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junio de 2010  

La verdadera amenaza nuclear en Medio Oriente: EE.UU. e Israel

Los sionistas preparan la guerra contra Irán


Comandos de la unidad de élite israelí Shayetet 13 toman por asalto al Mavi Marmara, el
31 de mayo. “Recibieron la orden de tirar para matar mientras se bajaban a la cubierta”

del navío, informó un periódico israelí. (Foto: DHA)

¡Solidaridad obrera internacional! ¡Derrotar la guerra de Israel y EE.UU. contra los palestinos!

Muchos liberales occidentales e israelíes han calificado la masacre perpetrada por Israel en la Flotilla para la Libertad como una “operación fallida”. Según ellos, son tan altos los costos que ha tenido que pagar Israel ante la “opinión pública” y los gobernantes de Europa y Estados Unidos por el asesinato de activistas que llevaban ayuda humanitaria, que quienes lo planearon o quienes lo ordenaron –el primer ministro Benjamín Netanyahu y el ministro de “defensa” Ehud Burak– cometieron un error garrafal. El escritor David Grossman (un “pacifista” sionista que apoyó la desastrosa guerra de Israel contra Líbano en 2006) calificó la respuesta del gobierno como “estúpida”. Argumentó: “Israel no envió soldados a que mataran civiles a sangre fría; de hecho, es lo último que querían” (Haaretz, 2 de junio). Al contrario, los gobernantes israelíes querían que sus soldados “mataran civiles a sangre fría”. El ministro de relaciones exteriores Liberman declaró que en la víspera del ataque que Israel estaba preparado para detener a la flotilla “a cualquier costo”, para luego pedir a la comunidad internacional que fuera comprensiva con respecto a la acción israelí (AP, 30 de mayo).

No se trata de soldados sin experiencia y de gatillo fácil que se soltaran de las riendas. La unidad que llevó a cabo el ataque contra el Mavi Marmara fue la Shayetet (flotilla) 13, el equivalente israelí de los grupos de operaciones especiales (SEALs) de la Marina de Guerra de EE.UU. Estos asesinos de élite son tristemente célebres por cometer asesinatos de militantes palestinos en Cisjordania. El entrenamiento de los comandos que realizarían la operación denominada grotescamente “Brisas del Mar”, duró todo un mes e incluyó prácticas de toma de barcos por asalto en alto mar. Según hace constar el corresponsal militar del diario sionista liberal Haaretz (4 de junio), el entrenamiento “incluía el abrir fuego contra una embestida de activistas”; informa también que si los comandos pensaban que la situación representaba una amenaza contra su vida, “tenían la orden de disparar a matar incluso mientras bajaban a la cubierta”. Y esto es precisamente lo que hicieron. Además, el jefe de la Marina se encontraba en una lancha adyacente para supervisar la operación. El jefe de la unidad de comandos, en otra lancha cañonera, “dio órdenes por radio para disparar, dos minutos después de comenzar el incidente” y abordó el barco durante el ataque. En breve, matar civiles a sangre fría fue exactamente lo que los comandantes ordenaron. Su único “error” fue el nivel de resistencia que enfrentaron.

Comandos de la unidad Shayetet 13 son los asesinos de élite de la armada israelí. Aquí se los muestran en Tripolí, en el norte del Líbano, durante la ocupación israelí de los años 1980, después de haber asesinado a una guardia de la PLO.

Un comentario publicado en el sitio de Internet del grupo izquierdista israelí, Centro de Información Alternativa (4 de junio), comentó: “En contraste con las opiniones de los diarios israelíes que sostienen que algo salió mal en la acción militar, creemos que la conclusión natural de esta acción criminal del ejército de ocupación es que su acción debía terminar necesariamente en el asesinato de civiles inocentes…. Se trata de soldados de élite entrenados para matar en combates cuerpo a cuerpo que se abalanzaron como lobos sobre los activistas”. Así es. Pero si el asesinato fue deliberado y la ira pública era predecible y esperada, surge por consiguiente la pregunta: ¿por qué lo ordenaron los dirigentes israelíes? En primer lugar, querían dar una lección sangrienta a quienes se atrevan a romper el mortífero bloqueo de Gaza. Pero más allá de ello, la masacre de la Flotilla de la Libertad fue un mensaje dirigido al gobierno norteamericano de Barack Obama. Ya en la Operación Acero Fundido (la invasión a Gaza por Israel en la que  asesinó a más de 1.400 de sus habitantes y destruyendo 50 mil casas, lanzada justo en el momento en el que el presidente electo de EE.UU. estaba tomando posesión) el gobierno de Netanyahu puso a prueba al gobierno de Obama – que guardó silencio.

Luego, en septiembre del año pasado, cuando EE.UU. pidió a Israel que no expandiera los asentamientos de Cisjordania, Netanyahu se rehusó a detener nuevas construcciones para deliberadamente advertirle a Obama que no se metiera con los israelíes. Una vez más, los demócratas en la Casa Blanca cedieron. Esto no debería sorprender a nadie: varios de los principales asesores de Obama son sionistas comprometidos, entre los que se cuentan su asesor político David Axelrod, y su jefe de gabinete Rahm Emmanuel (que hizo trabajo voluntario para el ejército israelí durante la Guerra del Golfo en 1991), además de partidarios de Israel de línea dura como Hillary Clinton. Ahora bien, ¿por qué hacerlo nuevamente, dado el hecho de que el ataque contra la Flotilla necesariamente arruinaría las maniobras diplomáticas de EE.UU. ante Irán y pondría en riesgo la alianza norteamericana con Turquía? Porque el ataque contra la Flotilla de la Libertad fue una provocación de guerra. La ejecución perpetrada por Israel de activistas que llevaban ayuda humanitaria fue tan descarada que tuvo que ser diseñada para provocar algún tipo de ataque en represalia, capaz de iniciar una reacción en cadena. El gobierno derechista de Israel se está preparando para lanzar un ataque militar contra Irán y se está asegurando de que el gobierno de EE.UU. esté listo para aguantar el oprobio mundial que esto le acarreará.

Material médico confiscado por los israelíes de la Flotilla para la Libertad de Gaza    . (Foto: Ariel Schalit/AP)

Los portavoces sionistas se esforzaron por dejarlo bien claro. La oficina de prensa del gobierno israelí presentó un video sarcástico con el título de “Engañamos al mundo”, financiado por un instituto de investigación sionista “neo conservador” con sede en Washington, que se burlaba de los activistas en el “crucero del amor” hacia Gaza. El premier Netanyahu hizo eco de esto al defender el ataque israelí contra el “crucero del terror” durante su discurso televisivo del 2 de junio. Machacó, además, con la tesis de que el bloqueo era necesario debido a que Israel no puede “permitir que Irán establezca un puerto en el Mediterráneo a unos cuantos kilómetros de Tel Aviv”. Es verdaderamente ridícula la afirmación de que dejar pasar ropa usada, juguetes, viviendas prefabricadas y cemento equivaldría al establecimiento de un puerto iraní en Gaza. De hecho, Israel no permite que la sitiada Franja tenga puerto alguno. Además, como señaló el bien informado comentarista sobre asuntos de Medio Oriente, Juan Cole, si ese fuera el problema, la verdad es que ha habido un puerto cercano que por años ha estado en manos de un movimiento árabe pro iraní: Tiro, en el sur de Líbano bajo el control de Hezbollah (Informed Comment, 3 de junio). Pero el problema no era el miedo irracional de Israel en torno a un “puerto iraní”: es que Israel azuza la guerra contra Irán.

Varios liberales, e incluso medios conservadores serios, se muestran extrañados por las acciones del gobierno israelí, que les crean nuevos enemigos. El Guardian de Londres (7 de junio) describió la respuesta de Netanyahu como “casi tan atroz como el ataque de los comandos”. El New York Times, (6 de junio) publicó un artículo titulado “Qué hacer con Israel”, en el que se cita un texto del estratega imperialista Anthony Cordesman llamado “Israel es una fuente de problemas estratégicos”. Cordesman, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, sermonea con severidad: “Es tiempo de que Israel comprenda que tiene obligaciones para con Estados Unidos… y de que su gobierno se torne mucho más cuidadoso de poner a prueba los límites de la paciencia de EE.UU. y explota el apoyo de los judíos norteamericanos”. El artículo del Times informa de un “profundo examen de conciencia en sectores de la comunidad judía de EE.UU.”, de la aparición de un grupo de presión sionista liberal, Calle J (en contraste con todos los grupos lobbystas sionistas conservadores con sede en la calle K en Washington) y de una cena religiosa judía (seder) en los suburbios de Washington en la que “se dio un debate… acerca de dónde trazar un límite en lo que toca al apoyo de EE.UU. al gobierno de Israel”.

Incluso el diario conservador londinense, The Economist (5 de junio), llevaba como encabezado “La mentalidad de asedio de Israel”. Añade: “Las bravuconadas del gobierno están, de hecho, debilitando a Israel”. Este diario dice también que “para Israel, este episodio está acelerando su propio aislamiento”. Haciendo eco del nuevo primer ministro inglés conservador Cameron, resume: “El bloqueo de Gaza es cruel y ha fallado… Igualmente malo, desde el punto de vista de Israel, es que sirve para alimentar la antipatía hacia Israel, y no sólo en los mundos árabe y musulmán, sino también en Europa.” El oficioso New York Times (3 de junio) cita a “importantes funcionarios norteamericanos” que afirman, “Sin duda, necesitamos un nuevo tratamiento de Gaza”, uno que “permita la entrada de más provisiones a la empobrecida área palestina”. Cabe señalar que los funcionarios del gobierno de Obama no están pidiendo que cese el boicot, sino tan sólo que se modifique. Estos portavoces imperialistas de alto nivel presumen que la opinión prevaleciente en Europa y en el gobierno norteamericano debería obligar a un cambio en la política israelí. Sionistas liberales israelís presumen lo mismo, y también muchos izquierdistas. Todo cambio, sin embargo, será limitado.

La verdadera amenaza nuclear en Medio Oriente: Israel tiene centenares de armas nucleares, producidas en la instalación de Dimona en el desierto Negev que se muestra aquí.
 (Foto: SpaceImaging)

El jefe de la agencia israelí de espionaje internacional, el Mossad, compareció ante un comité del Knesset un día después del ataque contra la Flotilla de Gaza donde sostuvo que “Israel hoy representa cada vez menos un activo para EE.UU.” (Jerusalem Post, 2 de junio). No se refería a que esto fuera un resultado adverso de la masacre, sino al hecho más fundamental de que el gobierno norteamericano necesita cierto grado de apoyo árabe y musulmán para salir del pantano en el que se ha sumido en Irak y Afganistán, así como para sus maniobras diplomáticas en relación con Irán, todo lo cual se ve obstaculizado por la intransigencia israelí con respecto a Palestina. Esto no cambiará de un día a otro, sin importar lo que ocurra con el boicot a Gaza. Sin embargo, esto no significa para nada que el gobierno israelí va a plegarse a las necesidades del gobierno norteamericano. Los sionistas siempre han estado dispuestos a vender sus servicios a la potencia imperialista dominante, primero Inglaterra, y luego Estados Unidos, como un aliado vital para controlar el Medio Oriente, ya sea vigilando el Canal de Suez, ayudando a asegurar el domino norteamericano del petróleo extraído del Golfo Pérsico/Árabe, o trabajando estrechamente con el ejército turco. No obstante, los sionistas son perfectamente capaces de morder la mano de quien los alimenta.

El gobierno de Netanyahu piensa que le ha tomado la medida al gobierno de Obama y que Washington va a encogerse cada vez que Tel Aviv gruña. Hasta ahora han acertado, y en los asuntos fundamentales seguirá siendo así. Pero si los sionistas concluyen que tienen que pelear solos, es muy probable que los los duros lo hagan. Durante la última campaña presidencial norteamericana, el historiador israelí Benjamin Morris predijo que Israel lanzaría un ataque contra Irán antes de que George W. Bush dejara el gobierno. Escribió entonces que “es probable un ataque nuclear israelí para impedir que los iraníes den los pasos finales antes de construir su propia bomba” (New York Times, 18 de julio de 2008). Si bien se equivocó por lo que toca al momento del ataque, su razonamiento básico es el de los sionistas mayoritarios. Desde el punto de vista del imperialismo norteamericano y de los pueblos de la región, incluida la población israelí, esto podría parecer completamente desquiciado. La idea de que un ataque nuclear adelantado por parte de Israel pudiera detener o siquiera retrasar los esfuerzos del régimen islámico de Irán para conseguir armas nucleares es un absurdo. Sin embargo, los dementes en el gobierno de Israel tienen el tercer arsenal nuclear en el mundo, que es tan grande, o incluso mayor, que el de Inglaterra, con cientos de bombas atómicas, los medios militares para lanzarlas, además de que están poseídos por el “complejo suicida Masada”,1 que los torna perfectamente capaces de iniciar una conflagración que haría incinerar al Medio Oriente.

Considérese, por ejemplo, el reciente informe del Sunday Times de Londres (30 de mayo):

“Tres submarinos israelíes de factura alemana, equipados con misiles nucleares de crucero, están por ser desplegados en el Golfo [Pérsico] cerca de la línea costera de Irán.

“El primero ya ha sido enviado como respuesta a los temores de Israel de que los misiles balísticos de Irán... puedan alcanzar sitios en Israel, incluidas bases aéreas y lanzamisiles.

“Los submarinos de la Flotilla 7 –Delfín, Tekuma y Leviatán– han visitado el golfo antes. Pero se ha tomado la decisión de asegurar una presencia permanente de al menos una de estas naves…

“Algunos de los misiles de crucero están llevan las cabezas nucleares más avanzadas del arsenal israelí…

“Los submarinos pueden ser empleados si Irán continúa con su programa para producir una bomba nuclear. ‘Los misiles de crucero del submarino tienen un alcance de mil quinientos kilómetros, de modo que pueden alcanzar cualquier blanco en Irán’, según dijo un oficial de la marina.”

Submarinos nucleares israelíes de la categoría Delfín (U212), de fabricación alemana, están pertrechados con misiles de crucero nucleares. Estos submarinos estarán presentes en el Golfo Pérsico, donde pueden alcanzar “todo blanco en Irán.” Egipto permitió que estos submarinos traversaran el canal de Suez. Arabia Saudita desligará su sistema de defensa aérea para permitir que jets cazabombarderos israelíes ataquen a Irán. El gobierno iraní tiene todo derecho para obtenir armas nucleares para defenderse en contra de los desquiciados israelíes con armas nucleares – y en contra de EE.UU, cuyos buques de guerra y submarinos en el Golfo Pérsico están colmados con armas nucleares.
(Foto: Gali Tibbon/AFP)

El Times de Londres no es un tabloide sensacionalista, sino la voz autorizada del imperialismo británico que en 1986 reveló la existencia del arsenal nuclear israelí a partir de la información proporcionada por Mordechai Vanunu. Por sus revelaciones, este valeroso técnico israelí que trabajaba en la instalación nuclear de Dimona fue encarcelado durante 18 años, 11 de los cuales los pasó en confinamiento solitario. Ahora el Times (12 de junio) informa que “Arabia Saudita ha realizado pruebas para suspender sus defensas antiaéreas para permitir que los jets israelíes bombardeen las instalaciones nucleares de irán”. El despacho noticioso desde Dubai cita a una fuente militar estadounidense en la región que habría dicho que “Todo esto se ha hecho con el visto bueno del Departamento de Estado de EE.UU.”. Así pues, el gobierno iraní de Mahmoud Ahmadinejad puede estar seguro de que Israel cuenta con la capacidad para asestar un ataque nuclear y no dudará de actuar en consecuencia.2

La Liga por la IV Internacional se pronuncia por la defensa de Irán, un país semicolonial, en contra del imperialismo y del Israel sionista, que sirve como gendarme para los imperialistas. No damos el menor apoyo político al régimen fundamentalista islámico de Mahmoud Ahmadinejad, y denunciamos la brutal represión que desencadenó contra las manifestaciones opositoras el año pasado (ver “Mass Protests Rock Iran: No to All Wings of the Mullah Regime!” y “Iran’s Islamic Republic in Turmoil –What Program for Struggle?” en The Internationalist No. 29, verano de 2009). Sin embargo, defendemos el derecho de Irán a desarrollar poder nuclear y a poseer armas nucleares o de cualquier otro tipo para defenderse en contra de los países que ya tienen armas nucleares en la región y que amenazan con usarlas en contra de Irán: EE.UU. e Israel. Con 5 millones de judíos frente a 500 millones de árabes en la región –así como 75 millones de persas, 70 millones de turcos y 35 millones de kurdos– sin importar cuán grande sea la actual superioridad militar de Israel, sin importar cuán brutal sea la opresión a que someten a los palestinos, las perspectivas a largo plazo para el estado sionista son sombrías. En 1940, León Trotsky advirtió que “el intento de resolver la cuestión judía mediante la migración judía a Palestina” representaba una “burla trágica en contra del pueblo judío”. Dijo también que un viraje militar de los eventos podría “transformar a Palestina en una trampa sangrienta para los varios cientos de miles [ahora millones] de judíos” que habitan el país. Esta advertencia no ha perdido en lo absoluto su actualidad.


1 Esto es, los gobernantes sionistas no se detendrán ante nada, ni siquiera ante medidas suicidas. En la guerra de Judea por la liberación con respecto al imperio romano, una secta de comerciantes y nobles judíos, los zelotas, que habían sido expulsados de Jerusalén después de asesinar a otros judíos, buscaron refugio en la toma de la fortaleza romana de Masada. Cuando los romanos estaban a punto de retomar la Masada en el año 73, los zelotas asesinaron a sus propias familias y luego se suicidaron colectivamente. Hoy por hoy, los soldados israelíes al terminar su entrenamiento suben el monte y profieren el juramento: “la Masada no caerá de nuevo”. En el caso del abordaje de la Flotilla de la Libertad, el servicio carcelario israelí movilizó a su unidad de élite Masada, un escuadrón de la muerte tristemente célebre por la provocación de motines carceleros y la ejecución de prisioneros palestinos.

2 El gobierno iraní también habrá tomado nota de un artículo publicado en el New York Times (28 de marzo) bajo el título de “Imaginemos un ataque israelí contra Irán”. Se trata de un informe sobre un juego de guerra realizado en diciembre pasado en el centro de estudios políticos de Medio Oriente de la Brookings Institution, con la participación de “ex políticos norteamericanos de alto nivel y agentes de inteligencia (algunos bastante conocidos)” en el que se simulaba un ataque israelí en contra de instalaciones nucleares israelíes. Aunque el reportero concluyó diciendo que “nadie ganó”, advirtiendo que el ataque israelí simplemente retrasaría los programas nucleares de Israel unos cuantos años”, transformando rápidamente a la región, en cambio, en una zona de conflicto en torno a las fuerzas norteamericanas en el Golfo Pérsico, “los israelíes argumentaron que su realización desestabilizaría aún más al frágil régimen iraní” y que “valía la pena”. Dado que han comenzado a publicar simulacros de guerra en el Times, incluso con una nota de advertencia, es claro que tras bambalinas se contempla dar pasos firmes en ese sentido.


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