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febrero de 2022

¡Oponerse a la guerra entre Rusia y Ucrania provocada por los imperialistas!
¡Lucha revolucionaria contra los gobernantes capitalistas de Moscú y Kiev!

Detrás de la guerra: campaña de guerra
de EE.UU. y la OTAN contra  Rusia y China

¡Defender el autogobierno en el suroriente de Ucrania! ¡Aplastar a los fascistas! ¡Por el internacionalismo proletario contra los nacionalismos ruso y ucraniano!


EE.UU. entrega cientos de misiles antitanque Javelin, Kiev, enero de 2022. Los países de la OTAN han enviado grandes cantidades de armamento al régimen ucraniano para apuntalarlo. 
(Foto: Brendan Hoffman para The New York Times)

28 de FEBRERO – El 24 de febrero, el presidente ruso Vladimir Putin lanzó una operación militar en Ucrania. El primer día envió tropas para respaldar a las “repúblicas populares” secesionistas de Donetsk y Lugansk y realizó ataques aéreos en contra de objetivos militares en diversas partes de Ucrania. Esta operación rápidamente se convirtió en una invasión terrestre por parte de fuerzas rusas que rodearon y atacaron varias ciudades ucranianas. Putin había dicho previamente que su objetivo era defender a las asediadas regiones del Donbás, pero tras lanzar su ataque militar declaró que su propósito es “desmilitarizar y desnazificar a Ucrania”. Se trata ahora de una guerra entre el estado capitalista de Rusia, bajo la égida de su gobernante nacionalista en Moscú, y el de Ucrania, cuyo régimen nacionalista en Kiev ha actuado como peón del imperialismo occidental y ha usado fuerzas fascistas para asediar a la población rusoparlante del suroriente de Ucrania. Los trotskistas llamamos a favor del derrotismo revolucionario en los dos bandos de esta reaccionaria guerra nacionalista, por la lucha internacionalista proletaria en contra de ambos regímenes capitalistas y, sobre todo, en contra de los gobernantes norteamericanos y europeos que iniciaron esta conflagración.

Al provocar esta guerra, el gobierno norteamericano del demócrata Joe Biden y sus aliados europeos, acompañados por un coro de soldaderos liberales y de “izquierda” hacen correr la mentira de que ellos y su lacayo, el presidente en Kiev, estrían supuestamente defendiendo la “democracia”. En realidad, el principal enemigo de los trabajadores y oprimidos del mundo, que ha incentivado este conflicto que se recrudece, es el imperialismo norteamericano y europeo occidental, por medio de su alianza militar, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Tras proclamar un “Nuevo Orden Mundial” dominado por EE.UU. con la destrucción contrarrevolucionaria de la Unión Soviética hace tres décadas, los imperialistas de la OTAN han buscado desde hace años cercar a la Rusia postsoviética, ahora capitalista, con la incorporación de los regímenes capitalistas nacionalistas en los países del ex bloque soviético como sus instrumentos.

Los amos de Wall Street y Washington buscan desesperadamente apuntalar la decadente hegemonía mundial norteamericana tras de su humillante derrota y huida de Afganistán el año pasado tras 20 años de ocupación imperialista. Desde los años 1990, han intensificado su marcha hacia el este, añadiendo cada vez más estados clientes de Europa Oriental a la OTAN e impulsando de manera provocadora el avance de su línea de frente hasta Ucrania, en la frontera occidental de Rusia. Después de aguijonear a Putin para que respondiera, rechazando de plano conceder ninguna garantía de seguridad para Rusia y con una notable intensificación de los ataques de artillería contra la región del Donbás, ahora ordenan sanciones económicas en contra de Moscú. Estas medidas, así como el que la OTAN suministre armas a Ucrania, son parte de los preparativos para una Tercera Guerra Mundial imperialista, contra Rusia y, particularmente, China, un estado obrero burocráticamente deformado.

La Liga por la IV Internacional reitera su llamado a “¡Derrotar la campaña de guerra y las sanciones de EE.UU. y la OTAN contra Rusia!” (23 de febrero). En dicha declaración, publicada antes de que Putin lanzara su ataque contra Ucrania, llamamos (como seguimos haciendo ahora) a “defender el autogobierno en las regiones separatistas del sur y el oriente de Ucrania y a derrotar la campaña de guerra en contra de Rusia y China”. También advertimos que “Si los choques desembocan en una guerra en toda la línea entre Rusia y Ucrania, los trotskistas abogamos por una política de derrotismo revolucionario para ambas potencias regionales, llamando a los trabajadores a oponerse activamente al esfuerzo bélico de ‘sus’ burguesías y a librar una intransigente lucha de clases en contra de los gobernantes capitalistas en Moscú y Kiev”. Esta situación sobrevino rápidamente con la ofensiva rusa de Putin para sus objetivos de guerra más amplios, que van mucho más allá de la defensa de las regiones secesionistas en el suroriente e Ucrania. Al mismo tiempo señalamos que, si el conflicto “resultara en una guerra de los patrocinadores imperialistas de Ucrania contra Rusia, sería un asunto totalmente distinto”. Con las respuestas que los guerreristas de EE.UU. Y la OTAN han dado al ataque de Putin, ese peligro es muy real.

Habiendo dicho lo anterior, en contra de nuestras previsiones y las de muchos otros, tras décadas de desinformación imperialista, resultó en este caso que los cada vez más extraños escenarios descritos por las agencias de inteligencia norteamericanas con respecto a una acción aventurera de Rusia fueron más o menos correctos. El gobernante chovinista granruso del Kremlin se ha embarcado en una ruta que, independientemente de sus cálculos basados en la aplastante superioridad militar en el teatro inmediato, azuzará el odio nacionalista contra Rusia entre la población ucraniana y acelerará los preparativos de EE.UU. y la OTAN (ya bastante avanzados) para la guerra imperialista contra Rusia. Incluso en el caso de que Putin logre arrebatar concesiones al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky con respecto a alguna forma de “neutralidad” ucraniana, e incluso si las milicias ucranianas fascistas y ultranacionalistas que asedian las repúblicas del Donbás pueden ser militarmente neutralizadas, la guerra incrementará el peso de las fuerzas fascistoides dentro del estado ucraniano.

Defendemos el derecho a la autodeterminación de Ucrania, como hicieron los bolcheviques de Lenin y Trotsky, como expresión del internacionalismo revolucionario que Putin denunció en su diatriba anticomunista del 21 de febrero (véase “El nacionalista ruso Putin vs. el bolchevique internacionalista Lenin”, 23 de febrero). Al mismo tiempo, apoyamos el derecho a la autodeterminación de la población predominantemente rusoparlante de la región del Donbás y defendemos la decisión democrática de Crimea de unirse a Rusia. Nos pronunciamos por el derribo de los regímenes capitalistas ucraniano y ruso mediante una revolución obrera internacionalista. Asimismo, combatimos el abierto chovinismo granruso de Putin (así como del opositor ruso Alexei Navalny, idolatrado en Occidente como un “activista contra la corrupción”) – y combatimos el reaccionario nacionalismo de la burguesía ucraniana, que aspira a convertirse en la primera línea de la OTAN y de la Unión Europea (UE). Zelensky acaba de solicitar la entrada de emergencia en la UE, que fue precisamente el asunto que desencadenó el golpe del “Euromaidán” en Kiev en 2014, a la vez que el gobierno alemán anuncia que duplicará su presupuesto militar y que comenzaría a entregar armas a Ucrania en nombre de la paz y la “democracia”.

El nacionalismo ucraniano siempre ha buscado apoyo del imperialismo en contra del comunismo y de Rusia, además de que históricamente ha sido antipolaco y antisemita. Este fue el caso de Symon Petliura y la Rada ucrania (consejo de gobierno) en 1917-1920, que se alió con el ejército imperial alemán y los generales de la Guardia Blanca rusa en contra de los bolcheviques. Este fue también el caso del nacionalista ucraniano Stepan Bandera, quien se unió a los nazis y a los escuadrones de exterminio de las SS para combatir a la Unión Soviética y aterrorizar a la población ucraniana. Hoy también, los nacionalistas ucranianos de todo tipo –desde los fascistas de Svoboda, Sector Derecha, batallones Azov y Dnipro, etc., hasta oligarcas endeudados con Wall Street, hasta el comediante-presidente Zelensky, protegido del oligarca israelí/ucraniano Igor Komoisky, que financia diversas milicias– todos aspiran a convertirse en peones de la dominación imperialista.

En los países del otrora bloque soviético de estados obreros deformados de Europa Oriental, ahora estados capitalistas, el ataque de Putin contra Ucrania ha activado el sentimiento antirruso y fortalecido la presencia de la OTAN. El régimen fascistoide, misógino y racista de Polonia, que el año pasado usó su aparato militar para impedir la entrada de refugiados provenientes de Medio Oriente, dejándolos morir en los bosques a lo largo de la frontera con Bielorrusia, ahora da la bienvenida a refugiados ucranianos cristianos blancos, así como a miles de soldados norteamericanos más. Esto subraya una vez más el vil carácter de la ofensiva antirrefugiados y antiinmigrante de la “Fortaleza Europa”. En los pequeños estados bálticos, que celebran a los fascistas “Hermanos del Bosque” que asesinaron a miles de ciudadanos soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, la independencia postsoviética ha estado acompañada de leyes contra el empleo del ruso, como las que Ucrania ha implementado desde el golpe de Kiev de 2014. La “intrépida pequeña Lituania”, donde los nacionalistas locales realizaron algunos de los peores pogromos antijudíos en vísperas de la invasión hitleriana de la URSS (y cuyos gobernantes sueñan con la gloria medieval cuando el Gran Ducado lituano gobernaba Ucrania y Bielorrusia), ahora alberga a un batallón del ejército alemán. Los barones bálticos que gobernaron a Estonia y Letonia en los años entre la Primera y la Segunda guerras mundiales, actuaron como agentes del imperialismo alemán. Hoy ofrecen sus territorios para que la OTAN realice sus maniobras militares y prácticas de desembarco para la guerra imperialista de EE.UU. contra Rusia.

Mientras que los medios imperialistas proclaman que el primer ministro ucraniano Zelensky ha “encontrado sus agallas” para brillar en su nuevo papel de líder de tiempo de guerra, el presidente demócrata norteamericano Joe Biden está intentando recuperar su estatura tras el fiasco de la salida de Kabul, perfilándose como estadista que defiende firmemente el orden internacional de seguridad (es decir, la hegemonía estadounidense). En su alocución del 24 de febrero en que anunció sus objetivos de guerra, Putin apuntó contra “el llamado bloque occidental formado por Estados Unidos a su imagen y semejanza”, que es un “imperio de mentiras”. Como señaló Farah Stockman, miembro del comité editorial del New York Times en una mesa redonda de debate entre comentaristas del órgano de prensa oficioso del imperialismo norteamericano: “Es más grande que Ucrania porque [Putin] ha estado viendo a lo largo de los últimos, no sé, 20 años –ha estado viendo a Estados Unidos hacer cosas como ésta [invadir otros países].... Le pareció aborrecible lo que hicimos en Libia. Estaba furioso. Aborreció la guerra de invasión de Irak. Ha estado viendo cómo lanzamos nuestro poder por doquier y lo llamamos ley internacional. Pienso que está diciendo, bueno, yo también puedo jugar ese juego. Y esto es lo que realmente está diciendo a Estados Unidos: que ya no somos la única superpotencia y está mostrándonos que somos débiles”.1


Cohetes rusos alcanzan la sede de la policía secreta ucraniana, la SBU (arriba) el 2 de marzo, desde donde se ha orquestado la represión contra la población rusoparlante de la parte oriental de Ucrania.  (Foto: European Press Agency)

Al nivel de la geopolítica, Stockman prosiguió: Putin “fue a Beijing antes de esto y básicamente consiguió una suerte de compromiso del presidente Xi de que de alguna manera China lo va a respaldar con sus acuerdos económicos de modo que se pueda sobrevivir sin Europa durante algún tiempo”. La declaración conjunta de Putin y Xi del 4 de febrero de apoyo mutuo entre Rusia y China preocupó seriamente a los planificadores bélicos del Pentágono y a los think tanks de “defensa”. “Funcionarios de EE.UU. urgieron repetidamente a China para que ayudara a evitar la guerra en Ucrania”, publicó como encabezado el New York Times (26 de febrero). Los burócratas de Beijing tendrían que ser unos completos idiotas si se dejan engañar con esta charada, toda vez que Biden ha dejado perfectamente claro que la campaña de guerra de E.UU. contra la Rusia de Putin es sólo una estación de ruta hacia el enfrentamiento con China. La convulsiva guerra propagandística de los dos partidos socios del imperialismo norteamericano que culpa a China de los estragos causados por la pandemia de COVID-19 subraya una vez más que el propósito último de EE.UU. es la contrarrevolución en el estado obrero burocráticamente deformado.2 Sin embargo, los gobernantes estalinistas chinos aún añoran una imposible “coexistencia pacífica” con el imperialismo.

De vuelta a Ucrania, los hipercorruptos “oligarcas” que dominan la economía huyeron del país en sus aviones privados cuando las amenazas de guerra se ponían más calientes. Los cleptócratas ucranianos están exclusivamente interesados en su propio enriquecimiento, y agarran lo que pueden de las otrora propiedades estatales a precio de ganga. Sus contrapartes rusas, en cambio, tienen que lidiar con Putin, quien aprendió de la historia rusa, como los zares desde Iván el Terrible hasta Pedro el Grande, que comprendieron la necesidad de mantener a los boyardos (barones) subordinados a la autocracia y atados a ella. Muchos ucranianos ordinarios han respondido a los llamados de Zelensky a resistir el ataque ruso, y han practicado con AK 47 de cartón en rudimentarios entrenamientos. Ahora se está distribuyendo rifles de verdad. Esta es una cínica maniobra para incrementar el número de bajas civiles, realizada por un régimen reaccionario que ofrece sus servicios como cómplice para provocar a Rusia y que ha estado persiguiendo a la población rusoparlante durante años. Los fascistas ucranianos que asedian a la parte oriental de Ucrania son una amenaza para toda la población trabajadora. Se debe poner un alto permanente a estos matones sanguinarios y someterlos a la justicia, además de aplastar su programa de “limpieza étnica”.

En el occidente imperialista, la población está sometida a un torrente de la más atroz propaganda de guerra. No hacen mención alguna del hecho de que los guardias fronterizos ucranianos no presentaron prácticamente ninguna resistencia. ¿Y los 82 marinos ucranianos que supuestamente habían muerto en el bombardeo de la isla Zmeiny (serpiente) en la frontera con Moldova, a los que Zelensky anunció que galardonaría póstumamente con el título de “Héroe de Ucrania” por su “desafiante resistencia hasta el final”?3 Resulta que se rindieron ante los rusos y aparecieron “sanos y salvos” en Sebastopol, Crimea.4 Analistas militares guerreristas más sobrios informan que Rusia realizó una “pausa operativa del 26 al 27 de febrero” para trasladar fuerzas, combustible y artillería adicionales, mientras que “Fuerzas rusas han sitiado a Mariupol” (ciudad mayoritariamente rusoparlante que votó masivamente en 2014 a favor del autogobierno pero que fue brutalmente retomada por milicias fascistas ucranianas) y “amenazan con aislar fuerzas ucranianas a lo largo de la línea de contacto con el Donbás si no se retiren”.5 En la cobertura de ninguno de los medios imperialistas se ha hecho mención siquiera de la precaria situación de la asediada población de Donetsk y Lugansk, regiones con una población de más de 4 millones de habitantes (superior a la población conjunta de Estonia y Letonia), en donde fuerzas ucranianas han asesinado a 14 mil personas a lo largo de ocho años de guerra.

Entretanto, la mayor parte de la izquierda occidental se ha alineado con los imperialistas de la OTAN al oponerse unilateralmente a los rusos. El Partido Comunista Francés (PCF) “condena” la “grave decisión” de Putin de lanzar una operación militar contra Ucrania, y tan sólo se queja de que la OTAN “azuza el fuego de la confrontación”.6 El ex estalinista PCF solicita a la Francia imperialista (es decir, al gobierno antiobrero de Emmanuel Macron) que presione para que se realice negociaciones de paz “bajo la égida de la ONU”, la cual ha servido como tapadera para la agresión y ocupación imperialista desde el Congo hasta Haití. El Partido de Izquierda alemán, hogar de muchos que otrora fueron miembros del partido estalinista que gobernaba Alemania Oriental, publicaron una declaración el 22 de febrero en la que se opone al reconocimiento de la independencia de las “repúblicas populares” de la región oriental de Ucrania, por “violar la soberanía e integridad territorial de Ucrania”. También calificó el ataque ruso como una “guerra contraria al derecho internacional que inequívocamente rechazamos”.7 Estos seudocomunistas y socialdemócratas de “izquierda” son paradigma de lo que Lenin calificó durante la Primera Guerra Mundial como “socialimperialistas”, que apoyan activamente la campaña de guerra imperialista.


Fotogramas de un video del New York Times de una milicia fascista que se prepara a atacar en las cercanías de la “línea de contacto” con la república oriental de Donetsk. Más de 14 mil personas han sido asesinadas durante los ocho años de la guerra nacionalista ucraniana en contra de las regiones predominantemente rusoparlantes. En la pared, la bandera rojinegra del colaborador nazi Stepan Bandera, ahora adoptada por el “Ejército Voluntario Ucraniano”.”  (Foto: captura de pantalla del video del New York Times)

De los grupos de izquierda más pequeños, casi todos los seudotrotskistas se unieron al frente anti-Rusia, intentando ocultar sus huellas con las hojas de parra de una que otra crítica a la OTAN. El caso más abyecto es el de Socialist Alternative (SAlt), que llamó a favor de “plena solidaridad con el pueblo de Ucrania” y exigió que las “tropas rusas se retiren inmediatamente de Ucrania”.8 Ni una palabra dijeron en contra del envió de armas de la OTAN a Kiev. Una declaración previa de SAlt9 vituperaba en contra del “imperialismo ruso”, caracterización a la que recurren muchos grupos trotskoides y que refutamos definitivamente en la época del golpe proimperialista de Kiev en 2014.10 Esa declaración denuncia también al “imperialismo chino”, un tema constante de la tendencia SAlt, que tal vez sea la corriente de izquierda más virulentamente partidaria de los motines proimperialistas en Hong Kong de 2019.11

También defiende la tesis del “imperialismo ruso” el Comité para una Internacional de los Trabajadores (CIT) de Peter Taaffe, de la cual se escindió SAlt en 2019. Una posición anti-Rusia y que de facto está a favor de los imperialistas no es ninguna sorpresa de parte de una tendencia que respaldó a la marioneta de Estados Unidos Boris Yeltsin en el contragolpe diseñado por EE.UU. en 1991 que provocó la contrarrevolución en la Unión Soviética. Otra de las corrientes socialistas pro-OTAN que vituperan en contra del “imperialismo ruso” es la Corriente Marxista Internacional (CMI) de la que el CIT se escindió en 1991. Un comentario inicial del gurú de la CMI Alan Woods, “Hipocresía imperialista y la invasión de Ucrania”12 hacía mención de que “nuestra lucha es contra el imperialismo”. Sin embargo, su línea operativa fue el llamado de los partidarios rusos de la CMI de “¡No a la guerra con Ucrania! ¡Contra la intervención militar rusa!” que se oponía al reconocimiento ruso de la independencia de las repúblicas de Donbás y no decía nada en oposición a la OTAN o al gobierno nacionalista ucraniano.13

Estas declaraciones charlatanas palidecen en comparación con la posición del “Buró Internacional de la IV Internacional” (antes Secretariado Unificado), que hemos citado previamente, que grotescamente propone una vía “democrática” para que Ucrania se integre a la OTAN, alianza militar imperialista.14 ¡Vaya abominación proveniente de grupos que falsamente se reclaman de la IV Internacional de Trotsky, que se mantuvo con firmeza en la más intransigente lucha contra el imperialismo! Ahora, en respuesta al estallido de la guerra en Ucrania, el Buró Internacional publicó dos artículos de un tal Gilbert Achcar. El primero compara el ataque de Putin contra ucrania a la malhadada ocupación de Saddam Hussein de Kuwait en 1990. El segundo solicita “la entrega de armas defensivas a las víctimas de agresión ... en este caso el estado ucraniano...”.15 Este grotesco llamado a que la OTAN entregue armas a Ucrania trae a la memoria el apoyo que dio Achcar al ataque de la OTAN contra Libia en 2011, y la manera en que ayudó a entrenar a la Unidad Especializada en la Defensa Cultural del ejército inglés para las operaciones de contrainsurgencia en Afganistán y otras partes.

Esto nos lleva a la mal llamada Fracción Trotskista (FT), cuyo modus operandi consiste en posar como crítica de izquierda de los dirigentes de cualquier movimiento de masas que esté en boga, citando ocasionalmente posiciones marxistas en el papel, tan sólo para ir con la corriente de estas movilizaciones de colaboración de clases. Un artículo del sitio norteamericano de la FT lleva como encabezado “¡Manifestantes en todo el mundo exigen ‘no a la guerra en Ucrania!” Pero no todas las manifestaciones son iguales” (Left Voice, 26 de febrero). El artículo señala que, en varios países, las protestas “contra la guerra” han “exigido más intervención de la OTAN para ‘salvar’ al pueblo ucraniano”, implorando “ayuda de los Estados Unidos” y sus socios en la alianza militar. En el pasado, la FT ha polemizado en contra de la falsa afirmación de que Rusia es imperialista. Pero como siempre ocurre con la FT, lo que escribe en artículos analíticos es meramente académico y lo que hace en el terreno es algo completamente distinto. Al alabar la concentración en Madrid en la que se coreaba “Ni Putin ni la OTAN”, el mismo artículo llama a favor de un “movimiento contra la guerra” basado en “oponerse tanto a Rusia como a la OTAN” –poniendo así un signo de igualdad entre Rusia y la alianza militar imperialista y omitiendo cuidadosamente cualquier crítica a las fuerzas ucranianas. En México, el grupo afiliado a la FT, el Movimiento de Trabajadores Socialistas, convocó un mitin “contra la guerra” frente a la embajada rusa.

En tiempos de guerra la verdadera naturaleza de las fuerzas políticas de la izquierda queda claramente al descubierto. Estos variopintos socialimperialistas, socialpacifistas, y seudotrotskistas de doble lengua están contrapuestos a los más elementales principios y al programa del marxismo revolucionario. En la urgente lucha por construir una dirección revolucionaria, como escribimos en la declaración de la LIVI del 22 de febrero, “Los trotskistas defendemos los derechos democráticos, nacionales y lingüísticos de todos los sectores de la población, buscando unir a los trabajadores rusos y ucranianos en lucha común junto con los trabajadores de Europa Occidental y Oriental. En tanto que los imperialistas siguen azuzando la fiebre de guerra e imponen sanciones cada vez más severas que en último término apuntan hacia una guerra mundial, los que enarbolamos el programa internacionalista de los bolcheviques de Lenin y Trotsky luchamos por la revolución socialista mundial en contra de todas las burguesías gobernantes”. ■


  1. 1. New York Times, 25 de febrero.
  2. 2. Véase “Biden intensifica planes de guerra contra China”, Revolución Permanente n° 11, octubre-diciembre de 2021; y “U.S. Big Lie Over Wuhan Is War Propaganda,The Internationalist n° 65, octubre-diciembre de 2021.
  3. 3. Washington Post, 25 de febrero.
  4. 4. News Front, 27 de febrero.
  5. 5. Institute for the Study of War, “Russian Offensive Campaign Assessment, February 27, 2022.”
  6. 6. Parti Communiste Français, “Ukraine : Non à la guerre, la France doit porter urgemment une offre de paix” (24 de febrero).
  7. 7. Die Linke, “Erklärung zur Abstimmung über den Ukraine” (27 de febrero).
  8. 8. International Socialist Alternative, “No War in Ukraine!” (24 de febrero).
  9. 9. DISA, “What Now for Ukrainian Conflict?” (23 de febrero).
  10. 10.Véase “El espantajo del ‘imperialismo ruso’” en suplemento de El Internacionalista, junio de 2014.
  11. 11. Véase “Hong Kong ‘Democracy’ Riots: Pro-Imperialist, Anti-Communist, Fascist-Infested,” The Internationalist No. 40, invierno de 2020.
  12. 12. In Defence of Marxism, 24 de febrero.
  13. 13.In Defence of Marxism, 24 de febrero.
  14. 14. International Viewpoint, 1° de febrero.
  15. 15. “A memorandum on the radical anti-imperialist position regarding the war in Ukraine,” International Viewpoint, 28 de febrero.