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mayo de 2010  

¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes!

¡Movilización obrera contra la racista
ley cazamigrantes de Arizona!


Contingente internacionalista en la marcha del Primero de Mayo en la Cd. de Nueva York, partiendo
de Union Square, el 1° de mayo de 2010.
(Foto: The Internationalist)

El concepto del Partido Demócrata de “reforma migratoria”: un estado policíaco

La escandalosamente racista ley cazamigrantes que aprobó el senado del estado de Arizona el 19 de abril, y que promulgó la gobernadora cuatro días después, ha provocado una ola de airado repudio tanto en Estados Unidos, como a escala internacional. La ley SB 1070 autoriza a la policía a detener personas en la calle para exigir que presenten documentos que hagan constar su estatus migratorio. A pesar de las beatas declaraciones de los políticos racistas en sentido contrario, esto significa que la policía utilizaría  abiertamente  “perfiles raciales” en sus detenciones. En Arizona, cualquiera que tenga “aspecto mexicano” está ahora sujeto a ser arrestado. La cláusula de la ley SB 1070 que dice que la policía “no debe considerar sólo la raza, el color de piel o el origen nacional” (énfasis nuestro) significa que dichos criterios racistas sí pueden constituir una justificación legítima para detener a una persona en la calle. El Grupo Internacionalista no sólo repudia la racista ley migratoria de Arizona, sino que exige plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes.

Han sido varios los que, como el arzobispo de Los Ángeles, han comparado esta ley con las leyes raciales de la Alemania nazi, donde la gente era detenida en la calle porque “parecía judía”. Quizás la policía de Arizona se esté ahora entrenando para decir “show your papers” (muéstrame tus documentos) en el mismo tono perentorio que empleaban la Gestapo y los oficiales alemanes en la Europa ocupada al exigir “Papiere zeigen”. Y si los inmigrantes (u otros) no tienen a la mano los documentos requeridos, los detenidos “sospechosos” serán enviados a campos de concentración, para finalmente ser encarcelados o deportados. También se ha comparado esta ley con la infame “ley de pases” en Sudáfrica, que exigía que los negros portaran en todo momento pasaportes internos, y con las leyes contra los esclavos fugitivos en Estados Unidos antes de la Guerra Civil. Si bien estas comparaciones son relevantes, la verdad es que la criminalización de los inmigrantes es parte de la realidad norteamericana, con independencia de la ley aprobada en Arizona. A diario, se encuentran detenidos más de 30,000 inmigrantes en Estados Unidos en más de 350 centros de detención esparcidos por el país.

Fuerzas racistas en todo Estados Unidos aclaman la ley de Arizona y la presentan como ejemplo del tipo de cacería antiinmigrante que exigen desencadenar. El autor de la iniciativa, Russell Pearce, se codea con reconocidos neonazis y distribuye publicaciones de grupos supremacistas blancos. Al mismo tiempo, prácticamente todos los que se encuentran a la izquierda de Adolph Hitler está aprovechando la oportunidad para posar como supuesto amigo de los inmigrantes, formulando una que otra tibia crítica a la ley SB 1070. El presidente mexicano Felipe Calderón se ha envuelto en la bandera tricolor y dice que la ley de Arizona “abre la puerta a la intolerancia, al odio, a la discriminación, al abuso en la aplicación de la ley”. Sin embargo, el Grupo Beta del Ejército Mexicano es tristemente célebre por cooperar con la migra en la persecución de inmigrantes (sobre todo los centroamericanos), además de que la militarización impuesta por Calderón obliga a miles de mexicanos a cruzar la frontera.

Debido a que el presidente Barack Obama ha descrito la ley racista como “desencaminada”, muchos grupos defensores de los derechos de los inmigrantes piden al Departamento de Justicia federal que realice una “investigación” para establecer si la ley 1070 viola los derechos civiles. (Los xenófobos alegan que los inmigrantes no tienen derechos.) Otros piden a los tribunales que declaren que la ley viola la constitución norteamericana al remplazar la legislación federal en temas migratorios. Muchos grupos convocan a “boicotear a Arizona”, calificada ahora como el “estado del odio”. Sin embargo, no todos los habitantes de Arizona son responsables de esta ley racista: si ese fuera el caso, ¿por qué no boicotear a EE.UU. por su violencia racista y las guerras imperialistas que conduce?

La mayor amenaza en contra de los inmigrantes no proviene de los palurdos derechistas ni del cazamigrante sheriff Joe Arpaio del condado de Maricopa en Arizona, sino del gobierno federal. Los mayores cazamigrantes no son los fascistas de los grupos parapoliciácos de los Minuteman, sino la policía de la Immigration and Customs Enforcement (ICE,  la seguridad migratoria y aduanal). Bajo la jefa de “seguridad de la patria” del demócrata Obama, la ex gobernadora de Arizona, Janet Napolitano, el Departamento de Justicia se ha fijado (y casi alcanzado) el objetivo de realizar 400 mil deportaciones anuales, más del doble de las que se dieron en 2006 bajo el gobierno del republicano George Bush. Hoy por hoy, policías de la migra en uniforme negro y botas militares están derribando las puertas de los apartamentos y arrestando a cualquiera que encuentren que no pueda presentar instantáneamente una prueba de su ciudadanía o de su residencia legal. Separan a niños nacidos en EE.UU. sumidos en el llanto, de sus padres nacidos en otros países. Cientos de miles de trabajadores inmigrantes son despedidos a causa de las famosas cartas de “no match”, generadas por computadora cuando el número de seguro social “no coincide” con el nombre.

Entretanto, demócratas liberales liderados por el senador de Nueva York, Charles Schumer, están haciendo circular un documento de 26 páginas sobre una “propuesta conceptual sobre inmigración”. El líder demócrata en el Senado, Harry Reid, de Nevada, ha prometido someter a discusión la legislación migratoria “este año”. Como en el caso del supuesto “compromiso” de Obama para reformar el “quebrado” sistema migratorio, que repitió en un mensaje videograbado dirigido a la enorme manifestación (más de 200 mil personas) a favor de los inmigrantes realizada el 21 de marzo en Washington, es una broma cruel, un truco barato para conseguir votos de los inmigrantes e hispanos. Los demócratas no se aprestan a aprobar una ley migratoria en este año de elecciones intermedias, en las que seguramente enfrentarían ataques implacables por parte de los republicanos antiinmigrantes. Más importante aun, toda “reforma” que pudieran aprobar los demócratas sólo fortalecería el ataque contra los  inmigrantes. El marco “conceptual” de Schumer incluye aumentar considerablemente las patrullas fronterizas, incrementar el número de policías de la ICE, imponer multas de miles de dólares a los inmigrantes que quieran legalizar su estatus e introducir una tarjeta nacional de identidad con datos biométricos.

Para los inmigrantes indcoumentados, Estados Unidos es ya un estado policíaco, donde no tienen derechos y buscan evitar cualquier contacto con las autoridades. La “reforma” migratoria de los liberales del Partido Demócrata busca convertir al país en un estado policíaco para todos.

El Grupo Internacionalista en la protesta del 23 de abril, en la ciudad de Nueva York, cuando la gobernadora de Arizona promulgó la ley nefasta. (Foto: The Internationalist)

El Grupo Internacionalista apremia a los inmigrantes a que no consideren a los políticos capitalistas sus verdaderos aliados, sino al movimiento obrero. Aunque los burócratas sindicales pro capitalistas suelen vomitar veneno chovinista –en contra de los trabajadores chinos en el siglo XIX, hoy en día en contra de los inmigrantes latinoamericanos, africanos y asiáticos–, cientos de miles de inmigrantes indocumentados son miembros de diversos sindicatos. Es más, el movimiento obrero en su conjunto tiene interés en lograr que todos los trabajadores tengan derechos plenos e iguales. Llamamos a los sindicatos a tomar la iniciativa en la movilización para defender a los inmigrantes en contra de los ataques racistas, que se han intensificado considerablemente en meses recientes. Luchamos por la derrota de la guerra imperialista norteamericana en el exterior y la represión racista “en casa” que siempre la acompaña. En la Segunda Guerra Mundial, los norteamericanos de ascendencia japonesa fueron presentados como el “enemigo interno”. Hoy en día, los inmigrantes árabes, del sudeste asiático y latinoamericanos son el principal blanco de esta satanización.

Las leyes migratorias bajo el capitalismo son inherentemente chovinistas y racistas. Aunque las fronteras nacionales no serán eliminadas más que por el socialismo, los trabajadores con conciencia de clase deben luchar aquí y ahora por plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes. Tales leyes se encontraban entre las primeras introducidas por la Revolución Francesa de 1789, que promulgó los Derechos del Hombre y otorgó la ciudadanía al revolucionario norteamericano Thomas Paine; lo mismo en la Comuna de París de 1871, el primer gobierno obrero de la historia, y en la Revolución Bolchevique de 1917 en Rusia que dirigieron Lenin y Trotsky. Después de todo, aparte de los indígenas norteamericanos que fueron prácticamente exterminados mediante la violencia genocida perpetrada por los colonos blancos y el gobierno federal, todos en EE.UU. provienen en último término de otro lugar. Sin importar cómo llegaron aquí, con documentos o sin ello, todos los que residen en Estados Unidos deben tener los mismos derechos, y punto.

En lo que toca a Arizona, la totalidad de su territorio fue robada como botín de guerra en la invasión norteamericana de 1848 a México, con la excepción de la parte sur del estado, que fue anexada a EE.UU. como parte de la “Compra Gadsden” (más parecida al robo), realizada por el secretario de guerra Jefferson Davis, quien más tarde fungiría como presidente de la Confederación esclavista. La mayor parte de la población anglosajona del estado podría considerarse ilegal. Cuando la gobernadora del estado promulgó la Ley 1070, el Grupo Internacionalista se unió a otros que se manifestaban en Nueva York con una pancarta que decía: “¿Quién es el ilegal? ¡ Devolver Phoenix y el sur de Arizona a un México rojo! Los navajos, hopis y zunis se quedan con el resto.”  1


1 Y no olvidemos a los apaches, particularmente los chiricahuas, quienes fueron encarcelados como prisioneros de guerra durante 27 años (de 1886 a 1913) y despojados de sus tierras en la zona suroriental de Arizona y sur de Nuevo México. 

Ver también: Sangre en la frontera (10 de junio de 2010)
                     ¡Movilización obrera e inmigrante para detener las deportaciones! (21 de marzo de 2010)


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