajadores que realizan sus faenas mientras reciben el salario mínimo, es crucial aprovechar el momento actual en que su labor es indispensable. El Grupo Internacionalista y Class Struggle Workers – Portland han estado presentes en las líneas de piquete, enfatizando que “los sindicatos en todo el estado deben movilizarse ahora para construir piquetes masivos para ganar la huelga y hacer de Yakima un baluarte del poder sindical” (El Internacionalista, 8 de mayo). Para ser exitosa, una campaña de sindicalización que se extienda al área de Tri-Cities necesita una dirección que vaya más allá del sindicalismo gremialista y defienda a todos los grupos oprimidos.

Como enfatizó Karl Marx hace un siglo y medio, “toda lucha de clases es una lucha política”. Durante décadas, los esfuerzos para sindicalizar a los trabajadores en el campo han fracasado en buena medida debido a que han sido subordinados al partido Demócrata, como hizo César Chávez con el United Farm Workers. Para ganar la batalla de clases en curso en Yakima hace falta una lucha política para liberar el poder de la multirracial clase obrera de los partidos del capital. Sin importar si demócratas o republicanos estén al mando, las fuerzas policíacas linchan a personas negras –y a trabajadores agrícolas inmigrantes como Antonio Zambrano en Pascov1 – mientras sirven a los patrones como rompehuelgas profesionales.

Al sacar las lecciones de la valiente lucha en Yakima, instamos a los huelguistas más decididos a sumarse al empeño de construir un partido obrero que luche para remplazar la mortífera dictadura del capital con el gobierno revolucionario de la clase obrera internacional. Entonces, en lugar de cosechar las “uvas de la ira”, los frutos de su trabajo en esta región de enorme riqueza agrícola podrán servir para liberar a toda la humanidad. ■


  1. 1. Véase “Outrage Over Police Murder of Mexican Worker in Washington State”, The Internationalist No. 39, abril-mayo de 2015.