Hammer, Sickle and Four logo

  febrero de 2022

Fascistas y nacionalistas ucranianos: ¡saquen las manos del Donbás!
¡Por la defensa del autogobierno en el suroriente de Ucrania!

¡Derrotar la campaña de guerra y las sanciones de EE.UU. y la OTAN contra Rusia!

Declaración de la Liga por la IV Internacional


Como parte del ejercicio militar de la OTAN Baltops, marines norteamericanos practican un desembarco en una playa en Lituana a 40 kilómetros de territorio ruso (en la región de Kaliningrado), 4 de junio de 2018. La operación fue realizada de manera simultánea con otros dos ejercicios en los países bálticos, con la participación de 25 mil efectivos de al menos 22 países de la OTAN. Los imperialistas de la OTAN realizan juegos de guerra anualmente para practicar la guerra contra Rusia.  (Foto: Mindaugas Kulbis / AP)

La siguiente declaración fue emitida por el Comité Ejecutivo de la Liga por la IV Internacional el 23 de febrero.

El 21 de febrero, tras semanas de propaganda de guerra imperialista cada vez más histérica y de ataques diarios cada vez más fuertes por parte del gobierno ucraniano y de fuerzas fascistas y nacionalistas en contra de las regiones separatistas rusoparlantes de Donetsk y Lugansk en el oriente de Ucrania, el presidente ruso Vladimir Putin formalmente reconoció la independencia de estas autodenominadas repúblicas populares bajo asedio y envió tropas a la región. Estados Unidos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea condenaron de inmediato a Rusia por esta acción defensiva y anunciaron que le impondrán severas sanciones económicas. Los trabajadores con conciencia de clase y todos los que se oponen al imperialismo deben condenar la campaña de guerra imperialista de EE.UU. y la OTAN, que levanta el espectro de una guerra mundial. Los imperialistas buscan aislar, provocar y satanizar a Rusia, que no obstante las ambiciones imperiales de Putin es una potencia capitalista regional intermedia.1 Sin embargo, el objetivo último de los imperialistas consiste en desencadenar la contrarrevolución en China, Cuba y Corea del Norte.2

Un día después, el presidente norteamericano Joe Biden aprovechó la acción de Rusia al declararla "el comienzo de la invasión rusa de Ucrania" para imponer sanciones económicas en contra de Rusia, como se anticipó. (Véase nuestro artículo ¡Frustrar las provocaciones y amenazas de guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia!Revolución Permanente, 20 de febrero de 2022.) El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, sin embargo, todavía tiene dificultades para seguir la línea imperialista y declaró que "No habrá guerra" con Rusia. Las sanciones anunciadas por EE.UU., que Biden llamó la "primera rebanada", con más por venir, pretenden impedir que los inversores rusos consigan préstamos en Occidente, lo que es algo que de todas maneras Putin ha intentado limitar desde hace varios años. El gobierno alemán declaró que pondrá en pausa la certificación del gasoducto Nord Stream 2, que transportaría gas natural ruso hacia Europa, para llevar a cabo una nueva revisión de seguridad.

Desde hace años, Putin se ha quejado del creciente asedio de la OTAN y de sus amenazantes acciones militares en contra de Rusia, sin conseguir nada. Hace dos meses, Moscú entregó a Estados Unidos un borrador de tratado de protocolo de garantías de seguridad. Para darle énfasis, movilizó sus fuerzas armadas a lo largo de la frontera con Ucrania para realizar maniobras militares. Los medios imperialistas pasaron a una postura de constantes ataques histéricos contra Rusia que trae a la memoria las imágenes de la Guerra Fría del oso ruso haciéndose de Europa. Su incesante propaganda para azuzar miedo en torno a una supuestamente inminente invasión rusa de Ucrania hizo recordar también la propaganda de guerra en torno a las inexistentes “armas de destrucción masiva” en el Irak de Saddam Hussein. Las potencias occidentales respondieron a Putin con cháchara hueca sobre control de armas y se rehusaron de plano a descartar la expansión de la OTAN. Con sus más de 2,000 kilómetros de frontera con Rusia, la integración de Ucrania a la alianza militar occidental sería un acto de guerra. Al declarar que cualquier limitación a la expansión de la OTAN hacia el oriente es “inaceptable”, Biden y sus aliados europeos están declarando que la alianza imperialista se está preparando para librar, tarde o temprano, una guerra contra Rusia.

Biden bate los tambores de guerra contra Rusia en un intento desesperado de aparentar fuerza después de la humillante derrota y huida del imperialismo norteamericano de Afganistán, donde dos décadas de invasión y ocupación de EE.UU. y la OTAN no lograron impedir que su gobierno títere se colapsara. El actual ocupante de la Casa Blanca está intentando desesperadamente resucitar el “Nuevo Orden Mundial” unipolar que proclamó EE.UU. con la destrucción contrarrevolucionaria de la Unión Soviética hace tres décadas. Pero Washington ya no tiene la fuerza militar ni económica para imponer su hegemonía global y por eso tiene que apoyarse en sus aliados de Europa y Asia. En buena medida, la insistencia de EE.UU. en aislar y atacar Rusia con medidas de guerra económica se explica por la determinación de mantener a raya a Alemania, su aliada y rival imperialista, insistiendo particularmente en la cancelación del gasoducto Nord Stream 2.

En su discurso para anunciar el reconocimiento de las dos repúblicas separatistas, Putin señaló que, en las negociaciones con respecto a la reunificación de Alemania en 1990, EE.UU. aseguró a los dirigentes soviéticos que la OTAN no se expandiría hacia el oriente. La existencia de este compromiso, que ahora EE.UU. finge que nunca hizo, es confirmada por el acta de las discusiones en febrero de 1990 en las que el secretario de estado de EE.UU., James Baker, prometió a Mijaíl Gorbachov que “ni una pulgada de la actual jurisdicción militar de la OTAN se extenderá en dirección al oriente”, así como en un documento reservado del gobierno alemán recientemente filtrado por la revista Der Spiegel. Sin embargo, la Drang nach Osten (marcha hacia el oriente) de la OTAN sigue imperturbable. Y aunque Putin celebra la “contribución de Rusia a la superación del legado de la Guerra Fría”, nosotros los trotskistas luchamos en ese momento con uñas y dientes en contra de la reunificación capitalista de Alemania y contra la contrarrevolución que destruyó a la Unión Soviética, un estado obrero multinacional.

La actual crisis en torno a Ucrania es resultado de años de preparación. En 2014, fascistas y ultranacionalistas ucranianos perpetraron un golpe de estado que derrocó al presidente electo de Ucrania, el prorruso Viktor Yanukovich. Éste fue el segundo intento, después de la llamada Revolución Naranja de 2004, una de las “revoluciones de color” para un “cambio de régimen” en los estados postsoviéticos. En 2014, la jefa para Europa del Departamento de Estado financió y se coordinó directamente con los fascistas nacionalistas, codeando con ellos en la plaza Maidán en la capital de Ucrania.3 Los nacionalistas ucranianos marchaban portando retratos de Stepan Bandera, el infame colaborador con la invasión nazi de la URSS durante la Segunda Guerra Mundial, que ha sido oficialmente declarado como “héroe de Ucrania”. Tras el golpe de febrero de 2014, sus organizadores iniciaron una guerra contra la región oriental rusoparlante de Ucrania y perpetraron un pogromo en el sur, en el que quemaron vivas a decenas de personas en la sede de los sindicatos en Odesa.4 Asimismo se prohibió el uso del idioma ruso en las escuelas y en funciones oficiales.


Batallón Azov marcha en Kiev. Entre los símbolos de sus banderas está el Wolfsangel (en negro, al frente), usado por la división Panzer Das Reich de las SS nazis, que participó en batallas con tanques en Járkov, Ucrania. El Batallón Azov incluye algunos conocidos nazifascistas, pero ha sido financiado por el gobierno norteamericano y fue incorporado a la Guardia Nacional Ucraniana. Es una de las principales fuerzas de combate contra las repúblicas prorrusas en la parte oriental de Ucrania y ha perpetrado crímenes de guerra en contra de la población rusoparlante, incluidas violaciones y tortura.  (Foto: Euromaidan Press)

Cuando un levantamiento en contra de este asesino chovinismo nacionalista ucraniano estalló en la parte oriental de Ucrania, la junta de Kiev consideró que el ejército no era confiable y envió escuadrones fascistas para tratar de sofocar la revuelta. Sin embargo, las poblaciones de las óblast (divisiones provinciales) de Donetsk y Luhan votaron abrumadoramente en el referéndum de mayo de 2014 a favor de independizarse del gobierno central, y después de batallas encarnizadas, los aspirantes a limpiadores étnicos ucranianos fracasaron. En Crimea, cuya ciudad principal Sebastopol ha sido durante siglos la sede de la flota rusa del Mar Negro, luego de que tropas rusas tomaran la península sin disparar un tiro en marzo de 2014, la inmensa mayoría de la población étnicamente rusa votó en un referéndum a favor de ejercer su autodeterminación uniéndose a Rusia. La Liga por la IV Internacional llamó a apoyar el levantamiento en el oriente de Ucrania y a defender las repúblicas regionales que han resistido con tenacidad los ataques nacionalistas y fascistas ucranianos, así como a defender la elección democrática de Crimea de unirse a Rusia.

El reconocimiento por parte de Rusia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk pone fin a los Acuerdos de Minsk de 2015 entre Rusia y Ucrania a favor de la autonomía de las óblast orientales. Aunque los separatistas buscaban la independencia, Putin prefirió que el Dombás fuera una región autónoma de una Ucrania neutral que pudiera servir como una zona de amortiguamiento entre Rusia y la OTAN. Pero el gobierno de Kiev nunca emprendió las reformas prometidas de conceder garantías de seguridad y participación de las regiones separatistas en la determinación de la política exterior. Recientemente, las prohibiciones del uso del ruso se han intensificado, a pesar de que es la lengua predominante en las ciudades del oriente y el sur, y es ampliamente usado en la capital, en los negocios y en la cultura popular. Putin habla de un “genocidio” en contra de los rusos, lo que es una exageración, pero los rusoparlantes de la zona oriental sí están bajo amenaza de parte del ejército ucraniano y de los fascistas que han asediado la región durante ya ocho años. En lo que toca a los ahora difuntos Acuerdos de Minsk para la autonomía en Ucrania, siempre ha sido difícil comprender cómo el gobierno central podría restablecer su control de la región sin un baño de sangre.

La escalada de provocaciones antirrusas por parte del gobierno ucraniano es resultado directo de la elección del demócrata Biden a la presidencia de EE.UU. Cuando el republicano Trump intentaba congraciarse con Putin y Rusia, los demócratas azuzaron el frenesí en torno al “Rusiagate”, culpando al Kremlin por la derrota de Hillary Clinton en las elecciones de 2016. Los demócratas han colaborado estrechamente con los nacionalistas antirrusos de Ucrania desde hace años: orquestaron los golpes de 2004 y 2014, participan en la junta directiva de una compañía gasera ucraniana, etc. Tan pronto como Biden tomó posesión, el gobierno ucraniano comenzó una serie de provocaciones al anunciar una nueva estrategia militar en marzo de 2021 centrada en su integración a la OTAN y en buscar el apoyo de ésta en contra de Rusia. Estaciones de televisión en ruso fueron cerradas y el principal “oligarca” prorruso en Ucrania fue puesto en arresto domiciliario bajo la acusación de “traición”.

El gobierno ucraniano y los paramilitares nacionalistas iniciaron simultáneamente una escalada militar en la parte oriental de Ucrania, a la cual Moscú respondió fortaleciendo sus fuerzas en territorio ruso en su lado de la frontera. Luego en otoño, Rusia organizó nuevamente una serie de ejercicios militares, afirmando una y otra vez que no tenía la intención de invadir a Ucrania. El propósito de estos ejercicios era dejar en claro a los imperialistas occidentales que la eventual integración de Ucrania a la OTAN sería considerada como un acto de guerra, y de señalar cuál sería la consecuencia. Si Rusia quisiera, podría fácilmente tomar buena parte de Ucrania. Incluso la alta oficialidad del ejército ucraniano admitió que no podrían resistir más que unos pocos días en contra del modernizado ejército ruso. Así que lo que Putin quería decir se planteó con toda claridad. La respuesta de EE.UU. fue la frenética propaganda que describe al líder ruso como la encarnación del mal.


Como parte del ejercicio militar de la OTAN Sea Breeze, realizado en conjunto con el ejercicio Defender Europe 21 de la OTAN (ver gráfico abajo), el 30 de junio de 2021. con helicópteros de la OTAN y aviones de combate volando sobre Mikolayev, Ucrania, cerca de Crimea, sede  de la flota rusa del Mar Negro. El blanco: Rusia.
(Foto: Sergey Smolentsev / Reuters)

A pesar de toda la febril campaña de denuncia en contra del militarismo de Moscú, es la OTAN la que ha intensificado la realización de agresivas operaciones militares cerca de Rusia. La “Encrucijada Tridente” de 2018 fue anunciada como “el mayor ejercicio desde el fin de la Guerra Fría”, enfocado en los países Bálticos, incluyendo un desembarco al estilo Día D (de la Segunda Guerra Mundial) en Letonia. A esto siguió en mayo-julio de 2021 la operación “Defensor Europa 21”, un ejercicio conjunto que incluyó el despliegue de 28.000 soldados y un gigantesco desembarco de más de un millar de vehículos militares en Albania. Esta maniobra estuvo vinculada también con la operación “Brisas del Mar”, un ejercicio naval en el Mar Negro, con naves de 32 países (incluido Japón), junto con ejercicios terrestres en Bulgaria, Hungría y Rumania. Ninguno de estos es jamás mencionado en los medios imperialistas, y todos están dirigidos en contra de Rusia. Desde 1999, la OTAN se ha expandido para integrar a Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Hungría y Rumania, rodeando así a Rusia. Y ahora los imperialistas quieren apretar el nudo al rehusarse a descartar la entrada de Ucrania y Georgia, a quienes se dijo en 2008 que podrían integrarse a la OTAN si ponían sus casas en orden.

La Liga por la IV Internacional llama a defender el autogobierno en las regiones separatistas del sur y el oriente de Ucrania y a derrotar la campaña de guerra en contra de Rusia y China. Nos oponemos tajantemente a las sanciones imperialistas, así como a la gritería en torno a las tropas rusas para apuntalar a las asediadas repúblicas del Dombás, siendo ésta la histérica expresión de frustrados guerreristas y sus acólitos socialdemócratas. El conductor de esta gritería orquestada es el imperialismo norteamericano, con su récord de incontables invasiones sangrientas. Si los choques desembocan en una guerra en toda la línea entre Rusia y Ucrania, los trotskistas abogamos por una política de derrotismo revolucionario en ambas potencias regionales, llamando a los trabajadores a oponerse activamente al esfuerzo de guerra de “sus” burguesías y a librar una intransigente lucha de clases en contra de los gobernantes capitalistas en Moscú y Kiev. Pero si resultara en una guerra de los patrocinadores imperialistas de Ucrania contra Rusia, sería un asunto totalmente distinto.

El Internationalist Group/U.S. advirtió reiteradamente antes de las elecciones de 2020 que los demócratas estaban haciendo campaña como “los más consistentes guerreristas en contra de China, Rusia y –por supuesto– Corea del Norte”.5 En una entrevista realizada durante la campaña electoral, Biden declaró que “la mayor amenaza contra Estados Unidos hoy en día … es Rusia”, aunque “el mayor competidor es China” (60 Minutes, 25 de octubre de 2020). Cuando fue nombrada embajadora de Biden ante las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield llamó a China “un adversario estratégico” (AP, 37 de enero de 2021). Así pues, la declaración conjunta de Putin y del presidente chino y secretario general del Partido Comunista, Xi Jinping del 4 de febrero, en la que se proclama una amistad “sin límites” entre China y Rusia que explícitamente se opone a la expansión de la OTAN, causó gran consternación en Washington. Frente a las crecientes amenazas y peligros, hacemos un llamado a la clase obrera del mundo a defender a China y a los demás estados obreros burocráticamente deformados en contra del imperialismo y la contrarrevolución.

Hoy, el asunto de clase primordial es la lucha en contra de los agresivos guerreristas imperialistas de EE.UU. y la OTAN y sus lacayos en Kiev, así como en contra de los fascistas y ultranacionalistas pogromistas que amenazan a la población del oriente de Ucrania. En ningún caso los marxistas daríamos el menor apoyo político a los dirigentes ucranianos ni al nacionalista ruso y anticomunista Vladimir Putin, cuyo discurso del 21 de febrero comenzó con una diatriba en contra de Lenin y los bolcheviques por haber creado a Ucrania. Una Ucrania soviética en una URSS multinacional podría haber superado las tensiones regionales y étnicas, aunque la brutal centralización de Stalin lo impidió. Pero desde la independencia de 1991 como estado burgués, Ucrania ha sido un país profundamente dividido, gobernado por una oligarquía inveteradamente corrupta y preocupada exclusivamente por sus propias ganancias, que emplea tropas de choque ultranacionalistas y fascistas como ariete para imponer la “ucranización” de las regiones rusoparlantes del oriente y el sur.

Los trotskistas defendemos los derechos democráticos, nacionales y lingüísticos de todos los sectores de la población, buscando unir a los trabajadores rusos y ucranianos en lucha común junto con los trabajadores de Europa Occidental y Oriental. En tanto que los imperialistas siguen azuzando la fiebre de guerra e imponen sanciones cada vez más severas que en último término apunta hacia una guerra mundial, los que enarbolan el programa internacionalista de los bolcheviques de Lenin y Trotsky luchamos por la revolución socialista mundial en contra de todas las burguesías gobernantes. n

El nacionalista ruso Putin vs.
el bolchevique internacionalista Lenin


El chovinista granruso Vladimir Putin anhela restaurar el imperio zarista. Arriba: el presidente ruso con su Consejo de Seguridad de Rusia, con la bandera imperial rusa en el fondo.  (Foto: Alexey Nikolsky / AFP)

Los medios occidentales han publicado un montón de sinsentidos con respecto a la supuesta intención del presidente ruso Vladimir Putin de revivir a la Unión Soviética. Nada más lejos de la realidad. Lo que Putin quiere revivir es el imperio zarista. Una fotografía reciente muestra al presidente ruso observando ejercicios militares junto con su aliado bielorruso, Aleksandr Lukashenko. Al fondo de la imagen se ve la bandera imperial rusa con el águila bicéfala. En su discurso del 21 de febrero en el que reconoció como estados independientes a las “repúblicas populares” del oriente de Ucrania, el presidente ruso despotricó diciendo que “la Ucrania Soviética surgió como resultado de la política bolchevique”.

En su discurso, Putin señaló que cuando los nacionalistas ucranianos derribaron monumentos a Lenin dijeron estar realizando una “descomunización”. Entonces añade: “¿Quieren la descomunización? Está bien. No tenemos ningún problema con ello. Pero no se debe, como se dice, quedarse a mitad de camino. Estamos listos para mostrarles lo que la verdadera descomunización entraña para Ucrania”. Puesto que previamente había dicho que Ucrania no es una nación separada, sino que forma parte de la “gran nación rusa”, las implicaciones son claras. De hecho, Lenin y los bolcheviques, incluido Trotsky, un judío ucraniano, llamaron, como afirmó Putin, por “el derecho de las naciones a la autodeterminación, incluida la secesión”. Esto quedó consagrado en la proclamación del estado soviético de 1922 y en la constitución soviética de 1924. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas fue un estado multinacional, consecuente con el programa comunista internacionalista.

Para Putin, esto no fue otra cosa, como se quejó en un discurso pronunciado en julio pasado, “Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos”, sino “un robo a Rusia”. Putin criticó a Lenin por oponerse a lo que denominó “el supuesto chovinismo de gran poder ruso”. Hoy, el presidente nacionalista ruso alaba a Stalin por implementar “en la práctica, no la idea de Lenin, sino la suya propia sobre la estructura estatal” de un estado unitario. Lenin y Trotsky lucharon juntos en contra del nacionalismo granruso de Stalin. Los bolcheviques fueron, efectivamente, los fundadores de la Ucrania soviética, al enarbolar el derecho democrático a la autodeterminación como parte de la lucha internacionalista por la revolución socialista. Esto ciertamente no los convierte en progenitores de una Ucrania burguesa y nacionalista.

En diciembre de 1917, cuando la nacionalista Rada ucraniana (el consejo de gobierno) estaba colaborando con las Guardias Blancas contrarrevolucionarias, Lenin y Trotsky redactaron un breve “manifiesto/ultimátum” que resume sucintamente la política bolchevique con respecto a la cuestión nacional (los tres puntos del ultimátum fueron escritos por Trotsky):

  1. “Por ello, nosotros, el Consejo de Comisarios del Pueblo, reconocemos a la República Popular de Ucrania y su derecho a separarse totalmente de Rusia o a establecer en convenio con la República de Rusia relaciones federales u otras similares...”
  2. “¿Se compromete la Rada a prestar concurso a las tropas revolucionarias en su lucha contra la sublevación contrarrevolucionaria de los Kadetes [demócratas constitucionalistas] y Kaledin? ...”
  3. “En caso de no recibirse una respuesta satisfactoria a estas preguntas en el término de 48 horas, el Consejo de Comisarios del Pueblo considerará a la Rada en situación de guerra abierta contra el Poder soviético en Rusia y en Ucrania.”
–V.I. Lenin y L.D. Trotsky, “Manifiesto al pueblo ucraniano y ultimátum a la Rada ucrania” (16 de diciembre de 1917)

Cuando se desintegró la URSS, fuerzas contrarrevolucionarias utilizaron la cuestión nacional, en primera instancia en el enfrentamiento entre Armenia y Azerbaiyán, como vehículo para su campaña para la restauración del capitalismo. Este reaccionario recurso al nacionalismo fue respaldado por diversas corrientes seudotrotskistas. A lo largo y ancho de Europa Oriental, los anticomunistas usaron la demagogia nacionalista para hacerse del poder, lo que llevó a la desintegración de otros estados obreros multinacionales, notablemente Checoslovaquia y Yugoslavia. Esto resultó con frecuencia en monstruosas atrocidades cometidas por todos los bandos: no sólo los serbios arremetieron contra los bosnios musulmanes y a los albanokosovares, sino que éstos también atacaron a los serbios, junto la expulsión perpetrada por Croacia de cientos de miles de serbios de Krajina a principios de los años 1990. El baño de sangre resultante fue usado como pretexto por EE.UU. y la OTAN para iniciar su campaña imperialista de bombardeos que terminó por destruir a Yugoslavia. ¡Y hoy los imperialistas se rasgan las vestiduras por la supuesta inviolabilidad de las fronteras!

En Occidente, la crítica de Putin a Lenin por haber creado a la Ucrania soviética fue declarada como una “mala interpretación de la historia”, pues expertos descubrieron “políticas identitarias y nacionalismo ucranianos” desde la “época zarista feudal” (New York Times, 22 de febrero). Todo esto al servicio de la campaña de guerra antirrusa. De manera grotesca, varios seudomarxistas en Alemania afiliados al Partido de Izquierda (Die Linke) citan los ataques de Putin contra los bolcheviques, así como su versión chovinista granrusa de la historia, para justificar su llamado a favor de que la OTAN imponga sanciones en contra de Rusia y a favor de la admisión de Ucrania en la Unión Europea (Junge Welt, 23 de febrero). Después de haber pedido previamente a la excanciller alemana Angela Merkel (¡¡!!) que mediara en el conflicto con Rusia, estos socialimperialistas de última hora se dicen listos para fungir como soldados en la campaña de guerra imperialista. Para los genuinos marxistas, la única respuesta al nacionalismo y a la barbarie de una guerra mundial imperialista es el programa internacionalista de los bolcheviques de Lenin y Trotsky de la revolución socialista mundial. ■


  1. 1. Véase “El espantajo del ‘imperialismo ruso’”, suplemento de El Internacionalista, mayo de 2014.
  2. 2. “Oppose G7/NATO Imperialist War Drive Against China, Russia” en The Internationalist No. 63, abril-junio de 2021.
  3. 3. Véase “¡Abajo el golpe fascista/nacionalista respaldado por los imperialistas en Ucrania”, Revolución Permanente n° 4, mayo de 2014.
  4. 4. Véase “Fascist Pogrom in Odessa, And the Aftermath” en The Internationalist n° 37, mayo-junio de 2014.
  5. 5. “Democrat’s Pro-Cop Ticket Vies with Trump Over ‘Law and Order’”, The Internationalist n° 61, septiembre-octubre de 2020.