.

junio de 2010  

Contra flotilla que llevaba ayuda a Gaza

Masacre israelí en alta mar:
sangrienta provocación de guerra


Comandos asesinos de la tropa de asalto Shayetet 13 toman el barco turco Mavi Marmara que llevaba
un cargamento suministros humanitarios a Gaza, el 31 de mayo. Los israelíes mataron a sangre fría
a al menos nueve pasajeros.
(Foto: DHA via AP)

¡Solidaridad obrera internacional! ¡Derrotar la guerra de Israel y EE.UU. contra los palestinos!

En la madrugada del 31 de mayo, comandos de élite israelíes tomaron por asalto una flotilla de barcos en el Mediterráneo que transportaban ayuda humanitaria hacia Gaza, el territorio palestino devastado por las fuerzas armadas israelíes hace año y medio. La Fuerza de “Defensa” israelí envió una flota de lanchas cañoneras para detener a la Flotilla de la Libertad que zarpó de Chipre con más de 700 activistas contra la ocupación no armados a bordo. Los barcos  transportaban  unas diez mil toneladas de provisiones de socorro incluyendo material médico, ropa usada, juguetes, leche en polvo y materiales de construcción –elementos proscritos por el bloqueo israelí que ha mantenido a la Franja de Gaza bajo sitio durante más de tres años. Los comandos asesinaron a al menos nueve de los pasajeros, en tanto que 57 resultaron heridos. Las autoridades israelíes declararon grotescamente que sus asesinos se vieron obligados a actuar “en defensa propia” en contra de un intento de “linchamiento” a manos de pasajeros armados con “medios potencialmente mortíferos”, tales como “muebles de la cubierta” de uno de los barcos. Sin embargo, los propios comandos israelíes han confirmado que fueron ellos los que abrieron fuego incluso antes de llegar a la cubierta, y las fotos muestran que los soldados israelíes heridos fueron atendidos por médicos de los barcos. Todos los muertos, con una sola excepción, fueron acribillados a balazos a corta distancia. Se trató de ejecuciones, y la toma de los barcos por las fuerzas israelíes fue un acto de terrorismo de estado.

Todo esto ocurrió en aguas internacionales, a al menos 90 kilómetros de Gaza. El estado sionista de Israel llevó a cabo un acto evidente de piratería en alta mar. La matanza desencadenó una ola de ira en todo el globo. Dado que la flotilla de socorro fuera organizada en Turquía y los muertos eran de nacionalidad turca, decenas de miles se concentraron en la plaza Taksim en Estambul para protestar contra esta atrocidad israelí. Hubo también enormes protestas en El Cairo y Alejandría en Egipto, así como en Pakistán, Malasia y otros países con población predominantemente musulmana. En Londres, miles se manifestaron ante la embajada de Israel. Miles de personas más protestaron en París y en otras ciudades de Europa. En Nueva York, más de mil quinientas personas participaron en un mítin convocado con pocas horas de anticipación en Times Square el 31 de mayo, mientras que cientos salieron a las calles en varias ciudades como Chicago, San Francisco y Los Ángeles.  Las manifestaciones unieron a turcos, árabes, izquierdistas y muchos judíos (también en Israel) indignados por la masacre. El Internationalist Group participó en las protestas de Nueva York con pancartas con consignas como: “Masacre en flotilla de ayuda a Gaza = sangrienta provocación bélica de Israel”, “Israel, ¡fuera de Gaza y Cisjordania! ¡Defender al pueblo palestino!” y “¡Defender a Gaza! ¡Derrotar la guerra de EE.UU. e Israel en contra de los palestinos!”

Los gobernantes imperialistas se sintieron obligados a pronunciar suaves críticas en contra de las descaradas acciones del gobierno de Israel. La canciller alemana Angela Merkel dijo que estaba “sacudida” por las muertes y que el bloqueo israelí de Gaza “no ayuda”. El presidente francés Nicholas Sarkozy criticó el “desproporcionado” despliegue de fuerza israelí. El presidente norteamericano Barack Obama calificó las muertes en la flotilla que se dirigía a Gaza como “trágicas”, lo que acarreó una ola de vituperios por parte de derechistas y sionistas de línea dura. Sin embargo, el gobierno de EE.UU. se aseguró de que una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se abstuviera de criticar explícitamente a Israel. A la tibia amonestación diplomática siguió una fingida disputa acerca de si Israel o la ONU realizarían una “investigación imparcial” de lo sucedido (¡!). Dejando de lado lo absurdo que sería esperar que los asesinos en masa sionistas se investigaran a sí mismo, así como la idea de que las potencias imperialistas de dominan la ONU pudieran ser “imparciales”, ¿qué es lo que hay que investigar? Que los israelíes haya disparado antes o después de enfrentar resistencia es del todo irrelevante. Cualesquiera intentos de repeler a los depredadores asesinos sionistas estaban plenamente justificados. Saludamos a los activistas que heroicamente intentaron defender la nave y sus pasajeros en contra de los terroristas israelíes.

El Internationalist Group y la Liga por la IV Internacional se pronuncian por romper el asesino bloqueo de Gaza. Al mismo tiempo advertimos en contra de las ilusiones en que los imperialistas van a socorrer a la sitiada población palestina. Esto vale particularmente para EE.UU., que durante décadas ha sido un “aliado estratégico” de Israel, pero también en el caso de las otras potencias imperialistas, para las que el estado sionista funge como gendarme para mantener bajo control una región clave en contra de los pueblos semicoloniales de Asia y África ( a la vez que funge como abastecedor de los mercenarios paramilitares en América Latina). Es a la clase obrera mundial a la que apelamos para defender Gaza y las masas palestinas, tanto en los Territorios Ocupados como en Israel mismo. Ante éste, el más reciente de los sangrientos crímenes de Israel, llamamos al movimiento obrero a boicotear las mercancías, navíos y aeronaves que provengan de, o vayan hacia Israel, luchando al mismo tiempo por una revolución obrera árabe-hebrea en Palestina y por la conformación de una federación socialista en Medio Oriente.

¡Solidaridad obrera internacional para defender a los palestinos!


El Grupo Internacionalista en protesta en Nueva York en contra de la masacre
israelí, el 31 de mayo
. (Internationalist photo)

En respuesta al ataque israelí de diciembre de 2008 en contra de Gaza, el IG y la LIVI hicimos un “llamado por la acción obrera internacional en defensa de Gaza y del pueblo palestino, incluyendo esfuerzos para romper el sito”. Además:

“Los impotentes boicots de consumo de mercancías israelíes o de académicos israelíes no están dirigidos contra los gobernantes sionistas ni contra sus patrocinadores imperialistas, en tanto que una negativa por parte de trabajadores del transporte de descargar barcos o aviones israelíes es el tipo de acción clasista que podría enviar un poderoso mensaje a la racista clase dominante.”
–“Baño de sangre sionista: ¡Romper el sitio! ¡Defender Gaza!” (31 de diciembre de 2008), reproducido en El Internacionalista No. 7, mayo de 2009

De hecho, en febrero de 2009 trabajadores portuarios de Durban, Sudáfrica, llevaron a cabo tal acción ejemplar, boicoteando el barco israelí Johanna Russ. En respuesta a la reciente masacre israelí en la flotilla de ayuda a Gaza, el sindicato de trabajadores del transporte de Sudáfrica, el SATAWU (South African Transport and Allied Workers Union) instruyó a sus miembros “no permitir que ningún barco israelí fondee ni sea descargado en ningún puerto sudafricano”. Este llamado fue retomado por una decena de organizaciones sindicales palestinas que pidieron a los sindicatos de trabajadores portuarios de todo el mundo que bloquearan el comercio marítimo israelí, exigiendo poner fin al bloqueo de Gaza.

Al mismo tiempo, el Sindicato de Trabajadores Portuarios de Suecia informó que bloquearía todo barco y cargamento proveniente de, o dirigido a, Israel durante la semana del 22 al 29 de junio. Los portuarios suecos han jugado en el pasado un papel prominente en el boicot de cargamentos dirigidos a, o provenientes de, la Sudáfrica del apartheid, así como de la dictadura de Pinochet en Chile. El 9 de junio, la Federación Noruega de Trabajadores del Transporte dio un paso más y se pronunció por un bloqueo de dos semanas de los puertos del país para las naves y las mercancías israelíes a partir del 15 de junio. Federaciones de trabajadores portuarios y sindicatos locales están discutiendo la posibilidad de realizar acciones similares en otras partes de Europa, así como en EE.UU., lo que abre la posibilidad de un boicot obrero internacional más amplio. En concordancia con ello, se ha convocado para el 20 de junio la realización de un piquete ante un barco de la línea israelí Zim en el puerto de Oakland, California.

La orientación de los trotskistas apunta a la realización de acciones obreras independientes con la fuerza de combatir los crímenes israelíes y que señalan la vía para derribar al asesino régimen sionista mediante la revolución proletaria. La izquierda reformista, en cambio, ha solicitado de manera casi unánime la intervención de los gobiernos imperialistas, como si éstos pudieran convertirse de alguna manera en aliados potenciales de las oprimidas masas árabes.

En Estados Unidos, el grupo Socialist Action (SA) publicó una declaración del Secretariado Unificado (SU), organización con la que mantiene una relación fraternal y que falsamente afirma representar la continuación de la IV Internacional de Trotsky. La declaración del SU del 1º de junio afirma que “En cualquier lugar en el que el movimiento de solidaridad no sea lo suficientemente fuerte aún como para obligar a los gobiernos a romper en la práctica con el estado de Israel, la gente debería tomar el asunto en sus propias manos con campañas masivas de boicot, desinversión y sanciones”. La International Socialist Organization (ISO) cita aprobatoriamente a uno de los organizadores de la Flotilla de la Libertad que dice que “El gobierno de EE.UU. tiene que ser presionado para que actúe de un modo responsable y deje de emplear el doble rasero que siempre aplica a Israel (Socialist Worker, 1º de junio). La ISI apoya también la campaña de boicot, desinversión y sanciones:

“El movimiento a favor del boicot, la desinversión y las sanciones es una iniciativa popular basada tanto en boicots obreros y de consumo de bienes y servicios israelís, que simultáneamente pide a la gente que despoje a Israel de la inmunidad de que ha gozado al cometer sus crímenes. Este movimiento ha tomado como modelo al movimiento que contribuyó a la derrota del apartheid en Sudáfrica”.

El movimiento a favor del boicot, desinversión y sanciones contra Israel (BDS) surgió en respuesta a un llamado hecho por diversas “organizaciones de la sociedad civil” de Palestina. Al encontrarse entre la espada y la pared debido a la represión sionista, muchos en la Palestina ocupada han lanzado llamados desesperados por la realización de cualquier acción de solidaridad. En los países imperialistas, particularmente en los planteles universitarios, las campañas pro “BDS” se han convertido en algunas ocasiones en referendos en torno a la oposición o el apoyo a los sionistas de Israel y sus crímenes.1 La campaña de boicot en Occidente es una expresión de indignación moral, pero en el fondo tiene como propósito ganar el apoyo de los gobernantes imperialistas. Los activistas “BDS” tienen la esperanza de que la masacre en la Flotilla de la Libertad pueda ser el suceso que, como escribió Ali Abunimahen el sitio de Internet Electronic Intifada (4 de junio) “estimule a los gobiernos a seguir la guía de sus pueblos para tomar acciones sin precedentes para poner en jaque las cada vez más graves acciones ilegales de Israel”. Esta perspectiva resulta profundamente desorientadora, en formas diversas, con respecto a una verdadera lucha en contra de la opresión sufrida por el pueblo palestino.

En primer lugar, “BDS” significaría que los países imperialistas supuestamente democráticos son menos culpables que el Israel sionista. Sin embargo, las víctimas del imperialismo norteamericano se cuentan por millones (3-4 millones de muertos en Corea, 2-3 millones en Indochina, cerca de un millón de muertos en Irak, y la cuenta sigue), sobrepasando con mucho el número de asesinados por las fuerzas militares y paramilitares israelíes de ocupación en Palestina. ¿Por qué no, en consecuencia, rehusarse a comprar productos hechos en Estados Unidos, negarse a contratar profesores norteamericanos, solicitar a las Naciones Unidas y a la Unión Europea que implementen sanciones en contra de EE.UU., etc.?

Los partidarios de boicots, desinversión y sanciones suponen también que un “movimiento de masas” tiene la capacidad de presionar a los imperialistas para que defiendan al pueblo palestino. Esto es una ilusión, especialmente en el caso de Estados Unidos, cuya alianza con Israel es estratégica. Israel es un elemento fundamental del dominio occidental en Medio Oriente, con sus fuentes vitales de petróleo y rutas comerciales, que también benefician a los imperialistas europeos. Esto no cambiará, no importa cuánta presión popular llegue a darse.

Si el gobierno de EE.UU. presiona al de Israel para que aligere la represión, se tratará cuando mucho de una ligera modificación. Los palestinos seguirán atrapados en el torno sionista. Los boicots de consumo son tristemente célebres por su poca efectividad: después de todo, ¿quién compra hoy en día pan ázimo o chocolate israelí? Además, está soñando quienquiera que piense que el Pentágono dejará de comprar software israelí para sus computadoras o que dejará de contratar mercenarios israelís para entrenar a sus escuadrones de la muerte paramilitares en América Latina. Lograr que unos cuantos fondos de retiro y empresas imperialistas dejen de invertir en Israel no hará que los negocios israelíes se vayan a quiebra. Pero incluso si milagrosamente lo lograran e Israel se convirtiera en un paria internacional, de todas maneras los carniceros sionistas no se detendrían. A final de cuentas, son los aliados menores del imperialismo, con todo y que los gobernantes capitalistas de Israel tienen sus propios intereses claramente definidos. Son perfectamente capaces de traicionar a sus patrocinadores en Washington, como cuando jets de combate y naves artilladas de Israel atacaron con napalm y torpedos en contra del U.S.S Liberty, evidentemente en revancha por la neutralidad de EE.UU. en la guerra de 1967.

La campaña a favor de boicots, sanciones y desinversiones distorsiona también lo que ocurrió en Sudáfrica. Dicha campaña fue lanzada por el Congreso Nacional Africano, que esperaba que la presión de los imperialistas estadounidenses y europeos obligaría a los gobernantes racistas a emprender reformas democráticas. Eso no ocurrió. El régimen del apartheid no podía reformarse, y no cayó debido a que los norteamericanos se negaran comprar monedas de oro sudafricanas ni a que Citibank no invirtiera en Sudáfrica. De hecho, tal y como los trotskistas advertimos en esa época, en la medida en que las sanciones y boicots llegaron a tener algún efecto, éste consistió en incrementar la explotación y debilitar al proletariado negro de Sudáfrica, especialmente entre los mineros y metalúrgicos, cuyas combativas huelgas fueron un factor clave para terminar con el apartheid. El otro factor crucial fue que, como resultado de la destrucción contrarrevolucionaria de la Unión Soviética, el Partido Comunista de Sudáfrica (que jugó un papel dominante en el CNA y en los sindicatos de trabajadores negros) fue considerado como menos amenazante. Fue por ello que los imperialistas occidentales y los capitalistas sudafricanos decidieron llegar a un acuerdo con Nelson Mandela.

Además, aunque el fin del apartheid representó la conquista formal de derechos democráticos (“una persona un voto”) y llevó al poder a un gobierno mayoritariamente negro, la opresión de clase de los negros y mulatos en Sudáfrica no sólo no ha disminuido, sino que de hecho se han incrementado la desigualdad y la pobreza. De esto se ha beneficiado una pequeña capa de profesionales negros que lograron conseguirse una ganga en el capitalismo. Si se estableciera un pseudoestado palestino como resultado de la presión imperialista, los beneficiados no serían las empobrecidas masas que viven en la enorme barriada de tugurios de Gaza o en los guetos de Cisjordania como Ramallah, sino un puñado de capitalistas palestinos que explotarán a los trabajadores palestinos a favor del capital israelí. Los refugiados palestinos seguirán sin poder regresar a sus hogares y a las tierras que les robaron los sionistas en 1948 y en los años sucesivos. Y la corrupción de proporciones legendarias que infestó a la Autoridad Palestina bajo Yasir Arafat y su sucesor como presidente de la AP Mahmoud Abbas, es tan sólo una tímida probadita de lo que vendría.

Los trotskistas no llamamos por boicots de consumo, desinversión capitalista ni sanciones imperialistas en contra del estado sionista de Israel, ni lo hicimos en el caso de la dictadura de Pinochet en Chile en los años 70, el régimen del apartheid en Sudáfrica en los años 80 o en Haití bajo la junta militar en los años 90 por la misma razón por la que no llamamos hoy en día por que EE.UU. ayude al Haití devastado por el terremoto: el imperialismo no es una política, sino un sistema: no puede ser presionado para que ayude a los oprimidos, sino que tiene que ser derribado. Exigimos el fin del bloqueo israelí de Gaza y defendemos los intentos de romperlo. Asimismo, exigimos el fin de toda ayuda de EE.UU. a Israel, que equivale a unos 7 millones de dólares diarios. Exigimos que el ejército israelí (y los asesores militares norteamericanos) salgan de Cisjordania y Jerusalén Oriental, que las colonias sionistas sean dispersadas, que todos los refugiados palestinos tengan el derecho a regresar, que los prisioneros palestinos sean liberados. Pero la clave para liberar a los palestinos de un siglo del dominio de los imperialistas occidentales y los sionistas consiste en movilizar a la clase obrera internacional (incluidos los árabes palestinos y los trabajadores de habla hebrea de Israel) que es la única que tiene el poder para barrer con los gobernantes sionistas y sus señores imperialistas.


1 En la Universidad de California en Berkeley (UC), se dio en abril de este año una votación muy disputada en el consejo estudiantil para invalidar un veto ejecutivo impuesto a una resolución estudiantil en la que se llamaba por la desinversión de fondos de la UC en General Electric y United Technologies. Aunque la gran mayoría del consejo estudiantil estaba a favor de la resolución, tanto los sionistas de derecha del American Israel Public Affairs Committee (AIPAC) como los sionistas liberales del grupo de presión de la Calle J, hicieron un frente común para derrotar la medida al conseguir que unos cuantos consejeros estudiantiles cambiaran su voto. En tal situación, y particularmente dado el hecho de que las empresas aludidas son contratistas militares del gobierno norteamericano, hubiera sido correcto dar un apoyo crítico a la moción a favor de la desinversión.

Ver también: Los sionistas preparan la guerra contra Irán


Para contactar el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional, escribe a: internationalistgroup@msn.com

Regresar a la página del GRUPO INTERNACIONALISTA